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Socio-Política: HAITI
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 17/01/2010 03:39 |
La doble maldición de Haití
«A la muerte le gustan los pobres», decía Le Monde diplomatique en febrero de 2005 tras el tsunami que acababa de golpear a Indonesia, las costas de Sri Lanka, el sur de la India y Tailandia (1). Es muy pronto para hacer balance del terremoto de 7 grados en la escala Ritcher que ha arrasado el país más pobre de América Latina, Haití, el 12 de enero. Pero se puede temer lo peor. Ahora se trata, urgentemente, de buscar y rescatar a las víctimas, llevar asistencia sanitaria a los supervivientes, habilitar refugios, proporcionar alimentos y agua y evitar las epidemias. La solidaridad internacional y la ayuda humanitaria de todos, de la ONU a Estados Unidos pasando por la Unión Europea -especialmente Francia, que no puede desentenderse de su deuda histórica con la isla- o América Latina, se moviliza según (o no) sus posibilidades.
Otra vez el seísmo golpea una región del globo poco respetada por los fenómenos naturales. En 2008, Haití ya sufrió el infierno de cuatro huracanes tropicales –Ike, Anna, Gustav y Fay-. No se pueden comparar con este terremoto, obviamente tan imprevisible como imprevisto, difícil de anticipar. Sin embargo, surge la primera pregunta: ¿Por qué durante esos huracanes, que las arrasan de la misma forma (con consecuencias económicas desastrosas), en Haití hubo que lamentar setecientas noventa y tres muertes y «sólo» cuatro en Cuba? Como un efecto de lupa, las catástrofes ponen de manifiesto el estado «real» de las sociedades.
Una vez pasado el choque inicial y la conmoción, los gobiernos, ONG, instituciones internacionales y medios de comunicación se dedicarán, todos a una, al tema de la «reconstrucción». Si es que se puede emplear el término «reconstruir» en un país que carece de todo.
Pero, ¿de qué reconstrucción hablarán? Después del huracán Micht, que en octubre y noviembre de 1998 se cobró casi diez mil vidas y cientos de miles de damnificados en América central, los movimientos sociales avanzaron la idea de vincularla a un nuevo tipo de desarrollo destinado a reducir la vulnerabilidad social. El tiempo se ha encargado de demostrar que desde entonces no se ha hecho nada en ese sentido. El único intento, emprendido mucho después por el presidente hondureño Manuel Zelaya, acabó por el golpe de Estado del 28 de junio de 2009…
A una clase política haitiana amenazada por el espectro de la autodestrucción, y que no está exenta de responsabilidad en el estado calamitoso del país, ¿quién le va a leer la cartilla? ¿Las instituciones financiera internacionales que han demorado el proceso de anulación de la deuda a pesar de los problemas a los que ya se enfrenta la población? ¿Washington, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo, etcétera? ¿Los países denominados «amigos» que cínicamente han empujado al descenso a los infiernos a la sociedad haitiana?
Desde 1984, el FMI obligó a Puerto Príncipe a liberalizar su mercado. Los escasos y últimos servicios públicos se privatizaron negando el acceso a ellos a los más necesitados. En 1970, Haití producía el 90% de los alimentos que consumía, actualmente importa el 55%. El arroz estadounidense subvencionado ha matado la producción local. En agosto y septiembre de 2008, el estallido de los precios alimentarios mundiales hizo que aumentaran su precio el 50%, lo que dio origen a los «motines del hambre».
Un cataclismo natural se puede imputar a la fatalidad. El vergonzoso e insoportable empobrecimiento de las poblaciones urbanas y rurales de Haití, no.
Maurice Lemoine
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:43 |
¿Qué planea EE.UU. en Haití?
Extractos de un cable de la agencia EFE del viernes 15 de enero:
EE.UU. elevará a 10.000 soldados su presencia militar en Haití antes del lunes
Washington, 15 ene (EFE).- EE.UU. enviará en los próximos días nuevas dotaciones militares a Haití, entre ellos varios buques de guerra y helicópteros, lo que hará que se multiplique su presencia militar de 1.000 a 10.000 soldados antes del lunes, según el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen.
El secretario de Defensa, Robert Gates, quien compareció en una rueda de prensa junto a Mullen, negó que la presencia militar de EE.UU. en Haití sea vista como una fuerza ocupante por parte del país caribeño, sino como un "alivio".
"No creo que nos vean así", como una fuerza ocupante, dijo el jefe del Pentágono. "Dado que estamos dedicándonos a repartir agua y comida y atención médica, yo creo que la reacción (del pueblo haitiano) es de alivio, al ver que Estados Unidos les da este tipo de ayuda".
Gates indicó que la primera prioridad es repartir agua y comida a la comunidad lo más rápido posible, para "evitar que, debido a la desesperación de la gente, la seguridad se deteriore o haya un brote de violencia".
Estados Unidos ha comenzado a desplazar a la costa haitiana algunos de sus más importantes buques de guerra. Hoy mismo, según dijo Mullen, llegó el "Carl Vinson" cargado con 19 helicópteros y con una capacidad de 51 camas de hospital, tres salas de operaciones quirúrgicas, y la capacidad de producir cientos de miles de litros de agua potable al día.
El destructor "Higgins" también se encuentra en la zona para labores de búsqueda, socorro y apoyo, así como varios barcos medianos de la Guardia Costera con sus helicópteros, que ya están prestando su apoyo a la población.
Una compañía de la 82 División Aerotransportada de EE.UU., formada por unos 100 soldados, se encuentra ya en Haití preparando el campamento para la llegada durante el fin de semana, del resto de la brigada (unos 3.500 soldados de Infantería del Ejército de Tierra).
En el curso de la próxima semana llegarán otros dos buques de guerra que llevan helicópteros: el crucero "Normandy" y la fragata "Underwood" ambos equipados con misiles dirigidos.
También irá el buque "Bataan" de asalto anfibio que tiene capacidades similares a las del portaaviones "Carl Vinson", acompañados por las otras dos naves del grupo de asalto anfibio, el "Fort McHenry" y el "Carter Hall".
Esta flotilla transporta la 22 Unidad Expedicionaria de la Infantería de Marina (unos 2.000 soldados).
Análisis
Gates dice que no cree que los haitianos vean a los soldados estadounidenses como ocupantes sino como un “alivio”. Esto es exactamente lo mismo que decía Donald Rumsfeld cuando invadieron Iraq.
Todos los medios están informando estos hechos con la misma intencionalidad que le imprime la versión oficial de Washington, que lo único que se busca es ofrecer ayuda humanitaria a Haití.
Mientras países como México, Reino Unido, Argentina, Uruguay, Venezuela, Nicaragua y otros envían a sus equipos especializados en catástrofes naturales para colaborar con la sociedad haitiana; Washington despacha al “destructor Higgins”, a dos buques de guerra equipados con misiles dirigidos y a los buques “Bataan”, “Fort McHenry” y el ”Carter Hall” (estos últimos 3 son de asalto anfibio).
Además la corresponsal de CNN en Washington informó ayer que la flotilla que transporta la 22 Unidad Expedicionaria de la Infantería de Marina, está compuesta por 2200 de los famosos marines que realizarán tareas de control interno dentro del territorio haitiano.
Otros soldados simplemente se quedarán en los barcos, según lo que afirmó Michael Mullen.
El presidente Barack Obama anunció 100 millones de dólares en ayuda humanitaria para Haití, pero no lo hizo rodeado de sus asesores en materia social y humanitaria, lo hizo rodeado de su gabinete de guerra.
Lo primero que habrá que entender es que esos 100 millones no deben ser para ayuda humanitaria sino para solventar los gastos de movilización militar anunciados (¡10.000 soldados!)
No sé qué buscará Estados Unidos en Haití, pero sí sé que sus intenciones (como siempre y en virtud de estos elementos) no pueden ser santas.
Adicionalmente, si yo fuera el Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, no estaría distraído ni un minuto.
Nunca se sabe qué es lo que se puede esperar de estos buenos muchachos, no vaya a ser que aprovechen la volada para hacer un tour humanitario por Cuba con sus destructores y buques de asalto con miles de soldados a bordo.
Y cuidado que el gobierno de Cuba acaba de permitirle a Estados Unidos realizar vuelos humanitarios sobre su territorio para ayudar a la población haitiana. No vaya a ser que los halcones de Washington aprovechen la oportunidad para llenar de bombas algún avión, informar que traslada suministros y bombardear a la mayor de las antillas.
Nada de esto parece lo más probable, pero…
Andrés Sal.lari
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:44 |
"Haití para qué. Usos y abusos de Haití"
Un libro imprescindible para comprender lo que pasa
Tras el último terremoto, todo el mundo habla de Haití: unos muestran su solidaridad, otros repiten mecánicamente meras palabras de compasión. Pero más allá del terremoto y sus consecuencias, ¿alguien conoce la historia de este país? ¿Por qué ha llegado a esta situación? ¿A quién le debe su miseria? Mientras los dirigentes de las grandes potencias aparecen ahora compungidos ante los medios con sus lágrimas de cocodrilo ofreciendo al pueblo de Haití un poco de dinero y no pocos marines, se hace preciso conocer la verdadera historia de este país. ¿A quién quieren engañar?
Paul Farmer
Prólogo de Noam Chomsky
Traductor del inglés: Toni Strubbel
Paul Farmer es un médico especializado en SIDA, con más de una década de experiencia en el Haití rural. Pero es mucho más que un médico, es también un magnífico antropólogo y un conocedor profundo de ese pueblo, cuya historia penetra hasta sus raíces para mostrar las mil fuerzas que durante tanto tiempo han mantenido a la mayoría de los haitianos sumidos en la pobreza, en la enfermedad y en el olvido. Entre sus obras más conocidas se cuentan: “Women poverty and AIDS”, “Dying for growth”, “AIDS and accusation”, “Infections and Inequalities”.
A través de un doble análisis, de los acontecimientos del pasado y de una serie de mitos que hoy perduran, Farmer nos introduce en un Haití desconocido y sorprendente que dista mucho de ser el que nos habían contado. A la luz de su penetrante mirada vamos descubriendo los múltiples engaños de esa historia deliberadamente falseada y adquiriendo datos reales que iluminan el presente y lo hacen comprensible. Cuando el lector termina el libro tiene las claves para entender la explotación y los sufrimientos de Haití, tan íntimamente ligados a los intereses de EE.UU. Es también la historia de los pueblos de Centroamérica: la historia de una política de expolio y rapiña que, en mayor o menor grado, afecta también a la gran mayoría de los pueblos pobres del mundo.
“Este es un libro que me temo que esté condenado al olvido. Es un libro que nos habla de verdades en torno a temas incómodos. Incómodos, sí, para las estructuras de poder y el entramado doctrinal que las protege de la opinión crítica. Nos dice la verdad sobre lo que ha estado sucediendo en Haití y el papel que ha jugado EE.UU. en su amargo destino.” Noam Chomsky
Impresionante libro que nos descubre una historia muy distinta de la que nos habían contado. Libro desmitificador, escrito a través de las vivencias del pueblo, desde su memoria y a través de su lenguaje. Un libro, además, bello y deslumbrante.
