El autor, Jerome Duval, del Comité para la Anulación de la Deuda
del Tercer Mundo, explica el aumento de la venta de armas ’ligeras’.
En el mes de junio de 2013, Brasil experimenta las mayores
movilizaciones desde las de 1992 contra la corrupción del Gobierno del expresidente Fernando Collor de Mello (éste
dimitiría al final de su juicio político ante el Senado el 29 de
diciembre de 1992). Desencadenado en Porto Alegre, desde finales de
marzo de este año por la iniciativa del Movimiento Passe Livre contra la subida de las tarifas de los transportes públicos, el movimiento se ha extendido por todo el país.
Este acontecimiento político mayor recuerda al ‘Caracazo’, la gran revuelta popular contra las medidas de austeridad impuestas
en Venezuela en 1989. Aunque en una época y en un contexto diferentes,
los mismos síntomas perduran. La población no quiere más restricción
presupuestaria que afecta directamente a su vida cotidiana cuando el
país despilfarra miles de millones. En este caso, en la organización de la Copa Confederaciones y la Copa del Mundo de fútbol en 2014 en Brasil, cuyo presupuesto oficial alcanzó los 15.000 millones de dólares a
finales de 2012, de los que el 85% corre a cargo del Estado brasileño.
Construcción y renovación de estadios, infraestructura y
acondicionamiento de aeropuertos… En junio de 2013, alrededor de 11.000
millones de euros habían sido ya engullidos. Cantidades astronómicas de
dinero público son desperdiciados en cada edición de este
mega-acontecimiento. En el país en el que el fútbol es el ‘deporte
rey’, la mayor parte del pueblo no tendrá medios para comprar los billetes para ir al estadio pero sí pagará la factura.
Pujando al alza, en junio de 2013, el ministro de Deportes ruso,
Vitali Moutko, indicaba que el presupuesto destinado a la organización
de la Copa del Mundo de 2018 en Rusia había pasado de 15.000 a 21.000
millones de euros. Para mayor beneficio de los vendedores de armas y profesionales de la seguridad, industriales de la construcción (habilitación
de estadios e infraestructuras) u otras grandes multinacionales de la
hostelería, nada debe impedir el buen desarrollo de la Copa del Mundo de
fútbol que concentra la atención de la casi totalidad de los medios del
planeta.
El negocio de la venta de armas
Brasil es el cuarto exportador de armas ligeras tras EE UU, Italia y
Alemania. Está por delante de Rusia, Israel o Francia (Small Arms
Survey, Ginebra). En Brasil, el importe de las exportaciones de armas ligeras se ha triplicado en cinco años,
ha pasado de 109,6 millones en 2005 a 321,6 millones de dólares (USD)
en 2010. Un sector que va bien, de cara a la preparación de la Copa del
Mundo de Fútbol en 2014 y su presupuesto en seguridad.
En efecto, tras haber adquirido, a través de la empresa brasileña
Condor, por 1,5 millones de reales (en torno a 500.000 euros), en armas
denominadas “ligeras” en abril de 2012 (500 granadas pimienta GM 102,
más de 1.125 granadas explosivas y luminosas, 700 granadas lacrimógenas
GL 310 – que fueron utilizadas en Turquía…), el Gobierno brasileño ha comprado por alrededor de 49 millones de reales (unos 16,5 millones de euros) material a la misma sociedad para la seguridad de la Copa del Mundo de Fútbol y sus preparativos.
La empresa Condor de Rio de Janeiro (Nova Iguaçú) fabrica todo tipo
de granadas lacrimógenas que después exporta a unos cuarenta países.
Condor, como otras multinacionales armamentísticas, expone sus armas en
el salón de armamento Eurosatory cerca de París. Entre sus productos
encontramos la GL 310 “Ballerina” (bailarina, en castellano), que rebota
de manera aleatoria cuando toca el suelo dispersando gas lacrimógeno;
la “Seven Bang”, que produce siete explosiones de fuerte intensidad; la
GL-311, que provoca una fuerte detonación asociada al efecto del gas; el
proyectil de largo alcance GL-202… Aunque la empresa Condor niega
exportar a Bahrein (pero sí reconoce enviar su material a los Emiratos
Árabes Unidos que han echado una mano a la represión en Bahrein), el gas brasileño empleado para reprimir la rebelión pro-democrática en ese reino contendría
sustancias químicas altamente nocivas. Zeinab al-Khawaja, activista
participante en el levantamiento pro-democrático en Bahrein, ya lo ha
denunciado en la prensa brasileña.
