Ojos de gitanos
Ojos de gitanos, siempre arriesgados
mirando el mar, buscando un amigo.
Ojos de gitanos, siempre enamorados
mirando el mar y siempre perseguidos.
Se quedaron atrapados tus labios y los míos
en el infinito, y entre la bruma y el estío
una ráfaga de fuego los acarició en el delirio,
y el eco de nuestro beso por el aire se escuchó
cuando prendimos nuestros cirios
y en el espacio etéreo una llama se plasmó
causando un fuerte cataclismo;
tembló la tierra de mi organismo
y se volcó mi sangre hacia tu río.
Ojos de gitanos, siempre atrevidos
cruzando el mar, llorando amigos.
Ojos de gitanos, siempre entristecidos
mirando el mar y siempre perseguidos.
Quiero penetrar hasta tus sueños
y allí corriendo, tras tus espantos,
te sacaré los gritos del amor ingrato,
y te haré olvidar el amor de niños.
He soñado con llevarte desde tus sueños
hasta el infinito, para que juntos busquemos
ese paraíso perdido y amarte en el delirio
para nunca más regresar a este martirio.
Ojos de gitanos, siempre enamorados
navegando el mar, durmiendo por el río.
Ojos de gitanos, abrazándome en el frío,
ojos misteriosos, siempre enamorados
que por el mundo guían mi camino;
ojos tristes que me causan tal embeleso;
ojos de gitanos y llenos de dulces besos
que van acariciando mi destino.
Nelida Mendoza
University Place, Washington
19 de febrero de 2005