Blanco y negro
Son sólo dos tonalidades. ¿Por qué alguna gente se empeña en separarlos?
¿Qué importa el color de la piel, si Dios nos quiere
a todos por igual?
Los seres humanos, todos somos especiales.
Somos diferentes. Cada uno de nosotros,
tenemos algo que nos distingue.
Todos tenemos diferentes formas de pensar,
de ver la vida, de caminar; hasta respiramos
diferente y eso no quiere decir que debamos
rechazarnos.
Vivimos en un mundo materialista y frío en el cual
todo es más importante que los sentimientos.
Debemos poner nuestro granito de arena y así
cambiar el mundo. Debemos poner nuestras fuerzas
en amarnos los unos a los otros, sin importar
el color de la piel, ni la religión, ni el sexo;
mucho menos nuestros ideales políticos.
Debemos poner más nuestro corazón
al hacer las cosas y menos nuestros intereses.
A veces no es tanto el color de la piel;
sino quién es el portador de ese color.
Debemos separar el materialismo de lo
verdaderamente importante. Nuestro interior,
nuestro propio ser, lo que hacemos por los demás;
la mano que tendemos en el momento preciso
a la persona que lo necesita; independientemente
de quién sea esta persona.
Si el color importara tanto.
¿Habría creado Dios, tantas razas diferentes?
Por supuesto que no. Nos hubiera creado
a todos del mismo color para evitar separaciones.
Así que, unámonos como hermanos que somos;
sin importar nuestras diferencias y seamos
los prójimos que debemos ser.
Pongamos todo nuestro empeño en valorar más
los sentimientos, el alma, la verdad, la justicia,
la caridad, la bondad, el buen juicio y el corazón
de las personas.
¡Así seremos un mundo mejor, un paraíso terrenal!
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