De: Muil |
Enviado: 11/03/2010 16:29 |
TIPOS DE PERROS ASISTENTES
Los perros son entrenados para ofrecer muchos tipos diferentes de
ayuda. Aunque se les puede llamar por diferentes nombres, parece que
todos caen dentro de cinco categorías generales. Estas son:
- Peros guías. Proveen ayuda visual para transportarse a esos individuos incapacitados de la vista que pueden manejar al perro ellos solos.
- Perros para sordos. Proveen ayuda auditoria para esos individuos sordos o incapacitados del oído que pueden manejar al perro ellos solos.
- Perros de servicio.
Proveen ayuda para llevar a cabo tareas prácticas a esos individuos que
padecen de incapacidades físicas y que pueden manejar al perro ellos
solos.
- Perros de servicio con ayuda. Proveen compañía y ayuda práctica a esos individuos que requieren ayuda de otra persona para manejar al perro, y
- Perros de plantel. Trabajan con un profesional entrenado para proveer interacciones de paciente/mascota durante las terapias.
TAREAS QUE DESEMPEÑAN
Entre los servicios que estos perros ofrecen se encuentran los
siguientes: ayudan a la persona a transportarse de manera segura, lo
ayudan a contestar el teléfono, las alarmas de fuego, los relojes
despertadores, a jalar la silla de ruedas, pronosticar convulsiones, a
estabilizarse para caminar, y a disminuir la ansiedad y depresión. La
cantidad de cosas que estos perros son entrenados a hacer es
verdaderamente increíble.
RAZAS Y TIPOS DE PERROS QUE SE USAN
La mayoría de estos perros son de linaje fino y los programas que
los ofrecen los crían para este tipo de trabajo. La mayoría comienzan
su entrenamiento cuando todavía están chiquitos, aún que algunos pocos,
ya crecidos, son escogidos para estos programas. Se utiliza una
variedad de razas, tales como la de Labrador, German Sheperds, Golden
Retrievers, Shelties y Corgis Pembroke Welsh.
PERROS AL RESCATE
En los albores
del siglo XXI, no obstante el desarrollo de la tecnología, el perro
sigue siendo irreemplazable en las funciones de contenido social y
humanitario: auxiliar -como lazarillo o para sordomudos-; casi
infalible detector de estupefacientes, sustancias peligrosas o
explosivas; y, en el tema que nos ocupa, rastreador en la búsqueda de
personas extraviadas o, tras atentados y derrumbes de diverso origen,
especialista en hallazgo de víctimas sepultadas por los escombros.
La intervención de canes adiestrados, junto a sus
conductores socorristas, ha permitido el salvamento de quienes
sufrieran las consecuencias de terremotos y maremotos, huracanes y
ventiscas, aludes, derrumbamientos naturales o provocados, tras la
caída de edificios, puentes, colisiones de ferrocarril, explosiones de
minas, derrapes de túneles y otros accidentes subterráneos, y a nivel
de superficie, encontrar a seres perdidos en descampados, bosque,
grutas, u ocultos, rehenes de secuestros.
Una brigada de perros de búsqueda y rescate, pues, no se limita
al auxilio de personas enterradas o reclusas por efecto de los
terremotos, si bien es cuando la acción de los sismos que,
probablemente, los canes resultan insustituibles.
Aún no hay perceptores mecánicos -electrónicos,
quimiotérmicos, etc.- que superen la detección canina, no sólo por su
capacidad olfativa y la de discriminar sonidos, sino por la velocidad
empleada para descubrir a sepultados, al contar con un comodín, la
intuición, virtud carente en aparatos y máquinas. Naturalmente que esta
intuición consiste en la suma de receptores, en la fineza de sentidos
fisiológicos, pero aquí participa algo faltante en la máquina
detectora: la voluntad e, inclusive, el empecinamiento perruno..., el
insistir caprichoso, lúdico, afectivo, cosa prohibida a los
instrumentos mecánicos.
He aquí una comprobación surgida del socorrismo en aludes:
mientras que un equipo de diez técnicos, dotados con instrumental
tecnológico de avanzada, cubre un área de una hectárea en 70 minutos,
en igual superficie, un perro precisa sólo 10 minutos y su eficacia
suele ser mayor. Tratándose de búsqueda bajo escombros (derrumbes) la
experiencia arroja el siguiente promedio comparativo: en 5 minutos un
can de rescate consigue cubrir 100 metros cuadrados; el hombre,
valiéndose de instrumental, y con suerte, necesita de 45 minutos...Ni
que decir, el factor tiempo, textualmente, será de vital importancia al
producirse este tipo de catástrofes. Valga una acotación del técnico
Enzo Vezzoli: "Además, ningún aparato, hasta hoy, detecta personas
muertas; y para los parientes y deudos, el poder velar y despedirse de
las víctimas, con el cuerpo presente, los ayuda a asumir el doloroso
trance, porque a un desaparecido ni siquiera se lo llora".