“Excelente libro... Magnífica esta pasión de Farmer con la que invita a sus conciudadanos y amigos de los EE.UU. a no permanecer indiferentes ante la agonía de Haití.” Suplemento Literario de The Times, Londres
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:44 |
Haití: de la tragedia a la catástrofe
Puerto Príncipe, la capital de Haití, fue destruida en gran parte el martes por un terremoto de siete grados en la escala de Richter. El objetivo inimaginable empleado por el presidente de ese país caribeño, René Préval, para calificar la catástrofe en curso, no parece exagerado: las primeras estimaciones indican que los muertos se cuentan por decenas de miles y que la cifra de damnificados puede ascender, según el Comité Internacional de la Cruz Roja, a millones de personas. Tales magnitudes resultan verosímiles, pues si el movimiento telúrico derribó edificaciones sólidas de la capital haitiana –como el palacio presidencial, la sede de la misión de la ONU, hospitales y escuelas–, es probable que haya arrasado, también, las viviendas más que precarias en las que se aglomeraba la gran mayoría de la población, en los cerros que rodean el centro de Puerto Príncipe.
El hecho es que el fenómeno natural ha golpeado a un país con carencias y rezagos inadmisibles en el siglo XXI, afectado por la miseria, la insalubridad, la falta de infraestructura, el analfabetismo, la mortalidad materno-infantil, la prevalencia de sida, la emigración, la falta de desarrollo económico, la corrupción y la debilidad de sus estructuras institucionales. En tales circunstancias, la situación de tragedia del contexto social haitiano se convierte en multiplicador de las consecuencias catastróficas del sismo. Más allá de la brutal pérdida de vidas y de las lesiones sufridas por un número aún indeterminado de personas, de la destrucción de viviendas, de los pocos empleos, de instalaciones médicas y escolares y de los escasos bienes materiales, el terremoto coloca a la patria de Toussaint L’Ouverture en la perspectiva de sufrir un retroceso de más de 15 por ciento de su producto interno bruto, de acuerdo con una estimación emitida ayer por el Banco Mundial. Si a ello se agrega que el año antepasado la economía de Haití perdió un porcentaje similar como resultado del paso de huracanes y tormentas tropicales por su territorio, queda claro el tamaño del desastre.
El total desamparo de los haitianos en el momento presente debe llevar a la sociedad mexicana a realizar un esfuerzo –con todo y su situación propia, desfavorable y hasta grave– para hacer efectiva su solidaridad con esa desventurada nación hermana. Es obvio que toda la ayuda, monetaria y en especie, que Haití reciba del extranjero, resultará insuficiente para hacer frente a la catástrofe, y ese mismo hecho debe ser aliciente para llevar hasta donde se pueda el ejercicio de solidaridad de nuestro país, en el cual deben participar individuos, instituciones, empresas y organizaciones de todas clases.
Más allá de las tareas inmediatas de auxilio, la comunidad internacional, y en especial los gobiernos de Estados Unidos y Europa occidental, tienen ante sí el deber de asistir a Haití en la superación de una circunstancia económica, política y social que se debe, en parte, a las actitudes colonialistas y neocolonialistas de las naciones ricas. Se requiere, en este sentido, de un plan de rescate a fondo, sin regateos ni condicionamientos de dependencia política, para que el país más pobre del continente –y uno de los más pobres del mundo– consiga superar la catástrofe inmediata, pero también su trágica circunstancia de décadas y de siglos.
La Jornada
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:45 |
Cruz Roja en Haití estima hasta ahora cerca de 50 mil muertos
Casi 50 mil personas pueden haber perecido a causa del terremoto en Haití, según Víctor Jackson, un responsable de Cruz Roja haitiano, citado este jueves por la emisora local Radio Metropole.
Jackson precisó que nadie sabe con precisión ni está en situación de confirmar una cifra determinada de muertos, según información difundida por diversos medios internacionales.
Asimismo, manifestó que la Cruz Roja calcula que hay 3 millones de personas damnificadas.
‘Pensamos que 3 millones de personas han sido afectadas en el país, que han resultado heridas o que han perdido sus hogares’, señaló.
La emisora no precisó dónde ofreció Jackson estas declaraciones.
La capital de Haití, Puerto Príncipe, es la ciudad más afectada por los sismos del martes. El epicentro del más fuerte, de magnitud 7,3 en la escala Richter, se situó a sólo 15 kilómetros de la capital.
Cientos de edificios se desplomaron o resultaron dañados por las ondas sísmicas, algunos tan significativos como el Palacio Nacional, sede de la Presidencia, la catedral de Puerto Príncipe, o el Hotel Christopher, sede de las Naciones Unidas.
A falta de una cifra oficial de muertos y heridos, las autoridades, como el presidente Rene Preval o el primer ministro Jean Max Bellerive, han hablado de miles, decenas de miles o incluso ‘cientos de miles’ de víctimas.
Los hospitales que han quedado en pie están desbordados, en las calles se acumulan los cadáveres y hay numerosos heridos esperando asistencia entre ruinas y escombros.
La ayuda de la comunidad internacional, que ha respondido con generosidad a los llamamientos de las autoridades del país más pobre de América, está llegando desde este jueves, a pesar de que el aeropuerto de Puerto Príncipe resultó dañado en el terremoto.
Agencias |
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:46 |
La calamidad en blanco y negro
A la isla llegó el olvido antes que la muerte, pero claro, la muerte fue puntual y con su puño de Dios en nombre de la naturaleza arrasó los escombros de miseria y no quedó piedra sobre piedra de lo que fue Haití, el primer país libre del hemisferio y el que abolió la esclavitud además de ser la base desde donde nuestros próceres se protegieron y luego lucharon contra la élite de los illuminatis comandados por ingleses, portugueses, franceses y españoles.
Hoy es el pueblo más empobrecido del hemisferio, un pueblo clavado en el centro del mar, envuelto en las olas inmisericordes de la angustia y el dolor de la espantosa miseria, un pueblo sin petróleo y por supuesto sin los ojos de Estados Unidos que huele el subsuelo para agenciarse de lo que Haití produzca:
Pero Haití lo único que produce es una lástima que corre el sentimiento de culpa, cuando vemos por los pantallas espectaculares de CNN, y su afán de sangre de última hora.
Desde el regreso a la supuesta democracia a Haití, desde que las armas se hundieron en lodo americano de la represión y abarcaron la vida de refugiados permanentes en las calles de Puerto Príncipe, Haití es un país vagabundo, anda de esquina en esquina buscando un pedazo de pan y democracia, en medio de los perros de caza de unas fuerzas paramilitares de derecha que siguen armadas. Una economía paralizada por los milicos que hace temblar aun más las pocas inversiones locales, dejando así un paisaje desolador de desempleo, y una crisis cruel de altos precios en la economía familiar.
Un Estado corrupto y podrido, los conflictos dentro de los pasillos dorados del gobierno de Estados Unidos en cuanto a los asuntos haitianos detienen la asistencia prometida. Y se constata un aparente desinterés de muchos donantes internacionales en dar prioridad a los gritos de los haitianos.
Desde el fin de los gorilas monarcas de los Duvalier *en 1986 se fueron agudizando mas los problemas que trajo la democracia mercantil importada de Occidente, más los poderes locales en Haití; una pandilla de forajidos compuesta por grandes terratenientes, funcionarios gubernamentales y el aparato de seguridad que los protege (soldados, han utilizado las armas y el control del sistema estatal para apoderarse de las tierras de los campesinos). Durante los 30 años de la dictadura de los Duvalier, a medida que se iba concentrando la tenencia de las tierras en manos de unos pocos, se iba incrementando el número de campesinos expulsados de sus propias tierras, forzados a endeudarse y a trabajar la tierra de otros o a incrementar las filas de los que en Puerto Príncipe buscan un trabajo por 1 dólar al día en alguna maquiladora multinacional.
La crisis ambiental que sufre Haití aumenta la presión por la tierra. Solamente entre el 1 3% de las tierras de Haití gozan de cobertura forestal. La erosión del suelo reduce cada vez más la producción de alimentos para una población en rápido crecimiento.
A principios del siglo XIX uno de los primeros actos de Toussaint Louverture, en la recientemente independizada Haití, fue nacionalizar toda la tierra productiva del país. Después de su arresto y extradición a Francia, Jean Jacques Dessalines ordenó un programa minucioso de redistribución de la tierra. Dos de los más famosos líderes campesinos, Goman y Accau, organizaron movimientos campesinos exigiendo una reforma agraria. El movimiento de los Cacos, de 1915 a 1919, estaba compuesto por campesinos desposeídos, muchos de los cuales habían sido despojados de sus tierras por los marines de Estados Unidos.
Después de la expulsión de Jean Claude Duvalier en 1986, una de las principales reivindicaciones del movimiento popular democrático fue la recuperación de las tierras expropiadas y la reforma del sistema de tenencia de la tierra.
El movimiento por la reforma agraria en Haití ha sido sistemática y violentamente aplastado. Uno de los más violentos ejemplos luego de la partida de Duvalier se dio en Jean Rabel en julio de 1987: un grupo de tonton macoutes respaldado por terratenientes locales masacró a 300 personas, miembros de una asociación campesina que pedía la devolución de las tierras que les habían sido robadas.
Un pasado bañado en sangre y olvido, dolor y hambre, ha tenido esta isla, lo que vino hacer la naturaleza endiabla y sin piedad fue a desnudar nuestras miserias de seres humanos, que hemos vivido hartándonos banquetes burgueses y poniéndonos nostálgicos frente al Internet, como si la pobreza solo existiera en el Google, esa es nuestra miseria, y más grande la miseria moral de Estados Unidos que sólo se refugia en los brazos del oro robado de las arcas del petróleo.
Hoy Haití es un ala tirada al mar, rota y abandonada, mientras llegan los marines a terminar con los últimos escombros que quedan.
*datos duros tomados de la revista envío Número 160 | Junio 1995
Allan McDonald
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:47 |
La solidaridad de clase es una necesidad y una tarea urgente
El día martes, 12 de enero, el pueblo haitiano sufrió con la destrucción que arrasó la capital del país.
Un terremoto de escala 7 devastó Haití. La magnitud puede ser vista en fotos divulgadas por gran prensa. De acuerdo con el Centro de Estudios Geológicos de los Estados Unidos (USGS), el temblor ocurrió a las 16h53 hora local. Devastó la capital Puerto Príncipe, una de las principales ciudades afectadas. Hasta el momento no se sabe con precisión el número de víctimas. Según la Cruz Roja hasta 3 millones de personas fueron afectadas por el terremoto. Según especialistas, este es el mayor temblor de los últimos 200 años en el país.
La situación en los barrios más pobres es muy grave. Las comunicaciones fueron en gran parte interrumpidas. No hay luz eléctrica en algunas ciudades. Los haitianos buscan refugio en las embajadas también devastadas. Hay escombros por toda la capital, Puerto Príncipe, lo que impide la circulación de vehículos. La mayoría de los edificios se derrumbaron. Barracas y casas que fueron construidas de forma precaria no resistieron el temblor. El principal hospital también colapsó, volviendo más complicado aún la atención de los heridos. El temblor causó incendios en algunas localidades, la universidad de Puerto Príncipe también fue afectada por el temblor, y hay personas bajo los escombros.
