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Socio-Política: Medio Oriente
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 28/02/2011 06:23 |
Peter Popham (The Independent) |
La revolución avanza. Mientras Khadafi suelta a sus matones y mercenarios para la pelea final en las calles de Trípoli, hay varias muertes en Irak a medida que las protestas se hacen más duras. El rey Abdulá de Arabia Saudita intenta sobornar a sus súbditos con una coima de 35.000 millones de dólares en viviendas, servicios sociales y becas. Ahí nomás en Bahrein sueltan presos políticos pero la situación no se calma. En Irán, el presidente Ahmadinejad no para de hablar, encantado, sobre el caos en el mundo árabe, sin mencionar el creciente odio en su propio país. La oposición en Yemen gana fuerza cada día.
Y no es cosa del Medio Oriente nada más. Es una crisis africana: Túnez, donde todo empezó, es un país africano y esta semana un desesperado veterano de guerra se quemó vivo frente al palacio presidencial de Senegal, imitando a Mohamed Bouazizi, el vendedor ambulante cuyo suicidio disparó la revolución tunecina. El espíritu de la revuelta se extiende como un incendio a media docena de naciones africanas desgobernadas, con serios disturbios en Mauritania, Gabón, Camerún y Zimbabwe.
Nadie está a salvo. Docenas de activistas chinos siguen detenidos o bajo vigilancia, y el gobierno cerró la red LindedIn para evitar protestas al estilo árabe. En lo que debe ser el régimen más represivo del planeta, Corea del Norte, el ejército reprimió una protesta en Sinuiji matando a cinco personas. Y no fue la única ciudad en manifestarse. Los generales que gobiernan Burma detrás de un fino barniz institucional no sacan el ojo de Medio Oriente, listos para volver a encarcelar a Aung San Suu Kyi a la primera señal de manifestaciones.
Nadie es inmune a esta ola de rebelión porque la globalización es un hecho. Los mercados están conectados de un modo íntimo y los problemas de uno enseguida se transforman en la furia del otro. Hace veinte años, las cosas eran más manejables. Cuando la producción de granos de la Unión Soviética se cayó en los años ochenta y un país que había sido exportador de granos tuvo que importarlos, el resultado fue la caída del sistema en unos pocos años. Pero eso fue todo. Hoy no hay esos diques y, gracias a las comunicaciones digitales, las cosas se aceleraron.
¿Por qué ahora? Hay varias explicaciones en oferta: nuevas poblaciones urbanas con educación y sin empleo, décadas de resentimiento acumulado contra lo que Peter Bergen, de la New American Foundation, define como “cleptocracias autoritarias y endogámicas que no saben gobernar”, Facebook y Twitter subvirtiendo el control de la población.
Lo que no aparece en la lista, para el asombro y alivio de EE.UU. y Europa son las cosas que se suponía eran la base del populismo árabe: el fundamentalismo islámico combinado con antisionismo y antiamericanismo. Como destacó un egipcio tras la caída de Mubarak, en ningún momento en las semanas de disturbios se le ocurrió a alguien atacar las embajadas de Israel o de Estados Unidos, aunque están a unas cuadras de la plaza Tahrir. “Ni siquiera les tiraron una botella de Coca”, dijo.
Claro que esto no significa que los aliados de Al Qaida no vayan a tratar de aprovechar el caos en Libia, tratando de que sea una Somalia en el Mediterráneo. Y nada garantiza que estas revueltas resulten en democracias. Es que la raíz verdadera de estos eventos, más allá de las discusiones sobre redes sociales, es un problema que va a empeorar en los años próximos, un problema que nadie puede realmente controlar.
La primera advertencia fue un documento publicado en diciembre en la página de la FAO, la organización dedicada a la alimentación y la agricultura de la ONU. “Los recientes episodios de extrema volatilidad de precios en los mercados agropecuarios internacionales anuncian riesgos crecientes y más frecuentes para la seguridad alimentaria del mundo. Hay un creciente consenso sobre que el sistema global de producción de alimentos es más vulnerable y susceptible a episodios de extrema volatilidad de precios. A medida que los mercados se integran en la economía mundial, los cambios en la arena internacional pueden ahora trasladarse y propagarse a los mercados locales de un modo más rápido.”
Estos cambios ocurrieron lejos de El Cairo y de Trípoli. Incluyeron incendios en Rusia que destruyeron cientos de miles de hectáreas de granos, fuertes lluvias en Canadá que arruinaron la cosecha de trigo, un verano caluroso y seco en Argentina que disminuyó la cosecha de soja, inundaciones en Australia que arrasaron el trigo. Medio Oriente, con su superpoblación y sus desiertos, importa la tercera parte del trigo del mundo. El efecto combinado de estos problemas en los países productores le creó una inflación en la canasta alimentaria del 32 por ciento en el segundo semestre de 2010.
La FAO atribuye esta volatilidad extrema de los precios a los desastres naturales como los terremotos, tsunamis y ciclones. “Históricamente, los episodios de extrema volatilidad son raros. Como los desastres naturales, tienen una baja posibilidad de ocurrir pero crean grandes riesgos y costos a las sociedades que los sufren.”
A comienzos de 2008 ocurrió otra cadena de problemas similar que causó disturbios por el precio de los alimentos en cuarenta países, de Haití a Bangladesh, pasando por México, Uzbekistán y Eritrea, además de otros que volvieron ahora a las primeras planas, como Yemen, Egipto, Marruecos, Mauritania, Senegal y Zimbabwe. Estos son parte de la lista de 80 países que combinan bajos ingresos con poca producción de alimentos, lo que los deja particularmente expuestos a las fluctuaciones de precios. En esos países, importar alimentos puede llevarse el 70 por ciento de los ingresos. Cuando el precio de las harinas y los granos sube un 30 por ciento, el resultado es extremadamente duro, tan duro que la gente sale a la calle.
El jefe del equipo económico de la FAO, Abdolreza Abbassian, anunció a su manera seca y académica el desorden que venía. “Se está poniendo incómodo”, dijo en diciembre. “Varios países, especialmente países pobres, dependen demasiado de los mercados internacionales y tienen que importar alimentos a precios mayores. No es posible predecir si esto producirá disturbios como los que vimos en 2008.”
Para los pobres de Medio Oriente, la suba de precios de comienzos de este año fue como un segundo terremoto en tres años. Pero al contrario de con un terremoto, esta vez había a quién echarle la culpa. Tan central era el problema, tan grande la furia, que cuando las marchas desbordaron las calles de Túnez el presidente Zine el Abidine Ben Ali declaró el estado de emergencia y al mismo tiempo prometió reducir el precio de la canasta alimentaria. Fue poco y fue tarde; para mediados de diciembre era historia.
Cuando el derrocado presidente partía al exilio, The Washington Post se preocupó con la posibilidad de que “estemos viendo el comienzo de una segunda ola de protestas mundiales por los precios de los alimentos”. Ya sabemos que las cosas resultaron algo diferentes: disturbios en 2008, revoluciones en 2011. La pregunta es dónde ocurrirán los próximos eventos y qué serán.
Página/12, Buenos Aires, 27/2/11 http://www.pagina12.com.ar/
Difundido por Correspondencia de Prensa germain5@chasque.net
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De: Marti2 |
Enviado: 02/03/2011 22:10 |
Entrevista al profesor Vicenç Navarro sobre “Las revoluciones democráticas en el mundo árabe” por la Asociación Progresista de Estudiantes de Catalunya
¿Cómo interpreta usted lo que está ocurriendo en el mundo árabe? - En primer lugar hay que diferenciar lo que ocurre en cada país, pues tienen historias diferentes y un analista debe ser consciente de ello. Egipto, por ejemplo, tiene una historia muy distinta a Marruecos. Habiendo dicho esto es importante también detectar y darse cuenta de que hay hechos comunes, que responden a características comunes.
¿Y cuáles son? - Una de ellas es que son países dictatoriales que sostienen unas estructuras enormemente explotadoras en las que las élites controlan el poder económico y político de aquellos países mediante medidas enormemente represivas. La historia de estos países ha sido el intento por parte de las clases populares, y muy en especial, de sus clases trabajadoras y campesinado, de romper con aquellas estructuras de represión. En muchos de estos países existieron partidos de izquierda fuertes, tales como partidos socialistas y comunistas que fueron enormemente reprimidos.
¿En qué países, por ejemplo? - Egipto, Irán, Irak y Afganistán, entre otros.
Pero la visión que se tiene es que los movimientos más importantes en tales países son los movimientos musulmanes radicales como la Hermandad Musulmana. - Esto no siempre fue así. En realidad, tales movimientos radicales islámicos fueron estimulados y apoyados por aquellos gobiernos como la forma de parar, neutralizar e incluso eliminar a los movimientos de izquierda. Las élites dominantes, con el apoyo de los gobiernos occidentales y, muy en especial, del de EEUU, junto con el gobierno de Arabia Saudí (que es el Vaticano de las fuerzas más reaccionarias del mundo islámico), financiaron los movimientos radicales fundamentalistas para eliminar a los movimientos de izquierda. Hay que recordar que Bin Laden estuvo en su día financiado por el gobierno federal de EEUU y por Arabia Saudí.
¿Y cómo es que ahora estos movimientos están en contra de sus benefactores? - Porque se escaparon del control de sus benefactores. La propia lógica y dinámica de su radicalismo les llevó a situaciones de enfrentamiento con sus financiadores. En realidad, la propia presión de las bases de los movimientos islámicos les llevó a entrar en conflicto con los gobiernos que les sostuvieron. Y los gobiernos occidentales, que les habían utilizado en su lucha contra las izquierdas, vieron que no podían controlarlos y, como vulgarmente se dice, les salió “el tiro por la culata”.
Pero ¿no ha supuesto tal movimiento radical una amenaza para las élites gobernantes de los países árabes y musulmanes? - No necesariamente. En realidad, a tales élites les ha ido bien poder utilizar el miedo y temor al radicalismo islámico para conseguir una ayuda muy sustancial de los gobiernos occidentales. Pero el mayor enemigo para tales élites son las izquierdas y para ello utilizan a los radicales islamistas para conseguir tal fin.
Esto explica que la junta militar egipcia haya entablado conexiones inmediatamente con la Hermandad Musulmana y a la vez prohibido huelgas y reuniones sindicales en Egipto. - Exacto. Esto es lo que está ocurriendo.
Y explicaría también porqué la presentación de lo que está ocurriendo en estos países por parte de los medios de mayor difusión nunca citan las movilizaciones obreras. - Exacto. Parece como si estos millones que se movilizan en Egipto fuesen todos estudiantes universitarios, todos ellos internautas. Las movilizaciones obreras que han sido claves en las rebeliones en cada uno de estos países están siendo silenciadas. Los medios de mayor difusión trasladan a la población la visión de las clases dominantes de los países en los que tales medios existen. Lo que en terminología anglosajona se define como “los establishments políticos y mediáticos”, que promueven siempre una visión de clase. Y esto se aplica tanto para Al Jazeera como para el New York Times (incluyendo naturalmente los mayores medios de difusión en España).
Usted hace referencia a este hecho en su artículo en Público de esta semana. - Sí. Y también en mi artículo sobre Túnez que se publicó en Sistema Digital. En este país, las izquierdas y el movimiento sindical clandestino (que infiltró los sindicatos oficiales) también jugaron un papel clave en la caída del dictador.
¿En su crítica de los medios usted incluye a Al Jazeera? -Al Jazeera está basada en Qatar, que es un sistema feudal. Su línea editorial es, en general representativa de los grupos profesionales de persuasión liberal árabe que tienen una relación compleja con la dictadura que les sostiene. Es valiosa su existencia porque provee otro punto de vista distinto al de las élites de poder del mundo occidental.
¿Qué medios aconseja usted? - En España no hay muchos aunque recomiendo Público, que es el único diario en papel de sensibilidad progresista y de izquierdas que existen en España. En EEUU, el diario Counterpunch, el diario de las izquierdas, es muy completo. Y la cadena de televisión Democracy Now. Pero, las fuentes más importantes del Medio Oriente son los análisis producidos por centros de estudios laborales y económicos existentes en aquellos propios países que trabajan en condiciones dificilísimas y naturalmente la propia resistencia democrática que tiene sus propios sistemas de información clandestina, pero eficaz.
¿Qué cree que ocurrirá en el mundo árabe? - Vemos ahora una enorme movilización para marginar a las auténticas fuerzas de liberación, tal como ocurrió en Irán, Irak y Afganistán. La democracia que las fuerzas dominantes en aquellos países desean, en alianza con las élites gobernantes de EEUU y de la UE, será una democracia muy incompleta, supeditada y claramente orientada a debilitar a la clase trabajadora. Por otra parte la presión democrática continuará y el futuro depende de las alianzas de tales clases trabajadoras con sectores del campesinado y con las clases medias profesionales. Un deseo común que fundamenta estas alianzas es el deseo de desarrollar la democracia. Esta demanda de democracia se aplica a todas las partes del mundo.
Una de las tesis que usted ha enfatizado todos estos años es que la demanda auténticamente revolucionaria en el siglo XXI es la demanda democrática. Le cito de uno de sus trabajos “El objetivo de las fuerzas progresistas en el siglo XXI no es la nacionalización de los medios de producción sino el establecimiento de la democracia en nuestros países.” - Exacto. Fíjense en España o en EEUU. En estos países así como en la mayoría de países llamados democráticos, la democracia es muy limitada. En EEUU es incluso cuestionable que exista democracia. Y la población es consciente de ello. Nada menos que el 74% de la población estadounidense dice que no se siente representada por el Congreso de EEUU, y ello como resultado del maridaje entre el mundo financiero y de las grandes empresas con el mundo político al cual financia. Y en España, vemos la enorme distancia entre el establishment político por un lado (que aprueba, casi unánimemente, en las Cortes españolas el retraso obligatorio de la edad de jubilación de 65 a 67 años) y la gran mayoría de la ciudadanía (el 82%) que está en contra. En España, la gran influencia de la banca y de las grandes empresas controla las decisiones políticas y la ciudadanía lo sabe. Según las encuestas del CIS la mayoría de la población dice que la banca tiene más poder que el gobierno. De ahí que las exigencias democráticas hoy son auténticamente revolucionarias, porque a través de ellas se cuestiona el enorme poder financiero y empresarial que domina nuestras vidas.
Ver entrevista en PDF
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De: Marti2 |
Enviado: 02/03/2011 22:10 |
Entrevistamos a nuestro compañero Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica Catalana y redactor de Webislam, sobre la revolución naciente en el mundo árabe. Hablamos sobre la incidencia del islam en las revueltas, sobre las esperanzas y las aspiraciones de los manifestantes, sobre las injerencias exteriores, sobre la manipulación de la prensa y el impacto de las revueltas sobre la imagen del islam en occidente.
En Egipto y Túnez ha caído el tirano, pero ¿ha caído la tiranía?
No, en absoluto. Asistimos en este momento a la contra-revolución: a Ben Ali le sucedió Gannuchi y a Mubarak Omar Suleiman, perros del mismo amo. Pero en Túnez y en Egipto siguen las protestas, y ahora ha caído Gannuchi… En este sentido, creo que la insurrección no han hecho más que comenzar. Se trata de un movimiento que aspira a mucho más que a un simple cambio de imagen. De ahí el slogan: al-shaab yurid isqat annizam. El pueblo quiere derrocar el sistema. Los jóvenes y los trabajadores árabes son conscientes de la naturaleza del mal que les oprime… La tiranía no es solo militar, sino también económica, incluso espiritual. La tiranía militar es solo la cobertura de la tiranía más feroz: la del neoliberalismo, los dictados del Fondo Monetario Internacional, la pobreza acuciante, la precariedad y la burocratización creciente de la vida. Y estas son el resultado de la destrucción del ser humano como criatura abierta a Al-lh y a la Última vida, su reducción a una mera fuerza de trabajo en un engranaje pensado para esclavizarlo. La negación del fin último del ser humano. Ese es el enemigo, tanto en El Cairo como en Barcelona.
¿Cuál es tu valoración de las revueltas?
Los pueblos árabes están dando una lección a todo el mundo. Hay que felicitarse por el modo en el cual se han realizado las protestas, especialmente en Tunez y en Egipto, la no-violencia y el civismo de los manifestantes, su caráceter interreligioso, el coraje de aquellos que se han enfrentado a la policía, los comites populares, incluso su utilización creativa de nuevos mecanismos de movilización… No me extraña que Michael Hardt y Antonio Negri sitúen a los árabes a la vanguardia democratizadora.
Nos hallamos ante el estallido de una nueva generación de musulmanes y de musulmanas, conscientes políticamente, que no se dejan engañar ni por la retórica islamista, ni por las mentiras de los gobiernos occidentales. Solo nos queda desear que esta claridad de ideas se extienda a su propia vivencia del islam, que los conduzca a recuperar los elementos libertarios del islam. Si esto es así, hay motivos para la esperanza.
¿Hacia dónde crees que se dirige la situación, cual es su futuro?
No sabemos lo que va a pasar, el imperio siempre tratará de manipular las revueltas para su beneficio… Tampoco esta claro hasta que punto los insurrectos permanecerán unidos, o cada uno se centrará en sus intereses. La clase media contentándose con reformas políticas, los partidos de izquierda luchando por mantener viva la dimensión social de las revueltas, los islamistas reivindicando lo suyo. Y los imames de al-Azhar ya se han manifestado, pidiendo que se mantengan sus privilegios como funcionarios...
No niego un cierto escepticismo. Aunque la buena noticia es que se puede ser al mismo tiempo trabajador, joven, blogero e islamista. Es en la conexión entre los distintos grupos donde la revolución cobra su fuerza, se hace capaz de neutralizar las fuerzas contra-revolucionarias. Pero este es el reto más difícil, el que exige abandonar puntos de vista previos en pos de un nuevo consenso ciudadano. Ese es el futuro que deben tratar de construir, insha Al-lh.
