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Socio-Política: El mito de un Irán “aislado”
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 21/01/2012 05:54
Estos días, en medio de una progresiva atmósfera de crisis en el Golfo Pérsico, una pequeña lección de historia sobre EEUU e Irán podría ser muy bien algo que el doctor nos recetara. Ahí van unas cuantas notas destacadas (o no tan destacadas) acerca de la relación entre ambos países a lo largo del último medio siglo:

Verano de 1953: La Agencia Central de Inteligencia y la inteligencia británica traman un complot para dar un golpe que derroque a un gobierno democráticamente elegido en Irán que intenta nacionalizar la industria del petróleo del país. En su lugar, colocan a un autócrata, el joven Shah del Irán, y a una policía secreta que pronto sería temida y odiada.

Gobierna el país como si de un feudo represivo se tratara durante un cuarto de siglo, convirtiéndose en el “baluarte” de Washington en el Golfo Pérsico, hasta que un movimiento revolucionario local le derroca en 1979, marcando el comienzo del gobierno del Ayatolá Ruhollah Khomeini y los mullahs. Aunque Jomeini y compañía no eran en absoluto hombres de Washington, en algún sentido fue gracias al golpe de 1953 que pudo dar comienzo su propio linaje político.

1967: Bajo el programa estadounidense “Átomos por paz”, que el presidente Dwight D. Eisenhower empezó en los años cincuenta, al Shah se le permite comprar para Teherán un reactor de investigación del tipo de agua ligera de cinco megavatios (reactor que, para colmo de ironías, sigue aún jugando un papel en la disputa alrededor del programa nuclear iraní).

Las autoridades del Departamento de Defensa se preocuparon en su momento ante la posibilidad de que el Shah utilizara el “átomo de la paz” como base de un futuro programa de armamento o de que esos materiales nucleares pudieran caer en manos equivocadas. “Un sucesor agresivo del Shah”, se decía en un memorando del Pentágono de 1974, “podría considerar las armas nucleares como el punto final necesario para establecer un dominio militar total de Irán sobre la región”. Pero eso no les detuvo entonces a la hora de instigar y ayudar a la creación de un programa nuclear iraní.

El Shah, al igual que sus sucesores islámicos, defendió que tal programa era un “derecho” nacional de Irán y soñaba con un país que pudiera obtener cuotas importantes de electricidad a partir de una red de centrales nucleares. Como expuso un grupo de compañías energéticas estadounidenses en la década de los setenta: “El Shah del Irán está sentado sobre una de las mayores reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, está construyendo dos plantas nucleares y planeando levantar dos más para proporcionar electricidad a su país. Sabe que el petróleo está agotándose, y con él el tiempo”. Es decir, el programa nuclear estadounidense fue la génesis del iraní que ahora obsesiona tanto a Washington.

Septiembre de 1980: El gobernante iraquí Sadam Husein lanza una guerra de agresión contra el Irán de Jomeini. En los primeros años de la década de los ochenta se convierte en el hombre de Washington, su “baluarte” en el Golfo Pérsico, y le ofrecemos nuestra mano y también “información detallada” sobre despliegues iraníes y planes tácticos que le ayudan a utilizar sus armas químicas más eficazmente contra el ejército iraní. Oh, y solo para asegurar que las cosas salgan bien, realmente bien, la administración de Ronald Reagan decide vender también, a hurtadillas, misiles y otras armas al Irán de Jomeini, una parte de lo cual llegó a conocerse como el “asunto Irán-Contra” que casi logra derribar al presidente y a sus hombres. ¡Éxito total!

Marzo de 2003: Sadam Husein ya no es, por ahora, nuestro hombre en Bagdad sino un nuevo “Hitler” que, según proclaman las altas autoridades de Washington, tiene sin duda un programa de armas nucleares que podría hacer que en cualquier momento se eleven nubes de champiñón sobre las ciudades estadounidenses. Por tanto, la administración de George W. Bush lanza una guerra de agresión contra Iraq, que al igual que Irán, sucede que, en palabras del vicesecretario de defensa Paul Wolfowitz, “flota sobre un mar de petróleo”.

(Los funcionarios de Bush confían en que, tras una guerra que iba ser una especie de “un paseo de rosas”, van a poder reavivar la industria petrolífera del país a fin de privatizarla y utilizarla para destruir la Organización de Países Exportadores de Petróleo –OPEP-, haciendo caer los precios del petróleo en los mercados mundiales.) Nueve años después, un gobierno chií ocupa el poder en Bagdad y es un estrecho aliado de Teherán, que ha conseguido fortaleza e influencia en la región gracias a la desastrosa ocupación de EEUU.

Por tanto, ahí tienen una especie de record intachable y difícil de encontrar. En más de 50 años, los dirigentes de EEUU no han hecho nunca un movimiento en Irán (o cerca de él) que no llevara a un inesperado y desagradable revés. Ahora, en Washington, tras años de guerra secreta contra Irán, otra administración está preparando otra serie de inteligentes maniobras: esta vez se trata de sanciones contra el banco central de Irán para paralizar la industria del petróleo del país y partir en dos su economía, lo que irá seguido de nadie sabe qué.

