Más conectados que Google
Aunque muy pocos en EEUU se han dado cuenta, Irán no está precisamente “aislado”, aunque a Washington le gustaría que así fuera. El primer ministro pakistaní Yusaf Raza Gilani se ha convertido en frecuente viajero a Teherán. Pero es un recién llegado comparado con el jefe de la seguridad nacional ruso Nikolai Patrushev, quien recientemente advirtió a los israelíes que no empujaran a EEUU a atacar a Irán.
Hay también que añadir al aliado de EEUU y presidente afgano Hamid Karzai. En una loya yirga (gran consejo) a finales de 2011, frente a 2.000 líderes tribales, hizo hincapié en que Kabul tenía la intención de acercarse aún más a Teherán.
En ese crucial tablero de ajedrez euroasiático, Oleoducstán, el gasoducto Irán-Pakistán (IP) –para desgracia de Washington- es ahora un hecho. Pakistán necesita desesperadamente energía y sus líderes han decidido claramente que no están dispuestos a esperar hasta el fin de los tiempos para que el eterno proyecto preferido de Washington –el oleoducto Turkmenistán/Afganistán/Pakistán/India (TAPI)- atraviese Talibanistán.
Incluso el ministro de exteriores turco Ahmet Davutoblu visitó recientemente Teherán, aunque la relación de su país con Irán sea cada vez más tensa. Después de todo, la energía anula las amenazas en la región. Turquía, miembro de la OTAN, está ya implicada en operaciones clandestinas en Siria, aliada con fundamentalistas suníes de núcleo duro en Iraq y –cambiando radicalmente de opinión tras la Primavera Árabe- ha canjeado el eje Ankara-Teherán-Damasco por el de Ankara-Riad-Doha.
Incluso está pensando en albergar componentes del sistema de defensa antimisiles, que Washington lleva tanto tiempo planeando, apuntando a Irán.
Todo eso procede de un país que acuñó la política exterior (Davutoglu) de “cero problemas con nuestros vecinos”. Sin embargo, las necesidades de Oleoducstán son las que las que ponen a cien el corazón. Turquía está desesperada por acceder a los recursos energéticos de Irán, y si el gas natural iraní llega alguna vez a Europa Occidental –algo que los europeos ansían desesperadamente-, Turquía será el privilegiado país de tránsito. Los dirigentes de Turquía han señalado ya su rechazo a las nuevas sanciones de EEUU contra el petróleo iraní.
Y hablando de conexiones, la pasada semana se produjo el espectacular y teatral golpe diplomático: la gira del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad por Latinoamérica. Ya pueden dar la vara los derechistas estadounidenses con el eje del mal Teherán-Caracas, supuestamente para promover el “terror” por Latinoamérica como trampolín para futuros ataques contra la superpotencia del norte…, pero si volvemos a la vida real, es otro tipo de verdad el que se esconde.
Después de todos estos años, Washington no puede aún digerir la idea de que ha perdido el control, e incluso la influencia, en esas dos potencias regionales sobre las que en otro tiempo ejerció una profunda hegemonía imperial.
Añadan a esto el muro de desconfianza que no ha hecho más que solidificarse desde la revolución islámica de 1979 en Irán. Mezclen una nueva y mayoritariamente soberana Latinoamérica empujando por la integración no solo a través de los gobiernos de izquierda en Venezuela, Bolivia y Ecuador, sino a través de las potencias regionales de Brasil y Argentina. Remuevan y tendrán la oportuna foto de Ahmadineyad y el presidente venezolano Hugo Chávez saludando al presidente nicaragüense Daniel Ortega.
Washington sigue intentando colocar una visión de un mundo en la cual Irán ha quedado totalmente desconectado. La portavoz del Departamento de Estado Victoria Nuland actuó de forma típica al decir recientemente: “Irán puede quedarse internacionalmente aislado”. Como suele ocurrirles, necesita conseguir información correcta.
El “aislado” Irán tiene 4.000 millones de dólares en proyectos conjuntos con Venezuela, incluyendo especialmente un banco (al igual que Ecuador, tiene docenas de proyectos previstos a partir de la construcción de plantas de energía). Esto ha llevado a la tropa de ante todo Israel en Washington a exigir a gritos que las sanciones se extiendan a Venezuela. Solo hay un problema: ¿cómo pagaría entonces EEUU sus vitales importantes de petróleo venezolano?