La prensa occidental se ha posicionado mayoritariamente a favor de los manifestantes
La prensa mayoritaria de occidente ha tratado de salvar los trastos, como se dice vulgarmente, pasando página rápidamente al hecho de que la mayoría de las dictaduras árabes son aliadas de occidente, incluídas las de Tunez y Egipto, pero también Arabia Saudí, Kuwait, Qatar, Bahrein, Jordania, Marruecos... Y ha tratado de manipular la situación, por lo menos en tres sentidos. Primero: ha tratado de hacer ver que las revueltas han contado con el apoyo occidental desde el principio, lo cual es falso. Segundo: ha tratado de minimizar la presencia del islam. Y, tercero: ha ocultado la implicación de los trabajadores, de los partidos de izquierda y de los sindicatos. No nos han contado como los trabajadores abandonaron las fábricas y llenaron las calles. Es decir: han negado la naturaleza islámica y de clase de la revolución en curso, mostrándolas como revueltas pro-occidentales… Se comprende que prácticamente hayan dejado de informar de la continuación de las protestas tras las caídas de Ben Ali y de Mubarak, como si ese fuese el fin. En este sentido, los mass media han actuado como instrumentos del sistema.
¿Cuál es, según tu perspectiva, la incidencia del islam en las revueltas?
Solo hay que ver los rezos multitudinarios en la plaza de Tahrir para darse cuenta de que el islam es el din de la mayoría de los manifestantes. No hay que olvidar que el rechazo de la opresión y la lucha contra la injusticia social forman parte de las enseñanzas del islam, así como la prohibición de la usura, de los monopolios, de la acumulación de la riqueza… Todo ello repugna profundamente al musulmán, es algo muy presente en el lenguaje de la calle.
Ahora bien, esta incidencia del islam trasciende lo meramente ideológico, no se vehícula necesariamente a través de ningún partido específico, ni a través de ningún líder mesiánico. En este sentido nos damos cuenta de que se ha superado la vieja retórica islamista, que pretendía que la aplicación anacrónica del fiqh tradicional (que ellos llaman, abusivamente, Sharia) traería la solución de todos los problemas. Al mismo tiempo, se pone en evidencia la lejanía de pueblo respecto al discurso conservador y quietista de [la Universidad de] al-Azhar, siempre al servicio del que manda. Nos situamos en una nueva perspectiva, la de un islam liberador, liberado de la tiranía, capaz de devolver al ser humano a su condición de califa de la creación, insha Al-lh.
¿Cuál crees que puede ser el impacto de las revueltas en occidente?
Hemos visto numerosas reacciones de sorpresa. Muchos han descubierto de repente el dinamismo del pueblo árabe, su capacidad de movilización y la conciencia social y de clase de los trabajadores. En numerosos artículos publicados estos días podemos ver como las insurrecciones árabes han trastocado la perspectiva occidental sobre el islam. Han dado un golpe mortal a la islamofobia. Esta seguirá, por supuesto, pero cada vez será menos creíble. Más bien, la imagen resultante es la de los musulmanes rezando y exigiendo, de forma pacífica, unos derechos que les han sido negados por dictaduras al servicio de occidente.
Algunas voces advierten de que detrás de las revueltas esta la mano alargada del imperio. ¿Qué piensas de esta posibilidad?
Que el imperio conspira todos lo sabemos, eso no es ningún descubrimiento. Ha sido así desde el principio de los tiempos. Pero pretender que los pueblos árabes se rebelan movidos por la mano del imperio es negarles su voz, hablar de ellos como si fueran marionetas, como si no valiesen nada ni tuviesen voluntad. No importa lo que digan, ni lo que expresen, ni cuales son sus objetivos y motivaciones personales... Me parece una actitud racista. Pues eso no se diría sobre los manifestantes en París, ni se ha dicho sobre los de Grecia. Se puede decir de los árabes porque son árabes.
A los que pretenden eso, yo les haría una pregunta: ¿Son los trabajadores yemeníes y egipcios que entran en huelga pidiendo libertad sindical y mejoras salariales agentes del imperialismo? ¿Lo son los manifestantes que en Yemen, en Egipto y en Túnez han enarbolado la imagen del Che? Es indudable que el imperio mueve ficha y existe una contra-revolución en curso. Pero no nos confundamos: los pueblos árabes que se rebelan contra la dictadura no lo hacen al servicio de intereses extranjeros, sino por su dignidad y sus derechos, con la esperanza de poder construir por si mismos su futuro, con la ayuda de Al-lh.
El caso de Gaddafi es particular, esto choca con su discurso anti-imperialista.
Personalmente, te diré que Gaddafi me ha parecido siempre un tirano, cuya megalomanía lo ha llevado a explorar todo tipo de proyectos, desde el panarabismo hasta el panafricanismo, pasando por la idea de una República Popular nunca realizada. Y así lo he escrito anteriormente, poniéndolo en el mismo saco que a Mubarak y a Mohammed VI. Creo que hace ya muchos años se le fue la cabeza. El ser el “enemigo del Imperio”, los intentos de asesinato, los bombardeos del 86, el ejercicio inmisericorde del poder, el dinero del petróleo, el nepotismo de sus familiares… todo esto puede trastornar a cualquiera. Desde hace diez años su anti-imperialismo ha quedado para la retórica. Su relación con Blair y Berlusconi es conocida, así como el proceso de privatización de los servicios públicos, las inversiones de su familia en multinacionales, el infame tratado firmado con Italia... Hay que saber que Libia es uno de los cómplices de las políticas migratorias de la UE, y ha encarcelado en campos de concentración a miles de inmigrantes repatriados desde Europa. Cuando falta espacio, se los deja en el desierto o, simplemente, se los mata... Pero ya mucho antes, Gaddafi tiene un historial de represión que puede competir con el de sus colegas.
Hay voces que alertan de una posible intervención de la OTAN en Libia, que se podría hacer realidad en breve
Me temo que esta es una posibilidad plausible. Sería un desastre, el peor de los escenarios posibles, el fin a las revueltas árabes y el retorno a la vieja política colonialista. Si la OTAN o los EEUU amenazan con intervenir en Libia, no cabe duda de que es para tratar de controlar una situación que se les escapa. En Tunez y en Egipto lo han logrado dando continuidad al régimen y prometiendo ciertas reformas democráticas. Pero Libia es otra cosa: si cae Gaddafi, no hay continuidad posible, y la rebelión no parece estar por un acuerdo. El hecho de que hayan rechazado la ayuda americana es una prueba de su independencia. Si esto es así, hay que apoyar a los rebeldes, y esperar que sepan repeler dicha agresión externa, insha Al-lh.
Pero hay que reconocer que no sabemos lo que esta pasando, la información es muy confusa. Por un lado se nos habla de bombardeos con aviones contra los civiles, de fosas comunes, pero aún no hemos visto los cadáveres... Parece que asistimos a una operación propagandística, similar a tantas otras, para justificar una invasión. Tal vez Obama piense que con esto puede ganar votos.
Dejando aparcado el caso libio, ¿qué enseñanza podemos sacar de las rebeliones árabes?
No es tiempo de balance, pero por ahora se me ocurre: el dinamismo y la creatividad de los pueblos árabes, que han pasado de ser los parias de la tierra a situarse en la vanguardia. Los musulmanes han resucitado la lucha de clases, en pleno proceso globalizador. El islam de los clérigos oscurantistas no ha conseguido acallar la fuerza revolucionaria del islam. El poder del pueblo cuando toma conciencia y se mobiliza para acabar con una situación injusta, la capacidad de auto-organizarse al margen del Estado... ¡Lo cual no es poca cosa!
Ciertamente, no sabemos lo que sucederá, y sin duda las insurrecciones se enfrentan a enemigos poderosos. Desde aquí, nuestra tarea es la de apoyar, saludar, acompañar, pero también aprender y pensar modos de aplicar estas y otras enseñanzas en nuestro contexto.
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De: Marti2 |
Enviado: 18/03/2011 03:04 |
¿Cómo se redefinirá el mundo árabe?
El segundo despertar árabe de la historia –el primero fue la revuelta contra el imperio otomano– requiere algunas nuevas definiciones, quizá incluso algunas palabras nuevas. Y una nueva calculadora que registre al instante la vieja era de los dictadores y el creciente ejército de jóvenes. El que sobreviva hasta llegar a la senilidad puede entrar en la categoría de grandes criminales políticos de la historia contemporánea.
Mi colega magrebí Béchir Ben Yahmed ha señalado que, después de 42 años en el poder, Muammar Kadafi se ha unido a los peores de todos. Kim Il-Sung llegó a 46 años, Saddam Hussein apenas a 35. Mubarak sumó 32 años en la escala de los dictadores; Sékou Touré, de Guinea, 26, los mismos que Franco de España y Salazar de Portugal. En esta escala, los raquíticos 10 años de Tony Blair reducen sustancialmente su estatus de criminal de guerra, un hombre al que se le podría permitir –en vez de comparecer ante un juez por la ilegal invasión a Irak– una villa de lujo en Sharm el-Sheij (que era donde, después de todo, Cherie gustaba de hospedarse a costa del gobierno de Mubarak).
Ben Yahmed sugiere que en el violento caso de Libia no nos encontramos tanto ante una revolución como ante una anarquía revolucionaria basada en el tribalismo, puesto que Libia puede estar en el proceso de desintegrarse. No estoy muy seguro de coincidir, aunque los ciudadanos de Bengasi querrían que los de Trípoli sepan que ellos fueron sus libertadores. Kadafi, de hecho, se ha vuelto una especie de reincidente , aunque, si bien la oposición ha cantado victoria demasiado pronto, ahora sólo gobierna un Estado mitad Kadafi , el cual sólo puede ser temporal.
Y tendremos, estoy seguro, que redefinir la naturaleza del acto que encendió la mecha proverbial –y real–: la inmolación por fuego de Mohamed Bouazizi, quien, aplastado por el Estado y su corrupción, y luego abofeteado por una policía, escogió la muerte en vez de la continuación de la qahr, que podría traducirse como impotencia absoluta . Prefirió, en palabras del sicoanalista turco Fethi Benslama, la aniquilación a una vida de nada absoluta . Bouazizi, sin embargo, no se unirá a la lista de los mártires favoritos de Al Qaeda. No se llevó enemigos con él; su yihad nació de la desesperación, la cual de seguro no es alentada por el Corán. Aportó una prueba de que un suicida puede generar sin proponérselo una revolución y convertirse en mártir para un pueblo oprimido, más que para Dios. Su muerte –aunque sé que me dirán que esa decisión corresponde a una autoridad más alta– no le garantizó entrar en el paraíso, pero se le debe conceder mayor importancia política que a la de un atacante suicida. Fue, de hecho, un antikamikaze.
En un año en que la última Rue Pétain que quedaba fue borrada en la Francia rural –Beirut remplazó la suya en 1941, con la caída del régimen de Vichy–, es apenas justo decir que un montón de tributos con los que se adulaba a Kadafi tendrán que ser derribados en los escombros de su Estado cuando acabe de derrumbarse. Los museos del Libro Verde –tal vez hasta los restos de su casa pulverizada por bombas estadunidense en 1986–tendrán en su momento un furioso fin. Al día siguiente de la caída de Mubarak, personal del hotel Marriott en Zamalek se escabulló con su retrato; los visitantes futuros notarán con ligera inquietud la extraña claridad del papel tapiz a la izquierda de la recepción.
Y hay montones de calles Mubarak, estadios Mubarak y hospitales Mubarak que renombrar. El economista Mohamed el-Dahshan se ha referido a la desmubarakización de Egipto; supongo que ahora todas las calles Mubarak se volverán calles 25 de Enero –fecha del comienzo de la última revolución egipcia– y me temo que, si el 80 por ciento chiíta de Bahrein llega algún día a gobernar el país, habrá mucha desjalifación. Y en Libia, la deskadafización ya empezó. Pero si bien la revolución egipcia es –salvo un contragolpe del viejo aparato mubarakista– la historia más feliz que he cubierto en Medio Oriente, todavía temo que mucha de ella terminará en lágrimas, pues las nuevas democracias suelen acabar en algo parecido a los regímenes anteriores. Arabia Saudita sigue siendo el alfil negro en mi tablero. Veremos qué pasa el próximo viernes.
Espero, sin embargo, que el fervor de los revolucionarios del mundo árabe no los lleve a borrar la identidad de ciudades enteras. Bengasi no debe convertirse en la ciudad de los 11 mártires –como Stalingrado se convirtió en la patética Volgogrado–, ni hay que cambiar el nombre a Tobruk. Los tunecinos adoptaron Cartago como nom de plume de Túnez. De hecho, vale la pena recordar la historia más reciente de las tierras que los periodistas recorremos ahora a toda velocidad en nuestros 4x4. Mis colegas que viajan a Libia desde el oeste pasan como ráfagas El Alamein y de allí a Tobruk. La semana pasada manejé de noche desde Túnez, en el oeste, y los faros del auto iluminaban letreros de lugares hasta el paso Kasserine, donde los estadunidenses creían haberle puesto una felpa a Rommel pero recibieron una más sangrienta por cortesía del Afrika Korps en Mareth, famoso por la línea Mareth, sistema de fortificaciones construido por los franceses antes de la Segunda Guerra Mundial. El finado Louis Heren, quien fue mi jefe de corresponsales en el Times, fue cocinado en su tanque en las afueras de Bengasi, y sobrevivió.
Resulta extraño, pero todo se vino abajo entre Tobruk y Túnez en la Segunda Guerra. Tobruk cayó ante los británicos en enero de 1941, fue sitiada por el Afrika Korps durante 200 días, liberada por el general Cunningham en noviembre, capturada por Erwin Rommel en junio 1942 –un desastre , murmuró Churchill al escuchar la noticia en una visita a la Casa Blanca– y recapturada por los aliados cinco meses después. Ahora es la primera ciudad liberada por la oposición a Kadafi. El guionista de cine francés Michel Audiard, quien escribió el libreto de la cinta Taxi a Tobruk, sobre el Zorro del Desierto, dijo que en su opinión “lo único disfrutable en la guerra es el desfile de la victoria… antes de eso todo es una mierda”.
¿Quién puede estar en desacuerdo, siempre y cuando ganen los que deben? ¿Reincidentes? ¿Antikamikazes? Estados medio Kadafi, revoluciones, rebeliones, insurrecciones, despertares árabes: por lo común son un asunto sangriento. Sin embargo, tengo que decir que mi redefinición favorita apareció en un estupendo cartón del diario tunecino La Presse la semana pasada, luego que Beji Caid Essebsi fue nombrado primer ministro. “En realidad –dice el cartón tunecino–, nuestro verdadero primer ministro se llama Facebook.”
© The Independent
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De: Marti2 |
Enviado: 18/03/2011 03:06 |
Cinco causas de la insurrección árabe
Cuáles son las causas del vendaval de libertad que, de Marruecos a Bahréin, pasando por Túnez, Libia y Egipto, sopla sobre el mundo árabe? ¿Por qué motivos estas simultáneas ansias de democracia se expresan precisamente ahora?
A estas dos preguntas, las respuestas son de diversa índole: histórica, política, económica, climática y social.
1. Histórica. Desde el final de la Primera Guerra Mundial y la implosion del Imperio otomano, el interés de las potencias occidentales por el mundo árabe (Oriente Próximo y África del Norte) ha tenido dos principales incentivos: controlar los hidrocarburos y garantizar un hogar nacional judío. Después de la Segunda Guerra Mundial y del traumatismo universal del Holocausto, la creación del Estado de Israel, en 1948, tuvo como contrapartida la llegada al poder, en varios Estados árabes liberados del colonialismo, de fuerzas antisionistas (opuestas a la existencia de Israel): de tipo “militar nacionalista” en Egipto y Yemen, o de carácter “socialista árabe” en Irak, Siria, Libia y Argelia.
Tres guerras perdidas contra Israel (en 1956, 1967 y 1973) condujeron a Egipto y a Jordania a firmar tratados de paz con el Estado judío y a alinearse con Estados Unidos que ya controlaba –en el marco de la Guerra Fría– todas las petromonarquías de la península Arábiga así como el Líbano, Túnez y Marruecos. De este modo, Washington y sus aliados occidentales mantenían sus dos objetivos prioritarios: el control del petróleo y la seguridad de Israel. A cambio, protegían la permanencia de feroces tiranos (Hasán II, el general Mubarak, el general Ben Alí, los reyes saudíes Faisal, Fahd y Abdalá, etc.) y sacrificaban cualquier aspiración democrática de las sociedades.
2. Política. En los Estados del pretendido “socialismo árabe” (Irak, Siria, Libia y Argelia), bajo los cómodos pretextos de la “lucha antiimperialista” y de la “caza de comunistas”, también se establecieron dictaduras de partido único, gobernadas con mano de hierro por déspotas de antología (Sadam Hussein, Al Assad padre e hijo, y Muamar al Gadafi, el más demencial de ellos). Dictaduras que garantizaban, por lo demás, el aprovisionamiento en hidrocarburos de las potencias occidentales y que no amenazaban realmente a Israel (cuando Irak pareció hacerlo fue destruido). De ese modo, sobre los ciudadanos árabes, cayó una losa de silencio y de terror.
Las olas de democratización se sucedían en el resto del mundo. Desaparecieron, en los años 1970, las dictaduras en Portugal, España y Grecia. En 1983, en Turquía. Tras la caída del muro del Berlín, en 1989, se derrumbó la Unión Soviética así como el “socialismo real” de Europa del Este. En América Latina cayeron las dictaduras militares en los años 1990. Mientras tanto, a escasos kilómetros de la Unión Europea, con la complicidad de las potencias occidentales (entre ellas España), el mundo árabe seguía en estado de glaciación autocrática.