Y quiero decir honestamente y teniendo en cuenta realmente la historia del pasado, ¿qué podría salir mal? ¿Un cambio de régimen en Irán? Seguro que es como coser y cantar y, si no se lo creen, verifiquen lo que les cuenta un tal Pepe Escobar abajo, ese fabuloso reportero itinerante habitual de Asia Times Online y TomDispatch.

Empecemos con las líneas rojas. Aquí va la línea roja suprema de Washington, directamente desde la boca del león. Solo en la última semana el secretario de defensa Leon Panetta dijo de los iraníes: “¿Están intentando desarrollar armas nucleares? No. Pero sabemos que tratan de desarrollar capacidad nuclear. Y eso es lo que nos preocupa. Nuestra línea roja para Irán es que no desarrollen un arma nuclear. Esa es una línea roja para nosotros”.

¡Qué extraña forma de continuar cambiando esas líneas rojas! Había una vez que la línea roja para Washington era el “enriquecimiento” de uranio. Ahora es, indudablemente, el arma nuclear la que puede blandirse. No olviden que, desde 2005, el líder supremo iraní, el Ayatolá Ali Jamenei, viene haciendo hincapié en que su país no está tratando de fabricar armas nucleares.

La más reciente de las Estimaciones de la Inteligencia Nacional (NIE, por sus siglas en inglés) sobre Irán de la comunidad de la inteligencia estadounidense ha subrayado igualmente que Irán no está, de hecho, desarrollando un arma nuclear (a diferencia de la capacidad desarrollada que pudiera construir una algún día).

Sin embargo, ¿qué pasaría si no hubiera “línea roja” sino algo completamente distinto? ¿Qué tal si lo denominamos el límite del petrodólar?

¿Apostando por las sanciones?

Empecemos por esto: En diciembre de 2011, insensible a las graves consecuencias que acarrearía para la economía global, el Congreso de EEUU –bajo todas las habituales presiones del lobby a favor de Israel (tampoco es que las necesiten mucho)- le encasquetó un paquete de sanciones obligatorias a la administración de Barack Obama (100 a 0 en el Senado y con solo 12 votos “negativos” en el Congreso). Entrarían en marcha en el mes de junio y a partir de esta fecha EEUU tendrá que sancionar a los bancos y compañías de cualquier tercer país que tengan tratos con el banco central de Irán, lo que significa paralizar las ventas de petróleo de ese país. (El Congreso no permitió hacer “exenciones”).

¿El objetivo final? El cambio de régimen -¿qué otra cosa podía ser?- en Teherán. El proverbial funcionario estadounidense no identificado admitió tal cosa al Washington Post, y ese periódico publicó el comentario (“El objetivo de las sanciones de EEUU y del resto contra Irán es el colapso del régimen, dijo un alto funcionario de la inteligencia de EEUU, ofreciendo más aclaraciones al decir que la administración Obama está decidida a derrocar al gobierno de Irán, se ha comprometido a hacerlo así”). Pero, oops, el periódico tuvo que revisar después el escrito para eliminar esa embarazosa cita acerca del objetivo. Indudablemente, esa “línea roja” se aproximó demasiado a la verdad.

El ex presidente de la Junta del Estado Mayor, el almirante Mike Mullen, creía que sólo un acontecimiento monstruo estilo conmoción y pavor, que resultara totalmente humillante para los dirigentes de Teherán, sería lo que provocara un auténtico cambio de régimen, y no solo él pensaba así. Los defensores de acciones que van desde los ataques aéreos a la invasión (ya sea por EEUU, Israel o una combinación de los dos) han sido y son legión en el Washington neocon.

Pero cualquier persona familiarizada, aunque sea remotamente, con Irán sabe que un ataque así movilizaría a la población detrás de Jamenei y el Cuerpo de los Guardias Revolucionarios Islámicos. En esas circunstancias, la profunda aversión que sienten muchos iraníes hacia la dictadura militar de los ayatolás importaría muy poco.

Además incluso la oposición iraní apoya un programa nuclear pacífico. Es una cuestión de orgullo nacional.

Los intelectuales iraníes, mucho más familiarizados con las artimañas persas que los ideólogos en Washington, rechazan totalmente cualquier escenario de guerra. Hacen hincapié en que el régimen de Teherán, experto en las artes del teatro persa de sombras, no tiene intención de provocar un ataque que pudiera llevar a su destrucción.

Por su parte, sea correcto o no, los estrategas de Teherán asumen que Washington demostrará que no es capaz de lanzar una nueva guerra en el Gran Oriente Medio, especialmente una que pudiera provocar escalofriantes daños colaterales en la economía mundial.

Mientras tanto, puede que se demuestre que las expectativas de Washington de que un régimen duro de sanciones pueda hacer que los iraníes cedan terreno, en caso de que no se hundieran, no son más que una quimera. El giro de Washington se ha centrado en la supuestamente desastrosa mega-devaluación de la moneda iraní, el rial, frente a las nuevas sanciones.