Mucho se ha hablado en la prensa estadounidense del hecho de que Ahmadineyad no visitó Brasil en esta gira por Latinoamérica, pero a nivel diplomático, Teherán y Brasilia siguen sincronizados. En lo que se refiere al dossier nuclear en particular, la historia de Brasil demuestra que Irán cuenta con la simpatía de sus dirigentes.
Después de todo, ese país desarrolló –y después abandonó- un programa de armas nucleares. En mayo de 2010, Brasil y Turquía auspiciaron un acuerdo de intercambio de uranio para Irán que podría haber despejado el camino en el embrollo nuclear EEUU-Irán. Sin embargo, fue inmediatamente saboteado por Washington. Miembro importante de los BRICS, el club de las economías emergentes más potentes [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica], Brasilia se opone completamente a la estrategia de embargo/sanciones de EEUU.
Por tanto, es posible que Irán esté “aislado” de EEUU y Europa Occidental, pero desde los BRICS al Movimiento de los No Alineados (120 países miembros), tiene de su parte a la mayoría del Sur global. Y después están esos aliados incondicionales de Washington, Japón y Corea del Sur, que están ahora suplicando que se les deje fuera del próximo boicot/embargo del banco central de Irán. No es de extrañar porque esas sanciones unilaterales de EEUU se dirigen también a Asia. Después de todo, China, India, Japón y Corea del Sur juntos compran al menos el 62% de las exportaciones de petróleo iraníes.
Como es típico de la cortesía japonesa, el ministro de finanzas japonés Jun Azumi permitió que el secretario del tesoro de EEUU Timothy Geithner tuviera conocimiento del problema que Washington le está creando a Tokio al depender de Irán para el 10% de sus necesidades de petróleo. Y prometió “reducir” al menos modestamente esa porción “tan pronto como sea posible” para conseguir que Washington les deje exentos de esas sanciones pero, ya pueden esperar sentados. Corea del Sur ha anunciado ya que comprará el 10% de sus necesidades petroleras a Irán en 2012.
Otra vez la Ruta de la Seda
Lo más importante de todo: el “aislado” Irán parece ser un asunto supremo para la seguridad nacional de China, que ha rechazado ya sin un parpadeo las recientes sanciones de Washington. Los occidentales parecen olvidar que el Reino del Medio y Persia llevan haciendo negocios durante casi dos milenios (“¿les suena la Ruta de la Seda?”).
Los chinos han cerrado ya un jugoso acuerdo para desarrollar el mayor campo petrolífero de Irán: Yadavaran. Está también el asunto del suministro del petróleo del Mar Caspio desde Irán a través de un oleoducto que se extiende desde Kazajstán al Oeste de China. De hecho, Irán suministra ya no menos del 15% del petróleo y el gas natural que China necesita. En estos momentos, Irán es más vital para China, en lo referente a la energía, que la Casa de Saud para EEUU, que importa el 11% de su petróleo de Arabia Saudí.
En realidad, China puede ser el verdadero ganador de las nuevas sanciones de Washington, porque es probable que consiga su petróleo y gas a un precio más barato mientras que los iraníes pasan a depender más del mercado chino. De hecho, en estos momentos, los dos países están en medio de unas complejas negociaciones sobre los precios del petróleo iraní y los chinos han estado aumentando las presiones al reducir ligeramente sus compras energéticas.
Pero todo esto debería haberse terminado ya en marzo, al menos dos meses antes de que entre en vigor la última ronda de sanciones estadounidenses, según los expertos en Pekín. Al final, los chinos comprarán mucho más gas iraní que petróleo, pero Irán seguirá siendo su tercer mayor proveedor de petróleo, justo después de Arabia Saudí y Angola.
En cuanto a otros posibles efectos de las nuevas sanciones sobre China, no cuenten con ellas. Los empresarios chinos en Irán están comprando coches, redes de fibra óptica y ampliando el metro de Teherán. El comercio, en su doble sentido, está ahora en los 30.000 millones de dólares y se espera que suba hasta los 50.000 en 2015. Ya encontrarán los empresarios chinos alguna vía para salvar los problemas bancarios que imponen las nuevas sanciones…
Rusia es otro partidario clave del “aislado” Irán. Se ha opuesto a sanciones más fuertes tanto a través de las Naciones Unidas como mediante el paquete aprobado por Washington contra el banco central de Irán. En realidad, está a favor de una reducción de las actuales sanciones de la ONU y ha estado trabajando también en un plan alternativo que pueda, al menos en teoría, llevar a un acuerdo nuclear donde todos salven la cara.