Al no permitirse ninguna forma de expresión crítica, la protesta se localizó en el único lugar de reunión no prohibido: la mezquita. Y en torno al único libro no censurable: el Corán. Así se fueron fortaleciendo los islamismos. El más reaccionario fue difundido por Arabia Saudí con el decidido apoyo de Washington que veía en él un argumento para mantener a los pueblos árabes en la “sumisión” (significado de la palabra ‘islam’). Pero también surgió, sobre todo después de la “revolución islámica” de 1979 en Irán, el islamismo político que halló en los versos del Corán argumentos para reclamar justicia social y denunciar la corrupción, el nepotismo y la tiranía.
De ahí nacieron varias ramas más radicales, dispuestas a conquistar el poder por la violencia y la “Guerra Santa”. Así se engendró Al Qaeda...
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, las potencias occidentales, con la complicidad de las “dictaduras amigas”, añadieron un nuevo motivo para mantener bajo férreo control a las sociedades árabes: el miedo al islamismo. En vez de entender que éste era la consecuencia de la carencia de libertad y de la ausencia de justicia social, agregaron más injusticia, más despotismo, más represión...
3. Económica. Varios Estados árabes padecieron las repercusiones de la crisis global iniciada en 2008. Muchos trabajadores de estos países, emigrados en Europa, perdieron su trabajo. El volumen de las remesas de dinero enviadas a sus familias disminuyó. La industria turística se marchitó. Los precios de los hidrocarburos (en aumento estas últimas semanas a causa de la insurrección popular en Libia) se depreciaron. Simultáneamente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso, a Túnez, Egipto y Libia, programas de privatización de los servicios públicos, reducciones drásticas de los presupuestos del Estado, disminución del número de funcionarios... Unos severos planes de ajuste que empeoraron, si cabe, la vida de los pobres y sobre todo amenazaron con socavar la situación de las clases medias urbanas (las que tienen precisamente acceso al ordenador, al móvil y a las redes sociales) arrojándolas a la pobreza.
4. Climática. En este contexto, ya de por sí explosivo, se produjo, el verano pasado, un desastre ecológico en una región alejada del mundo árabe. Pero el planeta es uno. Durante semanas, Rusia, uno de los principales exportadores de cereales del mundo, conoció la peor ola de calor y de incendios de su historia. Un tercio de su cosecha de trigo fue destruida. Moscú suspendió la exportación de cereales (que sirven también para nutrir al ganado) cuyos precios inmediatamente subieron un 45%. Ese aumento repercutió en los alimentos: pan, carne, leche, pollo... Provocando, a partir de diciembre de 2010, el mayor incremento de precios alimentarios desde 1990. En el mundo árabe, una de las principales regiones importadoras de esos productos, las protestas contra la carestía de la vida se multiplicaron...
5. Social. Añádase a lo precedente: una población muy joven y unos monumentales niveles de paro. Una imposibilidad de emigrar porque Europa ha blindado sus fronteras y establecido descaradamente acuerdos para que las autocracias árabes se encarguen del trabajo sucio de contener a los emigrantes clandestinos. Un acaparamiento de los mejores puestos por las camarillas de las dictaduras más arcaicas del planeta...
Faltaba una chispa para encender la pradera. Hubo dos. Ambas en Tunez. Primero, el 17 de diciembre, la auto-immolación por fuego de Mohamed Buazizi, un vendedor ambulante de fruta, como signo de condena de la tiranía. Y segundo, repercutidas por los teléfonos móviles, las redes sociales (Facebook, Twitter), el correo electrónico y el canal Al-Yazeera, las revelaciones de WikiLeaks sobre la realidad concreta del desvergonzado sistema mafioso establecido por el clan Ben Alí-Trabelsí.
El papel de las redes sociales ha resultado fundamental. Han permitido franquear el muro del miedo: saber de antemano que decenas de miles de personas van a manifestarse un día D y a una hora H es una garantía de que uno no protestará aislado exponiéndose en solitario a la represión del sistema. El éxito tunecino de esta estrategia del enjambre iba a convulsionar a todo el mundo árabe.
Ignacio Ramonet Le Monde diplomatique
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De: Marti2 |
Enviado: 18/03/2011 03:08 |
La preocupación se instala en las monarquías del golfo y en sus aliados occidentales
Mientras la atención mediática occidental sigue centrada en los acontecimientos de Libia, olvidando u ocultando intencionadamente lo que ocurre en Túnez o Egipto, pasando por alto las protestas de Marruecos o Argelia, otra sucesión de protestas está comenzando a sacudir los cimientos de las hasta ahora “intocables” monarquías del Golfo Pérsico. Las “ganas” que muchas cancillerías occidentales le tienen desde hace tiempo al dirigente libio Muamar al-Gadafi, con el que al mismo tiempo mantienen importantes acuerdos de gran importancia estratégica (petróleo e inmigración, por ejemplo) y el temor a que la ola de cambio que demanda la calle árabe acabe con los aliados locales que tienen esos actores occidentales en toda la región, son algunos de los argumentos que “justifican” ese silencio informativo sobre lo que está teniendo lugar en algunos de los estados del Golfo.
El nerviosismo parece haberse apoderado de los “cleptócratas reales” de esa región, y buena prueba de ello es la reunión que estos días ha celebrado el llamado Consejo de Cooperación del Golfo en Manama, la capital de Bahrein. En la misma se ha podido entrever nuevamente la animadversión que las monarquías locales tienen a todo cambio democrático, y el terror que les produce cualquier conato de protesta popular en esa dirección. El peso que en este tipo de reuniones tienen los dirigentes sauditas se ve acrecentado por el interés manifiesto de los mismos por evitar cualquier repetición de lo que está ocurriendo en otros estados árabes, y con el pulso que de fondo parecen mantener desde hace tiempo con Irán por hacerse con la privilegiada posición de influencia en la zona.
Como bien señalaba recientemente un reputado analista, la hasta ahora supuesta y aparente estabilidad de las monarquías del Golfo se debía en cierta medida a una interrelación de factores. Así, “un grupo dirigente y cohesionado, que logra unir sus intereses con los de otros grupos poderosos de la sociedad (empresarios, terratenientes, clérigos, militares…) y la plasmación de esta alianza en una idea política que dota a los gobernantes con una cierta legitimidad ante los ojos de la sociedad local. A todo ello habría que sumar además, el soporte que a este tipo de regímenes les concede el estamento militar y sobre todo, el apoyo incondicional de Estados Unidos y sus aliados occidentales.
La represión planificada de toda manifestación opositora, el uso de métodos que claramente vulneran los derechos humanos más elementales, la ausencia de vías para que la población pueda expresarse democráticamente, el control más absoluto de los medios de comunicación, la alianza con diferentes manifestaciones religiosas (según los estados), el enriquecimiento ostentoso de unas pequeñas élites políticas y con fuertes lazos familiares, una corrupción endémica, son algunas de las características que se repiten en la mayor parte de esos estados-monarquías, y que hasta la fecha no han supuesto ningún contratiempo para la mayor parte de la clase dirigente (política y económica) de Occidente.
Al contrario, son frecuentes las alabanzas hacia ese tipo de autócratas y déspotas que se enriquecen a costa de sus propias poblaciones, al tiempo que son recibidos con los brazos abiertos por parte de los dirigentes occidentales, esos mismos gobernantes que cierran a cal y canto sus fronteras a la ciudadanía de esos monarcas cuando intentan llegar a Europa.
Ante la velocidad que están sucediéndose los acontecimientos, tal vez sea el momento de dirigir una detenida mirada hacia la compleja realidad de algunos de los estados del Golfo Pérsico.
Bahrein, el pequeño estado que se encuentra entre los dos gigantes de la región (Irán y Arabia Saudita) ha vivido estas semanas las protestas de buen aparte de su población, que ha tenido que sufrir la brutal represión del régimen de la familia al-Khalifa, cuyos miembros ostentan, entre otros, los cargos de rey (Hamad ibn Isa Al Kalifa) y de Primer Ministro (su tío Kalifa bin Salman Al Kalifa).
Probablemente las actuales manifestaciones de la población hayan pillado desprevenidos a la mayor parte de medios y cancillerías occidentales, pero para cualquier conocedor de la situación local, que ocurriera era cuestión de tiempo, sobre todo si miramos un poco hacia la historia reciente del pequeño archipiélago. Las tensiones de los últimos meses son el fruto de varios años del mandato de la casa real de al-Khalifa.
Los continuos intentos para lograr un vuelco demográfico, nacionalizando a emigrantes sunitas para contrarrestar a la mayoría de la población chiíta local; el rechazo sistemático a tomar en consideración cualquier demanda de reformas por parte de la oposición, el incumplimiento de las promesas de hace unos años, cuando en el año 2000 y 2001 se prometieron algunos movimientos liberalizadores en materia política.
Como en otros lugares, los partidarios del régimen utilizan una mezcla de sectarismo (anteponiendo el supuesto enfrentamiento entre chiítas y sunitas) y de perjuicio de clase (desdeñando a todos los que se han quedado fuera del reparto del poder). Por ello, en torno a la familia real, podemos encontrar a la burocracia estatal (beneficiaria de los contratos con empresas extranjeras), los empresarios locales y sobre todo el ejército (que está compuesto en su mayor parte por soldados paquistaníes de procedencia baluche o punjabí, y a quienes curiosamente, ningún estado occidental define como “mercenarios”).
Y frente a las fuerzas de palacio, hasta hace unos años se encontraban dos movimientos opositores importantes, al Wifaq (un grupo chiíta) y Wa´ad (laico y no sectario), pero la decisión de ambos de participar en las elecciones del 2006, ha supuesto una brecha importante que se ha materializado con la formación de un nuevo movimiento opositor, Haqq, un “Movimiento por la Libertad y la Democracia”, que cuenta con figuras políticas de peso (Hasan Mushayma, Isa al-Jawdar o Abd al-Jalil Singace) que han rechazado participar en las elecciones y que han apostado por organizar las bases sociales atrayendo a seguidores de las comunidades chiítas y sunitas, así como a antiguos militantes de los otros grupos opositores.
Junto a esta formación opositora, se han estructurado otros grupos de activistas jóvenes que han apostado por la defensa de los derechos humanos de la población, y que han sido víctimas de la brutalidad de la monarquía local. Los eslóganes de los manifestantes señalan en cierta medida la superación del sectarismo que en ocasiones se quiere presentar, así como la necesidad de ir más allá de un mero cambio facial del régimen. Pancartas con lemas como “No al diálogo con los que nos matan en un baño de sangre” o “estamos aquí hasta la caída del régimen” se han podido ver estos días en las calles de la capital de Bahrein.
La importancia de este estado-archipiélago va más allá del hipotético pulso que mantienen Irán y Arabia Saudí por convertirse en el estado referencial de la región. Es evidente que los acontecimientos en Iraq, o el peso de las minorías chiítas en los otros estados del Golfo tendrán su peso a la hora de evaluar el destino de lo que pueda acontecer en Bahrein, pero es que si además, en este estado tiene lugar una importante transformación política y social, las consecuencias tendrán también su repercusión en los países vecinos, donde la población puede seguir el mismo camino que han iniciado en Bahrein.
Y todo ello sin olvidar la importancia geoestratégica de este estado, que a día de hoy alberga a la quinta flota de EEUU y que sirve como base permanente para las tropas del Washington en una región muy “complicada” desde el punto de vista de la geopolítica.
Yemen parece de momento el gran “damnificado” mediáticamente hablando. Las protestas de las emanas pasadas en Yemen, con enfrentamientos entre partidarios y detractores del gobierno han añadido una nueva ficha al ya de por sí complejo y complicado escenario yemení. Los llamamientos a un “dialogo nacional” por parte del presidente Saleh pueden haber llegado demasiado tarde para los intereses de este preciado aliado de EEUU en la región.
Durante muchos años Saleh se ha apoyado en las tribus del norte de Yemen, sobre todo en las siete más importantes, pero algunos acontecimientos han venido a resquebrajar este pilar básico en su poder. La muerte de dos importantes líderes tribales en los pasados meses, que han abierto pugnas por el poder y una nueva relación con Saná, puede trastocar el hasta ahora impermeable poder tribal y poner en entredicho el sistema de “favores” que el presidente ha ido forjando para asegurarse el apoyo de las citadas tribus.
El vacío de poder, la corrupción y la ausencia de transformaciones democráticas han sido la tónica de Yemen en los últimos tiempos, algo que tampoco parecía preocupar a Washington, donde parece que se conformaban con el supuesto apoyo del gobierno yemení a la campaña “contra el terror” desplegada por la anterior administración norteamericana y que Obama sigue cumpliendo también.
La guerra abierta que mantiene el régimen de Saleh contra la minoría chiíta del norte del país, las divisiones entre el norte y el sur que se han materializado en importantes movimientos que vuelven a reivindicar la separación de Yemen, y la presencia de importantes elementos de las redes del movimiento jihadista transnacional, contribuyen aún más a deteriorar la situación y a colocar el futuro inmediato, o a medio plazo, de Yemen al borde de un peligroso precipicio.
Muchos analistas coinciden al señalar que un deterioro importante de la situación podía enmarcar la realidad yemení en ese escenario cercano al caos que tanto desean algunos actores (similar al que se ha vivido en Iraq, Afganistán o Somalia), y que cualquier desestabilización tendría también sus consecuencias directas en la vecina Arabia Saudita o en otros estados del Golfo.
Omán, parecía hasta ahora una especie de oasis en la región. Sin embargo las cosas también están cambiando en el último sultanato de Arabia. Las recientes protestas y la represión del régimen han traído a este estado a las cabeceras informativas de algunos medios.
El hecho de que la corriente islámica predominante del país sea el Ibadhismo, ha alejado del mismo las tensiones e influencias de las ramas más radicalizadas del sunismo o del chiísmo, al tiempo que se ha buscado una cierta adaptación de la misma al siglo XXI, evitando en buena medida las prácticas más reaccionarias de sus vecinos saudís. La importancia tribal, no hay que olvidar que el actual sultán Cabos se apoya en los gobernadores locales (walis), siempre ha clave en este país. Las diferencias entre los habitantes de la capital, Muscat, más abiertos que aquellos que proceden del interior y guardan unas costumbres más rígidas, siempre han estado presentes en Omán.
La situación económica, tras el boom del pasado, ha dado lugar a importantes carencias para la población local, que si bien no se ocupa de las labores más duras (las brigadas de trabajadores extranjeros con sus buzos azules se pueden ver en todo el país), está viendo cómo otros extranjeros están desempeñando los empleos ligados a la hostelería o el mundo de las finanzas e incluso son la mano de obra que adquieren las empresas extranjeras. Todo ello unido a unos salarios muy bajos con los que no pueden hacer frente al alto incremento de la inflación, y alas demandas ligadas cada vez más a una transformación social y política.
Las diferencias de Omán con sus vecinos del Golfo son evidentes, pero al mismo tiempo tienen lugar una serie de condicionantes que pueden acrecentar las preocupaciones en los despachos de la Casa Blanca y el los palacios de algunas petro-monarquías locales. Por un lado está la importante posición estratégica: puerta de control del estrecho de Ormuz, y con fronteras con los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Yemen. Y de todos es sabido que el paso del petróleo por esa zona es una de las principales preocupaciones de Occidente, temeroso que cualquier cambio pueda poner en entredicho el tránsito del crudo, vital para las economías de buena parte del mundo.
Pero otro factor de preocupación lo encontramos en el pasado de Omán, donde la resistencia a la ocupación extranjera junto a las alianzas que en el pasado se forjaron entre fuerzas progresistas, nacionalistas árabes y algunas tribus del sur, podrían dotar de una nueva perspectiva a las protestas locales, y al mismo tiempo servir de modelo para otras realidades de la zona.
Arabia Saudita o las grietas en la casa de los al Saud. Nadie duda tampoco del peso que a día de hoy adquiere este gigante árabe, tanto en clave regional como más allá del Golfo. Este aliado estratégico de Occidente es el estado más poblado de la región, y sin duda alguna uno de los más ricos. Su régimen dictatorial y absolutista no recibe presión alguna desde las cancillerías de EEUU o la Unión Europea, al contrario, su casa real es constantemente agasajada por donde pasa, a pesar de los importantes déficits que en materia de derechos humanos, libertades o sociales presenta.
La hasta ahora intocable monarquía de la familia al Saud debe hacer frente a toda una serie de realidades que puede llevar al estado saudí a una importante crisis con consecuencias impredecibles. La transformación de la realidad social se hace cada vez más evidente, y si en el pasado el boom del petróleo contentaba a la población, en los últimos tiempos son cada vez más los sectores locales que ven cómo la riqueza sigue llenando los bolsillos de la casa real y la pobreza comienza a ampliarse entre los sauditas de a pie y el paro amenaza cada día a más familias.
Los lazos comerciales y políticos con Washington siguen favoreciendo, de momento, a los al Saud. A día de hoy, los acuerdos en torno al petróleo o a la venta de armas (el país es uno de los que más gasta per cápita en armamento militar del mundo) son básicos para entender la supuesta estabilidad. Sin embargo, en el seno de Arabia Saudita encontramos también un importante sector de las tendencias más reaccionarias del islamismo actual, cuyos clérigos representan la voz de posturas cercanas al llamado jihadismo transnacional, todo ello junto a la presencia de células amadas de esa tendencia que ya en el pasado han llevado a cabo ataques contra intereses extranjeros en el país.
Y otro frente que preocupa en RIAD, es el de la minoría chiíta del este del país, que habita en la región de al-Hasa y es donde se encuentran los principales yacimientos de petróleo. Desde hace tiempo la población local denuncia que es excluida de las riquezas que se extraen en sus tierras, lo que unido a la brutal represión que se somete a los chiítas en el país, hace que germine continuamente el rechazo a la monarquía de al-Saud, mientras que los monarcas sauditas prefieren ver “la mano extranjera” (en clara referencia a Irán).