El mayor problema es la logística, la dificultad para llegar a los rescates. La devastación tomó cuenta de un país que ya sufre con la pobreza y no tiene condiciones para lidiar con grandes desastres. Las imágenes de prensa muestran a las personas en las calles, desesperadas y heridas.
La Conlutas (Coordinación Nacional de Luchas -Brasil-) manifesta su solidaridad al pueblo haitiano frente al desastre ocurrido.
Por otro lado, no podemos dejar de exigir el fin inmediato de la ocupación por militares extranjeros, quienes también victimizan al pueblo haitiano. Exigimos al gobierno Lula que cancele el gasto de guerra que Brasil desarrolla para comandar la ocupación de Haití, y destine todos los recursos utilizados por la fuerza de ocupación para la ayuda humanitaria tan necesaria en este momento.
La Conlutas entró en contacto con Batay Ouvriye y con otras organizaciones de Haití, para saber qué medidas concretas pueden tomarse para ayudar al pueblo haitiano.
Estamos convocando a los sindicatos y organizaciones de trabajadores de nuestro país a que se movilicen, para obtener recursos que puedan ser enviados a las organizaciones de trabajadores de Haití, en un ejercicio concreto de solidaridad de clase. Conlutas |
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:48 |
A veces pienso que no miento
En los antes llegaron a traición. A pie de sus carabelas dictaron normas. Con buques y fragatas de guerra fue que las hicieran recordar. Las dicen y las hacen cumplir hasta los ahoras. “Lo vuestro, os lo decidiremos.”
Instalada y perpetua la invasión, el Temblor se agranda y dilata cual monstruo que creció de tanto saqueado. Pienso -y pienso que no miento- que el pueblo haitiano se edificará nuevo, con solidaridades, vaciado de dominaciones.
Gustavo Duch Guillot
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De: Marti2 |
Enviado: 17/01/2010 03:50 |
De: Damara (Mensaje original) |
Enviado: 16/01/2010 05:37 |
Miles de haitianos esperan, algunos con resignación y otros con rabia, que llegue la ayuda que se acumula
en el aeropuerto de Puerto Príncipe
Al parecer están aquí, pero no han llegado. Dicen que unos bomberos han rescatado a unos niños con vida de entre los escombros, y debe ser verdad, pero uno puede recorrer durante cinco horas la ciudad destruida sin encontrarse ni un rastro de ayuda internacional. Dicen que sí, que en el aeropuerto de Puerto Príncipe ya hay muchos aviones con víveres y alimentos, costosos equipos de comunicaciones y la mejor voluntad del mundo, pero nadie se ha acercado a ayudar a Louise, que busca a su marido y a la esperanza que aún guarda entre los escombros. Ni a Malen, que dirige un hospital que hasta el día del terremoto tenía más de 100 médicos y ahora sólo dispone de 20 y un número que ni ella sabe de enfermos. Ni a Lionel, que confunde al periodista con un médico y le implora un calmante para el dolor de su pierna amputada. Ni, desgraciadamente, nadie ha llegado a tiempo a Haití para ayudar a
Antoine... Aunque también es verdad que cualquier ayuda para él llegaría ya definitivamente tarde. Antoine llega al cementerio de Puerto Príncipe a eso del mediodía, cuando el sol ya está en todo lo alto y el olor a descomposición lo inunda todo. Trae el cadáver de su hijo de siete años para darle sepultura. Ha caminado durante una hora, utilizando un viejo pupitre del hijo como camilla y una sabana raída como sudario. Antoine quiere enterrar a su niño con sus propias manos, y para eso dispone de un palustre y de dos ramitas de hierbabuena en los orificios de la nariz. Pero los sepultureros le cierran el paso. Le dicen que tendrá que pagar unos centavos o tirar a su hijo en una de las muchas fosas comunes de la ciudad.
A Antoine le puede la rabia. Enseña su palustre en señal de lo que puede llegar a hacer un hombre desesperado y finalmente consigue entrar en el camposanto con su hijo muerto. De camino a un trozo de tierra libre tiene que pasar junto a cadáveres que nadie se preocupó de enterrar. Antoine se pierde llorando por un paisaje de espanto.
No muy lejos, Louise busca a su marido entre los escombros del palacio de Justicia. El edificio se ha venido abajo por completo. Sólo queda la estatua de un tal Guy Malary y la placa que da fe de que en 1993 fue asesinado por defender la democracia y la justicia. Nada más. Louise cuenta que su marido era juez, tenía 44 años y tres hijos, uno de ellos de ella y los otros dos nacidos de otras relaciones simultáneas. Lo demuestra contando que su hija de 14 años tiene otra hermana de la misma edad pero de distinta madre. "Aunque yo me encargo de todos", aclara Louise en medio de la pena. Hay testigos que vieron a Jean Cloude Rigueur, que así se llamaba el juez, entrar en el edificio minutos antes del terremoto. Ya no salió. El caso es que Louise no sólo lo busca desesperadamente para darle sepultura, sino por algo más: "Cuando él salió de casa llevaba en el bolsillo los visados de mis hijos para entrar en Francia. Esos visados son el futuro de ellos. Tenemos que encontrar a mi marido. En su traje están los visados".
De camino al estadio nacional, convertido en improvisado sanatorio, hay que pasar por una calle donde se amontonan los cadáveres abandonados. Uno de ellos fue dejado encima de un colchón, apenas tapado por una sábana sucia. Como otros muchos, tiene los brazos abiertos e hinchados. Otro es por fin cargado en una carretilla y un tercero es trabajosamente acarreado por sus familiares sobre el somier de una cama vieja. Ése y no otro sigue siendo el paisaje de Puerto Príncipe. Un paisaje que en las televisiones y en los periódicos aparece amputado porque le falta el olor insoportable a muerte y el calor asfixiante. Un paisaje que en algunas crónicas aparece desvirtuado porque se incluye la palabra pillaje una palabra caliente y buena para titular, pero falsa e inoportuna si se aplica a la gente de Haití. ¿Es pillaje amañársela para que un pollo se acerque a la reja de una casa abandonada y meterlo luego en un saco en una ciudad donde no hay comida ni agua? ¿Es pillaje esperar a que uno de los guardias que custodian el supermercado más grande de la ciudad se despiste y trepar luego entre sus ruinas en busca de un cartón de leche? Jean Menard tiene la respuesta.
Menard es policía. De hecho, es uno de los pocos policías haitianos que estos días se ven por la ciudad. Junto a unos cascos azules de Nepal -que ya estaban aquí cuando el terremoto- custodia el cadáver del supermercado. Dice que por el olor está claro que el supermercado, abarrotado a la hora de la catástrofe, guarda mucha muerte dentro, pero también dice que aún no se descarta que haya gente con vida. "Hay quien dice que se oyen ruidos". Pero ni Menard ni los nepalíes están allí para buscar a los posibles supervivientes -de hecho, nadie los busca- sino para evitar que la multitud que se agolpa en la esquina se abalance sobre el supermercado para rebanar alguna lata de comida. "Pero eso es muy peligroso", dice el periodista. "Pero ellos tienen mucha hambre", contesta él, haciendo un gesto con las manos como si pusiera en una balanza el hambre y el peligro. Y cada hora que pasa, cada hora que la ayuda internacional remolonea en el aeropuerto antes de lanzarse a pecho descubierto a las calles pacíficas y doloridas de Haití, el hambre irá pesando más, mucho más. Y también la rabia.
Porque ya hay rabia. Una rabia mansa, a la que todavía le puede más la resignación de este país acostumbrado a las desgracias. La rabia de una mujer joven acampada con su hija frente a la ruina del palacio presidencial, apenas cubiertas del sol por un trapo. Responde a las preguntas de rigor, ¿dónde le sorprendió el terremoto?, ¿perdió a algún familiar?, ¿cuál es su nombre?, pero luego, cuando ve que eso era todo, pregunta con un tono incipiente de rabia: "¿Eso es todo? ¿Sólo querían hablar? ¿Cuándo vendrá alguien que no sólo quiera hablar, que nos traiga un poco de ayuda?".
No se sabe. Al parecer la ayuda internacional ya está aquí, incluso algunos bomberos llegados de un país lejano se han arriesgado entre los escombros y han logrado sacar con vida a un par de niños que se negaban a morir, pero muchos de los vecinos de Puerto Príncipe ya empieza a repetir una pregunta ante las libretas y las cámaras de medio mundo que le preguntan sin pudor las mismas cuestiones. Primero responden, educadamente, sin una mala mirada hacia caros los artefactos electrónicos, pero luego ya empiezan a repetir: "Oiga, señor, ¿cuándo van a venir a ayudarnos?".
ElPaís-PABLO ORDAZ (Enviado especial) - Puerto Príncipe - 15/01/2010 | |
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De: Marti2 |
Enviado: 19/01/2010 23:36 |
Estiman que son 140.000 los muertos por el terremoto
Haití, la ayuda no llega
El hambre, un drama para los sobrevivientes
Retorcidos, vestidos con trapos sucios o apilados, los muertos están tirados por las calles de la arruinada capital de Haití. Algunos no tienen nada que los cubra, están abandonados pudriéndose al sol. Los trabajadores de la ciudad comenzaron ayer la truculenta tarea de levantarlos usando los camiones de basura. La gente compara a Puerto Príncipe con una escena de Armageddon, pero en realidad eso no le hace justicia al grado de horror de sus calles. Cuando uno finalmente se acostumbra al olor a carne podrida y aguas servidas, o a las multitudes cubiertas de polvo que deambulan por el pavimento en busca de agua o comida, otra terrible visión surgirá de los escombros.
El número de muertos del mayor terremoto que asoló la región en 200 años ya es de 40.000 pero, según el gobierno, son al menos 100.000 los desaparecidos, por lo que la cifra de víctimas podría superar las 140.000 personas. Una metrópolis de dos millones de personas se deshizo en pedazos. No funcionan la electricidad ni el agua ni las cloacas y la infraestructura está colapsada.
Frenéticos por conseguir ayuda, los sobrevivientes apilaban los cadáveres para crear vallas en los caminos, esperando conmocionar al mundo para que apure la reacción. El temor ahora es que la gente se enerve y se llegue a una crisis en la ley y el orden. “La situación en la ciudad es muy difícil y tensa”, dijo Salavat Mingliyev, jefe del equipo de búsqueda y rescate ruso.
Afuera del ahora arruinado palacio presidencial, en el centro de la ciudad, una multitud tensa de unas mil personas estaba reunida. Estaban parados detrás de un cordón de seguridad que los mantenía alejados de los camiones de la Cruz Roja, con los trabajadores con miedo a distribuir los suministros por temor a que se desatara un pandemónium. “Estoy furioso. Hemos estado aquí durante cuatro días y no hemos visto nada: ni comida ni agua ni carpas”, dijo Jean-Claude Hillaire. “Tengo tanta hambre. Y quiero saber por qué esta gente no recibe ayuda. ¿Por qué nada llega? No hemos recibido nada de Estados Unidos, nada de la comunidad internacional. Nos sentimos enojados y abandonados.”
