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Autoayuda y Superación: Cómo un gato puede potenciar tu creatividad
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 20/06/2013 23:36 |
Cómo un gato puede potenciar tu creatividad (y algunos poemas que lo demuestran)
Los gatos parecen ser la compañía idónea de quienes necesitan ser
creativos en sus labores, un animal doméstico cuya indiferencia y
lejanía existencial parece devolver a la mente la concentración perdida.
Los
gatos han sido, desde la antigüedad, la compañía misteriosa del género
humano, vicarios en esta realidad de otros planos del mundo que se
creen remotos, apartados, cuya existencia solo se adivina por la
indiferencia de estos seres displicentes y al parecer irremediablemente
ajenos. Entre los egipcios se les contaba entre la fauna natural del
inframundo e igual de célebre es su asociación con el diablo en el
imaginario medieval. Dilys Laing, poeta estadounidense de la primera
mitad del siglo XX, tiene este poema que evoca dicha indolencia
trascendente de los felinos domésticos:
I put down my book,
The Meaning of Zen, and see the cat smiling into her fur as she
delicately combs it with her rough pink tongue.
Cat, I would lend you this book to study but it appears you have already read it.
She looks up and gives me her full gaze.
Don’t be ridiculous, she purrs, I wrote it.
Bajo mi libro, El Significado del Zen, y veo a mi gata sonriendo hacia su pelaje mientras lo peina delicadamente con su rugosa lengua rosada
“Gata, te prestaría este libro para que lo estudies, pero creo que ya lo leíste.”
Ella alza la vista y me dedica esa mirada suya de arriba abajo.
“No seas ridícula”, ronronea, “Yo lo escribí”.
Es posible que por esta misma cualidad
los gatos sean también una de las mascotas predilectas de personas
entregadas a los oficios creativos. Los escritores, por ejemplo, los
aprecian enormemente, al grado que incluso podría trazarse una historia
de la literatura (o una de sus vetas) siguiendo la historia de los
gatos que han acompañado el quehacer de poetas, novelistas y demás
hombres y mujeres acicateados por la necesidad de escribir. Hace unas
semanas, Alison Flood, en un blog del periódico inglés The Guardian,
glosó esta imagen en la que se observan unas huellas de gato sobre un
manuscrito del siglo XV. El descubrimiento fue realizado por Emir
Filipović, académico de la Universidad de Sarajevo que realizaba su
investigación doctoral cuando dio con el volumen treceavo de Lettere e commissioni di Levante,
una serie de registros de archivo. La imagen gozó de una buena
difusión porque fue retomada en algunas redes sociales, particularmente
imgur y reddit, donde circuló con el pie de foto “Gatos: caminado
sobre tus cosas desde el siglo XV” (“Cats – walking all over your shit
since the 15th century”).
(Imagen: Emir Filipović)
Curiosamente este gesto que quedó
evidenciado de esta manera representó para el novelista escocés Muriel
Spark una oportunidad, una i(nte)rrupción feliz que propiciaba, como si
se tratase de una divinidad, la generación creativa. Escribe Spark, en A Far Cry from Kensington:
Si quieres
concentrarte profundamente en un problema, y en especial en alguna pieza
escrita o trabajo en papel, deberías conseguirte un gato. A solas con
el gato en la habitación mientras trabajas, este invariablemente
llegará hasta tu mesa y se sentará plácidamente bajo la lámpara de
escritorio. La luz de una lámpara de trabajo da a un gato una enorme
satisfacción. El gato se acomodará y se quedará tranquilo, con una
serenidad que sobrepasa todo entendimiento. Y el gato sentado ahí en tu
mesa te contagiará su tranquilidad, así como a las cualidades
excitables que te impedían concentrarte para escribir, devolverá a tu
mente el autodominio que había perdido. No necesitas mirar al gato todo
el tiempo. Su presencia solitaria es suficiente. El efecto del gato en
tu concentración es notable, muy misterioso.
Finalmente, al respecto de este último
rasgo que al parecer es consustancial a todos los gatos (y como posible
demostración de lo que propone Spark), compartimos tres de los muchos,
muchos poemas nacidos a partir de la compañía de un gato (también hay
de Neruda, Baudelaire, William Carlos Williams, Pessoa, Kerouac, y un
nutrido etcétera). El primero de Jorge Luis Borges, después uno del
mexicano José Emilio Pacheco y para cerrar T. S. Eliot, todos a
propósito de ese secreto existencial que guardan celosamente los gatos.