Lo sucedido cuando el terremoto de Kobe, Japón (país cuya
tecnología rodea el milagro), fue concluyente se requirió el auxilio de
brigadas de perros de rescate; que, por no disponerse a raíz de la
ultramodernidad nipona, viajaron desde Suiza y la itálica Scuola de
Trento. Más allá de los logros de estos grupos, tardíos en razón de la
distancia, los japoneses admiten que "de cualquier manera, nunca un
detector mecánico hubiera procedido con la actitud amorosa de los
perros socorristas. Y a ello, suene muy anacrónico, obedece la gran
efectividad demostrada por los canes en Kobe".
¿Qué razas sirven?
Toda raza y aún de ninguna, híbridos, sirve: la experiencia, sin embargo, aconsejará ejemplares de buen olfato,
dóciles, de estructura mediana o grande (aunque en algunos casos los
perros más pequeños son capaces de llegar a lugares inaccesibles para
los más grandes), preferentemente machos y, condición rigurosa, sanos y
enteros (sin castración), por razones que se puntualizan después. Tal
vez la única ventaja de un perro de pura raza es la predictibilidad de
comportamiento y de posibles enfermedades.
Depende de la escuela, entonces, y de sus posibilidades y
concepción resolutiva, las brigadas eligen mayoritariamente a un tipo
de perro u otro. Así, los norteamericanos, para rescates en terremotos
y derrumbes, prefieren -al parecer- el dobermann, el american cocker
spaniel, el springer spaniel y el labrador, y en búsquedas a campo
abierto, según documentales, el saint hubert, el dálmata y el black
labrador. Los suizos en casos de terremotos emplean el labrador,
diversos mestizos de spaniel y, en rastreadores de superficie, el San
Bernardo, el wachtelhund, el grosser schweizerhund y otros.
La Scuola de Trento, como razas de búsqueda y rescate, sugiere
el ovejero alemán, el labrador, el boxer, el riesenschnauzer y
mestizos, incluyéndose en su escuadra, durante los trabajos de
socorristas del terremoto de Irán, un bobtail (old english sheepdog).
Los guardaparques austriacos, en el rastreo de
extraviados, usan el deutsche schwarzdogge (gran danés arlequín negro)
y, al igual que la gendarmería alemana, también se valen del hovawart,
el leonberger y el teckel denominado dachsbracke.
En el atentado a la sede de la AMIA, en Buenos Aires, el grupo
de rescate del ejército israelí, para desconcierto de muchos, trajo a
la Argentina a dos ejemplares voluminosos 7Kelev, un rottweiler, y
Jetzy, un deutsche falbdogge (gran danés bayo). En el cuerpo de
auxilios de Tel Aviv, perteneciente a la Haganá, y cuando la Guerra del
Golfo, las fotografías y noticieros mostraron el empleo del dobermann,
el ovejero alemán, el boyero de Flandes y el canaandog.
Cualquiera fuese la raza, el perro aventaja a la tecnología más
moderna. En una prueba reciente, mientras con instrumental técnico
verificado se localizó el figurante hasta un máximo de 5 metros de
profundidad, en condiciones idénticas los perros lograron ubicarlo a 8
y hasta 10 metros bajo la superficie. Y además, en menor tiempo que los
detectores.
Basado en el artículo de Sergio Grodsinsky publicado en la Revista Perros en Acción, Año 1 Nº 2 1995 (Vor@us Perros de utilidad)
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PERROS AL RESCATE
En los albores
del siglo XXI, no obstante el desarrollo de la tecnología, el perro
sigue siendo irreemplazable en las funciones de contenido social y
humanitario: auxiliar -como lazarillo o para sordomudos-; casi
infalible detector de estupefacientes, sustancias peligrosas o
explosivas; y, en el tema que nos ocupa, rastreador en la búsqueda de
personas extraviadas o, tras atentados y derrumbes de diverso origen,
especialista en hallazgo de víctimas sepultadas por los escombros.
La intervención de canes adiestrados, junto a sus
conductores socorristas, ha permitido el salvamento de quienes
sufrieran las consecuencias de terremotos y maremotos, huracanes y
ventiscas, aludes, derrumbamientos naturales o provocados, tras la
caída de edificios, puentes, colisiones de ferrocarril, explosiones de
minas, derrapes de túneles y otros accidentes subterráneos, y a nivel
de superficie, encontrar a seres perdidos en descampados, bosque,
grutas, u ocultos, rehenes de secuestros.
Una brigada de perros de búsqueda y rescate, pues, no se limita
al auxilio de personas enterradas o reclusas por efecto de los
terremotos, si bien es cuando la acción de los sismos que,
probablemente, los canes resultan insustituibles.