“Veinte mil personas están durmiendo en esta plaza y nadie nos está ayudando. Estamos aullando por ayuda. Lo puedo llevar por este camino, durante el próximo kilómetro y medio al puerto, hay cientos de cuerpos tirados en la calle. El mundo necesita ver este sufrimiento, y ver esta muerte y decirles a sus líderes que algo debe hacerse para ayudar, ya.”
Con un gesto hacia la historia de Haití, como la primera nación esclava que logró la independencia, añadió: “Estoy especialmente enojado con Barack Obama. La gente de este país, Haití, fueron los primeros negros que se liberaron. Ahora necesitamos ayuda del primer presidente negro. No la necesitamos en cuatro, cinco o 20 días. La necesitamos hoy, ahora”.
El puerto de la ciudad, a un kilómetro y medio de distancia, está vacío de los barcos de asistencia prometidos por los líderes del mundo. Los caminos están atascados y en algunos lugares, intransitables. Los suministros de comida y agua están varados en el disfuncional aeropuerto en las afueras de la ciudad. “El aeropuerto es un caos”, dijo Mark Pearson, de la empresa de caridad británica Shelterbox, que ayer estaba esperando que aterrizaran los suministros. “En este momento la prioridad es todavía buscar y rescatar y luego la ayuda, de manera que obviamente hay frustración. La gente anda en busca de agua. Ésa es la gran necesidad.”
Cada pedazo de parque, plaza o terreno en la ciudad está lleno de carpas precarias, a veces hechas de bolsas de plástico, donde esperan los sin hogar, con sus muertos y sus heridos, a que llegue la ayuda. A pocos metros de ahí está el Champs de Mars. Ahí me encontré con Marie Cayo, una niña de tres años con una venda alrededor de la cabeza, y cuya madre, Souvenir, murió en el terremoto del martes. “Marie tuvo suerte”, dijo su primo Nicolas, uno de los 20 parientes de Marie que duermen debajo de una pequeña lona. “Souvenir murió cuando la casa se desplomó sobre ellos. Porque Marie es pequeña, la gente la pudo sacar de entre los escombros. Llevamos el cuerpo de Souvenir al cementerio y la enterramos nosotros mismos en un cajón. Fue lo mejor que pudimos hacer.”
“Los cuerpos que nadie reclama se dejan en las esquinas o puestos en fila en los costados de las calles. En un callejón que va al centro de la ciudad conté 30 cadáveres en fila cubiertos con tela, pero más cerca del puerto, los muertos simplemente están apilados, montones de ellos. Las moscas les están comenzando a prestar atención, junto con los perros abandonados.”
“Hemos estado durmiendo en una plaza desde el martes”, dice Joseph Marc Antoine, con quien hablé en las calles que rodean el palacio. “No tenemos nada. Todavía puedo oír a la gente gritar en medio de los escombros, pero no podemos hacer nada. El olor a la gente muerta mezclada con la basura está en todos lados. Y no es bueno.”
Además, hay una creciente amenaza de enfermedades infecciosas como tifoidea o disentería. Mucha gente está usando pañuelos alrededor de sus rostros, y hay una creciente sensación de inseguridad. La mayor parte de Puerto Príncipe es un área de peligro después de que oscurece, y hay rumores de que bandas armadas establecen bloqueos de calles para exigir dinero y suministros esenciales a cualquiera que intente pasar. El delito y el saqueo son algo común, en parte porque la cárcel de la ciudad colapsó, liberando a varios miles de internos, incluyendo a muchos miembros de bandas, pero también porque muchos sobrevivientes están desesperados por obtener comida o agua. Pequeñas bandas de jóvenes portando machetes se han visto en algunas áreas de la ciudad, presumiblemente en busca de comida.
Unos 5.000 efectivos estadounidenses llegaron ayer para distribuir ayuda y para evitar una explosión de disturbios entre los sobrevivientes desesperados. Robert Gates, el secretario de Defensa de Estados Unidos, dijo que su primera tarea será distribuir la ayuda tan pronto como sea posible “para que la gente, en su desesperación, no se vuelva violenta”. En medio de los temores de que se desaten disturbios, Barack Obama habló con el presidente haitiano, René Preval, durante 30 minutos ayer. Pero la crisis que confrontan ambos líderes ahora probablemente sea un tema: la pobreza. La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, llegará hoy al país, y mañana lo hará el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Los suministros de los aviones están atascados en el aeropuerto de Haití. La pista de aterrizaje no tiene luces, de manera que sólo está abierta durante el día, y ahora está tan congestionada que montones de vuelos que llegan no pueden aterrizar.
En los próximos días, una crisis de refugiados puede afligir a Haití. Cuando uno se acerca a la capital por el camino desde la vecina República Dominicana, una gran nube de polvo se hace visible. Pronto se ve claramente que proviene de los vehículos atestados, pegados unos a otros, obedeciendo el consejo del gobierno de dirigirse al campo.
Muchos está tratando de llegar al campo, que no fue tocado por el desastre. Muchos más se dirigen a la frontera con la República Dominicana, donde esperan llegar a hospitales que funcionen. Nadie sabe qué sucederá cuando lleguen ahí. O si alguna vez volverán.
Guy Adams
Traducción para Página12 de Celita Doyhambéhère |
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De: Marti2 |
Enviado: 19/01/2010 23:36 |
Anatomía de una maldición
Acabo de leer en un despacho de AP que el televangelista norteamericano Pat Robertson sentenció que sobre Haití pesa una maldición ocasionada por «un pacto con el demonio», supuestamente sellado en «ritos del vudú» que habrían precedido a los alzamientos de esclavos con los cuales se inició la revolución de 1791 en la colonia francesa de Saint Domingue. La revolución que conduciría a la primera independencia de nuestra América, consumada el 1 de enero de 1804, tras una cruenta contienda contra los ejércitos napoleónicos, contabilizada por la historia como una de las más estruendosas derrotas de Bonaparte. Si alguna influencia tuvieron los loas del vudú no fue exactamente negativa.
Pero la maldición no vino del cielo cristiano, vino de Europa y de los vecinos del Norte: del Occidente, al que no debiéramos sentir tanto orgullo de pertenecer. Era el Occidente que no podía tolerar en sus dominios una república nacida de una revolución de negros esclavos y de mulatos. Es curioso que la intolerancia procediera principalmente de la antigua metrópoli: la Francia salida de la primera gran revolución social, que le cerró los indispensables asideros económicos, forzando además a la nación haitiana a pagar una indemnización arbitrariamente impuesta, la cual costó más de medio siglo cancelar.
Por otra parte, actuando a modo de tenaza, la joven nación de América del Norte, nacida de la independencia de las trece colonias británicas, se asociaba a Francia en el bloqueo de su ex colonia. El novedoso experimento político, admirado por tantos europeos liberales de la época, iba a mantener el régimen de trabajo esclavo en el centro de su economía durante medio siglo más; Haití no cuadraba en su entorno cercano. Es decir, que los dos países más representativos de la avanzada de la modernidad no vacilaron en estrangular las rutas de asentamiento a la primera república que se emancipaba en la América realmente colonial.
Muchos años después, a principios del siglo XX, en el contexto ya de su expansión de poder en la región, los Estados Unidos completaron la tarea pendiente en Haití con una ocupación militar que duró cerca de treinta años (1915-1934), dejando el país materialmente desolado y en manos de una dictadura sui generis: la dinastía de los Duvalier. Paradojas de la historia: la dominación colonial francesa había llevado a Saint Domingue a la opulencia, en tanto la neocolonial norteamericana sirvió para perpetuar la pobreza extrema.
Me inclino a pensar que el pacto con el diablo existe, pero que no lleva la firma de Mackandal sino de quienes desde el comienzo del siglo XIX han ocupado la Casa Blanca y el palacio del Elíseo. Y de banqueros y empresarios ricos y blancos de los dos lados del Atlántico.
Las masas haitianas, empobrecidas a extremos que rebasan cualquier explicación histórica racional, se lograron sacudir la dictadura duvalierista en 1986, para caer de nuevo en un torbellino de inestabilidad muy difícil de afrontar. Sujeto siempre al lastre de «lo arcaico», denominador que engloba, en la comprensión de la realidad haitiana, a los factores económicos, políticos y culturales que comprimen las posibilidades de hacer viable un proyecto social que responda a las potencialidades y los intereses de la nación.
Un Haití superpoblado, de tierras agotadas y campos deforestados, con el setenta y ocho por ciento de su población bajo la línea de pobreza, un producto per cápita que no llega a 400 dólares anuales, clasificado en la posición 146 según el índice de desarrollo humano calculado por las Naciones Unidas, es el país maldito cuya capital ha sido castigada con el brutal terremoto del 12 de enero de 2010.
El conteo de las víctimas mortales del terremoto va a ser muy alto, tal vez imposible de fijar con exactitud. El de las víctimas que han sobrevivido va a ser mucho mayor. Pero el de las víctimas de dos siglos de opresión imperial es descomunal. El panorama de Puerto Príncipe arrasada por el sismo es siniestro. Pero no hay que olvidar que el panorama antes del sismo también lo era. Solamente con menos demoliciones y sangre en la calle. Eso es precisamente lo que hace mayor la desolación del pueblo haitiano ante esta desgracia.
La tragedia provocada por el huracán Katrina en Nueva Orleáns en 2006 mostró los niveles de desamparo que podía sufrir la población humilde en una ciudad del país más opulento y poderoso de la Tierra. Los sobrevivientes del Katrina han debido purgar también su maldición. Si nos guiamos por ese antecedente, ¿qué pueden esperar las víctimas haitianas de esta catástrofe natural?
Ahora habrá que concentrarse en salvar vidas de todos los impactados por los escombros. ¿Dónde escombrear en una ciudad que ya estaba en ruinas antes del desastre? Se hace urgente garantizar la alimentación de las victimas ahora impedidas. ¿Y la del resto de la población sumida en la miseria, que también carece de medios? Se necesita reponer progresivamente la perdida de techo a los que han quedado sin abrigo. ¿Y el techo de los cientos de miles que duermen en las calles habitualmente? ¿Cuáles van a ser las prioridades constructivas? ¿Reconstruir el palacio presidencial -el edificio más bello y emblemático de la capital haitiana- o levantar espacios de alojamiento para la población? Si fuese la Casa Blanca la arrasada no creo que sus inquilinos hubieran quedados tan desprovistos como las víctimas del huracán Katrina.
¿De donde van a salir los recursos para hacer frente a la restauración de Puerto Principe? Sabemos que seguramente de la solidaridad de gobiernos y pueblos hermanos, instituciones de la sociedad civil, seguramente. ¿Y el mundo del capital transnacional qué va a poner? ¿Cuánto van a aportar Carlos Slim, William Gates, Warren Buffet, Georges Soros, Álvaro Novoa, Lawrence Elliot y otros acaudalados personajes? Habría que dirigirse a los que se han beneficiado de las formidables inyecciones de dinero que Wall Street y la City recibieron para afrontar la crisis financiera. No basta con el esfuerzo de Cáritas Internacional, de otras instituciones benéficas y de los países amigos latinoamericanos, periféricos todos, para ayudar al pueblo haitiano a afrontar una catástrofe de tales magnitudes.