Y es que ese es otro de los ejes claves para entender el posicionamiento de los actores en torno a la región, y los apoyos que unos u otros puedan recibir. Sobre toda la zona planea esa pugna entre Teherán y Riad, y cualquier alteración de la actual situación puede inclinar la balanza hacia uno u otro lado, con las consecuencias que ello traería.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
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De: Marti2 |
Enviado: 18/03/2011 03:10 |
Arabia Saudí, el factor clave
El terremoto de las pasadas cinco semanas en Medio Oriente ha sido la experiencia más tumultuosa, devastadora y pasmosa en la historia de la región desde la caída del imperio otomano. Por una vez, conmoción y pavor fue una descripción apropiada. Los dóciles, supinos, incorregibles y serviles árabes del orientalismo se han transformado en luchadores por la libertad y la dignidad, papel que los occidentales hemos asumido siempre que nos pertenece en exclusiva en el mundo. Uno tras otro, nuestros sátrapas están cayendo, y los pueblos a quienes les pagábamos por controlar escriben su propia historia: nuestro derecho a meternos en sus asuntos (el cual, por supuesto, seguiremos ejerciendo) ha sido disminuido para siempre.
Las placas tectónicas siguen desplazándose, con resultados trágicos, valientes e incluso humorísticos, en el sentido negro del término. Incontables potentados árabes habían proclamado siempre que querían democracia en Medio Oriente. El rey Bashar de Siria dice que mejorará la paga de los burócratas. El rey Bouteflika de Argelia ha levantado de pronto el estado de emergencia. El rey Hamad de Bahrein ha abierto las puertas de sus prisiones. El rey Bashir de Sudán no volverá a postularse a la presidencia. El rey Abdulá de Jordania estudia la idea de una monarquía constitucional. Y Al Qaeda, bueno, ha estado más bien callada. ¿Quién hubiera creído que el anciano de la cueva de pronto saldría al exterior y se deslumbraría por la luz de la libertad en vez de la oscuridad maniquea a la que sus ojos se habían acostumbrado? Ha habido montones de mártires en todo el mundo musulmán, pero las banderas islamitas no aparecen por ningún lado. Los jóvenes hombres y mujeres que ponen fin a los dictadores que los atormentan son musulmanes en su mayoría, pero el espíritu humano ha sido mayor que el deseo de morir. Son creyentes, sí, pero ellos llegaron allí primero y derrocaron a Mubarak mientras los esbirros de Bin Laden aún siguen llamando a deponerlo en videos ya rebasados.
Pero ahora una advertencia. No ha terminado. Experimentamos ahora ese sentimiento cálido, ligeramente húmedo que precede al restallar del trueno y el relámpago. La película de horror final de Kadafi aún debe terminar, si bien con esa terrible mezcla de farsa y sangre a la que nos hemos acostumbrado en Medio Oriente. Y el destino que le aguarda, sobra decirlo, pone en una perspectiva aún más clara la vil adulación de nuestros propios potentados. Berlusconi –que en muchos aspectos es ya una espantosa imitación de Kadafi–, Sarkozy y lord Blair de Isfaján se nos revelan todavía más ruines de lo que los creíamos. Con ojos basados en la fe bendijeron a Kadafi el asesino. En su momento escribí que Blair y Straw habían olvidado el factor sorpresa , la realidad de que este extraño foco estaba por completo chiflado y sin duda cometería otro acto terrible para avergonzar a nuestros amos. Y sí, ahora todo periodista británico va a tener que agregar la oficina de Blair no devolvió nuestra llamada al teclado de su laptop.
Todo el mundo insta ahora a Egipto a seguir el modelo turco , lo cual parece implicar un placentero coctel de democracia e islamismo cuidadosamente controlado. Pero si esto es cierto, el ejército egipcio mantendrá sobre su pueblo una vigilancia repudiada y nada democrática en las décadas por venir. Como ha expresado el abogado Alí Ezzatyar, “los líderes militares egipcios han hablado de amenazas al ‘modo de vida egipcio’… en una no muy sutil referencia a las amenazas de la Hermandad Musulmana. Parece una página tomada del manual turco”.
El ejército turco se ha revelado cuatro veces como creador de reyes en la historia moderna de su país. ¿Y quién si no el ejército egipcio, creador de Nasser, constructor de Sadat, se libró del ex general Mubarak cuando su tiempo llegó?
Y la democracia –la verdadera, desbocada, fallida pero brillante versión que los occidentales hemos hasta ahora cultivado con amor (y con razón) para nosotros mismos– no va a convivir felizmente en el mundo árabe con el pernicioso trato que Israel da a los palestinos y su despojo de tierras en Cisjordania. Israel, que ya no es la única democracia en Medio Oriente , sostuvo con desesperación –junto con Arabia Saudí, por amor de Dios– que era necesario mantener la tiranía de Mubarak. Oprimió el botón de pánico de la Hermandad Musulmana en Washington y elevó el acostumbrado cociente de miedo en los cabilderos israelíes para descarrilar una vez más a Obama y a Hillary Clinton. Enfrentados a los manifestantes democráticos en las tierras de la opresión, ellos siguieron la consigna de respaldar a los opresores hasta que fue demasiado tarde. Me encanta eso de la transición ordenada : la palabra ordenada lo dice todo.
Sólo el periodista israelí Gideon Levy lo entendió bien. ¡Deberíamos decir Mabrouk Misr! , escribió. ¡Felicidades, Egipto!
Sin embargo, en Bahrein viví una experiencia deprimente. El rey Hamad y el príncipe heredero Salman han estado plegándose a los deseos del 70 por ciento chiíta de su población –¿80?–, abriendo prisiones y prometiendo reformas constitucionales. Le pregunté a un funcionario del gobierno en Manama si tal cosa es de veras posible. ¿Por qué no tener un primer ministro electo en vez de la familia real Jalifa? “Imposible –respondió, chasqueando la lengua–. El CCG no lo permitiría.” En vez de CCG –Consejo de Cooperación del Golfo–, léase Arabia Saudí.
Y es aquí, me temo, donde nuestro relato se vuelve más oscuro.
Ponemos muy poca atención a esa banda autocrática de príncipes ladrones; creemos que son arcaicos, analfabetos en política moderna, ricos (sí, como Creso nunca soñó , etcétera), y reímos cuando el rey Abdulá ofreció compensar cualquier descenso en el dinero de rescate de Washington al régimen de Mubarak, como ahora volvemos a reír cuando promete 36 mil millones de dólares a sus ciudadanos para mantenerlos callados. Pero no es para reír. La revuelta que finalmente echó a los otomanos del mundo árabe comenzó en los desiertos de Arabia; sus tribus confiaron en Lawrence, McMahon y el resto de nuestra banda. Y de Arabia salió el wahabismo, esa poción espesa y embriagadora –un líquido negro coronado por espuma blanca– cuya espantosa simplicidad ha atraído a todo aspirante a islamita y atacante suicida en el mundo musulmán sunita. Los saudíes criaron a Osama Bin Laden, a Al Qaeda y al talibán. No mencionemos siquiera que ellos aportaron la mayoría de los atacantes del 11 de septiembre de 2001. Y ahora los saudíes creerán que ellos son los únicos musulmanes que continúan en armas contra el mundo resplandeciente. Tengo la ingrata sospecha de que el destino del desfile de la historia de Medio Oriente que se desenvuelve ante nuestros ojos se decidirá en el reino del petróleo, de los lugares sagrados y de la corrupción. Cuidado.
Añadamos una nota ligera. He estado recogiendo las citas más memorables de la revolución árabe. Tenemos Regrese, señor presidente, sólo bromeábamos , de un manifestante contra Mubarak. Y el discurso de estilo goebbeliano de Saif al Islam al Kadafi: “Olvídense del petróleo, olvídense del gas… habrá guerra civil”. Mi cita favorita, egoísta y personal, llegó cuando mi viejo amigo Tom Friedman, del New York Times, se reunió conmigo a desayunar con su acostumbrada sonrisa irresistible. “Fisky –me dijo–, ¡un egipcio se me acercó ayer en la plaza Tahrir y me preguntó si yo era Robert Fisk!”
Eso es lo que yo llamo una revolución.
La Jornada
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De: Marti2 |
Enviado: 18/03/2011 06:41 |
Antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizase el ataque a Libia, Muamar el Gadafi, amenazó con atacar barcos y aviones civiles en el Mediterráneo si se produce "cualquier acto militar" contra Libia.
En un día cargado de amenazas por parte del régimen libio mientras el Consejo de Seguridad negocia el establecimiento de una zona de exclusión aérea en el país, Gadafi anunció también, sin embargo, un alto el fuego de sus fuerzas a partir de la noche del próximo sábado para "permitir la rendición" de los rebeldes.
Ese parece ser el plazo que se ha dado el régimen libio para acabar definitivamente con los rebeldes, pese a que en un discurso de audio emitido por la televisión estatal el coronel insistió en que esta misma noche sus tropas llegarán a Bengasi y "no tendrán compasión" con quien no se rinda.
El líder libio amenazó con "grandes bombardeos" en Bengasi a partir de esta noche si la ciudad no capitula y advirtió de que no "habrá misericordia con los traidores".
"Estas son las últimas horas de esta tragedia", recalcó y advirtió de que sus tropas "entrarán casa por casa" en la ciudad y que los habitantes de aquellas en las que encuentren armas "serán considerados enemigos"
Gadafi llegó a comparar su pretendida entrada en Bengasi esta noche con la del general Francisco Franco en Madrid durante la guerra civil española.
"Vosotros sois la quinta columna en la ciudad", afirmó dirigiéndose a los habitantes del bastión rebelde en el este del país, a los que considera sus hipotéticos partidarios, y dijo que se apoyará en ellos para "liberar" la urbe de "los traidores y los perros".
Mientras la televisión estatal libia emitió el discurso de Gadafi, la cadena catarí Al Yazira mostró en paralelo imágenes de centenares de simpatizantes de la rebelión en una gran plaza de Bengasi coreando consignas contra el régimen y el líder libio.
Poco antes, el comité general de defensa libio, equivalente al Ministerio de Defensa, advirtió de que "cualquier acto militar" contra Libia "pondrá en peligro las actividades aéreas y marítimas en el Mediterráneo", según un comunicado difundido por la agencia oficial Jana.
Los barcos o aviones que crucen este mar, "sean civiles o militares, serán objeto de ataque defensivo", amenazó el régimen y "toda la cuenca del Mediterráneo estará expuesta a un grave peligro no sólo a corto plazo sino también a largo".
Horas antes el mismo comité general de defensa había anunciado que cesará sus operaciones militares contra "las bandas terroristas armadas" a partir de la medianoche del próximo sábado para darles ocasión de "entregar las armas y beneficiarse de la amnistía general" prometida Gadafi hace unos días.
Y entretanto la ofensiva de las fuerzas de Trípoli se intensificó hoy especialmente en Misrata, la tercera ciudad el país y la única aún controlada por los rebeldes en el oeste libio, además de en la estratégica Ajdabiya, a 160 kilómetros al sur de Bengasi.
El miembro del comité de comunicación del Consejo Nacional Transitorio (CNT) libio Tarek Ali Ejhaui aseguró a EFE que al menos 30 rebeldes han muerto desde el miércoles en los combates en Ajdabiya.
Ejhaui afirmó que los insurgentes abatieron hoy un avión de guerra del régimen de Trípoli en la región de Buhadi, cerca de Ajdabiya y que aviones de Gadafi bombardearon el aeropuerto de Benina, a 10 kilómetros al oeste de Bengasi, además de la localidad de Gnines, a 50 kilómetros de esta urbe.
Los bombardeos erraron sus objetivos, según los insurgentes, que atribuyen esos fallos a que los pilotos de Gadafi se ven obligados a ejecutar las órdenes pero yerran el tiro para no causar daños entre la población civil.
El aeropuerto de Benina es una infraestructura de un cuartel de la aviación militar libia, cuyos oficiales y soldados se unieron a las filas de la rebelión pocos días después de su inicio el pasado 16 de febrero.
El portavoz rebelde rechazó que Misrata fuese hoy recuperada por Gadafi, tal como afirmó la televisión estatal, y dijo que en la ciudad se libran violentos combates y que algunos efectivos de las tropas del régimen han tomado posiciones en edificios desde donde disparan indiscriminadamente sobre la población.
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De: Marti2 |
Enviado: 21/03/2011 04:32 |
Regresa el panarabismo con las protestas: ¿Es el fin de la balcanización? Vientos de cambio en Irak y la amenaza creciente a Líbano
Las protestas y los disturbios sacuden el mundo árabe, desde la costa atlántica de Marruecos hasta las orillas de los reinos petroleros del Golfo Pérsico. El doble estándar de EE.UU. y la Unión Europea se puso de manifiesto frente a esta situación. La Casa Blanca y la U.E. han elegido arbitrariamente dónde enfocarse y a quién condenar, qué protestas y qué líderes opositores apoyar.
Al margen de la orientación de estas revueltas y protestas y la reacción de los involucrados en el exterior, está tomando forma una nueva dinámica. Aún no ha surgido una democracia, lo que ha comenzado a surgir es una nueva ola de panarabismo. Este panarabismo revitalizado presentará un desafío a los esfuerzos puestos en fragmentar y debilitar el mundo árabe.
Categorías de protestas y revueltas en el mundo árabe
Teniendo en cuenta las protestas y revueltas populares masivas, hoy las naciones del mundo árabe presentan los siguientes grupos o categorías:
Grupo 1 - Países árabes en situación de guerra civil;
Grupo 2 - Países árabes con revueltas de la población civil;
Grupo 3 - Países árabes en los que el pueblo está protestando y al borde de una revuelta popular;
Grupo 4 - Países árabes en los que las condiciones para la revuelta se están generando;
Grupo 5 - Países árabes en los que no hay revueltas.
Cada categoría será analizada y resumida. Se debe señalar que estos grupos no son estáticos y propensos a cambios.
Las tipologías del beneficio
Tomando en cuenta la política exterior de EE.UU., la U.E. e Israel estas protestas y revueltas pueden clasificarse en diferentes tipologías, las que explican las reacciones de éstos y de sus medios de prensa. Las tipologías son:
A - Países árabes cuyas protestas y desenlaces posibles beneficiarían los intereses de Washington, Israel y la Unión Europea;
B - Países árabes cuyas protestas y desenlaces posibles perjudicarían los intereses de Washington, Israel y la Unión Europea.
Sin embargo hay que señalar que los desenlaces de estas protestas y revueltas son impredecibles. La conducta de Washington y Bruselas sugiere que quieren capitalizar los desenlaces proyectados para reforzar su influencia geopolítica. Ambos intentan "supervisar la democratización" del mundo árabe para su propio beneficio.
La "agencia del pueblo árabe", principalmente de la base, subestimada por EE.UU. y sus aliados, ha tenido un papel importante en los eventos. Es este proceso de movimiento de masas en desarrollo el que hace que las revueltas sean impredecibles. Esta fuerza, acoplada con el panarabismo, es una fuerza potente que está en crecimiento. En última instancia, el pueblo árabe representa un desafío formidable a Washington y sus socios.
A diferencia de lo sucedido en Europa del Este durante las revoluciones de colores, los regímenes árabes reciben el apoyo de Washington. El pueblo árabe es consciente del doble estándar usado por EE.UU. y la U.E. Los árabes saben muy bien que EE.UU. y la U.E. no son la vanguardia de la democracia y la libertad.
Con respecto a Israel, Tel Aviv evalúa que la inestabilidad y el caos en el mundo árabe favorece sus intereses. Israel no toma distancia de los sucesos en el mundo árabe. La estrategia de Israel, alineada con la estrategia de EE.UU. y las viejas estrategias británicas para la región del Centro y Nordeste de África (MENA según sus siglas en inglés), ha sido siempre la de debilitar y dividir a los países árabes. Israel ha apoyado constantemente la balcanización de esta región. El plan Yinon, muy vigente en la actualidad podría llamarse la "Propuesta Yinon". Esta lleva el nombre del analista de política exterior que diseñó la "estrategia sionista" de destruir y dividir el mundo árabe [1]. El plan se basa en dos premisas esenciales. Para sobrevivir, Israel debe: 1) Convertirse en un poder imperial en la región, y 2) propiciar la división de la región en Estados pequeños fragmentando los actuales Estados árabes. "Pequeños" tendría un significado que depende de la composición étnica o sectaria de cada Estado. La esperanza sionista es que los Estados basados en divisiones sectarias se vuelvan satélites de Israel, e irónicamente, sus fuentes de legitimación moral.
La "Propuesta Yinon" para el Medio Oriente y África del Norte
Mientras hay un movimiento de unidad entre los pueblos del Medio Oriente y de África del Norte, hay también una fuerza contraria que busca la división. Ya sea directa o indirectamente, la Propuesta Yinon ha estado presente en los países árabes y en la región. En el trasfondo, es también un factor en el mundo árabe.
Según la Propuesta Yinon, Irak representa la mayor amenaza para Tel Aviv. Esta amenaza se eliminó con la invasión anglo-estadounidense a Irak de 2003. Se puede decir que Tel Aviv tiene su versión propia de un lobby sionista en Líbano con la alianza del 14 de marzo. No debe sorprendernos que Bachir Gemayel, el ex presidente de Líbano asesinado que fue un aliado de Israel, promoviera la transformación de su país en un estado federal descentralizado y con un sistema de cantones siguiendo el modelo suizo. Sólo que en Líbano el sistema de cantones estaría basado en divisiones étnicas-religiosas, más que en diferencias linguísticas como en Suiza. En lugar de unir al Líbano, este sistema magnificaría la atmósfera sectaria del país, haciendo el juego a Washington y a Tel Aviv.
