Biberones de plástico peligrosos
Bueno pues por fin la Unión Europea ha acordado prohibir los biberones de plástico que lleven el componente bisfenol A por sus posibles efectos perjudiciales para la salud de los niños. Ya era hora. La información me la enviaba hace unos días una doctora comprometida que la acompañaba de un foro denominado Pediatras y profesionales sanitarios por el medio ambiente. Alianza global por un medio ambiente más saludable para la infancia. Cada vez toma mayor relevancia en el ámbito sanitario la medicina ambiental o cómo influye en nuestra salud la contaminación en la que vivimos.
El bisfenol A es el plástico de nuestro tiempo. Un viejo conocido de los tres periodistas que publicamos en el verano de 2007 el libro Conspiraciones tóxicas. Cómo atentan contra uestar salud y el medio ambiente los grupos empresariales. Entonces Rafael Carrasco, Joaquín Vidal y yo mismo, Miguel Jara, explicábamos que este producto químico tóxico lo tenemos en las carcasas de ordenadores, en los discos compactos, en papel térmico, en ropas de protección, en material eléctrico o en adhesivos. También tiene algunos “usos de boca” que lo introducen directamente en nuestro estómago: recubre interiormente latas de conservas, se utiliza habitualmente en biberones y otros envases rígidos y transparentes, vajillas, recipientes de electrodomésticos, dispensadores de agua y las juntas de goma de las tapas de los potitos y también forma parte de empastes dentales y fármacos.
Sin embargo, numerosos estudios en la última década vienen alertando de que este producto es un poderoso alterador del sistema endocrino y, además, a altas dosis o a dosis continuadas podría ser también tóxico, cancerígeno y alergénico. La consecuencia de estas “propiedades” podrían ser alteraciones uretrales y testiculares, crecimiento de mamas en varones, pérdida de calidad en el semen o pubertad precoz en niñas. Poca cosa en comparación con algo más preocupante: cáncer de mama, cáncer de hígado, cáncer de testículos y esterilidad masculina. Todos estos problemas están disparándose en todos los países desarrollados desde la década de 1960.
En este contexto, entre 1999 y 2003, la Unión Europea hizo una reevaluación de los riesgos del bisfenol A, lo que en la jerga comunitaria se denomina risk assesment. La Comisión Europea encargó el trabajo al gobierno británico. Éste confió en el Building Research Establishment (BRE), un instituto privado especializado en urbanismo y construcción. Durante cuatro años, el centro pasó revista a todo lo publicado en los años anteriores, empezando por la documentación que les llegaba allí sin ningún esfuerzo de investigación por su parte, vaya, lo que hace por ejemplo las agencias reguladoras de los medicamentos que consumimos, sin ir más lejos la EMA, la europea.
La industria química colabora activamente en toda evaluación de sus productos. Además participa posteriormente en los comités consultivos que discuten las medidas de seguridad e higiene a adoptar según los datos aportados por los científicos. Y ante la seria amenaza de restricciones y prohibiciones para el bisfenol en Europa, Asia y América, competidores feroces como Bayer o Basf, a este lado del Atlántico, y Dow, General Electric o Dupont, en Estados Unidos, han constituyeron un lobby mundial sin precedentes denominado Grupo Global de la Industria de PC/BPA. El Consejo Americano de los Plásticos, su homólogo europeo (EuroPlastics) y la Asociación de la Industria Química de Japón unieron sus fuerzas para crear este poderoso lobby con el objetivo declarado de que las regulaciones que afectasen a este químico en cualquier país del mundo respondieran a “ciencia sensata basada en métodos de experimentación validados y rigurosas buenas prácticas de laboratorio”. Claro, desde su punto de vista.
Un ejemplo aclaratorio: según una declaración de EuroPlastics realizada en respuesta a un estudio científico que vinculaba la ingesta del bisfenol con resistencia a la insulina y diabetes , “los policarbonatos [plásticos que llevan bisfenol] tienen una larga historia de uso seguro, demostrada por una extensa bibliografía disponible”. Esto es rigurosamente falso, ya que más de 30 equipos científicos de todo el mundo han concluido que la exposición a distintos niveles de bisfenol provoca, con toda probabilidad en animales y, posiblemente, también en personas, alteraciones en el sistema endocrino por imitación de la hormona estrogénica (lo que se denomina “estrogenicidad”), subfertilidad, toxicidad y hasta distintos tipos de cáncer. También es cierto que un buen número de estudios internos de la industria, así como otros publicados en revistas científicas y en revistas de la propia industria, muestran una ausencia de riesgos sanitarios. Cada cual ve la botella medio llena o medio vacía según sus intereses.
Ahora urge retirarlo de todos los demás productos de consumo y exigir responsabilidades a sus fabricantes por los daños causados en nuestra salud y en el medioambiente. Y continuar con otros productos tóxicos simlares de uso cotidiano.