Lamentablemente para los fans del colapso económico iraní, el profesor Djavad Salehi-Isfahani ha trazado muy detalladamente la naturaleza a largo plazo de este proceso, que los economistas iraníes han recibido con bastante alborozo. Después de todo, impulsará las exportaciones que no sean de petróleo y ayudará a la industria local en su competición con las baratas importaciones chinas. En resumen: un rial devaluado supone una oportunidad razonable de reducir en estos momentos el desempleo en Irán.



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De: Marti2 Enviado: 21/01/2012 05:55

Más conectados que Google

Aunque muy pocos en EEUU se han dado cuenta, Irán no está precisamente “aislado”, aunque a Washington le gustaría que así fuera. El primer ministro pakistaní Yusaf Raza Gilani se ha convertido en frecuente viajero a Teherán. Pero es un recién llegado comparado con el jefe de la seguridad nacional ruso Nikolai Patrushev, quien recientemente advirtió a los israelíes que no empujaran a EEUU a atacar a Irán.

Hay también que añadir al aliado de EEUU y presidente afgano Hamid Karzai. En una loya yirga (gran consejo) a finales de 2011, frente a 2.000 líderes tribales, hizo hincapié en que Kabul tenía la intención de acercarse aún más a Teherán.

En ese crucial tablero de ajedrez euroasiático, Oleoducstán, el gasoducto Irán-Pakistán (IP) –para desgracia de Washington- es ahora un hecho. Pakistán necesita desesperadamente energía y sus líderes han decidido claramente que no están dispuestos a esperar hasta el fin de los tiempos para que el eterno proyecto preferido de Washington –el oleoducto Turkmenistán/Afganistán/Pakistán/India (TAPI)- atraviese Talibanistán.

Incluso el ministro de exteriores turco Ahmet Davutoblu visitó recientemente Teherán, aunque la relación de su país con Irán sea cada vez más tensa. Después de todo, la energía anula las amenazas en la región. Turquía, miembro de la OTAN, está ya implicada en operaciones clandestinas en Siria, aliada con fundamentalistas suníes de núcleo duro en Iraq y –cambiando radicalmente de opinión tras la Primavera Árabe- ha canjeado el eje Ankara-Teherán-Damasco por el de Ankara-Riad-Doha.

Incluso está pensando en albergar componentes del sistema de defensa antimisiles, que Washington lleva tanto tiempo planeando, apuntando a Irán.

Todo eso procede de un país que acuñó la política exterior (Davutoglu) de “cero problemas con nuestros vecinos”. Sin embargo, las necesidades de Oleoducstán son las que las que ponen a cien el corazón. Turquía está desesperada por acceder a los recursos energéticos de Irán, y si el gas natural iraní llega alguna vez a Europa Occidental –algo que los europeos ansían desesperadamente-, Turquía será el privilegiado país de tránsito. Los dirigentes de Turquía han señalado ya su rechazo a las nuevas sanciones de EEUU contra el petróleo iraní.

Y hablando de conexiones, la pasada semana se produjo el espectacular y teatral golpe diplomático: la gira del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad por Latinoamérica. Ya pueden dar la vara los derechistas estadounidenses con el eje del mal Teherán-Caracas, supuestamente para promover el “terror” por Latinoamérica como trampolín para futuros ataques contra la superpotencia del norte…, pero si volvemos a la vida real, es otro tipo de verdad el que se esconde.

Después de todos estos años, Washington no puede aún digerir la idea de que ha perdido el control, e incluso la influencia, en esas dos potencias regionales sobre las que en otro tiempo ejerció una profunda hegemonía imperial.

Añadan a esto el muro de desconfianza que no ha hecho más que solidificarse desde la revolución islámica de 1979 en Irán. Mezclen una nueva y mayoritariamente soberana Latinoamérica empujando por la integración no solo a través de los gobiernos de izquierda en Venezuela, Bolivia y Ecuador, sino a través de las potencias regionales de Brasil y Argentina. Remuevan y tendrán la oportuna foto de Ahmadineyad y el presidente venezolano Hugo Chávez saludando al presidente nicaragüense Daniel Ortega.

Washington sigue intentando colocar una visión de un mundo en la cual Irán ha quedado totalmente desconectado. La portavoz del Departamento de Estado Victoria Nuland actuó de forma típica al decir recientemente: “Irán puede quedarse internacionalmente aislado”. Como suele ocurrirles, necesita conseguir información correcta.

El “aislado” Irán tiene 4.000 millones de dólares en proyectos conjuntos con Venezuela, incluyendo especialmente un banco (al igual que Ecuador, tiene docenas de proyectos previstos a partir de la construcción de plantas de energía). Esto ha llevado a la tropa de ante todo Israel en Washington a exigir a gritos que las sanciones se extiendan a Venezuela. Solo hay un problema: ¿cómo pagaría entonces EEUU sus vitales importantes de petróleo venezolano?

Mucho se ha hablado en la prensa estadounidense del hecho de que Ahmadineyad no visitó Brasil en esta gira por Latinoamérica, pero a nivel diplomático, Teherán y Brasilia siguen sincronizados. En lo que se refiere al dossier nuclear en particular, la historia de Brasil demuestra que Irán cuenta con la simpatía de sus dirigentes.