Los israelíes han dividido Palestina instigando una mini guerra civil en la Franja de Gaza. Incluso iniciaron animadas conversaciones sobre una "solución de tres estados", después de la división entre Hamás y Al Fatah en 2007. En Turquía, los alawis (alavi en turco) comienzan a exigir un mayor reconocimiento de Ankara. En Egipto, hay una campaña contra los cristianos coptos con el objetivo de crear tensiones entre cristianos y musulmanes. También en Irak, los cristianos han sido atacados por fuerzas anónimas. Sudán se ha balcanizado con la secesión de Sudán del Sur, al que Israel apoyó fuertemente proveyéndole de armas. En Libia hay fuerzas extranjeras manipulando las diferencias tribales y dividiendo el país en este y oeste. Al mismo tiempo, la Casa de Saud ha estimulado una división entre musulmanes chiíes y suníes y entre árabes e iraníes.
Israel, como EE.UU. y la U.E., trata de beneficiarse de las revueltas populares del mundo árabe. Ha intensificado ataques esporádicos en Gaza mientras el mundo árabe se concentra en los sucesos de Túnez, Egipto, Libia y otros sitios. Sin embargo, la Propuesta Yinon va a ser cada vez más resistida por el panarabismo. La cooperación entre Siria, Turquía e Irán para formar un bloque regional y un mercado común también puede ser un desafío a la Propuesta Yinon. En este contexto, Teherán apoya las protestas árabes y trata de alinearse con ellas.
[Nota: este mapa fue preparado por el teniente-coronel Ralph Peters. Fue publicado en junio de 2006 en el Armed Forces Journal. Peters es un coronel retirado de la Academia Nacional de Guerra usamericana. (Mapa bajo Copyright 2006 del teniente-coronel Ralph Peters). Aunque este mapa no refleje oficialmente la doctrina del Pentágono, ha servido en un programa de formación del Instituto de Defensa de la OTAN para oficiales militares superiores. Con toda probabilidad este mapa, así como otros parecidos, ha servido tanto en la Academia Nacional de Guerra usamericana como en otros círculos de planificación militar.]
[Nota: El siguiente mapa ha sido dibujado por Holly Lindem para un artículo de Jeffrey Goldberg. Fue publicado en The Atlantic in enero/febrero 2008. (Mapa Copyright: The Atlantic, 2008).]
¿En qué grupo está cada uno? Categorías de los países árabes
Grupo 1
Aunque la lucha en Libia se está magnificando, la Jamahiriya Árabe Libia es el único Estado árabe situado en la primera categoría de país en situación de guerra civil. Yemen podría estar en este grupo en algún momento y se podría incluso argumentar que ya lo está debido a la lucha iniciada en 2010 entre las fuerzas gubernamentales yemeníes (apoyadas por EE.UU., Gran Bretaña, Arabia Saudí y Jordania) y las fuerzas yemeníes rebeldes.
Sin embargo hay una diferencia entre Yemen y Libia que debe subrayarse. Conviene a los intereses de EE.UU. y sus aliados mantener al Presidente Alí Abdullah Saleh en el poder. No tienen una alternativa. En cambio en Libia EE.UU. trabaja activamente para derrocar al Coronel Gadafi para que Washington y sus aliados puedan apropiarse de las reservas energéticas y los recursos financieros.
La alternativa a Gadafi es posiblemente una estructura de liderazgo dividido que abarque una alianza de exoficiales del régimen y grupos externos apoyados por Washington, como el Frente Nacional de Salvación de Libia. Por otro lado, una Libia dividida en varios estados o feudos en lucha prolongada entre sí podría ser otro objetivo de EE.UU.
Grupo 2
Egipto y Túnez están en la segunda categoría. El ánimo del pueblo ha cambiado en ambas repúblicas árabes, pero el estatus económico y político sigue igual. Los intereses de EE.UU. y la U.E. no se han afectado y están intactos. Como mencioné anteriormente, la "agencia del pueblo árabe", subestimada por EE.UU. y sus aliados, tiene un papel importante que desempeñar. Las continuas protestas en Túnez y Egipto demuestran la continuidad del descontento porque las demandas populares no se han satisfecho. Los pensamientos de tunecinos y egipcios han cambiado. A pesar del statu quo actual y de los objetivos de Washington, el desenlace de las revueltas de Túnez y Egipto irá en contra de los intereses de Washington, Bruselas y Tel Aviv.
Grupo 3
En el tercer grupo están Bahrein, Yemen (si no se incluyera en el primer grupo con Libia) y Omán. Podía haber mencionado antes que Irak podría ir en esta tercera categoría. A través de Irak, de Bagdad y Basra a Sulaymaniah tuvieron lugar revueltas y protestas masivas. Se puede decir ahora que Irak forma parte de este grupo. Estos Estados árabes pueden inundarse de manifestaciones masivas y reubicarse en el segundo grupo. Las protestas en Bahrein, Yemen, Omán e Irak afectan negativamente los intereses de Washington y la Unión Europea. En Irak el pueblo exige que se terminen los negociados del petróleo. Tanto Washington como Bruselas apoyan específicamente el statu quo en la península arábiga. Por eso prácticamente han ignorado las protestas en esa área, o las han presentado desde una óptica diferente a los sucesos de Túnez, Egipto y Libia.
Grupo 4
El cuarto grupo incluye el Reino Hashemita de Jordania, Marruecos, Argelia, Kuwait, Arabia Saudí y el territorio bajo ocupación israelí de Cisjordania bajo supervisión de Mahmud Abbas y la corrupta Autoridad Palestina. Ocurrieron protestas en todas estas áreas a diferentes niveles. La base de las movilizaciones fue organizada por grupos de medios alternativos conectados por redes de Internet, disidentes y opositores.
El hecho de que la red Al Jazeera revelara los "Papeles de la Autoridad Palestina" ha enfatizado las tensiones, ya en alza, entre los palestinos. El pueblo palestino está presionando a Hamás y Fatah para que formen un gobierno unido. Fatah está especialmente bajo presión y escrutinio. Debido a esta creciente presión Abbas habla ahora de cambio político como una manera de enfriar cualquier protesta en su contra. Si se enciende la protesta en Cisjordania, EE.UU. e Israel podrían tratar de colocar a Mustafá Barghouti como presidente de la Autoridad Palestina. El Primer Ministro Salam Fayyad y Hanan Ashrawi, a pesar de ser promocionados con bombos y platillos en Washington y Bruselas, serían opciones antipopulares. Mohammed Dahlan y otros miembros de alto rango de Fatah, excepto Marwan Barghouti, tampoco serían bien recibidos.
Es cuestión de tiempo que surjan protestas y revueltas en otros países del mundo árabe; y van a ser contra los intereses de EE.UU., la U.E. e Israel. Argelia podría ser la excepción en el grupo 4. Al igual que Libia, Argelia posee un grado de autonomía con respecto a EE.UU. y la Unión Europea.
Grupo 5
El quinto y último grupo incluye Líbano y los Emiratos Árabes Unidos. Qatar y Siria también podrían formar parte del grupo. En comparación con los otros Estados árabes, tanto Qatar como Siria han permanecido tranquilos, a pesar de lo cual podrían surgir protestas y movilizaciones. En el caso de Qatar la agitación parece que es interna y va dirigida contra el Emir de Qatar, Sheik Mozah Bin Naser Al-Missned, la estructura política autocrática y los lazos con Israel. En el caso de Damasco, la agitación parece generada por fuerzas externas, los expatriados sirios. Con la reciente designación del nuevo embajador de EE.UU. en Siria, Washington ha trazado un camino hacia la instigación de revueltas contra el Presidente Bashar Al-Asaad.
Mauritania, Kuwait y Sudán no califican para este grupo porque hubo protestas en estos Estados. Un conjunto de protestas en Kuwait estuvo encabezado por beduinos kuwaitíes que reclaman el reconocimiento y los derechos legales como ciudadanos de Kuwait. Otras protestas se enfocaron en la estructura estatal y contra la discriminación de chiíes musulmanes en Kuwait.
Vientos de cambio en Irak
Después de meses de negociaciones con el Primer Ministro Nouri Al-Malaki, Ayad Allawi rechazó la oferta de una posición de poder como director del Concejo Nacional de Irak para Estrategia Política. Este puesto representa un contrapeso al papel de primer ministro de Irak. Ayyad Allawi anunció que no aceptará el puesto en una conferencia de prensa en Najaf, junto a Moqtada Al-Sadr el 3 de marzo de 2011. Mientras que Allawi es conocido por su alineamiento con los intereses de EE.UU. y Gran Bretaña, Moqtada Al-Sadr es conocido por su oposición a estos intereses. En la conferencia de prensa, Allawi hizo una declaración interesante, si bien poco pragmática: "No estamos en pos de posiciones gubernamentales sino por el progreso y la estabilidad de Irak para el beneficio de todo el pueblo" [2]. En este contexto, Allawi puede representar un instrumento para medir la situación política y el ánimo del pueblo de Irak. Si Irak se enciende con manifestaciones, Allawi podría reposicionarse.
Analizando las protestas en Irak se debe notar que este país se sitúa en los límites entre el mundo iraní, el mundo árabe, y en menor grado, del mundo turco. Estos tres mundos conceptuales pueden ser compuestos e identificados como el mundo turco-árabe-iraní. En este punto, se deben considerar las sensibilidades kurdas. Mientras que las protestas son puramente iraquíes, se caracterizan por ser parcialmente árabes y parcialmente kurdas.
Amenaza de intervención extranjera en Líbano
Tiempos tormentosos se ciernen sobre Beirut. Líbano podría figurar en el primer grupo de Estados junto a Libia. Aunque debilitados, Saad Hariri y su Alianza del 14 de Marzo no pueden contener las ansias de confrontación contra Hizbulá y sus aliados políticos, y esto es mucho más que politiquería. A través de los años la Alianza 14 de Marzo liderada por Hariri se ha aliado con EE.UU., U.E., Arabia Saudí, Mubarak, Jordania e incluso Israel para allanar el camino a diferentes formas de intervención extranjera contra la resistencia libanesa. Hariri y la Alianza han sido aliados de los dictadores árabes y monarcas absolutistas. La ayuda que la Alianza 14 de Marzo recibe de EE.UU., U.E., Gran Bretaña, Francia y Arabia Saudí no se debe a valores democráticos como dicen los miembros de la alianza sino a su determinación para transformar Líbano en una colonia.
En 2006, Hariri y sus aliados apoyaron a Israel, de manera encubierta, en la guerra contra Líbano. Cuando Líbano fue atacado, ordenaron a los militares libaneses no hacer nada frente a la agresión de Israel. Después de la derrota de Israel en 2006, llevaron a Fatah Al-Islam al Líbano con el fin de usarlo como una opción armada contra Hizbulá y sus aliados; después intentaron desvergonzadamente culpar a los refugiados palestinos en Líbano por el surgimiento de Fatah Al-Islam. También intentaron desmantelar la red de comunicaciones usadas por Hizbulá en 2008.
Ahora, Hariri y sus aliados políticos critican en voz alta a la resistencia libanesa enfatizando la cuestión armamentista. Esto es irónico porque la Alianza 14 de Marzo ha venido armando a sus propias milicias a lo largo de los años. Esto se comprobó durante las luchas de mayo de 2008 cuando ambos lados esgrimieron las armas. Los sectores agrupados en la Alianza, en el pasado usaron milicias para luchar exclusivamente contra sus compatriotas. Tienen una historia de luchar contra otros libaneses sin importarles el respeto a la democracia.
Hay que hacer una pausa para analizar las razones de Hariri y compañía para armarse. No ha sido para defender Líbano de la amenaza externa de Israel, se han armado para la lucha interior. Hariri y la Alianza 14 de Marzo sólo hablan de democracia porque no tienen fuerza suficiente para imponerse en Líbano. Hoy intentan usar el Tribunal Especial para Líbano para tramar una condena internacional contra Hizbulá. Si logran esta condena, EE.UU. y sus aliados tendrán el pretexto de intervenir para hacer justicia internacional. Hariri y la Alianza también podrían recurrir a Washington y Bruselas para juzgar a Hizbulá.
Hariri no previó ni que Hizbulá y sus aliados iban a cortar con su gobierno, ni su propia debilidad para recuperar el poder. Ha sido un golpe para la familia Hariri. Se han quedado sin cartas en la mano, y tratando de mantener vivo el Tribunal Especial para Líbano, una opción abierta para algún tipo de intervención extranjera de EE.UU. y sus socios europeos.
El nivel de confrontación y sectario del discurso de Hariri se ha incrementado. Incluso sin ayuda del Tribunal Especial, Hariri y su Alianza del 14 de Marzo podrían desatar otra guerra civil en Líbano. Hizbulá y sus aliados son conscientes de que Hariri también podría usar el sectarismo, por ello Hizbulá y Najib Al-Mikati actúan con cautela en un esfuerzo por desmantelar la jugada sectaria. Son conscientes de que una guerra civil en Líbano presenta el riesgo de intervención de EE.UU. y la OTAN.
El uso de un doble estándar
EE.UU. y la U.E. tienen poco aprecio por la democracia y la libertad auténticas, como lo puso en evidencia su reacción frente al resultado de las elecciones democráticas en los territorios palestinos ocupados. En 2006, cuando Hamás ganó las elecciones palestinas. EE.UU., la U.E. e Israel se negaron a reconocer el resultado. A pesar de que Fatah perdió las elecciones, Washington y sus aliados forzaron a Hamás a permitir que Fatah cogobernara. La democracia sólo se acepta cuando beneficia a los intereses de EE.UU. y la U.E. Hoy estos poderes dejan que Mahmud Abbas supervise Cisjordania como su agente y casi como un dictador.
En Sudán, Washington y Bruselas han puesto una presión injustificable en Jartum, mientras apoyan la balcanización del país. Sin embargo, no han dicho nada sobre la continua ocupación del Sahara Occidental por Marruecos. Este es un caso de clara ocupación, que se ha ignorado amplicamente ignorado. Los saharauis han sufrido ataques de Marruecos por sus afanes independentistas. Incluso durante el referéndum en Sudán del Sur, Marruecos atacó las protestas saharauis sin que se produjeran condenas ni de EE.UU. ni de la U.E. [3]. Ninguna estrella de Hollywood defendió esta causa en ninguna campaña pública.
En Irak se llevan a cabo protestas por parte de iraquíes árabes e iraquíes kurdos pero han sido ignoradas por los gobiernos de EE.UU. y la Unión Europea. Entre las demandas de estas protestas figura una exigencia clave: que la riqueza petrolera se redistribuya y se ponga bajo control del pueblo iraquí. El gobierno de Bahrein ha reprimido con brutalidad a los manifestantes, que no son sólo musulmanes chiíes como lo reconocen expertos en el tema. Sin embargo, la reacción de Washington y Bruselas hacia la familia Al-Khalifa fue diametralmente opuesta a la que tuvieron frente al Coronel Gadafi en Libia.
En resumen, EE.UU. y la U.E. continúan usando un doble rasero. Sus políticas hacia los árabes están contaminadas de hipocresía. Sus acciones se basan en la defensa de sus intereses. Incluso en medio de las protestas egipcias, el vicepresidente de EE.UU. Joseph Biden se negó a referirse a Mubarak como un dictador, lo que constituye la máxima expresión de hipocresía [4].
El "panarabismo" contra la Propuesta Yinon
Tel Aviv, Washington y Bruselas se oponen a la unidad árabe; e históricamente han trabajado para dividirlos. En el pasado, los británicos dividieron Kuwait e Irak, Palestina y Jordania, Egipto y Sudán; mientras que los franceses separaron Argelia de Túnez en el Maghreb y Líbano de Siria en el Levante. La Propuesta Yinon es una continuación de ese proyecto.
La política de EE.UU. es una continuidad. La Casa Blanca junto con Israel y la Casa de Saud se propone dividir y aislar a los palestinos a través del enfrentamiento entre Hamás y Fatah. En Irak el proceso de división nacional ha sido un objetivo esencial de Washington y sus aliados. Sudán ha sido fragmentado, y ahora se promueve la guerra civil en Libia. Somalia, miembro de la Liga Árabe, ha sido dividido en Puntland, Somaliland y Somalia del Sur -que a su vez ha sido fragmentada aún más.
Los gobiernos de EE.UU., la U.E. e Israel tienen interés en mantener la división de los árabes en Estados pequeños y débiles. Está surgiendo, sin embargo, una nueva dinámica en el mundo árabe. Esta nueva dinámica que emerge de las protestas y revueltas es un desafío potencial a la Propuesta Yinon, que es un ataque al pueblo árabe. El panarabismo constituye una fuerza potente. Se podría revertir la tendencia de divisiones que se ha extendido por décadas. El tema palestino no estará en manos de poderes externos durante mucho más tiempo.
La pluralidad del mundo árabe se construyó sobre una base inclusiva y multicultural. La identidad árabe es muy abierta, inclusiva y abarcadora. De acuerdo con la definición de 1946 de la Liga Árabe: "un árabe es una persona cuya lengua es el árabe, que vive en un país donde se habla esta lengua y que se siente identificada con las aspiraciones del pueblo árabe" [5]. Esta descripción pone bajo el mismo techo a diferentes civilizaciones, etnias, credos, tradiciones y territorios, desde los pueblos levantinos a los egipcios, nubios y bereberes.
El panarabismo otorga una determinación política a la inclusiva identidad árabe que allana el camino a un proyecto político del pueblo árabe. Por lo tanto, más allá del éxito o fracaso inicial de las revueltas, la marcha árabe hacia la unidad como proyecto político y popular está garantizada al final. Las mareas no podrán contenerse mucho tiempo mientras una nueva realidad geopolítica y social comienza a gestarse en la Nación Árabe.