Y al despacho oval, donde ahora se sienta un afroamericano -como gustan decir para creer que la discriminación ha sido superada- quien podría compensar toda la discriminación que el Estado de la Unión impuso a la primera república latina en independizarse en América, por el sólo hecho de haber sido forjada por esclavos negros y mulatos que decidieron no seguir oprimidos por los colonos franceses.
¿Será posible conseguir lo necesario tocando a esas puertas?
Aurelio Alonso
Rebelion
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De: Marti2 |
Enviado: 19/01/2010 23:39 |
¿Operación humanitaria o invasión?
La militarización de la ayuda de emergencia a Haití
· Haití tiene una larga historia de intervenciones y ocupaciones militares estadounidenses que data de principios del siglo XX. El intervencionismo estadounidense ha contribuido a la destrucción de la economía nacional de Haití y al empobrecimiento de su población.
· Se ha presentado el devastador terremoto ante la opinión pública mundial como la única causa de la espantosa situación del país.
· Un país ha quedado destruido, toda su infraestructura desaparecida, precipitando a su pueblo a un abismo de pobreza y desesperación.
· Se ha intentado borrar la historia de Haití y su pasado colonial.
· El ejército de EEUU ha venido al rescate de una empobrecida nación. ¿Cuál es su mandato?
· ¿Es una operación humanitaria o una invasión?
Los principales actores de la “operación humanitaria” de EEUU son el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). (Véanse Discursos de USAID. On-The-Record Briefing on the Situation in Haiti , 13 de enero de 2010). A la USAID se le ha encomendado también canalizar la ayuda alimentaria hacia Hait í que distribuye el Programa Alimentario Mundial. (Véase el comunicado de prensa de USAID: USAID to Provide Emergency Food Aid for Haiti Earthquake Victims , 13 de enero de 2010).
Sin embargo, el componente militar de la misión estadounidense tiende a eclipsar las funciones civiles de rescatar a una población desesperada y empobrecida. No son las agencias gubernamentales civiles, como FEMA o USAID quienes están dirigiendo a operación humanitaria global, sino el Pentágono. Y la decisión de llevarla a cabo ha recaído en el Comando Sur de EEUU (SOUTHCOM, por sus siglas en inglés).
Se está contemplando un despliegue masivo de personal militar. El Presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, el Almirante Mike Mullen, ha confirmado que EEUU enviará de nueve a diez mil soldados a Haití, incluyendo 2.000 marines (American Forces Press Service, 14 enero 2010).
El portaaviones USS Carl Vinson y sus buques de apoyo han llegado ya a Puerto Príncipe (15 enero 2010). La Unidad Anfibia de la Marina, con 2.000 efectivos, así como los soldados de la 82 División Aerotransportada del Ejército de EEUU “están entrenados en una amplia variedad de misiones, entre las que se incluyen las de seguridad y control de disturbios, además de tareas humanitarias”.
A diferencia de los equipos de rescate y ayuda enviados por varios equipos y organizaciones civiles, el mandato humanitario del ejército de EEUU no está claramente definido.
“En definitiva, los marines son ante todo guerreros, y eso es lo que el mundo sabe de ellos… [pero] somos igualmente compasivos cuando tenemos que serlo, y ese es un papel que nos gustaría desempeñar: el de guerreros compasivos que llegan con la mano extendida para ayudar a quien lo necesite. Estamos entusiasmados con esta misión”. (Portavoz de los marines, comunicado de prensa de las fuerzas armadas: “ Marines Embark on Haiti Response Misión ”, 14 de enero de 2010).
Mientras los presidentes Obama y Préval hablan por teléfono, no se ofreció información alguna en cuanto a que los dos gobierno s estuvieran negociando la entrada y despliegue de tropas estadounidenses sobre suelo haitiano. Washington adoptó e impuso unilateralmente las decisiones. La ausencia total de un gobierno en funciones en Haití se utilizó para legitimar, a partir de motivos humanitarios, el envío de una poderosa fuerza militar, que ha asumido de facto diversas funciones gubernamentales.
Cuadro 1
Unidades militares estadounidenses que se enviarán a Haití (según pronunciamientos oficiales)
El buque de asalto anfibio USS Bataan (LHD 5) y los barcos de desembarco muelles anfibios USS Fort McHenry (LSD 43) y USS Carter Hall (LSD 50)
Una Unidad Anfibia de la Marina con 2000 soldados de la 22ª Unidad Expedicionaria de la Marina , y soldados de la 82 División Aerotransportada del Ejército de EEUU . Se esperaba que llegaran a Haití el 15 de enero 900 soldados.
El portaaviones USS Carl Vinson y sus buques de apoyo (llegaron a Puerto Príncipe el 15 de enero de 2010): USS Carl Vinson CVN 70 .
El buque hospital USNS Comfort .
Varios navíos y helicópteros de los Guardacostas de EEUU
USS Carl Vinson
Los tres buques anfibios se unirán al portaaviones USS Carl Vinson, al crucero de misiles USS Normandy y a la fragata de misiles guiados USS Underwood .
USS Normandy
Papel protagonista del Comando Sur de EEUU
El Comando Sur de EEUU (SOUTHCOM), que tiene su base en Miami es la “agencia principal” en Haiti. Su mandato como mando militar regional es el de llevar a cabo tar e as de guerra moderna. La misión que tiene asignada en Latinoamérica y en el Caribe es la de “dirigir operaciones militares y promover la cooperación en el terreno de la seguridad para conseguir los objetivos estratégicos de EEUU”. (“ Our Misión – U.S. Southern Command (USSCOUTHCOM ). Los oficiales al mando están entrenados para supervisar los escenarios de las operaciones, las labores de policía militar así como de “contrainsurgencia” en Latinoamérica y en el Caribe, inclu yendo el reciente establecimiento de nuevas bases militares de EEUU en Colombia, muy próximas a la frontera venezolana.
El General Douglas Fraser, comandante del Comando Sur de EEUU ha definido la operación de emergencia de Haití como una operación de [Co] mando, Control y Comunicaciones (C3). El Comando Sur de EEUU tiene que supervisar el despliegue masivo de todo el conglomerado bélico, incluidos varios buques de guerra, un portaaviones, divisiones de combate aerotransportadas, etc.:
“Por tanto, tenemos que desarrollar allí tareas de [co]mando, control y comunicaciones para que podamos conseguir entender mejor lo que está ocurriendo. Como los cuarteles de la MINUSHTAH (siglas en inglés de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití), están parcialmente destruidos y han perdido gran parte de sus comunicaciones, tenemos también que ocuparnos de recuperar esa s comunicaciones .
Estamos enviando equipos de valoración conjuntamente con USAID, apoyando sus esfuerzos, poniendo todo lo que esté de nuestra parte.
Estamos enviando allí a varios de los buques que teníamos en la región –son buques pequeños, guardacostas, destructores- para proporcionar toda la asistencia inmediata que podamos sobre el terreno.
Tenemos también un portaaviones de la Marina de EEUU, el USS Carl Vinson, navegando en esa dirección. Se encontraba en el mar de Norfolk, por eso le va a llevar un par de días llegar allí. Sólo necesitamos reabastecerlo y darle las provisiones que necesita para apoyar el esfuerzo de cara a Haití. Y después estamos contactando con las agencias internacionales para averiguar cómo podemos apoyar sus esfuerzos así como desplegar los nuestros.
También enviaremos un buque anfibio dotado de una gran cubierta, con una Unidad Expedicionaria de la Marina embarcada en él, que en un par de días estará detrás del USS Vinson.
Y eso nos da un amplio margen de capacidad para desplazar y aumentar los suministros para poder apoyar también los esfuerzos allí.
Sea cual sea el balance, no tenemos aún una valoración clara de cómo está la situación sobre el terreno, de cuáles son las necesidades en Puerto Príncipe, de cuál es el alcance de la situación.
Tenemos también, finalmente, un equipo que se dirige al aeropuerto. Mi comandante adjunto resulta que estaba en Haití cuando se produjo el terremoto, en una visita previamente fijada y ha estado en el aeropuerto. Dice que las pistas están operativas pero que la torre de control no tiene capacidad de comunicación. La terminal de pasajeros tiene daños estructurales, por eso no sabemos cómo está exactamente la situación.
Continúa en el siguiente ...
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De: Marti2 |
Enviado: 19/01/2010 23:43 |
Así que tenemos un grupo que va para allá para asegurar que podemos conseguir y asegurar el aeródromo y operar desde él, porque ese es uno de los lugares desde donde vamos a tener que hacer gran parte de los esfuerzos inmediatos a nivel internacional.
Y luego vamos a llevar a cabo todas las valoraciones que se consideren oportunas a medida que avancemos en los esfuerzos y en el trabajo.
También nos estamos coordinando sobre el terreno con la MINUSTAH, con la gente que está allí. El comandante de la MINUSTAH estaba en Miami cuando sobrevino esta situación, por eso justo ahora está regresando y en cualquier momento estará en Puerto Príncipe. Eso nos ayudará también a coordinar nuestros esfuerzos allí, porque es obvio que Naciones Unidas ha sufrido pérdidas importantes con el colapso al menos parcial de su sede.
Así que esos son los esfuerzos iniciales que tenemos en marcha. Y cuando hayamos hecho la valoración precisa, haremos los ajustes que sean necesarios.
El Secretario de Defensa, el Presidente, todos han dispuesto que este es un esfuerzo importante y estamos reuniendo todos los recursos del Departamento de Defensa para apoyar est e esfuerzo”. ( Defense.gov News Transcript: DOD News Briefing with Gen. Fraser from the Pentagon , 13 de enero de 2010).
Un informe de la Fundación Heritage resume el contenido de la misión de Estados Unidos en Haití: “ Para EEUU, el terremoto tiene implicaciones tanto humanitarias como de seguridad nacional, lo que requiere una respuesta rápida que no sólo tiene que ser audaz sino también decisiva, movilizando las capacidades civiles, del ejército y del gobierno tanto para el rescate a corto plazo y los esfuerzos de socorrer a las víctimas como para un programa de recuperación y reformas a largo plazo en Haití”. (James M. Roberts and Ray Walter: “ American Leadership Necessary to Assist Haiti After Devastating Earthquake ” , Fundación Heritage, 14 de enero de 2010).
Al principio, la misión militar se ocupará de la ayuda de emergencia, así como de actividades de policía y seguridad pública.
La Fuerza Aérea de EEUU controla el aeropuerto
La Fuerza Aérea de EEUU ha asumido las funciones de control del tráfico aéreo así como la gestión del aeropuerto de Puerto Príncipe. Es decir, el ejército estadounidense regula el flujo de la ayuda y suministros de emergencia que llegan al país en aviones civiles. La Fuerza Aérea de EEUU no trabaja bajo las órdenes o instrucciones de los funcionarios del aeropuerto de Haití. Esos funcionarios han sido desplazados. El aeropuerto está controlado por el ejército estadounidense (Entrevista con el Embajador haitiano ante EEUU R. Joseph, PBS News, 15 de enero de 2010).