Después de todo, ese país desarrolló –y después abandonó- un programa de armas nucleares. En mayo de 2010, Brasil y Turquía auspiciaron un acuerdo de intercambio de uranio para Irán que podría haber despejado el camino en el embrollo nuclear EEUU-Irán. Sin embargo, fue inmediatamente saboteado por Washington. Miembro importante de los BRICS, el club de las economías emergentes más potentes [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica], Brasilia se opone completamente a la estrategia de embargo/sanciones de EEUU.

Por tanto, es posible que Irán esté “aislado” de EEUU y Europa Occidental, pero desde los BRICS al Movimiento de los No Alineados (120 países miembros), tiene de su parte a la mayoría del Sur global. Y después están esos aliados incondicionales de Washington, Japón y Corea del Sur, que están ahora suplicando que se les deje fuera del próximo boicot/embargo del banco central de Irán. No es de extrañar porque esas sanciones unilaterales de EEUU se dirigen también a Asia. Después de todo, China, India, Japón y Corea del Sur juntos compran al menos el 62% de las exportaciones de petróleo iraníes.

Como es típico de la cortesía japonesa, el ministro de finanzas japonés Jun Azumi permitió que el secretario del tesoro de EEUU Timothy Geithner tuviera conocimiento del problema que Washington le está creando a Tokio al depender de Irán para el 10% de sus necesidades de petróleo. Y prometió “reducir” al menos modestamente esa porción “tan pronto como sea posible” para conseguir que Washington les deje exentos de esas sanciones pero, ya pueden esperar sentados. Corea del Sur ha anunciado ya que comprará el 10% de sus necesidades petroleras a Irán en 2012.

Otra vez la Ruta de la Seda

Lo más importante de todo: el “aislado” Irán parece ser un asunto supremo para la seguridad nacional de China, que ha rechazado ya sin un parpadeo las recientes sanciones de Washington. Los occidentales parecen olvidar que el Reino del Medio y Persia llevan haciendo negocios durante casi dos milenios (“¿les suena la Ruta de la Seda?”).

Los chinos han cerrado ya un jugoso acuerdo para desarrollar el mayor campo petrolífero de Irán: Yadavaran. Está también el asunto del suministro del petróleo del Mar Caspio desde Irán a través de un oleoducto que se extiende desde Kazajstán al Oeste de China. De hecho, Irán suministra ya no menos del 15% del petróleo y el gas natural que China necesita. En estos momentos, Irán es más vital para China, en lo referente a la energía, que la Casa de Saud para EEUU, que importa el 11% de su petróleo de Arabia Saudí.

En realidad, China puede ser el verdadero ganador de las nuevas sanciones de Washington, porque es probable que consiga su petróleo y gas a un precio más barato mientras que los iraníes pasan a depender más del mercado chino. De hecho, en estos momentos, los dos países están en medio de unas complejas negociaciones sobre los precios del petróleo iraní y los chinos han estado aumentando las presiones al reducir ligeramente sus compras energéticas.

Pero todo esto debería haberse terminado ya en marzo, al menos dos meses antes de que entre en vigor la última ronda de sanciones estadounidenses, según los expertos en Pekín. Al final, los chinos comprarán mucho más gas iraní que petróleo, pero Irán seguirá siendo su tercer mayor proveedor de petróleo, justo después de Arabia Saudí y Angola.

En cuanto a otros posibles efectos de las nuevas sanciones sobre China, no cuenten con ellas. Los empresarios chinos en Irán están comprando coches, redes de fibra óptica y ampliando el metro de Teherán. El comercio, en su doble sentido, está ahora en los 30.000 millones de dólares y se espera que suba hasta los 50.000 en 2015. Ya encontrarán los empresarios chinos alguna vía para salvar los problemas bancarios que imponen las nuevas sanciones…

Rusia es otro partidario clave del “aislado” Irán. Se ha opuesto a sanciones más fuertes tanto a través de las Naciones Unidas como mediante el paquete aprobado por Washington contra el banco central de Irán. En realidad, está a favor de una reducción de las actuales sanciones de la ONU y ha estado trabajando también en un plan alternativo que pueda, al menos en teoría, llevar a un acuerdo nuclear donde todos salven la cara.

En el frente nuclear, Teherán ha expresado su disposición a comprometerse con Washington según las directrices del plan que Brasil y Turquía presentaron y Washington se cargó en 2010. Como ahora está mucho más claro que para Washington –y ciertamente para el Congreso- la cuestión nuclear es secundaria frente al cambio de régimen, cualquier nueva negociación demostrará ser terriblemente penosa.

Esto es especialmente verdad ahora que los dirigentes de la Unión Europea se las han arreglado para eliminarse a ellos mismos de una futura mesa de negociaciones pegándose ellos mismos un tiro en sus pies calzados de Ferragamo. Como siempre, han seguido dócilmente la iniciativa de Washington de poner en marcha un embargo al petróleo de Irán. Como dijo un alto funcionario de la UE al presidente del Consejo Nacional EEUU-Irán Trita Parsi, y como diplomáticos de la UE me han asegurado en términos no precisamente inciertos, temen que esto pueda acabar siendo el último paso antes de la declaración de guerra.