Mahdi Darius Nazemroaya
Mahdi Darius Nazemroaya es especialista en Medio Oriente y Asia Central. Es un investigador asociado del Centre for Research and Globalización (Centro de Investigación y Globalización). Artículo original publicado el 14 de marzo de 2011. Texto original: The Return of Pan-Arabism Amidst Upheaval: An end to Balkanization?
NOTAS
[1] El Plan Yinon es una política estratégica de Israel diseñada por Oded Yinon, que se basa en que Israel actúe como un poder imperial fragmentando los países del Medio Oriente y del Norte de África en Estados pequeños y débiles. [2] Alice Fordham, "“Allawi backing away from the Iraqi government deal” ("Allawi se aleja de los acuerdos del gobierno de Irak"), Los Angeles Times, 4 de Marzo, 2011. [3] “Deadly clashes as Morocco breaks up Western Sahara camp” (Enfrentamientos letales cuando Marruecos desmantela un campo en el Sahara Occidental") British Broadcasting Corporation (BBC), 8 de noviembre, 2010.
[4] Daniel Murphy, “Joe Biden says Egypt’s Mubarak no dictator, he shouldn’t step down...” ("Joe Biden dice que Mubarak no es un dictador, que no debería renunciar...") Christian Science Monitor, 27 de enero, 2011. [5] William D. Wunderle, Through the Lens of Cultural Awareness: A Primer for US Armed Forces Deploying to Arab and Middle Eastern Countries (Desde la óptica de la conciencia cultural: Una guía para las fuerzas armadas en países árabes y del Medio Oriente)[Washington D.C.: U.S. Government Printing Office, 2006], pág. 25.
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De: Marti2 |
Enviado: 24/03/2011 07:35 |
Amanecer de la Odisea es, por lo menos por el momento, la primera guerra del Africom de EE.UU. El Pentágono, a través del vicealmirante Bill Gortney, disipó cualquier duda cuando subrayó que “el frente dirigente” es estadounidense. El general Carter Ham hace de Homero, desde su cuartel en Stuttgart, Alemania (ningún país africano estuvo dispuesto a recibir Africom). Y Ulises –en lo que parece y suena más como una Ilíada que una Odisea– es el comandante de la Fuerza Conjunta de Tareas Amanecer de la Odisea, almirante Sam Locklear, a bordo del USS Mount Whitney en algún sitio en el Mediterráneo.
Los planificadores de la guerra en la Casa Blanca y el Pentágono apuestan sus “singulares capacidades” a un mini-remix de “conmoción y pavor” de la guerra de Iraq. El problema es que parece que el coronel Muamar Gadafi no está ni conmocionado ni pavorido; podrá estar iracundo –como en su fotografía del martes en el complejo Ban al-Aziziya– pero no se ha venido abajo. Y su régimen contraataca, no se vuelve contra el coronel.
A pesar de todo, Washington proyecta públicamente la ilusión de que se desespera por librarse de esta guerra presentada como “misión limitada”. Pero las comunicaciones están atascadas. Como si a los señores de la guerra les costara, en jerga del Pentágono, hacer la “transición a un comando de la coalición”.
Washington debería haber evaluado su ‘óptica’ antes de evocar a Homero. Olvidad la expansión inadvertida de la misión (continua), el fuego amigo (tendrá lugar), el daño colateral (ya ocurrido), el eje del mal (eterno favorito), el nuevo neologismo preferido dentro de Washington es “óptica”. Como cuando tipos militares y expertos estadounidenses se quejan de que la “óptica emocional” de los misiles crucero, más las informaciones de la coalición, recuerdan a todos Iraq 2003. O los temores generalizados sobre la “óptica de librar la guerra” en un país musulmán más.
Ilusiones ópticas
Incluso entre los “aliados”, la “óptica” es positivamente del tipo neurótico apesadumbrado. La OTAN está metida en un lío atroz. Turquía quiere diálogo – no bombas. Alemania está contra una intervención de la OTAN – y subraya que no bastará con sólo bombardear. Francia –aferrada a la megalomanía neo-napoleónica del presidente Nicolas Sarkozy– quiere mantener la ilusión de que es la que comanda.
Asustada ante la posibilidad de que Francia usurpe su lugar como principal socio comercial de Libia y apresurándose para no permitir que la política mediterránea sea dictada en París, el gobierno italiano del compinche de Gadafi, primer ministro Silvio “Bunga Bunga” Berlusconi, se sumó renuentemente a la “coalición” (y ahora, en privado, Bunga Bunga arruina enconadamente la reputación de Sarko). El gigante energético italiano ENI ha invertido 50.000 millones de dólares en Libia; por lo tanto anhela librarse de Gadafi después que el coronel amenazó con abrir el petróleo y el gas libio a miembros del BRIC: Rusia, India y China.
Los principales cuatro miembros del BRIC (Sudáfrica es el quinto) pasaron sabiamente por alto toda la Odisea. Brasil pidió un cese al fuego y diálogo. China expresó “profunda preocupación” y advirtió contra un “desastre humanitario”. India dijo “que ninguna potencia extranjera debiera interferir” en Libia. Y Rusia, a través del primer ministro Vladimir Putin, descartó la resolución “que permite todo”.
Lo mismo vale para la Unión Africana (UA) de 53 naciones. La UA quiere una solución diplomática. Gadafi tiene numerosos aliados históricos entre los países de la UA. También sirve el que sea el que paga la mayor parte de las cuentas de la UA.
Argelia –que también es miembro de la Liga Árabe– dijo que la intervención es “desproporcionada”. En Chad, el presidente Idriss Deby se mantiene en el poder en gran parte gracias a los bolsillos llenos de Gadafi. Deby devolvió el favor enviando mercenarios y armas a Trípoli. Hay más: si la zona de no-vuelo no es ampliada al sur de Libia (cubre sólo el norte y la costa mediterránea), Gadafi todavía podrá recibir ayuda militar y de personal de Chad, Mali, Níger y Argelia. Los planificadores de Amanecer de la Odisea no se han dado cuenta de que una coalición sin el apoyo explícito de la UA significa que la UA tiene las manos libres que seguir ayudando al régimen de Gadafi.
Y luego está la carne en el kebab de la coalición – la Liga Árabe. La orden de Washington a los reyes asediados de Marruecos y Jordania y a los ricos emires en Doha y Abu Dhabi de que se involucren como “aliados” –aparte del sorprendente grotesco de que esos dictadores se presenten como salvadores humanitarios de la democracia– no significa que la Liga Árabe esté comprometida del todo con Amanecer de la Odisea.
Oh, sí. A menos que contemos a los que primero fueron seis, luego fueron cuatro, ahora son sólo dos Mirage 2000 de la Fuerza Aérea de Qatar –más un avión de carga C-17– que iban a ser probablemente desplegados el próximo fin de semana como gloriosa contribución a la “coalición” combatiente de la Liga Árabe
Ninguna fase final
La “coalición” nunca llegó a llegar a agotar “todas las medidas necesarias” para buscar una solución diplomática subrayadas por la resolución 1973 de las Naciones Unidas antes de que el Ulises estadounidense comenzara a disparar Tomahawks hacia Libia. Lo que todos estos países no dispuestos, no miembros de la coalición, piden esencialmente es que un equipo internacional –Liga Árabe, Unión Africana, Naciones Unidas– vaya a Trípoli y negocie un conjunto de medidas: un verdadero cese al fuego, mecanismos para proteger civiles, y un proceso político que conduzca a elecciones.
Como si no bastara la “óptica” defectuosa, Amanecer de la Odisea no es un éxito total – aparte de haber impedido una hipotética masacre en Bengasi. Los horribles informes de Zawiya y Misurata hablan de civiles atacados por tanques y vehículos blindados, así como de milicias –“irregulares” de Gadafi” en jeeps y camionetas. Esto prueba que la zona de exclusión aérea –que por lo menos significa básicamente un ‘conmoción y pavor’ light– no protege a muchos civiles.
El presidente Barack Obama de EE.UU. parece estar seguro ahora de que ha ajustado con éxito la “óptica”. El sesgo oficial es que Obama, el primer ministro británico David Cameron y Sarko se han puesto todos de acuerdo en que la OTAN debe jugar “un papel clave” en Amanecer de la Odisea. Como en la proyección de la “óptica” de que no estará a cargo del ala militar de la zona de exclusión aérea – cuando termine por hacerlo (los 28 miembros de la OTAN deben aprobarlo por unanimidad). Una saturación óptica semejante lleva a lo que fue obvio desde el comienzo: significará la “transición” de una “coalición de los tres dispuestos” (EE.UU., Gran Bretaña, Francia) a una guerra de la OTAN.
Si el Pentágono aplicara realmente sus legendarias “singulares capacidades”, todo el régimen de Gadafi sería reducido a escombros en minutos. Pero se trata de una “misión limitada” realizada por una “coalición” – no de un “cambio de régimen”, aunque es exactamente lo que quieren el presidente, los europeos y la mayoría de los dictadores árabes. Y hablen de una alerta roja “óptica”.
El establishment en Washington está radiante porque por primera vez “el público árabe” apoya una intervención estadounidense. Cuidado con la “óptica” que se escoja. El “público árabe” también hace la conexión de que si Gadafi dispara contra su propio pueblo y luego es bombardeado por Occidente, ¿por qué no les pasa lo mismo a los dictadores en Yemen y Bahréin? El “público árabe” también es capaz de identificar claramente los métodos que utilizan Washington y los europeos para tratar de apropiarse de la gran revuelta árabe de 2011.
Por el momento, con tanta “óptica” difusa, ningún think tank se atreve a predecir lo que inventará la “coalición” si ninguna zona de exclusión aérea detiene a Gadafi. Armar a los variopintos, pero muy valerosos y ultra-motivados, “rebeldes” –lo que ya está sucediendo– es autorizado por la Resolución 1973 de la ONU. Washington, Londres y París rezan para que los rebeldes puedan pasar pronto de la defensa al ataque, marchar sobre Trípoli, derrocar al tirano y ofrecer a todos un fin al estilo de Hollywood.
No será así. El consejo de transición en Bengasi pidió una zona de exclusión aérea –no una intervención extranjera. Lo que Amanecer de la Odisea provee es sobre todo fuertes bombardeos de Trípoli – al otro lado del país. La gente de Trípoli comienza a ver esto como el comienzo de una nueva guerra colonial. Esto significa que una transición política post Gadafi no podrá posiblemente ser pacífica. De un modo perverso, Amanecer de la Odisea está colocando el fundamento para la partición de Libia. Surge amenazadoramente la balcanización.
Cualquier analista militar decente que valga su whisky con hielo sabe que nadie gana una guerra desde el aire. El anhelo humanitario es una cortina de humo (¿por qué Libia, y no Yemen, Bahréin, Gaza?). Es más parecido a un nuevo teatro de operaciones bélicas en lo que llaman MENA los orientalistas (Medio Oriente, Norte de África), una Odisea deformada sin fase final y sin fin a la vista. ¡Visto y no visto!
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.
Copyright 2011 Pepe Escobar
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De: Marti2 |
Enviado: 24/03/2011 07:46 |
Libia, ¿razones humanitarias?
Siempre he pensado que Muammar el Gadafi era el más nefasto de la lista de nefastos gobernantes que han padecido y padecen los pueblos árabes. Y no sólo por su condición de tirano y su despiadada represión de todo atisbo de oposición incluyendo en dicha categoría a todo aquel que se mostrara o pareciera mostrarse algo tibio en el aplauso y la obligada adulación a su persona. Ese personaje de túnica y turbante, gafas oscuras, retórica ampulosa y gesticulación histriónica, que acostumbra a viajar con su jaima portátil y su cohorte de amazonas –huríes al mejor estilo kitsch de Hollywood, es la representación a modo de calco de la fantasía degradada e inevitablemente racista que la mirada colonial proyectó sobre el mundo oriental y en particular el árabe. Gaddafi, el personaje Gaddafi, que hace gala de exotismo siguiendo el modelo de exotismo oriental construido en el imaginario de Occidente, siempre ha sido sencillamente una impostura. Por eso, entre otras cosas, nunca ha gozado de especial predicamento, menos aún simpatía, entre los árabes, ni entre los más reaccionarios, léase las monarquías del Golfo, ni entre las corrientes progresistas que, aunque larvadas, siempre han estado ahí y se han hecho visibles ahora en los levantamientos ciudadanos que han tumbado los regímenes de Túnez y Egipto.
De hecho Gaddafi, el personaje Gaddafi, ha sido la coartada perfecta que refuerza la visión y sobre todo la política neo colonial sobre el mundo árabe. Y lo vuelve a ser.
En Libia la revuelta que estalló sin duda inspirada y alentada por el triunfo de los movimientos liberadores de los países vecinos degeneró muy pronto en guerra civil. Quizás, entre otras cosas, porque el factor miseria, a diferencia de sus vecinos, no actuaba como detonante de la movilización. De hecho en Libia no había miseria, tampoco desarrollo y menos aún libertad, ni siquiera parcelas de libertad, pero había dinero, mucho dinero que el régimen de Gaddafi ha manejado para mantener en estado de subsistencia subvencionada a la mayoría de la población y sobre todo para comprar lealtades internas y complicidades externas durante décadas. Y es significativo que sean precisamente esos cómplices externos, los gobiernos de Francia y Gran Bretaña, socios preferentes, junto a Italia, de acuerdos, inversiones y negocios varios, además de históricas potencias coloniales en el Oriente Próximo, con Estados Unidos en un hábil pero determinante segundo término, quienes se han erigido en abanderados y promotores de la intervención militar en Libia. No me parece desencaminada la sospecha de que los cálculos estratégicos pueden haber ido más o menos así: dado que la insurrección de los pueblos árabes nos ha dejado fuera de juego y puede dejarnos aún más fuera y ya que Gaddafi, nuestro socio de ayer, resulta hoy indefendible, es la ocasión adecuada para situarnos en primera línea como protectores de los rebeldes que, gracias a nuestra intervención, podrán finalmente derrocarle, ocupar el poder… y depender de nosotros.
La excusa de la intervención humanitaria que sin duda encuentra eco en una opinión pública sinceramente horrorizada por la brutal represión de la revuelta y la perspectiva de triunfo de los leales a Gaddafi, no deja ver la realidad de lo que tal intervención significa y lo insultante que resulta viniendo de quien viene. En el ámbito de la política internacional y por mucho que en esta ocasión y no a falta de presiones se haya conseguido el aval del Consejo de Seguridad, la intervención militar en Libia representa un precedente más, no el primero, que desvirtúa el papel de Naciones Unidas que no es el de avalar el uso de la fuerza sino el de evitarla por todos los medios posibles. Hay también otro efecto perverso y quizás más grave: la intervención liderada nada menos que por Francia, Inglaterra y Estados Unidos, asesta un duro golpe al impulso emancipador que el triunfo de los movimientos democráticos en Túnez y Egipto han proyectado sobre el mundo árabe. La defensa de la soberanía nacional frente al dominio postcolonial de sus países, forma parte junto a la aspiración democrática, del corazón de la revuelta de las poblaciones árabes. Es cierto que en Libia la revuelta estaba a punto de ser derrotada y que se anunciaba una brutal represión, pero cuando se apela a la comunidad internacional, eufemismo con el que casi siempre nos referimos a Estados Unidos y su potencias aliadas, para que ponga fin al drama de los rebeldes libios, no deberíamos olvidar cuantos dramas hay en el mundo y cuantos están causados directamente por aquellos de quienes reclamamos intervención y si , por razones humanitarias, hay que intervenir en Libia, ¿por qué no hacerlo cuando Israel bombardea con armas mucho más letales a la población palestina y no en el marco de un conflicto interno sino de una ocupación ilegal? o, más aún, ¿por qué ningún gobierno de ningún país miembro de Naciones Unidas se atrevió a impulsar una resolución de condena contra Estados Unidos y Gran Bretaña por los cientos de miles de muertos, decenas de miles de desaparecidos, encarcelados, torturados y desplazados durante la invasión y ocupación de Irak?. Todos sabemos la respuesta: los crímenes de las grandes potencias no se juzgan, simplemente se aceptan como se acepta la lluvia cuando cae. El mundo es así y Naciones Unidas no es sino el reflejo del desequilibrio de fuerzas en el mundo. Pero es también el intento, hasta el momento el único que tenemos, de paliar ese desequilibrio. Por eso no creo que debamos aplaudir la resolución que avala la intervención en Libia. No es un triunfo de Naciones Unidas sino la constatación de su debilidad.
Y por favor que no me digan que las bombas que se lanzarán sobre Libia matan de forma humanitaria.
Teresa Aranguren Rebelión
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De: Marti2 |
Enviado: 24/03/2011 07:50 |
Libia, la legitimidad y el monopolio de la moral
La intervención militar en Libia obliga a analizar la llamada doctrina R2P -responsabilidad de proteger-, que defiende acciones militares con objetivos humanitarios.
La preocupación en torno a este tipo de intervenciones reside en que éstas pueden ser utilizadas para encubrir injerencias injustificadas en los asuntos internos de Estados soberanos.
Actuar militarmente de manera unilateral con la excusa de proteger -como hicieron Estados Unidos, Reino Unido y Francia en Irak al establecer una zona de exclusión aérea en 1991 en el norte y otra en 1992 en el sur (que no supusieron ni mucho menos el fin de Sadam Hussein, como todos sabemos)- puede dar argumentos a otros países para hacer lo mismo.
Y eso incluye la posibilidad de que un país al que la comunidad internacional occidental considere enemigo impulse acciones militares contra otro, con el argumento de que ese otro está violando derechos humanos o cometiendo crímenes de guerra. ¿Aceptaríamos en ese caso la legitimidad de la operación? Probablemente no.
Pongamos por caso un ejemplo diferente, en el que se busca consenso a través de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, como acaba de ocurrir ante los acontecimientos en Libia.