El equipo de las Fuerzas Armadas está trabajando con los controladores de combate del Departamento de Defensa para mejorar el flujo del tráfico aéreo que entra y sale del aeropuerto. La Fuerza Aérea de EEUU volvió a abrir el aeropuerto el 14 de enero, y el 15 de ene ro su grupo de respuesta ante las emergencias había conseguido ya hacerse con la autoridad suprema del aeródromo… La autoridad suprema del aeródromo posibilita que la Fuerza Aérea priorice, programe y controle el espacio aéreo en el aeropuerto…” ( flightglobal.com , 16 de enero de 2010 , negrita añadida ).
Se ha enviado a Haití al buque hospital de la Marina de EEUU, con 1.000 camas, el USNS Comfort, que incluye más de 1.000 médicos y personal de apoyo, bajo la jurisdicción del Comando Sur (Véase: “ Navy hospital ship with 1,000 beds readies for Haiti quake relief ” , Digital Journal, 14 de enero de 1010) . En el momento en el que se produjo el terremoto, había allí alrededor de 7.100 efectivos militares y unos 2.000 policías, es decir, una fuerza extranjera de 9.000 efectivos frente a la cifra de menos de 500 miembros civiles internacionales de la MINUSTAH. MINUSTAH Hechos y Cifras – Misión de Estabilizaci ón de las Naciones Unidas en Haiti .
CUADRO 2
Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH)
Fuerzas actuales (30 de noviembre de 2009)
Total personal uniformado: 9.065
7.031 soldados
2.034 policías
488 personal civil internacional
1.212 equipo civil local
212 voluntarios de Naciones Unidas
Fuerzas estimadas combinando el SOUTHCOM y la MINUSTAH: 19.095 (excluyendo las comprometidas por Francia –sin confirmar-, y Canadá -confirmados 800 soldados-. EEUU, Francia y Canadá fueron “socios” en el golpe de Estado del 29 de febrero de 2004).
Haití lleva bajo ocupación militar extranjera desde que EEUU instigó el golpe de Estado de febrero de 2004. El contingente de las fuerzas estadounidenses bajo el SOUTHCOM, combinado con la MINUSTAH supone una presencia militar extranjera en Haití cerca de los 20.000 soldados, en un país de nueve millones de personas. En comparación con Afganistán, antes del incremento militar de Obama, las fuerzas combinadas de EEUU y de la OTAN eran del orden de 70.000 para una población de 28 millones. Es decir, partiendo de un cálculo per c á pita , habrá más tropas en Haití que en Afganistán.
Recientes intervenciones del ejército estadounidense en Haití
En la historia reciente de Haití, ha habido varias intervenciones militares patrocinadas por EEUU. En 1994, tras tres años de gobierno militar, se envió a Haití una fuerza de 20.000 soldados ocupantes y “fuerzas de paz”. La intervención del ejército estadounidense en 1994 “no tenía intención alguna de restaurar la democracia. Muy al contrario: se produjo para impedir una insurrección popular contra la Junta mi li tar y sus cohortes neoliberales”. (Michel Chossudovsky, The Destabiliza tion of Haiti, Global Research, 28 de febrero de 2004 ) .
Las tropas aliadas y estadounidenses permanecieron en el pa ís hasta 1999. Las fuerzas armadas haitianas se deshicieron y el Departamento de Estado de EEUU alquiló a DynCorp una compañía mercenaria para que proporcionara “asesoramiento técnico” para reestructurar la Policía Nacional haitiana. (Ibid).
El golpe de Estado de febrero de 2004
En los meses anteriores al golpe de Estado de 2004, las fuerzas especiales estadounidenses y la CIA estuvieron entrenando a escuadrones de la muerte compuestos por los antiguos tonton-macoute de la era Duvalier. El ejército paramilitar rebelde cruzó la frontera desde la República Dominicana a primeros de febrero de 2004. “Era una unidad paramilitar bien armada, entrenada y equipada integrada por antiguos miembros de Le Front pour l’avancement et le progrès d’Haiti (FRAP, por sus siglas en francés), los escuadrones de la muerte de “paisano”, implicados en matanzas masivas de civiles y asesinatos políticos durante el golpe militar patrocinado por la CIA en 1991, que provocaron el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido del Presidente Jean Bertrand Aristide”. (Véase Michel Chossudovsky: The Destabilization of Haiti: Global Research. 28 de febrero de 2004 ) .
Se enviaron tropas extranjeras a Haití . Se estableció la MINUSTAH tras el golpe de Estado patrocinado por EEUU en febrero de 2004 , y se secuestró y deportó al Presidente Jean Bertrand Aristide. EEUU instigó el golpe con el apoyo de Francia y Canadá.
Posteriormente, las unidades del FRAPH integraron la fuerza policial del país, que estaba bajo la supervisión de la MINUSTAH. En el caos político y social creado por el terremoto, la antigua milicia armada y los tonton-macoute jugarán un nuevo papel.
Agenda oculta
La misión tácita del Comando Sur de EEUU (SOUTHCOM) , con cuarteles en Miami e instalaciones militares por toda América Latina, es asegurar el mantenimiento de regímenes nacionales serviles, es decir, de gobiernos - títere de EEUU, comprometidos con el Consensus de Washington y con la agenda política neoliberal. Aunque el personal del ejército estadounidense se implicará activamente desde el principio en la ayuda de emergencia, esta renovada presencia militar estadounidense en Haití se utilizará para establecer un a firme presencia en el país así como para perseguir los objetivos geopolíticos y estratégicos de EEUU en la cuenca caribeña, en gran medida dirigidos contra Cuba y Venezuela.
El objetivo no tiene nada que ver con trabajar para rehabilitar el gobierno nacional, la presidencia, el parlamento, todo lo que ha quedado diezmado por el terremoto. Desde la caída de la dictadura de Duvalier, el designio de EEUU ha sido ir gradualmente desmantelando el Estado haitiano, restaurar los modelos coloniales y obstruir el funcionamiento de un gobierno democrático. En el contexto actual, el objetivo no sólo trata de liquidar al gobierno sino también cambiar el mandato de la MINUSTAH, cuyos cuarteles han quedado destruidos.
“El papel de ponerse al frente de los esfuerzos para la ayuda y gestionar la crisis cayeron rápidamente sobre EEUU, a falta –al menos en el corto plazo- de cualquier otra entidad capaz de hacerlo”. (“ US Takes Charge in Haiti With Troops, Rescue Aid ”, NYT imes.com, 14 de enero de 2009).
Antes del terremoto había allí, según fuentes del ejército estadounidense, alrededor de veinte efectivos de EEUU. De un día para otro ha sobrevenido un descarado incremento militar: 10.000 soldados, marines, fuerzas especiales, operativos de inteligencia, etc., por no mencionar las fuerzas mercenarias privadas contratadas por el Pentágono.
Es absolutamente probable que la operación humanitaria se utilice como pretexto y justificación para establecer una presencia militar estadounidense más permanente en Haití.
Estamos viendo un despliegue masivo, un “incremento” de personal militar dedicado a la ayuda de emergencia.
La primera misión del SOUTHCOM será asumir el control de lo que quede de la infraestructura de las comunicaciones, transporte y energía. El aeropuerto está ya de hecho bajo el control de EEUU. Con toda probabilidad, las actividades de la MINUSTAH que desde el principio, desde 2004, han servido a los intereses de la política exterior de EEUU, a saber, la misión de Naciones Unidas, se pondrá de facto bajo el control del ejército estadounidense.
La militarización de las organizaciones de ayuda de la sociedad civil
El ejército estadounidense en Haití trata de supervisar las actividades de las organizaciones humanitarias autorizadas. También parece estar invadiendo las actividades humanitarias de Venezuela y Cuba:
“El gobierno del Presidente René Préval es débil y está ahora literalmente inmerso en el caos más absoluto. Es probable que Cuba y Venezuela, que ya han intentado minimizar la influencia de EEUU en la región, aprovechen esta oportunidad para elevar su perfil y su influencia…” (James M. Roberts y Ray Walser: “ American Leadership Necessary to Assit Haití After Devastating Earthquake ”, Fundación Hermitage, 14 de enero de 2010).
En EEUU se instigó ya durante la crisis del Katrina la militarización de las operaciones de ayuda en situaciones de emergencia cuando se llamó al ejército estadounidense a desempeñar un papel principal.
El modelo de intervención de emergencia para el SOUTHCOM toma como modelo el papel del NORTHCOM, a quien se concedió un mandato como “agencia principal” en los procedimientos para situaciones de emergencia internas de EEUU.
En 2005, durante el huracán Rita, se establecieron unas bases detalladas para la “militarización de la ayuda de emergencia” que implicaba un papel dirigente para el NORTHCOM. A este respecto, Bush había insinuado acerca del papel central del ejército en la ayuda de emergencia: “¿Hay algún desastre natural –de una cierta gravedad- que permitiera que el Departamento de Defensa se convierta en la agencia principal para coordinar y dirigir los esfuerzos de respuesta? Es muy importante que el Congreso piense en ello”. (Declaración del Presidente Bush en una conferencia de prensa: “ Bush Urges Shift in Relief Responsabilities ”, Washington Post, 26 de septiembre de 2005).
“La respuesta al desastre nacional no se está coordinando por el gobierno civil fuera de Texas, sino desde un lugar remoto y de acuerdo con criterios militares. Los cuarteles del Comando Norte de EEUU controlarán directamente el movimiento del personal militar y armamento en el Golfo de Mexico. Pero en este caso, toda la operación está más bajo la jurisdicción del ejército que bajo la del FEMA ”. (Michel Chossudovsky, “ US Northern Command and Hurricane Rita ”, Global Research, 24 de septiembre de 2005).
CONCLUSIONES
· Haití es un país bajo ocupación militar desde que EEUU instigó el golpe de Estado de febrero de 2004.
· La entrada de diez mil soldados estadounidenses fuertemente armados, junto con las actividades de las milicias locales, podría precipitar al país al caos social.
· Esas fuerzas extranjeras han entrado en el país para reforzar a los “mantenedores de la paz” de la MINUSTAH y a las fuerzas policiales de Haití (integradas por ex tonton-macoute ), quienes, desde 2004, han sido responsables todos ellos de los crímenes de guerra perpetrados contra el pueblo haitiano, incluida la matanza indiscriminada de civiles .
· Esas tropas reforzarán a las actuales fuerzas ocupantes bajo mandato de Naciones Unidas.
· En el país habrá presentes 20.000 soldados extranjeros bajo el mando del SOUTHCOM y de la MINUSTAH. Es absolutamente probable que se produzca la integración o coordinación de las estructuras de m ando del SOUTHCOM y la MINUSTAH.
· El pueblo haitiano ha demostrado un alto grado de solidaridad, coraje y compromiso social, ayudándose unos a otros y actuando con conciencia: bajo condiciones muy difíciles, inmediatamente después del desastre, se formaron espontáneamente equipos de rescate formados por ciudadanos.