En el frente nuclear, Teherán ha expresado su disposición a comprometerse con Washington según las directrices del plan que Brasil y Turquía presentaron y Washington se cargó en 2010. Como ahora está mucho más claro que para Washington –y ciertamente para el Congreso- la cuestión nuclear es secundaria frente al cambio de régimen, cualquier nueva negociación demostrará ser terriblemente penosa.
Esto es especialmente verdad ahora que los dirigentes de la Unión Europea se las han arreglado para eliminarse a ellos mismos de una futura mesa de negociaciones pegándose ellos mismos un tiro en sus pies calzados de Ferragamo. Como siempre, han seguido dócilmente la iniciativa de Washington de poner en marcha un embargo al petróleo de Irán. Como dijo un alto funcionario de la UE al presidente del Consejo Nacional EEUU-Irán Trita Parsi, y como diplomáticos de la UE me han asegurado en términos no precisamente inciertos, temen que esto pueda acabar siendo el último paso antes de la declaración de guerra.
Mientras tanto, un equipo de inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica acaba de visitar Irán. La AIEA está supervisando todas las cuestiones nucleares en Irán, incluida su nueva planta de enriquecimiento de uranio en Fordow, cerca de la ciudad santa de Qom, cuya producción empezará de lleno en junio. La AIEA es positiva: no hay nada que tenga que ver con la fabricación de bombas. Sin embargo, Washington (y los israelíes) continúan actuando como si solo fuera una cuestión de tiempo, y no hay mucho más sobre eso.
Siguiendo la pista del dinero
Ese tema del aislamiento iraní solo se debilita cuando uno se entera que el país está abandonando el dólar en su comercio con Rusia a favor de los riales y los rublos, una medida similar a las que ha puesto ya en marcha en su comercio con China y Japón. En cuanto a la India, una potencia económica de la zona, sus dirigentes también se niegan a dejar de comprar petróleo iraní, un comercio que, a la larga, es igual de improbable que se pague en dólares.
La India está ya utilizando el yuan con China, mientras que Rusia y China llevan comerciando en rublos y yuanes desde hace más de un año, mientras que Japón y China están promoviendo el comercio directo en yenes y yuanes. En cuanto a Irán con China, todo el nuevo comercio y las inversiones conjuntas se harán en yuanes y riales.
Traducción, si es que se necesitaba alguna: en el futuro próximo, con los europeos fuera de juego, no se comerciará prácticamente en dólares ningún petróleo iraní.
Además, tres miembros de los BRICS (Rusia, India y China), aliados de Irán, son los principales poseedores (y productores) de oro. Los antojos del Congreso estadounidense no van a afectar los complejos lazos comerciales. En realidad, cuando el mundo en desarrollo mira hacia la profunda crisis en que está inmerso el Occidente atlantista, lo que ven es la masiva deuda estadounidense, una fabricación de moneda como si no hubiera un mañana, montones de ajustes y, desde luego, la eurozona temblando hasta sus mismos cimientos.
Sigamos la pista al dinero. Dejemos a un lado, por el momento, las nuevas sanciones contra el banco central de Irán que entrarán en vigor en unos meses, ignoremos las amenazas iraníes de cerrar el Estrecho de Ormuz (bastante improbable ya que es la principal vía por la que Irán lleva su propio petróleo al mercado), y quizá una razón clave, la creciente crisis en el Golfo Pérsico supone que esta medida torpedeará al petrodólar como moneda multiuso de cambio.
Al frente de la operación marcha Irán, y es seguro que está destinada a un ansioso Washington, al que mirará de arriba abajo no solo una potencia regional sino sus principales competidores estratégicos, China y Rusia. No es extraño que haya tantos portaviones dirigiéndose justo ahora hacia el Golfo Pérsico, aunque sea el más extraño de los enfrentamientos: un caso de poder militar desplegado contra un poder económico.
En este contexto, merece la pena recordar que en septiembre de 2000 Sadam Husein abandonó el petrodólar como moneda de pago para el petróleo iraquí y se cambió al euro. En marzo de 2003, Iraq fue invadido y se produjo el inevitable cambio de régimen. Muamar Gadafi de Libia propuso un dinar de oro tanto como moneda común en África como moneda de pago para los recursos energéticos de su país. Otra intervención y otro cambio de régimen a continuación.