El embajador británico Mark Lyall Grant y la embajadora estadounidense Susan Rice durante la votación en las Naciones Unidas. (AP)
El Consejo de Seguridad de la ONU está formado por cinco miembros permanentes y diez temporales. Es a ellos a los que se llama comunidad internacional, a pesar de que no constituyen un gobierno mundial representado por todo el planeta.
Los miembros permanentes del Consejo tienen derecho a veto y son Reino Unido, Estados Unidos, Francia, China y Rusia.
Ellos actúan como gendarmes, deciden a quién se ataca, a quién no, a quién se le saca tarjeta amarilla, a quién roja. Ejercen de árbitros.
El Consejo de Seguridad impone sanciones o el uso de la fuerza en unos casos sí, en otros no. Ese doble rasero en sus decisiones demuestra que el criterio de legalidad y el de legitimidad no siempre van de la mano.
No hay igualdad ante la ley y no existen unos criterios generalizados para su aplicación. Del mismo modo, hay resoluciones que se cumplen y sin embargo otras que son papel mojado, como buena parte de las referidas a Israel.
Los Estados defensores de la intervención en Libia como acción con fines altruistas tienen ante sí un momento idóneo para demostrar coherencia.
Bastaría con que todos se integraran en la Corte Penal Internacional, ampliaran el Consejo de Seguridad y desarrollaran mecanismos que les obligaran a un nuevo orden internacional sin más invasiones ilegales, ocupaciones, explotaciones o injerencias, y sin más apoyos a dictadores como Gadaffi, al que vendíamos armas, con el que manteníamos negocios y con el que acabábamos de renovar acuerdos en materia de migración (véase el firmado el pasado octubre entre la UE y Libia, para que éste mantuviera la externalización de nuestras fronteras).
Para ello tendrían que detener la venta de armas a países que violan los derechos humanos, establecer un único criterio para impulsar actuaciones militares, y, en caso de intervención, no deberían imponer sus intereses por encima de los de la población local.
De lo contrario, la presunta buena voluntad de intervenir militarmente en Libia con el único objetivo de proteger a civiles resultará a la larga poco creíble.
Al igual que en la Edad Media las potencias actuaban para evangelizar y en el siglo XIX para civilizar, ahora actúan para proteger, liberar o democratizar. Suena muy bien -para los que ven el mundo con superioridad y paternalidad colonial- siempre y cuando fuera cierto para todos y cada uno de los casos de intervención militar.
Si los dobles raseros se perpetúan será difícil que estas grandes potencias mantengan su credibilidad a flote.
Pero de momento, en este orden internacional actual, el poderío militar y el nivel de riqueza determinan la capacidad de decisión e influencia, otorgan el monopolio de la moral y conceden el goce de la inmunidad.
Son desequilibrios de poder en un mundo de desigualdades que perpetúa los privilegios de unos y el desamparo de muchos.
Olga Rodríguez Periodismo Humano
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De: Marti2 |
Enviado: 26/03/2011 05:30 |
Muchos de quienes defienden la operación "odisea del amanecer" en Libia toman como inspiración los ataques de la OTAN a Serbia en 1999, vista como una ofensiva con fines humanitarios exitosa que protegió a los kosovares de la agresión serbia.
Pero al cumplirse esta semana el décimo segundo aniversario del inicio de los ataques de la OTAN a Serbia, hay quienes advierten que Kosovo ofrece pocas bases para el optimismo en Libia.
Según dijo a BBC Mundo Gustavo Morales, analista de temas internacionales, la operación de la OTAN en 1999 tenía objetivos parecidos a los de Libia e inició de forma similar, con la expectativa de que los ataques aéreos duraran apenas días.
"Los altos mandos militares de la OTAN deben tener en su mente la experiencia de Kosovo, porque lo que está ocurriendo en Libia es muy similar, bombardeos contra objetivos estratégicos, primero la defensa antiaérea, segundo los centros de comunicación y tercero los puntos estratégicos de tomas de decisiones", explicó el analista.
Pero los dilemas que enfrenta la operación "Odisea al Amanecer" en Libia reflejan, según muchos analistas, los que confrontaron las fuerzas de occidente tanto en Bosnia como durante el conflicto kosovar. Las lecciones
Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano de Madrid, dijo a BBC Mundo que tanto Bosnia como Kosovo dejaron lecciones importantes que están en la mente de los involucrados en la ofensiva a Libia.
"En Libia hay una situación complicada, porque hay una coalición armada, pero no hay una dirección política que decida cuáles son los blancos militares y uno de los dilemas cruciales en este tipo de operaciones es quién decide cuáles son los blancos", señaló Arteaga.
"En Bosnia teníamos una coalición armada que apoyó una resolución de la ONU y los bombardeos se decidían conjuntamente por civiles -la ONU- y militares- la OTAN. Esa experiencia enseña que es muy difícil que los civiles y los militares se pongan de acuerdo".
El analista señala que en Kosovo, la OTAN como no estaba atada a un mandato de la ONU, podía decidir cuándo y qué bombardea, pero en el caso libio no hay una dirección y cada ejército, ya sea el francés o el británico, decide cuáles son los blancos.
El objetivo de lograr un consenso mayor, involucrando en la coalición a los países árabes también complica aún más ponerse de acuerdo.
"Mientras mayor sea el número de países que se involucre en esta coalición, más difícil será ponerse de acuerdo en torno a los blancos. Pasó en Bosnia y está pasando ahora nuevamente", destacó Arteaga. Protección civil
Tanto en Libia como en Kosovo y en Bosnia, el objetivo era la protección de la población civil, pero el conflicto kosovar tenía características muy diferentes y esto implica que era mucho más claro a quién había que proteger.
"Kosovo era un territorio, habitado por un pueblo que iba a ser defendido frente a Serbia, que es otro pueblo y otro territorio. En Libia hay una guerra civil y se está bombardeando a la población en Trípoli para defender a otra parte de la población, la de Bengasi", expresó Gustavo Morales.
Félix Arteaga traza un paralelo con la situación de Bosnia: "Allí se trataba de garantizar la seguridad de la población en unas zonas de refugio y la zona de exclusión aérea estaba dirigida a proteger estas zonas y a hacer posible la entrega de ayuda humanitaria".
En Libia, "no se quiere reconocer que hay un conflicto armado, la resolución habla de civiles desarmados, no se especifica qué ciudades hay que proteger y en mi interpretación, Reino Unido y Francia entienden que hay que atacar a cualquier fuerza leal a Gadafi".
En Kosovo, además, habían fuerzas en el terreno con una dirección más clara, entre ellas el Ejército de Liberación de Kosovo y otros partidos nacionalistas; en Libia las fuerzas rebeldes están muy lejos de tener una cohesión y capacidad de respuesta similares. Los límites del ataque aéreo
Una de las preocupaciones que han resaltado algunos analistas es la limitación de un bombardeo aéreo.
El general Wesley Clark, quien comandaba la OTAN al momento de los ataques a Serbia, confiesa en sus memorias que al principio pensaba que durarían días.
En la práctica, los ataques aéreos se prolongaron desde el 24 de marzo hasta el 10 de junio, y el operativo llevó eventualmente al despliegue de tropas de la OTAN en la provincia de Kosovo, que aún permanecen ahí, aunque en número limitado.
Clark destaca en sus memorias que "no había forma de detener la masacre de civiles por parte de las fuerzas paramilitares serbias" sólo con el uso de la supremacía aérea.
Algunos analistas ya comienzan a hablar de un posible empantanamiento del conflicto en Libia.
"El tiempo juega a favor del régimen libio, porque una zona de exclusión aérea cuesta y ya no tiene ninguna justificación porque no parece haber aviones que operen y luego si se quiere usar esa fuerza para atacar otros objetivos como tanques, vehículos y personas entramos en una escalada militar", explicó Félix Arteaga
BBC
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De: Marti2 |
Enviado: 26/03/2011 05:34 |
Estancados en el bombardeo a Libia, con Kadafi todavía vivito, coleando, y exterminando a los operativos de la CIA en su territorio, ahora los cruzados del eje USA-UE-Israel van por Siria. Un "peso pesado" del "eje del mal", cuya imbricación con Irán, Gaza y Libano, puede convertir a la nueva "revuelta popular" de la CIA en la gran mecha del polvorín de Medio Oriente.
Lo de Siria estaba cantado. Junto con Libia, es el premio mayor en el tablero de las "revueltas populares" armadas y organizadas por la CIA, el Mossad y los servicios "aliados" en África y Medio Oriente.
"La muerte de un número indeterminado de personas que participan en manifestaciones antigubernamentales plantea el interrogante de si Siria será el próximo país árabe en verse conmocionado como resultado de la actual ola de protestas en el mundo islámico", señala este vienes la cadena BBC.
"Buena parte de la evolución de los acontecimientos en Siria dependerá de cómo Al-Assad maneje la ira manifestada en los últimos días en Deraa y que potencialmente podría extenderse a otras regiones del país", añade la cadena británica.
Las manifestaciones tuvieron lugar en varias localidades, sobre todo en Deraa (epicentro de la revuelta, donde han muerto más de cien personas desde el 18 de marzo), Sanamein, Daael (sur), la capital Damasco, Banias y Hama, según corresponsales de la AFP.
Según las autoridades sirias, para alimentar las revueltas se trasladaron armamento y equipos de comunicaciones desde el vecino Israel, país al que acusan de ser el origen de más de un millón de mensajes telefónicos de texto urgiendo a los sirios a usar las mezquitas como bases para fomentar conflictos.
A su vez, el gobierno sirio calificó de "mentiras" los mensajes y las imágenes enviadas desde la zona hacia el exterior con "historias sobre masacres" y afirmó que la población local está "cooperando para detener a las bandas armadas".
Señala la BBC, "hasta ahora algunos intentos de movilizar a la oposición en Damasco y en otros lugares se habían desvanecido, dejando la impresión de que la situación no era tan volátil como en otros países árabes".
"Pero -continúa la cadena- debido a la mano dura de las autoridades con pequeños incidentes locales, la ciudad de Deraa, al sur de Damasco, de repente se convirtió en el centro de la indignación popular, similar a la que ha prendido la mecha en otros lugares de la región".
En Siria, tanto como en Libia, el objetivo clave es el petróleo y el derrocamiento de regímenes no adscriptos a la estrategia geopolítica centralizadora del eje USA-UE-Israel en Africa y en Medio Oriente.
Bush lo designó como el combate contra las "dictaduras" del "eje del mal", y Obama, más progre, lo llama proyecto de "democratización". El trasfondo es la "guerra contraterrorista".
En las llamadas "revueltas del mundo árabe" los patrones operativos, los objetivos y los intereses estratégicos en juego no son los mismos.
La gran dinámica movilizadora de las invasiones militares, las guerras y conflictos regionales, y los golpes internos de la CIA contra líderes y presidentes desgastados que ya no "cierran" con el control estratégico hegemónico de la primera potencia imperial del sistema capitalista, es el apoderamiento de los mercados y de las fuentes naturales del "oro negro".Un recurso clave (y en extinción) para la supervivencia futura de las potencias centrales.
Pero, hay un escenario diferencial para leer los procesos de movilización callejera y de represión militar que se están desarrollado en África y en Medio Oriente, y que la prensa internacional y los centros del poder imperialista mundial manipulan y definen interesadamente como "revueltas populares en el mundo árabe".
La intención, como siempre, es mezclar los intereses y los objetivos en juego diametralmente opuestos, que dinamizan esas movilizaciones masivas contra los regimenes de gobierno vigentes.
La idea de la Casa Blanca, hoy controlada por el lobby judío "liberal" con Obama como gerente, es plasmar en la órbita de sus satélites árabes el "proyecto democracia" renovando la cara del viejo "orden armado" y terminando con la figura gastada de los dictadores al estilo Mubarak que generan odio y resistencia popular.
Desde el punto de vista estratégico, las revueltas callejeras como las desatadas en Túnez, o contra Mubarak en Egipto alimentaron ingenuamente la hipótesis de una "revolución musulmana" o de un "levantamiento popular".
El objetivo en ese caso, fue derrocar al títere, y preservar la continuidad del titiritero. La "salida democrática" en Egipto no una opción islámica como pregonan el "progresismo" y la izquierda, sino una opción concertada entre la Casa Blanca de Obama, los halcones del Complejo Militar Industrial y la logia bancaria de Wall Street. Los dueños de Egipto.
A diferencia del resto de los procesos de "protesta popular en el mundo árabe islámico" infiltrados por la CIA y las inteligencias "aliadas" en Africa, Libia y Siria se inscriben en los patrones operativos de las "revoluciones naranja" en el espacio soviético, o en los "golpes budistas" del Tibet o Birmania, o en la rebelión "reformista" para derrocar a los ayatolas en Irán, encuadrados en la nueva "guerra fría" por áreas de influencia (militar y comercial) que mantiene el eje capitalista Rusia-China con el eje capitalista USA-UE-Israel.
En este escenario diferencial, hay que leer esos procesos que la prensa internacional (interesada en deformar y mezclar los acontecimientos) define en masa como "revueltas populares en el mundo árabe".
No es lo mismo Egipto, Túnez, Yemen, donde la CIA, el Mossad israelí y los servicios británicos operaron (y operan) para sustituir a dictadores prosionistas gastados y en desuso, por "procesos democráticos" digitados por Washington, que Bahrein, una base estratégica de la Quinta Flota USA, donde Irán, a través de la rebelión de la mayoría chiíta intenta derrocar a la monarquía aliada de EEUU.
Ni es lo mismo Libia, donde Muamar Kadafi, un "líbero" experimentado, ex aliado inestable del eje USA-UE, que negociaba por conveniencia con el "mundo occidental", está sometido a un bombardeo permanente por parte de EEUU y las potencias europeas luego de haber abortado el intento para derrocarlo desde adentro.
Ni Siria es lo mismo que Libia. Allí gobierna un régimen chií, aliado firme del eje Rusia-China-Irán-Venezuela, y principal sostén (junto con Irán) de Hamás y Hezbolá en Gaza y en Libano.
Emparentando a Siria con el resto de las "revueltas populares" dice la BBC: "Siria comparte muchas de las condiciones que llevaron al derrocamiento de los gobiernos en Túnez y Egipto, y que subyacen en los trastornos en Libia, Yemen, Bahréin y otras naciones".
Hay un factor adicional, según la cadena: el poder se concentra en manos de la minoría alauita (una rama del Islam chiíta), a la que pertenece Al-Assad, lo que genera resentimientos entre la mayoritaria comunidad sunita.
A favor del gobierno están particularmente "su postura nacionalista" - apunta la BBC- y "la firmeza en contra de Israel y, en ocasiones, de los poderes occidentales", lo que le granjea apoyo entre la población.
Buena parte de la evolución de los acontecimientos en Siria dependerá -pronostica la cadena británica- de cómoo Al-Assad maneje la ira manifestada en los últimos días en Deraa y que potencialmente podría extenderse a otras regiones del país.
Lo que implica que en Siria, a diferencia de lo que está pasando en Libia, la CIA está operando la desestabilización del régimen montada en un enfrentamiento inter-religioso cuya evolución y objetivo apuntan a una guerra civil como la que utilizaron para dividir y controlar Irak.
Después de iniciar un proyecto de remodelación "democrática" expulsando a sus desgastados dictadores aliados en Egipto y Túnez, EEUU y la UE (utilizando como pantalla a la OTAN) fueron por el petróleo libio y por una posición estratégica en el dispositivo del control geopolítico militar en África.
Hoy, estancados en el bombardeo a Libia, con Kadafi todavía vivito, coleando, y exterminando a los operativos de la CIA en su territorio, van por Siria.
Un "peso pesado" del "eje del mal", cuya imbricación con Irán, Gaza y Líbano, puede convertir a la nueva "revuelta popular" de la CIA en la gran mecha del polvorín de Medio Oriente.
Manuel Freytas
IAR
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De: Marti2 |
Enviado: 06/04/2011 07:18 |
“¡Vete, vete cobarde; eres agente estadounidense!” Gritaban los manifestantes en Sana’a, el 24 de marzo
Hasta ahora no hay R2P (“responsabilidad para proteger”). No hay una resolución de las Naciones Unidas. No hay una zona de exclusión aérea. No hay una “coalición de los dispuestos”. Tampoco Tomahawks. Tampoco drones Predator. Tampoco aviones artillados C-130. Tampoco imperialismo humanitario.
Y a pesar de todo, están matando manifestantes; un dictador se niega a renunciar; al-Qaida prospera, y abiertamente; la contrainsurgencia ataca; hay mucha CIA en el terreno, y la guerra civil amenaza. Bienvenidos al curioso caso de un Yemen no-adecuado-para-el-imperialismo humanitario.
El mantra del presidente Barack Obama de EE.UU. sobre Libia es que “Muamar Gadafi debe irse”. El jefe supremo del Pentágono, Robert Gates, cuando le preguntaron por el Gadafi yemení, el presidente Alí Abdullah Saleh, respondió, con cara seria, que Washington no tiene ninguna opinión, porque no interfiere en los asuntos internos de otros países.
La evidencia muestra otra cosa. El primer presidente afro-estadounidense -laureado con el Premio Nobel de la Paz– también ostenta la dudosa distinción de ser el único presidente estadounidense que ha lanzado una guerra contra una nación africana. También lanzó su campaña para la reelección, que probablemente se tragará unos 1.000 millones de dólares.
Mientras tanto, Saleh sigue matando a su propio pueblo, e hiriendo a cientos de personas, como en la ciudad suroccidental de Taizz este lunes. Obama tenía que hacer algo, de modo que “cambió silenciosamente de posición” según la extraña formulación del New York Times; el nuevo mantra es “Saleh debe irse”. Su retórica retorcida sugiere que Washington quiere ahora que Saleh se vaya porque ha llegado a la conclusión de que sus días en el poder han pasado, aunque durante más de dos meses, incluyendo la matanza indiscriminada, gozó de pleno respaldo de EE.UU.
