Rock Hudson, de nombre real Roy Harold Scherer, Jr. (Winnetka, Illinois, 17 de noviembre de 1925 - Beverly Hills, California, 2 de octubre de 1985) fue un actor de cine estadounidense famoso por sus papeles de galán del cine clásico moderno estadounidense. Hudson tuvo la connotación de haber sido uno de los primeros casos publicitados de sida en los Estados Unidos, en los inicios de la pandemia, a principios de la década de los 80.
Durante la II Guerra Mundial, se alistó en la Marina de los Estados Unidos y finalizada ésta se trasladó a Los Ángeles, donde trabajó en diversos oficios (cartero, camionero, taxista), alternando estos trabajos con numerosos ´castings´. A fines de la década de 1940 consigue aparecer en pequeños papeles, logrando un contrato con Estudios Universal en 1949.
Entre sus primeras películas destacan Escuadrón hacia la muerte (1948) de Raoul Walsh, y Winchester 73 (1950) de Anthony Mann. Durante la década de 1950 y principios de la década de 1960 se convirtió en uno de los grandes galanes de Hollywood, trabajando en películas como Obsesión (1954), Sólo el cielo lo sabe (1955), Escrito sobre el viento (1956), todas ellas dirigidas por Douglas Sirk; y Gigante (1956) de George Stevens, por la que consiguió su única nominación al Oscar.
A raíz del éxito de Confidencias a medianoche (1959) de Michael Gordon, donde compartía pantalla con Doris Day, protagonizó en los siguientes años varias comedias entre las que destacan Pijama para dos (1961) de Delbert Mann y Su juego favorito (1963) de Howard Hawks.
En la década de 1970 tuvo su propia serie en televisión, McMillan y esposa, y en 1980 rodó El espejo roto junto a su amiga Elizabeth Taylor y otras numerosas estrellas veteranas.
Su apostura masculina era muy apreciada por el público femenino de la época lo cual no hacía sospechar ni en lo más mínimo de su homosexualidad, condición oculta por el actor que era conocida sólo en sus círculos íntimos.
En 1954, empezaron a correr en la prensa amarillista algunos rumores perniciosos sobre la tendencia sexual del actor, su agente Willson como una forma de proteger los intereses hollywoodenses debido a los ingresos de taquilla y la excelente estrella en que se había convertido Hudson, presionaron al actor a dar un "pantallazo" para acallar dichos rumores, y Hudson entonces enamoró y desposó en una "boda secreta", el 9 de noviembre de 1955, a su secretaria Phyllis Gates.
Willson, apenas terminó la ceremonia, corrió a informar a la prensa amarillista dando detalles a los más connotados columnistas de chismes de Hollywood, Hedda Hopper y Louella Parsons. Su luna de miel la pasaron en Jamaica, y Gates disfrutaba de estar casada con una estrella y además el galán más apetecido del celuloide. Hudson fue muy obsequioso con su flamante mujer y nada hacía sospechar lo que vendría después.
Ya transcurridos 2 años, Gates supo la verdad acerca de la verdadera tendencia sexual de Hudson en 1957, cuando uno de sus más cercanos amigos le confidenció a Gates que Hudson le había sido homosexualmente infiel con un actor mientras filmaba en Italia Adiós a las armas, mientras ella convalecía de una hepatítis en Estados Unidos. La homosexualidad era un tabú en aquella época, y en 1959, Gates se divorció en silencio. Phillyps Gates nunca más se volvería a casar y falleció el 14 de enero de 2006.
Phillyps Gates escribió un libro llamado -"Mi esposo: Rock Hudson"- y en el relató que su matrimonio fue un martirio lleno de mentiras, llamadas masculinas sin sentido que el actor las declaraba como fans, accesos de violencia marital, ausencias y vacíos. Gates declararía más tarde que se casó enamorada del galán y no por encubrir a Hudson
Yo estaba muy enamorada - Pensé que iba a ser un esposo maravilloso. Era encantador, su carrera estaba al rojo vivo, fue magnífico.... ¿Cuántas mujeres habrían dicho que no?