· La militarización de las operaciones de ayuda debilitará las capacidades organizativas de los haitianos para reconstruir y restaurar las instituciones del gobierno civil que han resultado destruidas. También impedirá los esfuerzos de los equipos médicos internacionales y de las organizaciones civiles de ayuda.
· Es absolutamente esencial que el pueblo haitiano siga oponiéndose contundentemente a la presencia de tropas extranjeras en su país, especialmente en las operaciones de seguridad pública.
· Es fundamental que los estadounidenses se opongan con todas sus fuerzas a la decisión de la administración Obama de enviar tropas de combate de EEUU a Haití.
· No puede haber verdadera reconstrucción o desarrollo bajo una ocupación militar extranjera.
Michel Chossudovsky
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De: Marti2 |
Enviado: 13/02/2010 05:59 |
Los haitianos siguen a la intemperie un mes después de la tragedia que devastó su país
Cuatro semanas después del terremoto que arrasó Haití, sumando esta desgracia a la miseria que hacía muchos años se había instalado en el país, su capital, Puerto Príncipe, sigue siendo la ciudad de la devastación y de la carencia de todo, excepto de dolor, y el hambre multiplica las protestas de los haitianos, que ya reclaman la renuncia de Préval.
Martes, 12 de enero, cinco de la tarde. Un terremoto de 7,3 grados en la escala Richter se lleva por delante en Haití la vida de al menos 217.000 personas. Es la última cifra ofrecida por las autoridades del país, que, sin embargo, no incluye a los muertos que fueron enterrados por sus familiares ni a los que aún permanecen bajo los escombros, y que se acerca ya al trágico balance de los 230.000 fallecidos como consecuencia del tsunami que en diciembre de 2004 azotó Asia. El número de heridos supera los 300.000 y se estima que 1,2 millones de personas se han quedado sin nada.
Y es que en Haití, cuatro semanas después del devastador seísmo, no hay nada, ni infraestructuras -que poco a poco están siendo restablecidas- ni alimentos, ni agua, ni electricidad, ni gasolina... La distribución de la ayuda ha mejorado algo con respecto a las dos primeras semanas, pero sigue siendo insuficiente y evidencia muchas carencias, sobre todo en materia de logística.
Estados, empresas, organizaciones de todo tipo y particulares han hecho donaciones sin precedentes a la ONU y a las cientos de ONG que trabajan sobre el terreno, pero toda esa ayuda sigue sin llegar a muchos de los damnificados, que sobreviven, en muchos casos, sin un techo bajo el que cobijarse. El Programa Mundial de Alimentos (PAM) admitió ayer que muchos de los afectados por el seísmo no han recibido «absolutamente» nada de asistencia, sobre todo fuera de la capital.
La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, por su parte, denunció que, un mes después, 700.000 personas siguen sin un refugio adecuado a pesar de la ingente ayuda internacional desplegada.
Un hecho que es extremadamente alarmante por dos razones. La primera, porque la mayoría de los afectados están hacinados en zonas sin ningún tipo de saneamiento, lo que contribuye enormemente a la posibilidad de que surjan enfermedades. La segunda, y más temible, porque a finales de marzo comienza la temporada de lluvias, a la que sigue, en junio, la de huracanes.
Falta de terreno
Uno de los principales impedimentos para otorgar un refugio apropiado a los miles de damnificados es la falta de terreno. «El problema principal es el espacio. La ciudad ya estaba saturada antes del terremoto y ahora hay grandes áreas absolutamente inhabitables. Si tuviéramos más terreno podríamos hacer mucho más, pero es prácticamente imposible tener el necesario para evitar el peligro durante la estación de lluvias», explicó Nelson Castaño, jefe de la operación humanitaria de la Federación.
Las primeras lluvias cayeron esta madrugada sobre Puerto Príncipe y causaron temor en la población que vive bajo carpas improvisadas. En algunas zonas de la ciudad la gente comenzó a huir en todas direcciones en busca de un lugar para guarecerse de la lluvia, en muchos casos bajo techos frágiles.
Las lluvias motivaron también una protesta espontánea cerca de Champ de Mars para reclamar carpas que ofrezcan protección a la población. «Es el Estado el que debe de ocuparse de nosotros», reclamaban, al tiempo que aseguraban no tener «nada, ni siquiera un plástico para poner en el suelo».
La ONU ha dicho esta misma semana que estudia construir refugios resistentes a los huracanes para el millón de damnificados que viven en campamentos improvisados vulnerables a las precipitaciones.
El Gobierno haitiano pidió hace dos semanas unas 200.000 tiendas de campaña familiares para dar refugio al millón de personas que viven casi al aire libre. Sin embargo, hasta ahora sólo unas 250.000 han recibido algún tipo de material, como lonas plásticas, y sólo hay unas 10.000 tiendas en todo el país.
Y mientras los llamamientos para dotar a los afectados de refugios que les protejan de las lluvias se suceden, el presidente haitiano, René Préval, asegura que con las carreteras y las comunicaciones telefónicas prácticamente restauradas, la coordinación en la distribución de la ayuda es mucho mejor, pero admite que se puede -y, de hecho, se debe- hacerlo mejor, especialmente en términos de cantidad, para satisfacer a los cientos de miles de personas sin hogar que no han abandonado Puerto Príncipe para volver a las zonas rurales que dejaron en su día para partir en busca de una vida mejor.
«Yo sé que nos apoyan y que muchos países envían alimentos y medicinas, pero, por desgracia, este apoyo no se ve», se lamenta a AFP Muratus Clotilde, de 40 años, mientras observa un punto de distribución de alimentos de la ONU al que no puede acceder.
Y estas dificultades en la distribución son el origen de un mercado negro en el que se revende parte de la ayuda o falsos cupones de racionamiento. Una cantidad importante de la ayuda alimentaria se ha canalizado hacia ese mercado, se ha vendido a precios elevados y ha dejado importantes beneficios a altos cargos responsables de su distribución.
Miles de personas se manifestaron el sábado en las calles de Petionville, barrio periférico de Puerto Príncipe, tradicional coto de la élite política del país donde las chabolas rodean las mansiones amuralladas, para denunciar a la alcaldesa, Lydie Parent, por acaparar comida para revenderla y no distribuirla a las personas hambrientas.
En este mismo contexto, el de hacer negocio a cuenta de la desgracia ajena, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió suspender el suministro de medicamentos gratuitos a clínicas privadas y a organizaciones no gubernamentales en Haití, después de que se conociera que había pacientes que debían pagar para recibirlos.
«Hemos hecho un buen trabajo, hemos sido capaces de responder de forma masiva al desastre, incluso aunque quede un largo camino por recorrer», señaló Kristen Knutson, funcionaria de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Promoción de imagen
Pero esa buena labor es cuestionada en el caso de muchas agencias de ayuda y ONG. La revista «The Lancet», en un duro editorial, afirmaba que muchas están más preocupadas por promover su imagen y sus propios intereses que por los de quienes necesitan su ayuda. En su último número, asegura que muchos de esos organismos y organizaciones son altamente competitivas y no cooperan entre sí, lo que pone en riesgo la implementación de la ayuda inmediata.
Según el director de la revista, Richard Horton, muchos organismos están repitiendo los mismos errores que cometieron durante el tsunami en Asia. A su juicio, mientras sigan compitiendo por ver quién toma el liderazgo en Haití, se corre el riesgo de que la ayuda no se distribuya de manera eficiente.
Quien sí pretendió tomar el liderazgo desde el primer día fue EEUU, que envió 16.000 soldados a Haití, una decisión que sigue siendo cuestionada por Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Uruguay, que estos días han vuelto a insistir en que la verdadera intención del enorme despliegue militar de Washington es invadir a su pequeño vecino aprovechando el caos, establecer tropas de manera definitiva y convertir a Haití en «otra base norteamericana». El temor lo alimentó hace unos días el director de la Fuerza Conjunta de Operaciones de EEUU en la isla, Gregory Kane, quien anunció que «se quedarán el tiempo que sea necesario», ya que su presencia es «útil».
Algunos países, sin embargo, culpan a Washington del aumento del número de muertos al haber priorizado en los primeros días críticos el despliegue de tropas sobre la provisión de la necesaria ayuda.
La militarización de la ayuda y la obsesión por la seguridad siguen siendo evidentes un mes después, según constató AFP en sus informaciones de esta misma semana. Mientras tanto, se obstaculiza la ayuda venezolana y se minimiza la cubana, presente en la isla desde antes del 12 de enero.
La labor de los soldados estadounidenses ha sido criticada también por el Estado francés, antigua potencia colonial, cuya misión médica ha denunciado que la falta de logística en el aeropuerto de Puerto Príncipe ha provocado importantes retrasos en la distribución de la ayuda. El secretario francés de Estado para la Cooperación, Alain Joyandet, reiteró a principios de semana que la ONU debe precisar el papel de EEUU en Haití, porque, según expresó, «no se trata de ocupar el país, sino de ayudarle a recobrar la vida».
En un artículo publicado este domingo en «El País Semanal», el escritor uruguayo Eduardo Galeano recuerda que, en 1915, EEUU «no tuvo más remedio que invadir Haití», porque, como dijo el entonces secretario de Estado, Robert Lansing, «la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma» y añade que «cuando las tropas se retiraron -19 años más tarde- dejaron un país bastante peor que el que habían encontrado». Por eso, confía en que «no se repita la historia, ahora que las tropas norteamericanas han regresado, traídas por el terremoto, y que sobre las ruinas ejercen el poder absoluto».
Un control que busca asegurarse el dominio de sus intereses en el proceso de reconstrucción y que para Haití sería una doble tragedia si lo que surge de las ruinas es otra versión de la misma sociedad desigual e injusta que se rompió en pedazos el 12 de enero.
Pero ese control militar sobre el país no ha frenado el hambre y la ira de los haitianos, que multiplican sus protestas mientras sobre los muros aún en pie empiezan a abundar las pintadas en las que se invita a Préval a renunciar al cargo de presidente.
«Nosotros amamos a Chávez y a Obama», dice a AFP Royemon Frank, un joven que ejerce de intérprete de un equipo de periodistas. «Depende del día: un día preferimos a Obama; el otro, a Chávez. Ellos son los que deberían ser nuestro presidente», añadió.
Préval, sin embargo, se defiende diciendo que «el Gobierno trabaja en condiciones difíciles», por lo que pide calma a la población. «Entendemos las dificultades a las que se enfrenta la población que duerme a la intemperie, sin hogar; entendemos la frustración por las dificultades para distribuir comida y agua, pero es con disciplina, con solidaridad, con paciencia como seremos capaces de resolver los problemas», señaló.
Pero el Gobierno ha demostrado carecer casi por completo de poder y se vuelve cada día más impopular para su población, que ya antes del terremoto vivía en su mayoría en la pobreza. Y no es de extrañar. En una entrevista en el diario colombiano «País», el primer ministro, Jean-Max Bellevire, muestra la verdadera posición de clase del régimen haitiano: «Quienes más han perdido no son los pobres, sino lo que quedaba de clase media, porque los pobres no tenían casas antes y siguen sin tenerlas. La clase media, que permanecía en Haití, que había hecho un esfuerzo por construir una casa, un pequeño negocio, lo ha perdido todo».