Nuestro astuto hijueputa
Yemen está infectado de contraterrorismo dirigido por fuerzas especiales de la era de George W Bush y expandidas considerablemente bajo Obama. Saleh es el contratista local. El objetivo es el coco al-Qaida en la Península Arábiga (AQAP), que es atacado por frecuentes estallidos de “acción militar cinética” (en jerga de la Casa Blanca). El “daño colateral” puede haber llegado a algunos cientos.
Un Estudio de Estabilidad Glevum de marzo de 2011 estableció que no menos de un 96% de los yemeníes cree que “Occidente está en guerra con el Islam”; sólo un 4% aprueba el capítulo de la “guerra contra el terror” de EE.UU. en sus tierras; y una mayoría considera que AQAP está involucrado en “autodefensa”. Sin embargo, en lo que respecta a Washington, lo único que importa en Yemen es el contraterrorismo, no lo que piensa la gente del lugar.
Hay por lo menos 60 millones de armas letales en Yemen. Sin embargo, el levantamiento de los jóvenes yemeníes ha sido un modelo de pacifismo. Saleh, fiel al guión estándar de los dictadores árabes, los calificó de “narcotraficantes”, lavadores de dinero y una “pequeña minoría”.
Yemen del Norte y del Sur se unificaron en 1994. Los delegados de Saleh controlan gran parte de Yemen mediante jeques tribales cuya lealtad es dudosa, por decir lo menos. Arabia Saudí se apresura a comprar a todos los que ve y a financiar la influencia del wahabismo de la línea dura. AQAP es sólo un pequeño detalle en un complejo paisaje político.
En el norte, los chiíes zeidis luchan por la autonomía. La táctica de Saleh es bombardear masivamente sus aldeas, desplazar a cientos de miles de civiles y luego atacarlos. No, nadie le impondrá una zona de exclusión aérea por hacerlo. En el sur, un movimiento secesionista pacífico que lucha por la igualdad ha sido salvajemente aplastado. Algunos de sus miembros tomaron el camino de la guerrilla.
Saleh ha sido muy astuto en la instrumentalización de AQAP contra sus enemigos interiores, mientras utiliza la amenaza de AQAP para conseguir armas, inteligencia y cientos de millones de dólares de los estadounidenses. Hasta ahora ha dado resultado. Obama aumentó la “ayuda militar” para Yemen de 67 millones de dólares en 2009 a 150 millones en 2010.
WikiLeaks sacó ampliamente a la luz negocios sucios entre Washington y Saleh, incluidas las mentiras del general David Petraeus a los yemenitas sobre quién estuvo matando a civiles yemeníes durante la “guerra contra el terror”. Pero a diferencia del satanizado matón-terrorista-rehabilitado Gadafi, Saleh es uno de “nuestros hijueputas”. Es suficientemente astuto para aplastar a zeidis, yemeníes del sur, periodistas y manifestantes estudiantiles pacíficos en lugar de aplastar su huevo de oro, AQAP.
Ahora, cuando Obama señaló que se debe ir, se puede apostar a un panorama en el cual la CIA utiliza a AQAP contra Saleh. Objetivo: balcanizar Yemen. Es donde entra en juego el legado de Said al-Shihri, un saudí liberado de Guantánamo enviado a Yemen por el gobierno de Bush, y muerto el 12 de febrero; así como la influencia de Anwar Awlaki, nacido en EE.UU., un clásico agente doble de la CIA.
La CIA ya está instrumentalizando a al-Qaida en el Magreb Islámico (AQIM) en Libia; con o sin Gadafi en el poder como parte de Libia balcanizada. AQIM ya es un factor desestabilizador en el cuadro general. El modus operandi es el mismo: CIA/Pentágono utilizan el espectro de al-Qaida para justificar la interminable guerra contra el terror, sea en el norte de África o en la Península Arábiga.
Por su parte, la Casa de Saud ha estado luchando con uñas y dientes para que se quede Saleh; es un lacayo de la Casa de Saud de la misma manera que los al-Khalifa en Bahréin. Pero sin el apoyo del gobierno de Obama, lo mejor que puede esperar la Casa de Saud es la usual “estabilidad” y la “transición sin percances del poder” –como si fuera otro general amigo de Arabia Saudí-. Arabia Saudí quiere un golpe militar “sin percances”. No le molestaría exactamente que el comandante de la línea dura, el general Ali Mohsin Saleh Ahmar, fuera el nuevo líder.
Después de olas de deserciones políticas, ministeriales, de embajadores y militares, o se va Saleh o hay guerra civil (fiel al guión, dice que no habrá guerra civil solo si se queda). El nuevo gobierno en Sana’a ha establecido un estado de emergencia. Saleh podrá durar un poco, ya que cuenta con la Guardia Republicana, las Fuerzas Especial y la seguridad interior, dirigidas por su hijo y sus sobrinos.
En cuanto a la coalición de partidos de la oposición, la Reunión de Partidos (JMP), ahora se presenta como auténtico representante de las masas que se manifiestan en las calles aunque siempre ha sido el bufón de la corte. El hecho es que las elites del poder en Yemen han cooptado la revolución pacífica. Lo que evitarán es el verdadero camino a la democracia, por lo que ha estado luchando –y muriendo– la gente en las calles de Yemen.
Las protestas en Yemen comenzaron el 11 de febrero con menos de 200 estudiantes universitarios de Sana’a y jóvenes activistas y sólo dos mujeres. Entonces los zeidis en el norte prometieron su cooperación, y los secesionistas en el sur detuvieron sus manifestaciones y comenzaron a llamar a la suqut al nidham ("la caída del régimen”), el llamado unificador en todo el mundo árabe.
Como dijo el politólogo yemení Abdulghani al Iryani a Nir Rosen, “Nunca hemos tenido verdaderas movilizaciones callejeras… Antes de Túnez la oposición hizo una manifestación de 200. Después de Túnez fueron miles. Después de Egipto se convirtió en una avalancha. Hay una nueva valoración del poder colectivo. Lo que no pudo hacer el establishment político formal, juntar a la gente, logró hacerlo la protesta de la juventud.” Sus demandas cruciales siguen siendo la reforma constitucional y una nueva ley electoral.
¿Y al-Qaida?
La creciente industria de la “guerra contra el terror” estadounidense –incluidos los medios corporativos– considera que, en este extremo sueño orientalista, los “peligrosos desiertos y montañas de Yemen”, son tan mortíferos como una trama de Star Wars.
Y a pesar de todo AQAP es un chiste. Su historial de “éxito” se limita a una bomba fracasada en la ropa interior y una bomba en un paquete que falló. El propio Saleh sabe que es un chiste, un movimiento absolutamente marginal no sólo en Yemen sino en todo Medio Oriente. La verdadera razón para que EE.UU. esté en Yemen es que el país es extraordinariamente estratégico, sobre el Mar Rojo, el Golfo de Adén y Arabia Saudí, los cruces de camino cruciales entre Medio Oriente y el Cuerno de África.
La cruenta contrarrevolución árabe de 2011 sigue avanzando por su camino misterioso. Turquía y los países del BRIC están perplejos porque ahora EE.UU. arma a los “rebeldes” infestados por AQIM, y puede estarlos agasajando con suculentas migajas de los 32.000 millones de dólares en activos congelados del gobierno libio, más una parte en las futuras ventas de petróleo.
Y hablemos de un tórrido Club Mediterráneo. Bajo el gobierno de Bush, al-Qaida se utilizó como la excusa perfecta para bombardeos y guerras preventivas. Ahora, bajo Obama, al-Qaida –como en AQIM y AQAP– se utiliza para balcanizar naciones seleccionadas, facilitando su ruptura siguiendo líneas tribales, sectarias y criminales.
El fantasma de Osama bin Laden se sigue riendo. La franquicia al-Qaida está en pleno auge, más que nunca. Incluso tal vez vuelva al juego en su condición original, como un ejército de guerrilla de la CIA. No hay mejor guerra que una guerra interminable.
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.
Copyright 2011 Pepe Escobar
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De: Marti2 |
Enviado: 06/04/2011 07:35 |
Hacia un nuevo mundo árabe
Luego de semanas de levantamientos tanto en Medio Oriente como en el Magreb, las rebeliones en curso encierran aún muchos enigmas. Entrevista con Gilles Kepel, politólogo y especialista en el Islam.
La intervención occidental en Libia, ¿no modifica acaso la idea de la “primavera árabe”?
En Libia, el objetivo estricto de la coalición militar es neutralizar la capacidad de acción del ejército de Gadafi, permitiendo sin embargo que las mismas estructuras libias del poder lo obliguen a partir -como sucedió con Ben Ali y Mubarak- sin lo cual se cambia de centro y se rota hacia una intervención occidental con los calamitosos legados ya experimentados en Irak y Afganistán, como trasfondo.
El problema es que Libia no es, a diferencia de Túnez y de Egipto, una sociedad altamente institucionalizada en la que un Jefe de Estado Mayor puede cambiar y ser obedecido por sus tropas para derrocar, asociado a las fuerzas sociales, al presidente. Solamente la caída del coronel provocada por los dirigentes de las grandes tribus convencidos de que Gadafi y su familia son personas no gratas en el mundo y de que será difícil comerciar el petróleo libio, puede asegurar el proceso, solo así puede pensarse que lo derrocarían.
¿A quiénes impactará próximamente el efecto dominó? ¿A Yemen? ¿ A Siria?
Yemen es un híbrido entre civilización urbana y redes tribales, entre los modelos egipcio y libio, si se quiere.
La rebelión urbana en Sana y en Aden se parece a la de la “plaza Tahir” (también hay una con ese nombre en Sana) pero la clave del equilibrio militar sigue en manos de los líderes tribales que aún no han cambiado
La situación de Yemen, como la de Bahrein, es una fuente de inquietud especialmente para la vecina Arabia Saudí, frágil gigante petrolero, lo que explica la poca diligencia de los Estados importadores de petróleo en sostener transiciones que pondrían en riesgo el suministro cotidiano. Allí está el corazón de las contradicciones que articulan las revoluciones árabes con la renta petrolera y que corren el riesgo de hipotecarles el porvenir.
En Siria, que parecía protegida por su papel de campeona de la resistencia árabe contra Israel, los acontecimientos de Deraa y los que eventualmente podrían seguir, ponen de manifiesto que los cambios podrían surgir en el marco de la sacrosanta unidad impuesta por el conflicto con el Estado judío. Por otra parte Irán y sus aliados, incluido Hamás, que no están cómodos con las reivindicaciones democráticas que se les reclaman, tienen interés en que este frente entre en actividad.
Es lo que quieren también los halcones israelíes que de este modo se evitan enfrentar la perspectiva de un Estado palestino reconocido por la Asamblea general de la ONU, en setiembre próximo, calificando a los palestinos como socios no fiables y siempre prestos a la violencia. Reavivar el conflicto armado, lanzar nuevas acciones terroristas, es interés de los regímenes favorables al statu quo y contra la aspiración de la sociedades civiles.
¿Cuáles son las primeras lecciones que nos dejan estas semanas de la “primavera árabe”?
En este momento las revoluciones árabes no están más que en los comienzos. Las consecuencias que provocarán en el ambiente, en el suministro de petróleo, en la inmigración y en la relación con Israel están por verse. Sin embargo se puede afirmar que ya han abierto una nueva fase que cierra la secuencia abierta el 11-S. ¿En qué? En que el movimiento islámico ve que su franja más radical pierde la partida y que su franja “participacionista”, la que acepta actuar en el seno de la sociedad (contrariamente a aquellos que practican la resistencia armada como el GIA o al-Qaida) está condenada a adaptarse a la realidad democrática. En Egipto los Hermanos Musulmanes constituyen la fuerza política más estructurada y con una inmensa red de asociaciones.
Pero es interesante señalar que en relación con los recientes acontecimientos todos hablan localmente de la “revolución popular”. Aparecen corriendo en pos de un movimiento cuya iniciativa no les pertenece. En realidad estas dos tendencias vienen dividiendo al movimiento islámico desde 1990, cuando el enfrentamiento de los islamistas con el poder argelino. Los atentados del 11-S dieron nuevo impulso a los radicales que así ocuparon la agenda internacional durante una década. Pero el ejemplo del martirio ha demostrado que resulta un medio insuficiente para movilizar a las masas a su favor.
Por el contrario, el panorama posterior al 11-S otorgó un indulto a los regímenes autocráticos que se presentaron como los únicos baluartes contra al-Qaida. Es la obsolescencia del modelo al-Qaida la que puso fin, por extensión a ese indulto.
¿Cuales son los factores que despertaron la aspiración a la democracia en esos países?
Uno de ellos tiene como modelo la situación turca. La pequeña burguesía piadosa llegada del campo que forma la base social del AKP (Partido de la Justicia y del Desarrollo) demostró que había logrado la eliminación de los militares. El régimen de Ankara es el producto de una alianza entre esa clase media piadosa en ascenso y la gran burguesía cosmopolita de Estambul.
Pero hay que cuidarse de ver en el AKP solo un partido islamista puro atraído por Irán. La amenaza nuclear iraní lo es también para la vecina Turquía y el AKP esta tenso entre tendencias contradictorias radicales o secularizadas. En síntesis lo que refleja la situación turca es que la marcha hacia la democratización tiene su lógica, que puede entrar en contradicción con la habitual ideología de los “Hermanos musulmanes”.
Generalizando, estamos asistiendo a una transformación del sistema estructural de las sociedades árabes. Los islamistas no han logrado controlar el lenguaje de los actuales levantamientos. Existe una considerable diferencia con la revolución iraní de hace treinta años. En esa época el ayatolá Jomeini logró imponer su retórica y su lenguaje, para subvertirla, a la revuelta democrática contra el sha.
A la inversa los islamistas “participacionistas” egipcios no han logrado hacer prevalecer la suya, lo que está por producirse. Hasta los chiíes de Bahrein usan un vocabulario “derechos humanos” y democrático. Y si ha habido un fracaso en nuestra diplomacia es el de no haber sabido captar lo que de autónomo y universal tenía este movimiento. Tampoco es seguro que este movimiento siga siendo solo musulmán o árabe.
¿Es característico de todas las revueltas este “cambio de sistema”?
Con toda seguridad, es preciso tener también en cuenta las situaciones locales. El vocabulario es ciertamente común. Pero la sintaxis puede cambiar. Este movimiento nació así en Túnez, en una sociedad culturalmente muy mixta caracterizada por la fusión entre las clases urbanas y la juventud pobre. Si el este se trasladó a Libia es porque había muy poca transferencia de la riqueza petrolera hacia una región de la que Gadafi desconfiaba…
En revancha, el fenómeno común a todos estos países, es la omnipresencia de la policía secreta (Mukhabarat). Y en tal sentido, uno se pregunta como es que regímenes tan autocráticos y policiales han sido tomados desprevenidos por los levantamientos.
La respuesta es simple. No vieron llegar la generación Twitter, la juventud rebelándose contra las gerontocracias reinantes que ya se habían beneficiado, repitámoslo, de un plazo adicional de diez años a causa de Osama Bin Laden.
¿Podemos temer vueltas atrás o situaciones como la de Libia? ¿Serán suficientes las movilizaciones generadas a partir de Facebook o Twitter para instalar democracias estables?
La cara sombría de estas revoluciones es que siguen a décadas de tal represión que han inhibido la capacidad de formar élites de sustitución. No existen, como sucedió en Europa del este, disidentes que salían de las prisiones. Hay que cuidarse de convertir en fetiches las redes sociales formadas alrededor de la Red. En cuanto a la televisión, de la que sabemos cuál ha sido su papel, tiene sus límites. Al Jazeera ha sido criticada por su tibieza desde que Bahrein, Arabia saudí y Hamás han sido cuestionados, y en Egipto ha sufrido la competencia de la emergencia de televisoras satelitales.
Los medios egipcios liberados han reconquistado poco a poco el espacio del que se había adueñado la cadena qatari.
Los opositores exiliados por lo general no tienen experiencia política. En Egipto fue el Consejo supremo de las fuerzas armadas el que reemplazó a Mubarak. Esta vez no se ha nombrado ningún nuevo “Mameluco” (a la inversa de lo que sucedió luego de Naguib y de Nasser, y después con Sadat y Mubarak). Los contrapoderes no se apoyan en ninguna institución. Las élites políticas en gestación deben salir imperativamente del mundo virtual para afianzarse en el terreno. El ciberespacio puede servir de coadyuvante pero no puede ser sustitutivo.
El escenario más negro se produciría si las revoluciones no lograran madurar en el espacio interior.
¿Qué consecuencias pueden vislumbrarse en el conflicto árabe-israelí?
Durante largo tiempo ha reinado en Israel la tesis según la cual el Estado judío tendría más interés en tratar con autócratas que con regímenes democráticos. Sin embargo viendo los resultados se puede dudar. Tratar con dictaduras árabes solo ha llegado hasta ahora a construir un muro y a vivir en un gueto con respecto a la región.
Obviamente llegar a un proceso como el de Oslo, que buscaba impulsar la paz desde arriba, podría tener a primera vista sus ventajas. Sin embargo ese proceso finalmente abortó por que no fue aceptado por las sociedades. Por el contrario la situación actual ofrece una histórica ocasión de diálogo entre las sociedades árabe e israelí ¡Lástima! La vuelta de los enfrentamientos indica que los adversarios de los procesos democráticos se hallan siempre bien presentes.
Gilles Kepel Le Monde
Gilles Kepel es profesor de Ciencias Políticas, miembro del Instituto Universitario de Francia, autor de numerosos libros sobre el mundo árabe y musulmán contemporáneo. Dirige la colección “Proche Orient” en el PUF, que ha publicado las obras del profesor Yadh Ben Achour, encargado de redactar la ley y la Constitución tunecina
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