Phillys Gates acerca Hudson
Hudson no volvería a tener otra compañía femenina conocida el resto de su vida
Contrajo Sida en la década de 1970, aunque la enfermedad se manifestaría casi 12 años más tarde, más o menos en las fechas en que participaba en la serie de televisión Dinastía. Al parecer, encubrió su enfermedad durante la grabación, y se rumoreó que cuando Linda Evans lo supo, cundió la alarma porque ella se había besado con él en una escena. Eran años en que las vías de transmisión no eran bien conocidas.
Su última película para el cine la rodó en 1984: Embajador en Oriente Medio (The Ambassador) junto a Robert Mitchum. Entonces Hudson decidió hacer publica su enfermedad, el 30 de julio de 1985 Hudson declaró públicamente que padecía VIH. Hudson declaró que estaba cansado de sostener una vida que no era la suya y se convirtió en un símbolo de la lucha contra la que sería la pandemia de finales del siglo XX. Burt Lancaster, uno de sus pocos amigos que le quedaban, leyó el último mensaje del actor antes de su muerte:
“No estoy feliz por tener sida, pero si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi propia desgracia tiene un valor positivo”.
Falleció después de una larga batalla por sobrevivir en Beverly Hills, California, el 2 de octubre de 1985, víctima del Sida.
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz . Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión. Donde haya duda, que lleve yo la Fe. Donde haya error, que lleve yo la Verdad. Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como amar.
Porque es dando , que se recibe; Perdonando, que se es perdonado; Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
Historia de su Vida
Dicen que a San Francisco lo declaró santo el pueblo, antes de que el Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo quieren y lo estiman.
Nació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito". Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo. Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.
Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente al verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado. Él comentaba: "Sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres. Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos santos. Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.
Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le pareció oír que Cristo le decía tres veces: "Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas". Él creyó que Jesús le mandaba arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre, Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente. Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: "Hasta ahora he sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padrenuestro que estás en los cielos". El Sr. Obispo le regaló el vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.
Se fue por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo encontraron y le dijeron: "¿Usted quién es? – Él respondió: - Yo soy el heraldo o mensajero del gran Rey". Los otros no entendieron qué les quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza. Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios. Después volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero consiguió con qué reconstruir el pequeño templo. La Porciúncula. Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo, porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad. Porciúncula significa "pequeño terreno". Era una finquita chiquita con una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla estaba dedicada a la Sma. Virgen.
En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar. Dice así: "Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den también gratuitamente". Francisco tomó esto a la letra y se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más estricta. Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la gente decía: "No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro".
El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la oración repitiendo: "mi Dios y mi todo". Le pidió que lo admitiera como su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil, célebre por su sencillez. Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba. En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco, fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.
A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre espinas. Él podía repetir lo del santo antiguo: "trato duramente a mi cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma". Clara, una joven muy santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su familia huyó a hacerse moja según su sabia dirección. Con santa Clara fundó él las hermanas clarisas, que tienen hoy conventos en todo el mundo.
Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño. Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara de atacar a la gente.
Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado. Los seguidores de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en una reunión general llamado "El Capítulo de las esteras", se reunieron en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo evangelio.
Francisco recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: "El Amor no es amado". Las gentes le escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su religión.
Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores quisieron aceptar sus mensajes. Entonces se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. Por no cuidarse bien de las clientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.
San Francisco, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. "Alabado sea mi Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar", etc. Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era "Paz y bien".
Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países del mundo. Los seguidores de San Francisco (franciscanos, capuchinos, clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la Iglesia Católica. El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo, cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.
Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes materiales y enamorados de nuestra buen Dios. Fue él quien popularizó la costumbre de hacer pesebres para Navidad.
Si tienes hombres que excluirían a cualquiera de las criaturas de Dios del refugio de la compasión y la piedad, tendrás hombres quienes se comportarán de la misma forma con sus compañaros.”
San Francisco de Asís
SAN FRANCISCO DE ASÍS
por Claudia Herrera Hudson
Ilustración por: John August Swanson
Es comúnmente sabido que San Francisco de Asís era amante tanto de la creación como de su Creador, su rol como iniciador del medioambientalismo es sorprendentemente ignorado en el epítome biográfico de su vida, la cual se centra principalmente en su viaje profundo de fé.
Decretado como el santo patrón del medioambiente/ ecología y de los animales, los últimos años de la vida de San Francisco de Asís no sólo fueron un intachable modelo de devoción religiosa, sino un ejemplar dechado de una harmoniosa existencia en la Tierra. Él era amigo del hombre y de la bestia, admirador del sol y la naturaleza y un pacifista en todo el sentido de la palabra.