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De: Marti2 |
Enviado: 20/06/2013 23:54 |
A un gato
No son más silenciosos los espejos ni más furtiva el alba aventurera; eres, bajo la luna, esa pantera que nos es dado divisar de lejos. Por obra indescifrable de un decreto divino, te buscamos vanamente; más remoto que el Ganges y el poniente, tuya es la soledad, tuyo el secreto. Tu lomo condesciende a la morosa caricia de mi mano. Has admitido, desde esa eternidad que ya es olvido, el amor de la mano recelosa. En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño.
Borges, en El oro de los tigres (1972)
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Gatidad
La gata entra en la sala en donde estamos reunidos.
No es de Angora, no es persa Ni de ninguna raza prestigiosa. Más bien exhibe en su gastada pelambre Toda clase de cruces y bastardías.
Pero tiene conciencia de ser gata. Por tanto Pasa revista a los presentes, Nos echa en cara un juicio desdeñoso Y se larga.
No con la cola entre las patas: erguida Como penacho o estandarte de guerra.
Altivez, gatidad, Ni el menor deseo De congraciarse con nadie.
Duró medio minuto el escrutinio.
Dice la gata a quien entienda su lengua: Nunca dejes que nadie te desprecie.
José Emilio Pacheco,
en El silencio de la luna: poemas, 1985-1996
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CÓMO LLAMAR A UN GATO
Ponerle nombre a un gato es harto complicado,
desde luego no es un juego para los muy simplones.
Pueden pensar ustedes que estoy algo chiflado
cuando digo que al menos ha de tener tres nombres.
Lo primero es el nombre que le damos a diario;
como Pedro, Alonso, Augusto o Don Bigote;
Como Víctor o Jorge o el simpático Paco.
Todos ellos son nombres bastante razonables.
Los hay más bonitos y que suenan mejor
para las damas y los caballeros,
como Admetus, Electra, Démeter, o Platón,
pero todos son nombres demasiado discretos.
Y un gato ha de tener uno más especial,
que sea peculiar, algo más digno.
¿Cómo, si no, va a alzar su rabo vertical
o atusar sus bigotes y mantenerse altivo?
De nombres de este tipo os puedo dar un quórum
como son Mankostrop, Quoricopat o Qaxo,
también Bamboliurina o, si no, Yellylorum,
son nombres que jamás compartirán dos gatos.
Pero a pesar de todo, nos queda un nombre más,
y ése es el que tú nunca podrás adivinar,
el nombre que los hombres jamás encontrarán.
Que SÓLO EL GATO LO SABE y no confesará.
Si un gato ves en meditación,
el motivo nunca te asombre.
Su mente está en contemplación
de la Idea Una de su nombre.
Su inefable, efable,
efainefable,
único, oscuro, inescrutable Nombre.
T.S. Eliot, “The Naming of Cats” (traducción de R. Ortiz,
en: El libro de los gatos habilidosos del Viejo Possum,
Valencia: Pre-Textos, 2001; original 1939).
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Cuál podria ser mejor cuál de mis tesoros el peor balanza tan igual siempre condenada a bascular.
Nunca pudo decidir siempre tuvo cerca su botin el sueño era fugaz, si, con un ojo abierto y otro en paz.
Suena un despertador y él da la vida sin ser Dios por una antigua vocación, qué haria mi animal si comprendiera que es genial no dejaria de pensar.
Cuál seria el menor cuál de mis tesoros el mayor me inclino por dudar de las adjetivos la verdad.
Suena un despertador y él se divide en dos por una antigua vocación, qué haria mi animal si no supiera interpretar todas mis formas de mirar, que haría mi animal si comprerdiera que es genial no dejaria de dudar, no…
Antonio Vega dedica la canción “Tesoros” a su gato.
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Los animales fueron imperfectos, largos de cola, tristes de cabeza. Poco a poco se fueron componiendo, haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo. El gato, sólo el gato apareció completo y orgulloso: nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro, la serpiente quisiera tener alas, el perro es un león desorientado, el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar la mosca, pero el gato quiere ser sólo gato y todo gato es gato desde bigote a cola, desde presentimiento a rata viva, desde la noche hasta sus ojos de oro.
Extracto de Oda al gato …de Neruda.
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