Las armas químicas de ‘Condor’ matan en Turquía
Los proyectiles de gas lacrimógeno de la empresa Condor (además de
las armas de Defense Technology o NonLethal Technologies provenientes de
EE UU) han sido utilizadas para reprimir a los manifestantes de la
plaza Taksim, y por toda Turquía, desde el inicio del movimiento a
finales de mayo. Amnistía Internacional y seis organizaciones turcas de
médicos han denunciado la violencia de la represión policial y el uso abusivo de granadas lacrimógenas como “armas químicas”.
Estas armas han hecho perder la vista a numerosos manifestantes y han
matado a varios ciudadanos como consecuencia de su exposición al gas o
por el choque del proyectil. Abdullah Cömert, de 22 años, fue asesinado
en Hatay por el impacto de una granada lacrimógena en la cabeza el 3 de
junio de 2013; Irfan Tuna falleció en Ankara el 6 de junio por una
crisis cardíaca comoresultado de una sobreexposición al gas. “El gas lacrimógeno habría sido utilizado en espacios cerrados y la policía habría hecho igualmente un uso abusivo de pelotas de goma“, indicó la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, el 18 de junio de 2013.
Según los últimos balances, tras cerca de tres semanas de movilización, la represión policial en Turquía ha
provocado al menos seis muertos y cerca de 7.500 heridos, 59 de los
cuales, graves. Según la Human Rights Foundation of Turkey, las fuerzas
de policía efectuaron 3.224 detenciones hasta el 19 de junio de 2013.
Después de haber utilizado cerca de 130.000 granadas lacrimógenas en
20 días de manifestaciones, Turquía debe hacer frente al agotamiento de
existencias e intenta aprovisionar 100.000 granadas lacrimógenas y 60
tanques con cañones de agua.
La campaña internacional Facing Tear Gas lanzada
a principios de 2012 por la organización War Resisters League en EE UU
denuncia el gas lacrimógeno como un arma de guerra, una herramienta de
represión y de tortura contra los pueblos que luchan por una democracia
real.
Represión masiva contra los pueblos que aspiran a un mejor reparto de las riquezas para mayor beneficio de los vendedores de armas.
Los recientes muertos por disparos de granada lacrimógena, Ali Jawad
al-Sheikh (adolescente de 14 años asesinado el 31 de agosto de 2011 en
Bahrein), Mustafa Tamini (joven de 28 años, asesinado en diciembre de
2011 en Cisjordania) y Dimitris Kotzaridis (obrero de 53 años, muerto
ante el Parlamento griego por la asfixia provocada por gases
lacrimógenos en 2011) no parecen haber perturbado este complejo
militar-industrial en plena expansión.
En medio de las revoluciones árabes, las empresas de armas
estadounidenses han exportado unas 21 toneladas de municiones, el
equivalente a cerca de 40.000 unidades de gas lacrimógeno. Más
recientemente, Egipto y Túnez han aumentado sus compras de material “anti-disturbios”,
mientras negocian con el FMI un nuevo plan de endeudamiento acompañado
de un severo programa de austeridad. ¿Un repentino temor a nuevos
“motines FMI”?
En 2013, el ministro de Interior egipcio encargó 140.000 cartuchos de
gas lacrimógeno a EEUU. Según el instituto de Estocolmo Sipri, “las
importaciones [de armas convencionales] de los estados del Norte de
África aumentaron un 350 por ciento entre 2003-2007 y 2008-2012′. En España,
mientras que el Gobierno de Rajoy recorta en casi todas las partidas
presupuestarias y reduce la del Ministerio del Interior un 6,3%, los
gastos en nuevas inversiones y renovación de “material antidisturbios y equipamientos específicos de protección y defensa” pasan de 173.670 euros en 2012 a más de tres millones en 2013.
Pero… ¿De dónde viene la violencia?
Para justificar las exportaciones de granadas lacrimógenas
estadounidenses a Egipto, el portavoz del Departamento de Estado de
EEUU, Patrick Ventrell, alabó las bondades de este gas químico afirmando
que “salva vidas y protege la propiedad”. No es el
caso de Cleonice Vieira de Moraes, mujer de 54 años, que sucumbió el 21
de junio de 2013 después de haber inhalado gas lacrimógeno durante una
manifestación en Belém (Brasil).
Estos mismos argumentos falaces son utilizados por Condor, empresa cuyo nombre trae a la memoria un siniestro recuerdo: El de la famosa operación del mismo nombre,
verdadero terrorismo de Estado, responsable de una campaña de
asesinatos políticos orquestada por la CIA y los servicios secretos de
las dictaduras del Cono Sur (Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay
y Uruguay) desde mediados de los años 1970.
En plena crisis capitalista, el discurso de la seguridad antiterrorista (o
anti “violentos”) tiene buena prensa y las armas de represión mal
llamadas “ligeras” o “no letales”, experimentan más crecimiento que
austeridad.
Jérome Duval
Global Research