San Francisco de Asís no estaba simplemente en paz con los hombres, él estaba en paz con todos los seres vivientes, con toda la hermosura que sus ojos podían contemplar. Él escribió himnos de alabanza para su Dios por las creaciones por las que se sentía tan bendecido de contemplar, y escribió poemas para su “Hermano Sol” y su “Hermana Luna”, hasta alabando repetidamente a su “Hermana Muerte” sobre el lecho de muerte de su cama. Tanto se sintió unido a la creación que consideró al sol como su hermano, la luna; su hermana y todos los hombres sus hermanos.
San Francisco de Asís se sintió obligado a llegar a aquellos sin voz (no escuchados), los rechazados y los necesitados. Él cobijaba y ayudaba a los leprosos, quienes, en aquel tiempo, eran marginados por la sociedad. La condición de su piel les producía terror. Él visitaba hospitales y cuidaba de los enfermos. Enviaba comida a los ladrones. Daba la bienvenida, amistaba o apoyaba las mujeres y les reconocía sus habilidades y su inteligencia, un concepto extraño en aquel tiempo.
Y aún más, su devoción no sólo yacía con los seres humanos. Él estaba profundamente comprometido con el bienestar del medioambiente y de toda la creación, a manera de un iniciante pionero nunca antes visto. Él vivía con animales y se regocijaba en la naturaleza. San Francisco de Asís predicaba a los pájaros para recordarles alabar a su Creador por las bendiciones obtenidas. Amansó un lobo salvaje y lo convirtió en una de sus muchas mascotas. Además Asís comprendió el predicamento de la naturaleza y el ciclo de la vida, si bien a veces brutal. Sin embargo, Francisco de Asís sentía que su Creador no crearía la maldad, por esta razón, todo a su alrededor era bueno y por lo tanto debería ser tratado con cortesía, amabilidad y generosidad, desde el gusano al cordero, la cigarra al lobo. Quizás era porque los animales reconocían su sinceridad genuina para con ellos que también se sentían tan atraídos hacia él.
En términos simples, San Francisco de Asís era un aliado sincero para todos a su alrededor. Del hombre a la bestia, de los árboles a las piedras, del sol a la luna y al cambio de las estaciones, Asís era su alma gemela. Él no emitía juicios sobre la humanidad por su trato con el medioambiente, así se trate de animales o alimentos, árboles para refugio, etc. En cambio, San Francisco de Asís simplemente recomendaba encarecidamente a la humanidad mostrar respeto, humildad y amor hacia los demás miembros seres vivos del planeta y sus alrededores, y de igual manera, él esperaba lo mismo de la Creación. San Francisco sentía que al dar la bienvenida y regocijarse en las maravillas a su alrededor, la humanidad podría se atraída de forma natural, a llevar a cabo acciones de amor y respeto en vez de furia y dominación.
San Francisco de Asís hablaba con el universo. Le habló a su hermano “Fuego”, a su hermana “Luna”, la compejidad del espacio y las bestias de la Tierra. Y aunque él vivía en un paraíso espiritual, Asís era enteramente humano. No realizó ningún intento por divinisarse a sí mismo. No esperó recompensa alguna por su vida de servicio. Simplemente vivió para servir y amar en armonía.
Ilustración por: John August Swanson
“He pasado por todas las cosas sacrílegas. Si Dios puede trabajar a través de mi, Él puede hacerlo a través de cualquiera.” San Francisco de Asís
Y así, su historia es mucho más profunda considerando los sacrificios que voluntariamente realizó y el estilo de vida que corrigió para alcanzar éste estado único, valga la redundancia, de unidad con la Creación. Conocido también como Francisco Bernardone o Il Poverello (El Pobrecillo), San Francisco de Asís nació con el nombre de Giovanni di Bernardone, llamado así por su madre en consideración de Juan El Bautista el 4 de octubre de 1181 en Umbría, Italia. Hijo de un comerciante rico. Su padre le cambió el nombre por el de Francisco porque él alegaba que no deseaba que su hijo tuviera el nombre de un santo. A pesar de ser bendecido con popularidad y riquezas, Francisco tuvo una tumultuosa juventud, con periodos ambos tanto de pandillero como de soldado y era considerado como uno de los líderes de la juventud disidente del pueblo de Asís. Mientras fue hecho prisionero después de una batalla, Francisco tuvo una experiencia espiritual que alteraría su vida la cual lo llevó a un cambio de corazón y de vida.
