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En Nombre De La Mujer: No tengan miedo
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 16/12/2010 04:18
 

No tengan miedo

MIAMI, Florida - Han pasado un poco más de 10 años, pero la guatemalteca Julia Gabriel aún recuerda con detalle la pesadilla que vivió junto a otros trabajadores inmigrantes, secuestrados y esclavizados en un campo de cultivo de Carolina del Sur.  Sabe que en el siglo XXI a otros les puede ocurrir lo mismo. Su deber es dar una voz de alerta.

Gabriel era una inmigrante indocumentada que dejó a su familia en Guatemala para buscar un mejor futuro en Estados Unidos. De 32 años de edad, se conviritó en una testigo clave de la fiscalía federal para encausar y condenar a los contratistas floridanos Miguel Flores y Sebastián Gómez, por extorsión y esclavitud.

"El mensaje que siempre les he dado es que no tengan miedo...  entre más callado te quedes, más se aprovechan de uno", aseguró Julia en una conversación telefónica con Univision.com. Se refiere a los derechos que tienen los trabajadores agrícolas en Estados Unidos, tengan o no documentos migratorios.

"Lo que yo pasé todavía no se acaba del todo, porque los mismos hispanos somos los que estamos chingando a la gente, porque el que nos estaba chingando a nosotros era un hispano, no era un bolillo (estadounidense)", agrega con preocupación.

Su relato es pausado. Con una voz suave y alegre, al principio del diálogo advierte que no sabe cuánto podrá hablar porque le queda poco tiempo en la tarjeta prepagada de su celular.

No tiene teléfono en su apartamento.  Vive al oeste de Immokalee, pero ya no va a la pisca en los campos. Ahora trabaja en un hotel haciendo la limpieza de las habitaciones.

Un sueño se convirtió en pesadilla

Regresa en el tiempo, a la época que comenzó su aventura:  "Soy de Buenavista, eso es cerca de la frontera con Chiapas.  Ya ni me acuerdo hace cuánto salí de Guatemala, yo tenía 18 años cuando salí de allá.  Veníamos con un amigo y como tres meses demoramos para llegar hasta Carolina del Sur, pero porque [primero] nos quedamos trabajando en la frontera con México".

"Cruzamos el desierto, pasamos por Sonora.  Caminamos como cinco días y luego llegamos a Phoenix [Arizona] y en una huerta de naranjas conocimos a un señor que traía gente para Carolina del Sur.  Decía que ahí había trabajo y pagaban muy bien", relató.

Julia no se imaginó que ese era el inicio de su pesadilla.

Se comprometió a pagar 700 dólares por el viaje pero no tenía el dinero y cayó en la trampa:  "Nosotros preguntamos cómo lo ibamos a pagar y él nos respondió que a medida que trabajen van pagando".



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 16/12/2010 04:19
 

Esclavos en tierras de libertad

El viaje por tierra tardó cinco días entre Phoenix hasta los campos de cultivo en Manning, Carolina del Sur, recuerda Julia.  "Y llegamos, era una montaña, estaba lejos de la ciudad, como a 45 minutos en carro para llegar a las tiendas, y no había casas".

En esos campos de cultivo los esperaban los contratistas, hombres o mujeres encargados de emplear al trabajador agrícola para la pisca, que es la recolección de las cosechas de tomates, otros vegetales o de cítricos.

Los contratistas a su vez son empleados por los rancheros, los dueños de los vastos campos de cultivo que se encuentran a o largo de la costa este de Estados Unidos.

Abusan de la mano de obra barata

Los rancheros dejan en manos de los contratistas el manejo de los trabajadores agrícolas y se enteran muy poco de lo que ocurre en sus campos de cultivo.

Julia baja la voz, como si aún sintiera temor, cuando relata cómo fueron tratados por el contratista Miguel Flores, de la ciudad de LaBelle, y su asistente Sebastián Gómez, de Immokalee, quienes administraban el  huerto donde permanecieron retenidos.

"El contratista llegaba y nos maltrataba bien feo. Nos decía que no podíamos ir a la tienda y que si queríamos escapar o algo, entonces nos metían miedo de que no saldríamos vivos, que nos mataban", afirmó.

"Eramos como unos 30 en el grupo.  Nos tenían en una casa donde no había agua caliente, ni baño; nos iban a espantar a la noche, empezaban a tirar balazos. Así nos echaban miedo a la gente para que no escapáramos... A mi no me pegaron -agrega Julia- porque venía acompañada, pero a otras muchachas que eran de Oaxaca creo, las maltrataban bien feo y las violaban, pero nunca quisieron hablar de eso", recuerda Julia.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 16/12/2010 04:19
 

No se debe callar

Esa pesadilla duró varias semanas hasta que una noche, aprovechando que los hombres que los cuidaban estaban bebidos, Julia y otros campesinos decidieron escapar.

"Nos fuimos caminando y nos metimos en una huerta de maíz.  Luego llegamos a otro rancho cerca de Charleston y comenzamos a contar lo que nos había pasado", narró.

Julia y otros inmigrantes lograron contar su odisea a Laura Germino, una activista comunitaria que trabajaba para la organización Florida Rural Legal Services.

Así dieron el primer paso para que se iniciara una investigación federal de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia, que terminó, después de 5 años, con el arresto, juicio y condena a 15 años de prisión de Flórez y Gómez .

Una década más tarde, la justicia en la Florida ha procesado con éxito seis casos relacionados con la esclavitud de inmigrantes agricultores. Debido al alto volumen de trabajadores inmigrantes en los campos de Estados Unidos, el mensaje de Julia es vigente:

"Uno tiene que hablar para que también pueda tener derechos y no dejar que llegue otra gente inocente y le pase lo mismo", advierte Julia. "Por eso uno debe ver qué puede hacer por los demás porque si tú no miras lo que viene adelante, ¿quién lo va a hacer?  Con un poquito que haga cada uno, tal vez [la situación de los trabajadores agrícolas] se compone".



 
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