El silencio,
compañero de la noche, que solo lo interrumpe los suspiros de recuerdos
que a duras penas emite el alma, mientras agoniza tu ausencia, y se
pregunta ¿Porque no estas aquí? ¿Por qué no vuelves?
Mientras tanto
te pienso, linda, dulce y alegre; de piel aterciopelada, impregnada por
ese sutil aroma que se obtiene en los campos de alcatraces.
Será que tanto
te extraño, que pienso en aquel día que te vi y que se paralizaron mis
sentidos al ver tu silueta, ese sentimiento que me envolvía e invadía
solo al verte, un fuerte palpitar dentro de mi capaz de mover montañas
y de hacer cosas imposibles e inimaginables.
Desde que te
alejaste solo me consuela la luna, que alumbra mi rostro humedecido,
por las lágrimas que llevan tú nombre. A la cual pregunto por ti y el
porque de no merecerme tu amor; pero ni ella ni nadie me da la
respuesta, que habré hecho mal, a caso seré merecedor de esta gran
pena.
Será que no oyes
mi llanto, será que no ves mi anhelo. Tal vez mi amor nunca te
convenció, tal vez nunca merecí amarte; quisiera cerrar el libro del
recuerdo, dejando paso al presente, encontrando el amor verdadero igual
al que tú pudisteis darme.
Colaboración de Felipe Guerrero