Después de su liberación, Francisco renunció a todas sus posesiones materiales, que habiendo venido de una familia muy rica, significaba un gran sacrificio. Desde entonces, su misión fue la de seguir su fé, y él reconoció que para lograrlo, tenía primero que deshacerse él mismo de los excesos, de la vanidad del ego, características que tiranizan nuestro mundo moderno como lo hicieron con Francisco.
Vestía burdos harapos, trabajaba como albañil, y muchas veces pedía limosna como sustento para sobrevivir, mientras a su vez, predicaba paz y pureza. La familia de Francisco y sus viejos amigos tanto lo observaban con gran pesar como lo veían con gran vergüenza. Muchos incluso lo consideraban como un “fanático religioso” y lo trataban con desdén, sin comprender la profundidad de su llamado. Su padre incluso intento ponerlo preso.
La iglesia también lo vió como una amenaza. Él era una clase de revolucionario no convencional. Su llamado hacia la pobreza, la simplicidad y el sincero amor eran vistos como una amenaza para el status quo (estado actual) de aquellos tiempos.
Sin embargo el trabajo de Francisco tuvo éxito.
Para el año 1209 había atraído seguidores y fundado la Orden Franciscana de Hermanos. En 1221, renunció a la dirección de los Franciscanos pero su trabajo y su Orden continúan aún prosperando hasta el día de hoy.
Hacia el final de su vida, Francisco, ya entonces un hombre de delicada salud, estaba prácticamente ciego y sumamente enfermo. En 1224, dos años antes de su muerte, él recibió los estigmas, las heridas verdaderas de las manos de Cristo. San Francisco de Asís murió en 4 de octubre de 1226 a la edad de 44 años y fue canonizado (convertido en santo) el 16 de julio de 1228 por el Papa Gregorio IX.
San Francisco bendice a los pájaros, Giotto, Basílica de San Francisco, Asís
“Empiecen por hacer lo que sea necesario; luego hagan lo que sea posible; y repentinamente estarás haciendo lo imposible." San Francisco de Asís
Se dice que San Francisco de Asís inspiró el Renacimiento Italiano, una de las revoluciones culturales más grandes que el mundo ha visto. Su amor profundo por la belleza de la naturaleza inspiró a los pintores italianos a traer el naturalismo de nuevo en sus trabajos. Sus valores hacia la humanidad también despertó los movimientos propios del Renacimiento hacia el Humanismo. Él fue una inspiración en su tiempo de vida, para las consecuentes eras y hasta de movimientos culturales como para los héroes modernos del día de hoy.
San Francisco de Asís acudió a su llamado rebosante de gozo y sin ningún resentimiento. Los sacrificios iniciales no fueron vistos como una carga pesada para él sino como un sendero natural hacia la comunión con la creación y el Creador. Su historia es quizás más impactante por el hecho de ser él un joven con todo a su alcance, su familia era rica, sus amigos lo veían como un valiente soldado, él era un líder natural y disfrutaba de los placeres de la Tierra. Sin embargo sacrificó todo por su fé profunda y tomó para sí mismo la responsabilidad de cuidar por toda la creación por encima de su bienestar. Al realizar esto, consiguió mucho más, una armonía profunda y encantadora con toda la creación.
San Francisco de Asís es un ejemplo heróico de sacrificio, altruismo, humildad y más que nada un recordatorio de la capacidad de lograr un estado de paz armonioso y unidad con toda la creación al simplemente exudar amor.