Mientras tanto, un equipo de inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica acaba de visitar Irán. La AIEA está supervisando todas las cuestiones nucleares en Irán, incluida su nueva planta de enriquecimiento de uranio en Fordow, cerca de la ciudad santa de Qom, cuya producción empezará de lleno en junio. La AIEA es positiva: no hay nada que tenga que ver con la fabricación de bombas. Sin embargo, Washington (y los israelíes) continúan actuando como si solo fuera una cuestión de tiempo, y no hay mucho más sobre eso.

Siguiendo la pista del dinero

Ese tema del aislamiento iraní solo se debilita cuando uno se entera que el país está abandonando el dólar en su comercio con Rusia a favor de los riales y los rublos, una medida similar a las que ha puesto ya en marcha en su comercio con China y Japón. En cuanto a la India, una potencia económica de la zona, sus dirigentes también se niegan a dejar de comprar petróleo iraní, un comercio que, a la larga, es igual de improbable que se pague en dólares.

La India está ya utilizando el yuan con China, mientras que Rusia y China llevan comerciando en rublos y yuanes desde hace más de un año, mientras que Japón y China están promoviendo el comercio directo en yenes y yuanes. En cuanto a Irán con China, todo el nuevo comercio y las inversiones conjuntas se harán en yuanes y riales.

Traducción, si es que se necesitaba alguna: en el futuro próximo, con los europeos fuera de juego, no se comerciará prácticamente en dólares ningún petróleo iraní.

Además, tres miembros de los BRICS (Rusia, India y China), aliados de Irán, son los principales poseedores (y productores) de oro. Los antojos del Congreso estadounidense no van a afectar los complejos lazos comerciales. En realidad, cuando el mundo en desarrollo mira hacia la profunda crisis en que está inmerso el Occidente atlantista, lo que ven es la masiva deuda estadounidense, una fabricación de moneda como si no hubiera un mañana, montones de ajustes y, desde luego, la eurozona temblando hasta sus mismos cimientos.

Sigamos la pista al dinero. Dejemos a un lado, por el momento, las nuevas sanciones contra el banco central de Irán que entrarán en vigor en unos meses, ignoremos las amenazas iraníes de cerrar el Estrecho de Ormuz (bastante improbable ya que es la principal vía por la que Irán lleva su propio petróleo al mercado), y quizá una razón clave, la creciente crisis en el Golfo Pérsico supone que esta medida torpedeará al petrodólar como moneda multiuso de cambio.

Al frente de la operación marcha Irán, y es seguro que está destinada a un ansioso Washington, al que mirará de arriba abajo no solo una potencia regional sino sus principales competidores estratégicos, China y Rusia. No es extraño que haya tantos portaviones dirigiéndose justo ahora hacia el Golfo Pérsico, aunque sea el más extraño de los enfrentamientos: un caso de poder militar desplegado contra un poder económico.

En este contexto, merece la pena recordar que en septiembre de 2000 Sadam Husein abandonó el petrodólar como moneda de pago para el petróleo iraquí y se cambió al euro. En marzo de 2003, Iraq fue invadido y se produjo el inevitable cambio de régimen. Muamar Gadafi de Libia propuso un dinar de oro tanto como moneda común en África como moneda de pago para los recursos energéticos de su país. Otra intervención y otro cambio de régimen a continuación.

Sin embargo Washington/OTAN/Tel Aviv ofrecen una narrativa diferente. Las “amenazas” de Irán están en el corazón de la crisis actual, aunque estas sean, en realidad, la reacción de un país ante la guerra secreta emprendida sin cesar contra él por EEUU e Israel para pasar ahora, desde luego, a una guerra económica también. Son esas “amenazas”, así prosigue la historia, las que provocan el aumento de los precios del petróleo y exacerban por tanto la actual recesión, más que el capitalismo de casino de Wall Street o la deuda masiva de EEUU y de Europa. La flor y nata de esos del 1% no tienen nada contra los altos precios del petróleo, nada en absoluto, mientras se erija a Irán como culpable frente a la ira popular.

Como señalaba recientemente Michael Klare, experto en energía, nos encontramos en una nueva era geo-energética que es extremadamente turbulenta en el Golfo Pérsico y en más lugares. Pero considera también 2012 como el año del comienzo de una posible defección masiva del dólar como moneda global preferida. Cuando la percepción se haga realidad, imaginen el mundo real –en su mayoría el Sur global- haciendo las mates necesarias y empezando, poco a poco, a hacer negocios en sus propias monedas e invirtiendo cada vez menos excedentes en bonos del Tesoro estadounidense.

EEUU siempre puede contar con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) –Arabia Saudí, Qatar, Omán, Bahrein, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos-, a los que prefiero llamar el Club de la Contrarrevolución del Golfo (solo tienen que mirar sus actuaciones durante la Primavera Árabe). A todos los efectos prácticos geopolíticos, las monarquías del Golfo son una satrapía de EEUU.