Aún no hay perceptores mecánicos -electrónicos,
quimiotérmicos, etc.- que superen la detección canina, no sólo por su
capacidad olfativa y la de discriminar sonidos, sino por la velocidad
empleada para descubrir a sepultados, al contar con un comodín, la
intuición, virtud carente en aparatos y máquinas. Naturalmente que esta
intuición consiste en la suma de receptores, en la fineza de sentidos
fisiológicos, pero aquí participa algo faltante en la máquina
detectora: la voluntad e, inclusive, el empecinamiento perruno..., el
insistir caprichoso, lúdico, afectivo, cosa prohibida a los
instrumentos mecánicos.
He aquí una comprobación surgida del socorrismo en aludes:
mientras que un equipo de diez técnicos, dotados con instrumental
tecnológico de avanzada, cubre un área de una hectárea en 70 minutos,
en igual superficie, un perro precisa sólo 10 minutos y su eficacia
suele ser mayor. Tratándose de búsqueda bajo escombros (derrumbes) la
experiencia arroja el siguiente promedio comparativo: en 5 minutos un
can de rescate consigue cubrir 100 metros cuadrados; el hombre,
valiéndose de instrumental, y con suerte, necesita de 45 minutos...Ni
que decir, el factor tiempo, textualmente, será de vital importancia al
producirse este tipo de catástrofes. Valga una acotación del técnico
Enzo Vezzoli: "Además, ningún aparato, hasta hoy, detecta personas
muertas; y para los parientes y deudos, el poder velar y despedirse de
las víctimas, con el cuerpo presente, los ayuda a asumir el doloroso
trance, porque a un desaparecido ni siquiera se lo llora".
Lo sucedido cuando el terremoto de Kobe, Japón (país cuya
tecnología rodea el milagro), fue concluyente se requirió el auxilio de
brigadas de perros de rescate; que, por no disponerse a raíz de la
ultramodernidad nipona, viajaron desde Suiza y la itálica Scuola de
Trento. Más allá de los logros de estos grupos, tardíos en razón de la
distancia, los japoneses admiten que "de cualquier manera, nunca un
detector mecánico hubiera procedido con la actitud amorosa de los
perros socorristas. Y a ello, suene muy anacrónico, obedece la gran
efectividad demostrada por los canes en Kobe".
¿Qué razas sirven?
Toda raza y aún de ninguna, híbridos, sirve: la experiencia, sin embargo, aconsejará ejemplares de buen olfato,
dóciles, de estructura mediana o grande (aunque en algunos casos los
perros más pequeños son capaces de llegar a lugares inaccesibles para
los más grandes), preferentemente machos y, condición rigurosa, sanos y
enteros (sin castración), por razones que se puntualizan después. Tal
vez la única ventaja de un perro de pura raza es la predictibilidad de
comportamiento y de posibles enfermedades.
Depende de la escuela, entonces, y de sus posibilidades y
concepción resolutiva, las brigadas eligen mayoritariamente a un tipo
de perro u otro. Así, los norteamericanos, para rescates en terremotos
y derrumbes, prefieren -al parecer- el dobermann, el american cocker
spaniel, el springer spaniel y el labrador, y en búsquedas a campo
abierto, según documentales, el saint hubert, el dálmata y el black
labrador. Los suizos en casos de terremotos emplean el labrador,
diversos mestizos de spaniel y, en rastreadores de superficie, el San
Bernardo, el wachtelhund, el grosser schweizerhund y otros.
La Scuola de Trento, como razas de búsqueda y rescate, sugiere
el ovejero alemán, el labrador, el boxer, el riesenschnauzer y
mestizos, incluyéndose en su escuadra, durante los trabajos de
socorristas del terremoto de Irán, un bobtail (old english sheepdog).
Los guardaparques austriacos, en el rastreo de
extraviados, usan el deutsche schwarzdogge (gran danés arlequín negro)
y, al igual que la gendarmería alemana, también se valen del hovawart,
el leonberger y el teckel denominado dachsbracke.
En el atentado a la sede de la AMIA, en Buenos Aires, el grupo
de rescate del ejército israelí, para desconcierto de muchos, trajo a
la Argentina a dos ejemplares voluminosos 7Kelev, un rottweiler, y
Jetzy, un deutsche falbdogge (gran danés bayo). En el cuerpo de
auxilios de Tel Aviv, perteneciente a la Haganá, y cuando la Guerra del
Golfo, las fotografías y noticieros mostraron el empleo del dobermann,
el ovejero alemán, el boyero de Flandes y el canaandog.
Cualquiera fuese la raza, el perro aventaja a la tecnología más
moderna. En una prueba reciente, mientras con instrumental técnico
verificado se localizó el figurante hasta un máximo de 5 metros de
profundidad, en condiciones idénticas los perros lograron ubicarlo a 8
y hasta 10 metros bajo la superficie. Y además, en menor tiempo que los
detectores.
Basado en el artículo de Sergio Grodsinsky publicado en la Revista Perros en Acción, Año 1 Nº 2 1995 (Vor@us Perros de utilidad)
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