Artista holandés del barroco, es uno de los más grandes pintores de la historia del arte occidental. Su nombre completo era Rembrandt Harmenszoon van Rijn. Fue un intérprete excepcional de la naturaleza humana y un maestro de la técnica, no sólo pictórica sino también del dibujo y del grabado. Su obra produjo un gran impacto en sus contemporáneos e influyó en el estilo de muchos artistas posteriores. Es probable que no exista ningún pintor que haya igualado a Rembrandt en su utilización de los efectos del claroscuro o en el empaste vigoroso. Rembrandt nació en Leiden el 15 de julio de 1606. Su padre era molinero. A pesar del hecho de provenir de una familia con escasos medios, sus padres le procuraron una educación esmerada. Rembrandt empezó sus estudios en la Escuela Latina, y a la edad de 14 años fue admitido en la universidad de Leiden. Sin embargo la abandonó pronto para estudiar arte, al principio con un maestro local, Jacob van Swanenburch y después, en Amsterdam, con Pieter Lastman, célebre por sus pinturas históricas. Tras seis meses, después de dominar todo lo que había aprendido, Rembrandt volvió a Leiden, donde pronto se le tuvo en tan alta consideración que, a pesar de no tener más de 22 años, empezó a contar con sus primeros discípulos, entre los que estaba Gerrit Dou. En 1631 Rembrandt se trasladó a Amsterdam, su matrimonio en 1634 con Saskia van Uylenburgh, prima de un conocido marchante de arte, le ayudó a impulsar su carrera, al ponerle en contacto con clientes adinerados que le encargaban retratos de forma continua. Un ejemplo magistral de este periodo es el Retrato de Nicolaes Ruts (1631, Frick Collection, Nueva York). Además, sus cuadros de carácter mitológico y religioso tenían una gran aceptación. Pintó numerosas obras maestras de gran dramatismo, como El cegamiento de Sansón (1636, Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt). Debido a su gran fama como maestro, su taller contaba con un enorme número de discípulos, algunos de los cuales (como Carel Fabritius) ya eran artistas experimentados. En el siglo XX, los expertos han descubierto que un gran número de pinturas que antes se le atribuían a él corresponden a artistas de su taller. Averiguar qué obras son las de Rembrandt e identificarlas es tarea que siguen llevando a cabo los estudiosos en la materia. En contraste con la fortuna de su carrera pública, la vida familiar de Rembrandt estuvo marcada por la desgracia. Entre 1635 y 1641 Saskia dio a luz cuatro niños, de los que sólo sobrevivió el último, Titus. Saskia murió en 1642. Hendrickje Stoffels, contratada como ama de llaves alrededor de 1649, acabó convirtiéndose en su concubina y en modelo de muchas de sus obras. A pesar de su éxito financiero tanto en el campo del arte, como en el de profesor y marchante, su inclinación a la vida ostentosa le llevó a la bancarrota en 1656. El inventario de su colección de arte y antigüedades, realizado antes de que se celebrara la subasta pública para pagar sus deudas, pone de relieve la amplitud de sus gustos artísticos, escultura antigua, pintura flamenca e italiana del renacimiento, arte oriental, obras holandesas coetáneas, armas y armaduras. Por desgracia, los resultados obtenidos en la subasta, incluida la venta de su casa, fueron desalentadores.
Dichos problemas no afectaron al trabajo de Rembrandt, y si algún cambio se percibe es el del incremento de su maestría artística. Algunas de las grandes obras pertenecientes a este periodo son La novia judía (1666), Los síndicos del gremio de pañeros (1661, Rijksmuseum, Amsterdam), Bathsheba (1654, Louvre, París), Jacob bendiciendo a Efraín y a Manasés (1656, Staatliche Gemäldegalerie, Kassel) y un autorretrato (1658, Frick Collection). Su vida personal continuó, sin embargo, marcada por la desgracia, ya que su amada Hendrickje murió en 1663 y su hijo Titus en 1668. Rembrandt falleció once meses más tarde, el 4 de octubre de 1669, en Amsterdam. El estilo de sus primeras pinturas, realizadas en la década de 1620, denota la influencia de su maestro, Pieter Lastman, en la elección de temas de gran dramatismo, composiciones con gran profusión de elementos y contrastes muy marcados de luces y sombras. En El noble eslavo (1632, Museo de Arte Metropolitano, Nueva York) se aprecia su predilección por los trajes exóticos, elemento característico de muchas obras de su primera época. La magnífica obra Retrato de marido y mujer (1633, Isabella Stewart Gardner Museum, Boston), pone de relieve el estilo de sus primeros retratos, preocupación por los rasgos de los personajes retratados, los detalles de la ropa y los muebles de la habitación, esta cuidadosa representación de los interiores desaparecerá en sus obras posteriores. También los miembros de su familia que posaban para él aparecen retratados con diferentes disfraces, como en el caso de La madre de Rembrandt como la profetisa Ana (1631, Rijksmuseum), o en la melancólica Saskia como Flora (1634, Hermitage, San Petersburgo). Quizá no exista un artista que haya pintado tantos autorretratos (alrededor de 60), o se haya sometido a un análisis tan profundo de sí mismo. Sin embargo, no todos los primeros retratos pueden considerarse como una representación objetiva, ya que estos lienzos solían utilizarse como estudios de emociones diversas que después habrían de ser incorporados a obras de tema bíblico e histórico. Es posible que los autorretratos también fueran utilizados para demostrar su dominio del claroscuro, por lo tanto es difícil afirmar qué aspecto tenía Rembrandt partiendo de un autorretrato como el que pintó alrededor de 1628 (Rijksmuseum), en el que el rostro aparece envuelto en sombras tan oscuras que apenas sí dejan entrever sus rasgos. Por otro lado, en ninguno de estos retratos juveniles intentó disimular sus facciones algo toscas. Las obras de tema bíblico representan un tercio de toda la producción artística de Rembrandt, lo cual era algo inusual en la Holanda protestante del siglo XVII, ya que no existían encargos por parte de la Iglesia y el arte religioso no se consideraba importante.