Sus promesas de décadas de utilizar solo el petrodólar les convierte en un apéndice de la proyección del poder del Pentágono a través del Oriente Medio. El CENTCOM, después de todo, tiene su base en Qatar; la V Flota de EEUU está estacionada en Bahrein. De hecho, en las tierras inmensamente ricas en recursos energéticos que podemos denominar como Gran Oleoducstán –y que el Pentágono solía llamar “arco de inestabilidad”- que se extiende a través de Irán hasta llegar a Asia Central, el CCG sigue siendo clave para la menguante hegemonía estadounidense.

Si esto fuera una nueva versión económica de la historia de Edgar Allan Poe “El pozo y el péndulo”, Irán no sería sino un engranaje en una máquina infernal que va triturando lentamente el dólar como moneda de la reserva mundial. Sin embargo, es el engranaje sobre el que Washington se concentra ahora. Tienen el cambio de régimen metido en el cerebro. Todo lo que se necesita es una chispa que encienda el fuego (en todas las direcciones necesarias –se apresura uno a añadir- para coger por sorpresa a Washington).

Recuerden la Operación Northwoods, ese plan de 1962 elaborado por el Estado Mayor del Ejército para fingir operaciones terroristas en EEUU y culpar de ellas a la Cuba de Fidel Castro. (Fue el presidente John F. Kennedy quien echó abajo la idea). O recuerden el incidente de Tonkin en 1964, utilizado por el presidente Lyndon Johnson como justificación para ampliar la Guerra de Vietnam. EEUU acusó a los barcos torpedo norvietnamitas de ataques no provocados contra buques estadounidenses. Después, se vio claro que uno de los ataques nunca había tenido lugar siquiera y que el presidente había mentido acerca del mismo.

No es en absoluto descabellado imaginar profesionales de núcleo duro de amplio espectro dentro del Pentágono montando un incidente de bandera falsa en el Golfo Pérsico de un ataque contra Irán (o sencillamente utilizarlo para empujar a Irán a un error fatal). Consideren también la nueva estrategia del ejército estadounidense recién desvelada por el presidente Barack Obama, por la cual el centro de atención de Washington se va a trasladar de dos guerras fallidas sobre el terreno en el Gran Oriente Medio al Pacífico (es decir, a China).

Por tanto, sí, este psicodrama más grande que la vida que llamamos “Irán” puede ir tanto sobre China y el dólar estadounidense como sobre la política del Golfo Pérsico o la inexistente bomba de Irán. La pregunta que cabe hacerse es: ¿Qué ruda bestia, cuya hora finalmente ha llegado, se encamina hacia Pekín para ver la luz?


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 21/01/2012 05:57
Pepe Escobar
Asia Times Online
 
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
 

Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times Online. Es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su ultimo libro es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NA19Ak03.html

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 21/01/2012 06:48
La fatal atracción entre EE.UU. y el Consejo de Cooperación del Golfo

No hay forma de comprender el psicodrama de proporciones históricas entre EE.UU. e Irán, el impulso occidental por cambio de régimen en Siria e Irán, y las vicisitudes de la(s) primavera(s) árabes –enzarzada(s) ahora en un invierno perpetuo– sin echar una mirada de cerca a la fatal atracción entre Washington y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). [1]

El CCG es el club de seis acaudaladas monarquías del Golfo Pérsico (Arabia Saudí, Qatar, Omán, Kuwait, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos [EAU]), fundado en 1981 y que se convirtió rápidamente en el patio trasero primordial de EE.UU. para las invasiones de Afganistán en 2001 e Iraq en 2003, para la prolongada batalla del Nuevo Gran Juego en Eurasia, y también como base de operaciones para “contener” Irán.

La Quinta Flota de EE.UU. está estacionada en Bahréin y la base de operaciones avanzada del Comando Central (Centcom) está basada en Qatar. Centcom custodia no menos de 27 países, desde el Cuerno de África hasta Asia Central – lo que el Pentágono definió recientemente como “arco de inestabilidad”. En suma el CCG es como un portaaviones estadounidense en el Golfo magnificado a proporciones de Star Trek.

Prefiero referirme al CCG como Club Contrarrevolucionario del Golfo – debido a su superior desempeño en la supresión de la democracia en el mundo árabe, incluso antes de que Mohammed Bouazizi se prendiera fuego en Túnez hace más de un año.

Siguiendo a Orson Welles en Ciudadano Kane, el Rosebud dentro del CCG es que la Casa de Saud vende su petróleo solo en dólares estadounidenses –de ahí la preeminencia del petrodólar– y a cambio se beneficia del masivo, incondicional, apoyo militar y político de EE.UU. Además los saudíes impiden que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) fije el precio y venda el petróleo en una canasta de monedas – después de todo son los mayores productores de petróleo del mundo. Esos ríos de petrodólares luego fluyen a valores y bonos del Tesoro estadounidenses.

Durante décadas todo el planeta ha estado virtualmente atado a esta fatal atracción. Hasta ahora.

Dame todos tus juguetes

El CCG es esencialmente el corazón del imperio en el mundo árabe. Sí, tiene que ver esencialmente con petróleo; el CCG será responsable de más de un 25% de la producción global de petróleo dentro de las próximas décadas. Sus pequeñísimas clases gobernantes –de monarquías a socios de negocios– funcionan como un anexo crucial a la poderosa proyección del poder de EE.UU. en todo Medio Oriente y más allá.