Mirari Isasi Gara
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De: Marti2 |
Enviado: 30/07/2010 08:19 |
Sed de justicia
Ver esta imagen de Haití en la actualidad quizá sirva para refrescar nuestra frágil memoria… Quizá nos haga recordar lo que ocurrió en ese país caribeño a principios de este mismo año y cómo nos lo contaron en los medios de comunicación. Construcciones precarias abatidas por un terremoto provocaron la muerte a más de 200.000 personas el 12 de enero. En los días posteriores, la noticia de que Europa y EEUU habían «comprometido no-sé-cuantos miles de millones de dólares en ayudas para la reconstrucción» abría todos los telediarios. Así fue… la noticia tuvo una amplia difusión, pero esos mediáticos millones dólares nunca llegaron y la “reconstrucción” tampoco. Más de un millón de haitianos continúan viviendo a la intemperie y más de dos millones pasan hambre cada día…
También recordaremos las botellitas de agua mineral de 33 centilitros que llegaron desde Europa y EEUU para “saciar” la sed de los haitianos (alguien hizo ganar mucho dinero a alguien con esto). En las colas de distribución de las malditas botellas los poros de la oscura piel de cada haitiano sediento sudaban bastante más de 33 cl de agua durante largas horas de espera bajo un sol de injusticia. Las redes de infraestructuras básicas siguen aún destrozadas, como ya lo estaban antes del terremoto…
Quizá también recordemos a esos equipos españoles de rescate, que en las primeras horas ya se afanaban en salvar gente bajo los escombros de Puerto Príncipe… Gente alojada en el hotel más lujoso de la capital haitiana cuyas cinco estrellas no impidieron que sus cimientos cedieran en el seísmo…
También recordaremos que los medios se hicieron eco de “la llegada” ["invasión" es el término en castellano] de 10.000 marines de EEUU que desembarcaron en la isla. Su cometido, aunque no nos lo aclararon del todo, nos lo imaginamos… Por el contrario, seguramente no recordaremos que la masiva y eficiente asistencia médica de brigadas sanitarias cubanas fue lo que realmente salvó muchos miles de vidas en los primeros días. La mayoría no lo recordará porque ningún telediario habló de ello y porque de La Habana no llegó ningún barco cargado de marines.
Así fue, aunque de aquélla manera nos lo contaron. Poco ha cambiado en Haití desde el desastre de enero pasado. Medio año después, los haitianos siguen teniendo sed de justicia
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De: Marti2 |
Enviado: 30/07/2010 08:21 |
Haití, población desplazada
El censo de la cantidad de asentamientos espontáneos y sus necesidades tras el terremoto que asoló ese país el 12 de enero pasado, está hecho por la propia población haitiana que, con su ingeniosidad, nacida de toda una vida de sobrevivencia y subsistencia, ha inventado las formas populares de conocer y reconocerse para apoyarse mutuamente. Si en Haití hasta ahora emerge un "modelo" de ayuda humanitaria, ha sido ese.
Luego del terremoto que azotó la capital y sus vecinos poblados, se inició un "censo" tan espontáneo como los asentamientos mismos. Mediante graffiti en las paredes y letreros colgados de los alambrados públicos -que en este momento apenas sirven de colgaderos-, se ha trazado a puño, letra y flecha dónde se necesita la ayuda.
Curiosamente, los letreros son en inglés y en español, por si a la gente que llega con la ayuda no se le ha ocurrido aprender algo de francés o créole. "We need help here", dice un aviso colgado del alambrado y que contiene una flecha apuntando a un pequeño y aparentemente insignificante pasillo entre dos edificios destruidos. Al seguir la flecha, se abre un inmenso campo de football que alberga a miles de personas que, a estas alturas de abril, no han recibido nada.
Mientras tanto, es el mercado interno, ese que llaman informal y está en manos de las mujeres en un 98 por ciento en Haití, el que está supliendo las necesidades de sobrevivencia de la gente. Hay verduras, frutas, agua, granos y azúcar cruda de caña.
Cinco mandarinas le costaron apenas 25 gourdes a una señora que, a su vez, limpia ropa para médicos en los campamentos, con lo que se gana el sustento para adquirir sus alimentos. Cuarenta gourdes equivalen a un dólar.
La oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria (OCHA por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas reportó el 11 de febrero que, a un mes del terremoto, aún había 1,2 millones de personas viviendo en campamentos espontáneos en Puerto Príncipe y sus alrededores.
Daba cuenta, además, de 300 campamentos de ese tipo, pero la Cruz Roja afirmaba que eran más de 700. Una de cada cinco personas en esos campamentos había recibido tiendas de campana o toldos y la mayoría sigue viviendo bajo techos de sábanas y pisos de tierra y piedra.
Según los datos de los que se dispone, los asentamientos están distribuidos en diversas ciudades: más de 300.000 campamentos en Carrefour, casi 200.000 en Puerto Príncipe, más de 100.000 en Delmas, otra cantidad igual en Petionville e igual número en Léogane.
En Petionville solamente hay 25.000 personas viviendo en un campo de jugar golf, y miles más lo hacen en canchas de football, parqueos de iglesias, de oficinas, a las orillas de las colinas y hasta en las islas entre carriles de carreteras.
Algunos campamentos son inmensos. En Puerto Príncipe hay 19 que albergan a 180.000 personas. En la Plaza Boyer, en Petionville, son 5.000, y en Plaza St-Pierre, del mismo lugar, casi 7.000; en el estadio Sainte-Thérèse, también en Petionville, otros tantos.
Han pasado tres meses y la población desconoce de algún plan concreto para reasentar a sus habitantes.
Geneviève Jacques, de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), comentó a SEMlac que visitaron durante 10 días varios campamentos, en la ciudad y el campo, comprobando que "hay una enorme distancia entre lo que las cúpulas internacionales hablan y lo que pasa en el pueblo, porque falta información, y desde nuestro punto de vista es casi una violación a los derechos humanos", señaló.
Sostiene que no se puede reconstruir una nación herida si el pueblo, el más afectado, no sabe lo que está pasando ni está involucrado en los planes que se preparan.
Jacques añade que a la angustia de la gente que vive en carpas que no aguantan lluvias ni ciclones, se suma no saber qué va a pasar. "Han perdido su pasado y no tener idea de su futuro es una violación a sus derechos y su dignidad", precisa.
Lise Marie Déjean, Secretaria Ejecutiva de Solidaridad entre Mujeres (SOFA), dice a SEMlac que uno de sus temores actuales es la "darfurización" de Haití, y aclara que ella no tiene nada en contra de la forma en que vive la gente de Darfur para protegerse.
Darfur es una región situada en Sudán occidental que desde 2003 atraviesa un grave conflicto militar interétnico que, según la ONU ha causado ya más de 400,000 muertos y el desplazamiento de dos millones de personas que viven en campamentos de refugiados.
"Pero aquí en Haití no estamos en guerra como para tener que seguir viendo para siempre en estos campamentos, que han sido una respuesta inmediata a la sobrevivencia frente al terremoto y sus réplicas", abunda.
Resalta que, en las condiciones actuales, las mujeres sufren más porque al perder las mínimas condiciones de intimidad en los asentamientos provisionales, quedan expuestas a una escalada de violencia. Tan solo la Red Nacional de Derechos Humanos de Haití reportó en marzo 19 casos documentados de violaciones ocurridas entre el 12 de enero y el 24 de febrero.
Aclara Déjean que la distribución de alimentos sigue estando bajo en control del los hombres y, en muchos casos, se sabe que estos obligan a las mujeres a tener sexo con ellos a cambio de comida, lo cual fue confirmado por Genevieve Jacques, de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), tras su recorrido por los campamentos.
Por otro lado, ya se documentado que la política de los organismos humanitarios de entregar ayuda a las mujeres en los centros de distribución, sin seguridad y transporte, las hace víctimas de abusos y robos.
Déjean estima que las mujeres no están participando en las decisiones sobre la vida en los campamentos y el país porque tienen tanta responsabilidad en el cuidado, alimentación y seguridad de sus familiares, que no pueden participar en otras actividades.
Las fuentes de OCHA reportan, además, que más de medio millón de habitantes ha abandonado la ciudad y en los poblados cercanos a la frontera habita más de la mitad de esos desplazados internos.
El mapa de desplazamiento de haitianas y haitianos entre el 11 - 24 de enero proporciona cifras alarmantes Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, 235,000 personas abandonaron Puerto Príncipe (ochaonline.un.org/Haiti) en ese lapso.
Es de suponer que ese número haya aumentado hasta la fecha, especialmente porque las necesidades mínimas de la población afectada no ha sido ni medianamente mitigadas.
La población desplazada se fue a los campamentos con lo que tenía puesto y lo que pudo sacar de sus ya empobrecidas condiciones de vida: un poco de ropa, utensilios de cocina, una radio. Han llegado para quedarse; no pueden regresar a los lugares donde vivían antes del terremoto porque todo lo han perdido en el sismo.
Hasta ahora, al igual que en la Puerto Príncipe, los desplazados están viviendo en zonas comunes, parques e iglesias, durante la noche. Por el día, la mayoría es acogida por los habitantes en sus casas, bien para comer, para hacer algunos trabajos o simplemente esperar la noche.
La población desplazada de Puerto Príncipe, y que vive ahora en el municipio fronterizo de Elías Piñas, está compuesta por personas que buscaron asilo donde pudieron, ante el desarraigo, el miedo y los traumas del terremoto.
A ese lugar ya han llegado 10,000 personas que son atendidas por la Cruz Roja y el propio ayuntamiento de Belladere, en la frontera, justo al centro del mapa del país. El ayuntamiento funciona como centro de acopio y de distribución cuando hay alimentos. Apenas tiene capacidad para atender a 3,000 personas.
Las Caobas, a 25km de Belladere, es otro municipio que ha sido doblemente dañado por el terremoto: no sólo ha recibido el impacto del sismo, sino de la cantidad adicional de personas que ha llegado buscando refugio.
La Cruz Roja haitiana y el propio ayuntamiento reportan allí 11 desaparecidos, 10 heridos y 6,000 desplazados, así como daños o destrucción en dos colegios, una iglesia, una sala presidencial y 75 casas.
En Las Caobas, la población desplazada está siendo acogida por los habitantes.
"El terremoto nos reveló nuestra vulnerabilidad comos país pobre, porque un terremoto también muestra la pobreza y la miseria, antes de todo es eso. Y esta puesta al desnudo no es lo obsceno; lo obsceno es la pobreza misma que ha quedado al desnudo. Aquí estamos enfrentadas a eso, no se puede esconder más" dice la escritora haitiana Yanic Laens.
Ella sostiene que, anteriormente, los arrabales estaban escondidos, pero ahora son cosa pública, abierta. "Nos enfrentamos a la necesidad de escoger: si perpetuamos esta miseria o hacemos algo", concluye.
María Suárez Toro SEMlac
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