Síndrome del Viajero Frecuente Arturo Quirós Lépiz
Recuerdo que durante un tiempo hacía una travesía hacia cierta parte de mi país donde el viaje era bastante largo y luego de varias veces, se hizo también aburrido, por lo cual siempre me indisponía bastante anímicamente cuando me tocaba viajar. Le llamé a esto el Síndrome del Viajero Frecuente. Pues luego de viajar muchas veces por el mismo lugar, sin importar lo hermoso del paisaje, se vuelve rutina.
Cierta vez en el autobús me encontré con una vieja amistad con quien pasé el camino compartiendo recuerdos de la niñez y comentando lo que habíamos hecho cada quien con nuestra vida. Sin darme cuenta, habíamos llegado al destino y no supe en el momento que todo pasó, pues la compañía me hizo el camino mas placentero.
¿Sabes? Tal vez estés en un punto de tu vida donde todo se hay vuelto rutinario o aburrido. Tal vez incluso has perdido el deseo de vivir, de seguir adelante o simplemente de estar con quienes convives. Puede ser que tu mundo se haya empezado a desmoronar y te decepciones de lo que has logrado con tu vida.
Probablemente tengas el síndrome del viajero frecuente, y tengas algo de desilusión al transitar por tu vida. Pero sabes, todo este camino puede ser diferente si vas en compañía de alguien a quien le importas y quien te ama. Alguien con quien puedes hablar de cualquier cosa y te entiende. Alguien que te entienda si estás triste, aburrido, abandonado, saturado o en fin...tantos estados que tenemos.
Te invito hoy a que te decidas a no ir por el camino en soledad. Hay alguien que pagó con sangre, humillación, dolor y lágrimas el poder viajar a tu lado en el autobús de tu vida pero nunca le hablas. ¿Y sabes una cosa? El no desea perturbar tu viaje, y por eso está en silencio pues te respeta tanto que no desea molestarte si no deseas hablar. Solamente a veces suspira, con algo de tos trata de llamar tu atención pero no le atiendes.
Cierra tus ojos, respira profundo y dí : "Jesús, mi camino ha sido largo y tedioso. Me he sentido sin nadie que camine a mi lado y te he ignorado por completo. Te pido que a partir de este momento seamos compañeros de viaje. Quiero que entres en mi vida y en mi corazón. Te acepto como mi compañero inseparable y mi Salvador. No te alejes de mi vida mi Señor."
Si lo has dicho con mucha prisa, repítelo lentamente. Y si lo has hecho de corazón, TE ASEGURO que nunca más estarás sólo en el tu camino.
No padezcas el síndrome del viajero frecuente, mas bien, disfruta frecuentemente de tu viaje.
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