Sin embargo Washington/OTAN/Tel Aviv ofrecen una narrativa diferente. Las “amenazas” de Irán están en el corazón de la crisis actual, aunque estas sean, en realidad, la reacción de un país ante la guerra secreta emprendida sin cesar contra él por EEUU e Israel para pasar ahora, desde luego, a una guerra económica también. Son esas “amenazas”, así prosigue la historia, las que provocan el aumento de los precios del petróleo y exacerban por tanto la actual recesión, más que el capitalismo de casino de Wall Street o la deuda masiva de EEUU y de Europa. La flor y nata de esos del 1% no tienen nada contra los altos precios del petróleo, nada en absoluto, mientras se erija a Irán como culpable frente a la ira popular.
Como señalaba recientemente Michael Klare, experto en energía, nos encontramos en una nueva era geo-energética que es extremadamente turbulenta en el Golfo Pérsico y en más lugares. Pero considera también 2012 como el año del comienzo de una posible defección masiva del dólar como moneda global preferida. Cuando la percepción se haga realidad, imaginen el mundo real –en su mayoría el Sur global- haciendo las mates necesarias y empezando, poco a poco, a hacer negocios en sus propias monedas e invirtiendo cada vez menos excedentes en bonos del Tesoro estadounidense.
EEUU siempre puede contar con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) –Arabia Saudí, Qatar, Omán, Bahrein, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos-, a los que prefiero llamar el Club de la Contrarrevolución del Golfo (solo tienen que mirar sus actuaciones durante la Primavera Árabe). A todos los efectos prácticos geopolíticos, las monarquías del Golfo son una satrapía de EEUU.
Sus promesas de décadas de utilizar solo el petrodólar les convierte en un apéndice de la proyección del poder del Pentágono a través del Oriente Medio. El CENTCOM, después de todo, tiene su base en Qatar; la V Flota de EEUU está estacionada en Bahrein. De hecho, en las tierras inmensamente ricas en recursos energéticos que podemos denominar como Gran Oleoducstán –y que el Pentágono solía llamar “arco de inestabilidad”- que se extiende a través de Irán hasta llegar a Asia Central, el CCG sigue siendo clave para la menguante hegemonía estadounidense.
Si esto fuera una nueva versión económica de la historia de Edgar Allan Poe “El pozo y el péndulo”, Irán no sería sino un engranaje en una máquina infernal que va triturando lentamente el dólar como moneda de la reserva mundial. Sin embargo, es el engranaje sobre el que Washington se concentra ahora. Tienen el cambio de régimen metido en el cerebro. Todo lo que se necesita es una chispa que encienda el fuego (en todas las direcciones necesarias –se apresura uno a añadir- para coger por sorpresa a Washington).
Recuerden la Operación Northwoods, ese plan de 1962 elaborado por el Estado Mayor del Ejército para fingir operaciones terroristas en EEUU y culpar de ellas a la Cuba de Fidel Castro. (Fue el presidente John F. Kennedy quien echó abajo la idea). O recuerden el incidente de Tonkin en 1964, utilizado por el presidente Lyndon Johnson como justificación para ampliar la Guerra de Vietnam. EEUU acusó a los barcos torpedo norvietnamitas de ataques no provocados contra buques estadounidenses. Después, se vio claro que uno de los ataques nunca había tenido lugar siquiera y que el presidente había mentido acerca del mismo.
No es en absoluto descabellado imaginar profesionales de núcleo duro de amplio espectro dentro del Pentágono montando un incidente de bandera falsa en el Golfo Pérsico de un ataque contra Irán (o sencillamente utilizarlo para empujar a Irán a un error fatal). Consideren también la nueva estrategia del ejército estadounidense recién desvelada por el presidente Barack Obama, por la cual el centro de atención de Washington se va a trasladar de dos guerras fallidas sobre el terreno en el Gran Oriente Medio al Pacífico (es decir, a China).
Por tanto, sí, este psicodrama más grande que la vida que llamamos “Irán” puede ir tanto sobre China y el dólar estadounidense como sobre la política del Golfo Pérsico o la inexistente bomba de Irán. La pregunta que cabe hacerse es: ¿Qué ruda bestia, cuya hora finalmente ha llegado, se encamina hacia Pekín para ver la luz?