Esto explica, entre otras cosas, por qué en octubre del año pasado Washington concluyó un suculento acuerdo por 67.000 millones de dólares –el mayor acuerdo bilateral en la historia de EE.UU.– para suministrar a la Casa de Saud una colección de primera de nuevos F-15, Black Hawks, Apaches, bombas revienta-búnkeres, misiles Patriot-2 y barcos de guerra.

Explica por qué Washington entregará a los EAU miles de bombas revienta-búnkeres, y a Omán misiles Stinger. Para no mencionar otro suculento mega-acuerdo –por un valor de 53.000 millones de dólares– con Bahréin que todavía no ha sido aprobado porque asociaciones de derechos humanos –dicho sea a su favor– lo han condenado encarnizadamente.

Y luego viene el redespliegue –o, en jerga del Pentágono, “reposicionamiento”– de 15.000 soldados estadounidenses de Iraq a Kuwait.

La justificación de toda esta orgía armamentizada es suministrada por la usual lógica sospechosa: la necesidad de crear una “coalición de los dispuestos” para “contrarrestar a Irán”. ¿Por qué Irán? Medio en broma, es porque Irán no forma parte del CCG – es decir no es una satrapía dócil, como en los buenos tiempos bajo el shah.

Adam Hanieh, profesor de estudios de desarrollo en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS, en sus siglas en inglés) en Londres y autor de Capitalism and Class in the Gulf Arab States ha sido uno de los poquísimos analistas globales que han tratado de descifrar la centralidad del CCG en la estrategia imperial. En una entrevista crucial, Hanieh detalla todo lo que se debe saber. Y no es agradable. [2]

Como ha documentado extensivamente Asia Times Online, la Primavera Árabe había prácticamente fracasado antes de nacer en el CCG. En Omán, el sultán Qaboos básicamente distribuyó montones de dinero. En Arabia Saudí, hubo una feroz prevención y continua represión dura en la provincia oriental de mayoría chií, cerca a Bahréin, donde se encuentra el petróleo.

Y en el propio Bahréin, no solo hubo una dura represión –con la detención y tortura documentada de cientos de manifestantes pro democracia– sino una invasión directa de tropas saudíes y de los EAU.

La invasión puede haber dado al CCG el dulce sabor de una auténtica expansión física. Marruecos y Jordania –aunque no se encuentran exactamente en el Golfo según las reglas básicas de la geografía– fueron “invitados” a formar parte del club de los ricos; después de todo son monarquías suníes debidamente reaccionarias, no “decadentes” repúblicas árabes seculares como Libia y Siria.

Una pregunta justificada es por qué la Primavera Árabe no ha afectado Jordania – ya que también está activo el mismo volcán socioeconómico que convulsionó a Túnez y Egipto. La parte crucial de la respuesta es que el CCG –aún más que Washington, capitales europeas e Israel– está aterrado ante la posibilidad de que pueda caer el trono hachemita.

Para la inmensa riqueza del CCG es facilísimo controlar Jordania – un pequeño país, donde la mayor parte de la población es en realidad palestina, con una pequeñísima oposición organizada (no es sorprendente: los servicios de inteligencia jordanos encarcelaron o asesinaron a cualquier disidencia). Para el CCG eso es calderilla en comparación con los miles de millones de dólares destinados a Egipto y Túnez para que no se atrevan a convertirse en países “demasiado” democráticos.

No había otra posibilidad para el CCG que convertirse en la Central de la Contrarrevolución después del ímpetu inicial hacia la democracia en el Norte de África. Como subraya enfáticamente Hanieh, a los autócratas en el Golfo no podían importarles menos las masas empobrecidas en MENA (Medio Oriente-África del Norte).

La culminación de este proceso ha sido el nacimiento de un nuevo monstruo geopolítico – OTANCCG. Encarna el rol clave de Qatar y los EAU en la invasión de la OTAN –y la destrucción– de Libia. Libia fue una genuina especialidad del CCG – desde verdadero dinero y armas entregados a los “rebeldes” a verdaderos agentes, inteligencia y, último pero no menos importante, legitimidad política, a través de una falsa votación de la Liga Árabe legitimando la votación de una zona de exclusión aérea en las Naciones Unidas (solo nueve de 22 miembros de la Liga Árabe votaron a favor, y seis de ellos eran del CCG; los otros fueron comprados, y Siria y Argelia estuvieron en contra).

Y ahora impera un chiste trágico: el CCG que intenta intervenir y realmente financiar a fundamentalistas suníes de la línea dura en Siria bajo la cobertura de ayudar a los manifestantes a favor de la democracia. Cuando el manso secretario general de la ONU,

Ban Ki-moon insta al presidente Bashar al-Assad a detener la violencia contra manifestantes sirios y dice que la época de las dinastías y del gobierno de un solo hombre en el mundo árabe está llegando a su fin, obviamente cree que el CCG es una colonia en uno de los anillos de Saturno.

