NO CREO en conseguir a una persona que me “llene la vida”, CREO en una vida llena, para poder compartir la felicidad con otra persona.
NO CREO que el amor lo genere alguien, CREO que el amor está en nosotros, si hemos llegado a crecer lo suficiente como para desarrollarlo y mantenerlo, y que de pronto se dispara por personas que comparten pensamientos y sentimientos.
NO CREO en la exclusividad de dar y estar, CREO en una actitud frente a la vida integral, con diferentes expresiones, pero sin condiciones.
NO CREO en el amor de hoy prometido para toda la vida, CREO en el respeto y en la sinceridad, y en el amor maduro que nos deja espacio para crecer juntos.
CREO en el amor que dos deciden, en el amor que compartimos sin presiones y sin exigencias, NO CREO en esfuerzos “unilaterales” para lograr ser amados.
NO CREO en el “amor” a primera vista ni en “creer en alguien” en muy poco tiempo, CREO en hablar el mismo idioma, en la comodidad de estar cerca, en conexiones de energía, como los ríos que se unen en un mismo curso.
NO CREO en amar sufriendo, CREO en amar con armonía. En que el amor es más y nunca menos. En el “te quiero” sin por qué.
NO CREO en amores que cortan, en amores que frenan, CREO en las relaciones que nos apoyan en los malos momentos, que leen la mirada, que sonríen con el alma, que están.
NO CREO en callarse por no dañar, CREO en la comunicación como la mejor vía para construir, coincidir y decidir.
CREO en la naturaleza del fluir y coincidir. En el estar centrados para escuchar hasta dónde podemos llegar.
CREO en la absoluta sinceridad al decir “TE AMO” y también al decir “ME VOY”.
CREO en que la vida la construimos nosotros y CREO en la frase que dice: “La vida es 10% lo que nos sucede y 90% cómo reaccionamos ante ello”, y lo único que nos puede asegurar que así sea, es tener la valentía de enfrentarla sin miedos en el presente ya que el mañana podría no estar.
CREO que debemos asegurarnos cómo lo hacemos llegar, porque nos toca puntos distintos, pero al final es uno solo el que está en nosotros como consecuencia de tener mente, emoción, sentimientos y corazón.
CREO en Dios como un ciego cree en el sol; no porque lo ve, sino porque “lo siente.”