Dejaremos que vuelen
los refugios del alma,
por un cielo teñido de atardecer.
Dejaremos de ser,
para comprender.
Y en un suspiro
abriremos las puertas de lo incierto.
En la calma de un azul,
diré tu nombre.
En la alegría de tus versos
oirás el mío.
Volaremos,
juntos,
de la mano,
siempre.
Y seremos nube
que juega a pintar el cielo.
Y si me pierdo
en la tormenta de tu ausencia
se tú el rayo
que anteceda a mi dolor.
Y en la quietud,
de un cielo en calma,
se mi luz,
se mi sombra,
se mi oscuridad,
se mis palabras,
y mis silencios.