Después de la victoria de OTANCCG en Libia, no sorprende que esté de buena racha. La estrategia del CCG de cambio de régimen en Siria es el camino preferido para debilitar a Irán y a la así llamada media luna chií – una ficción fraguada en conjunto durante el gobierno de George W. Bush por el rey de Playstation de Jordania y la Casa de Saud.

Y eso lleva a una pregunta inevitable: ¿qué hacen los dos principales BRICS –Rusia y China– respecto a todo esto?

Entra en juego el dragón

El inmensamente poderoso secretario del Consejo Nacional de Seguridad y ex jefe del FSB (sucesor del KGB), Nikolai Patrushev –frecuente visitante de Irán– ya ha advertido de un “peligro real” de un ataque estadounidense contra Irán; EE.UU., dice, “trata de convertir a Irán de ser un enemigo a ser un socio solidario, y para lograrlo, cambiar el actual régimen por todos los medios”.

Sin embargo para Rusia, el cambio de régimen es intolerable. El vice primer ministro y ex enviado a la OTAN de Rusia, Dmitry Rogozin, ya ha declarado, inequívocamente: “Irán es nuestro vecino próximo, justo al sur del Cáucaso. Si algo la pasara a Irán, si Irán fuera involucrado en cualesquiera dificultades políticas o militares, sería una amenaza directa para nuestra seguridad nacional”.

Por lo tanto, tenemos por una parte a Washington, la OTAN, Israel y el CCG. No es exactamente una “comunidad internacional” como dicen en el discurso político. Y por otra parte, tenemos a Irán, Siria a un Pakistán cansado-de-Washington, Rusia, China y numerosos países vinculados al Movimiento de Países No Alineados de 120 miembros (NAM).

Lo que causa interminable fascinación es la posición de China en relación con el CCG. El premier chino, Wen Jiabao, acaba de visitar a tres miembros clave del CCG – Arabia Saudí, los EAU y Qatar.

Imaginad a Wen Jiabao diciendo al príncipe heredero Nayef (hermanastro del rey Abdullah) en Riad que Beijing quiere que compañías chinas “fuertes y reputadas” inviertan fortunas en puertos, ferrocarriles y en el desarrollo de la infraestructura en Arabia Saudí – como parte de su creciente cooperación “ante tendencias regionales e internacionales cambiantes y complicadas”. Imaginad a Nayef haciéndose agua la boca bajo su imponente bigote, y subrayando que la Casa de Saud está ciertamente dispuesta a “expandir la cooperación” en energía e infraestructura.

Lo que hace que la mezcla sea aún más sabrosa es que sucede que Beijing también tiene una relación estratégica con Irán – y goza de una saludable relación comercial con Siria. En lo que concierne a Medio Oriente y Asia Central, Beijing apuesta –a diferencia del Pentágono– a un verdadero “arco de estabilidad”.

Como lo dijo Xinhua en su estilo sin rival e integral, lo que importa a la dirigencia en Beijing es que China y Asia del Sudoeste y Central “aprovechen plenamente sus respectivas fuerzas y se esfuercen en conjunto por el desarrollo común”. ¿Cómo es posible que nadie en Washington mencione alguna vez algo tan simple?

Es verdad que quienquiera domine el CCG –con armas y apoyo político– proyecta poder globalmente. El CCG ha sido absolutamente esencial para la hegemonía estadounidense dentro de lo que Immanuel Wallerstein define como el sistema mundial.

Lancemos una mirada a las cifras. Desde el año pasado Arabia Saudí exporta más petróleo a China que a EE.UU. Forma parte de un inexorable proceso de transferencia de las exportaciones de energía y de recursos básicos del CCG a Asia.

En el próximo año, los activos extranjeros en poder del CCG podrían ascender a 3,8 billones (millones de millones) de dólares con el petróleo a 70 dólares por barril. Con toda esa ininterrumpida “tensión” en el Golfo Pérsico, no hay motivos para creer que el petróleo vaya a costar menos de 100 dólares en el futuro previsible. En este caso, los activos extranjeros del CCG podrían llegar a 5,7 billones de dólares – es decir un 160% más que en 2008 previo a la crisis, y más de 1 billón más que los activos extranjeros de China.

Al mismo tiempo, China aumentará sus negocios con el CCG. El CCG importa cada vez más de Asia – aunque la principal fuente de sus importaciones sigue siendo la Unión Europea. Mientras tanto, el comercio entre EE.UU. y el CCG disminuye. En 2025, China estará importando tres veces más petróleo del CCG que EE.UU. No es sorprendente que la Casa de Saud –para no decir más– esté terriblemente excitada en cuanto a Beijing.

Por lo tanto, por el momento, tenemos la preeminencia militar de OTANCCG, y la geopolítica de EE.UU.CCG. Pero más temprano que tarde es posible que Beijing se acerque a la Casa de Saud, y murmure silenciosamente: “¿Por qué no vendéis vuestro petróleo en yuan? Tal como China compra petróleo y gas iraní con yuan. ¿Hablemos de petroyuan? Es un Star Trek totalmente nuevo.

Pepe Escobar
Asia Times Online



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