DÍPTICO A MI ÁNGEL DE LA GUARDA
I
Sé que estás a mi lado, ángel guardián,
y que, por mí, te afanas día tras día,
y, si triunfo, rebosas alegría
y, si fracaso, lloras con pesar.
Sé que, vida tras vida, con afán,
me socorres, me asistes y me guías
y haces tuyas las aventuras mías
para ayudarme a ser mejor mortal.
Y sé que tú suspiras si suspiro
y sé que no se agota tu paciencia
y siento gran vergüenza si te miro,
pues sé que no merezco tu asistencia.
Pero ¡no me abandones, te lo pido!
Pues, ¿qué sería de mí sin tu presencia?
II
¿Cómo podré pagar tu compañía,
tu amistad sin dobleces, tu paciencia,
tu inspiración, tu amor, tu persistencia,
tus consejos, tus preces y tu guía?
¿Dónde encontrar un ser de tu valía,
de tu bondad, tu entrega y tu sapiencia,
que me llene, con sólo su presencia,
el alma, de esperanza y alegría?
¡Qué deuda tan inmensa y tan hermosa!
¡Qué karma tan sublime y placentero!
¡Qué amistad tan perfecta y tan gozosa!
¡Qué servicio tan pleno y verdadero!
¡Qué identificación tan milagrosa
desde el día en que nazco hasta el que muero!
EL VIAJE INTERIOR,
Francisco-Manuel Nácher López
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