Sus primeras obras de tema bíblico presentan un acentuado dramatismo, dentro de la tónica del gusto barroco. Uno de los primeros encargos públicos importantes que recibió Rembrandt en Amsterdam fue La lección de anatomía del doctor Tulp (1632, Mauritshuis, La Haya), obra que retrata a los miembros del gremio de cirujanos reunidos en una clase práctica de disección. Estos retratos en grupo constituyeron un género único en Holanda y proporcionaron abultados ingresos a los artistas en un país en el que ni la Iglesia ni la casa real actuaban como mecenas del arte. Las obras de Rembrandt superan los retratos conmemorativos realizados por otros artistas holandeses, a través de la interesante estructuración piramidal que aporta naturalismo a la escena. Muchas de las obras de Rembrandt pertenecientes a la década de 1640 muestran la influencia del estilo y el espíritu clasicista. Un autorretrato (1640, National Gallery, Londres), basado en obras de Rafael y Tiziano, refleja su asimilación del clasicismo tanto en la organización formal como en la expresión de calma interior. En El predicador Cornelis Claesz Anslo y su esposa (1641, Staatliche Museen, Berlín), de espíritu más sosegado que sus obras anteriores, crea una interrelación magistral de los personajes, el ministro está hablando, quizá explicando un pasaje bíblico a su mujer, que escucha en silencio. Otras obras de Rembrandt representan diálogos y, al igual que ésta, aluden a un momento concreto. En La cena de Emaús, una obra muy emotiva (1648, Museo del Louvre), Rembrandt transmite la intensidad de la escena a través de la utilización de luz. Sus retratos de grupo se perfeccionaron en riqueza y complejidad. La obra conocida como La ronda de noche, cuyo título exacto es La compañía del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willen van Ruytenburch (1642, Rijksmuseum), representa la actividad bulliciosa de una compañía militar, apiñada tras sus jefes, preparándose para un desfile o un torneo de tiro. En El artista a una edad avanzada (hacia 1669, National Gallery, Londres), los rasgos de Rembrandt revelan una leve expresión sarcástica. Uno de los retratos individuales más excepcionales es el de Jan Six (1654, Stichting Jan Six, Amsterdam). Six, que lleva un traje de intensos colores rojo, gris y dorado, aparece poniéndose un guante. Es un retrato de estilo semiabstracto que demuestra el audaz virtuosismo técnico de Rembrandt. El temperamento callado y meditabundo de Six se expresa a través del sutil juego de la luz en su rostro. En obras de tema bíblico como José y la mujer de Putifar (1655, Staatliche Museen, Berlín) y El regreso del hijo pródigo, de gran emotividad (hacia 1669, Hermitage), Rembrandt se concentra en el elemento narrativo como en las obras de su primer periodo. En el Museo del Prado, Madrid, se conserva el cuadro Atemisa (1634), retrato de la reina de Pérgamo. Se cree que sirvió de modelo Saskia van Uylenburgh, esposa del pintor. En general, tras esa primera época, Rembrandt había mostrado poco interés en los temas alegóricos o mitológicos. Rembrandt pintó más de 600 cuadros y produjo numerosos dibujos y grabados.