La creencia en que la guerra es parte de
la naturaleza del hombre es sostenida por sociobiólogos, antropólogos y
otros investigadores del comportamiento humano. Incluso Edward Wilson,
el inventor del campo de sociobiología, alguna vez apuntó que “la guerra
está incrustada en nuestra naturaleza”. Esto se basa no solamente en la
propensión del hombre moderno a ir a la guerra con sus vecinos, sino
también en el comportamiento de aquellos que aún viven una vida de
pre-agricultura (cazadores y recolectores).
Pero un ensayo de Douglas Fry y Patrik Sodeberg en la más reciente edición de Science
cuestiona todo esto. Los doctores Fry y Sodeberg han revisado lo que se
sabe acerca de los cazadores y recolectores modernos y sugieren que,
aunque estas personas están lejos de ser pacíficas, también están lejos
de ser bélicas. La mayoría de los que mueren violentamente en sus
sociedades lo hacen en manos de personas de su misma tribu, no de
“extranjeros”. El estudio sugiere que los humanos podrían ser llamados
“asesinos”, pero no guerreros sangrientos como los guarda el folklor
antropológico.
Los dos investigadores llegaron a esta
conclusión al escrudiñar a veintiún sociedades de cazadores y
recolectores de todo el mundo. Observaron los estudios etnográficos de
estos grupos, publicados hace más de cien años, que registraron los
homicidios y sus circunstancias.
Fry y Sodenberg clasificaron esas
muertes en eventos interpersonales (lo que en la modernidad se diría
“doméstico”), feudos interfamiliares, ejecuciones de castigo de grupo y
eventos intergrupales. Sólo el último puede ser descrito como guerra.
Sólo uno de los veintiún grupos fue
considerado extremadamente belicoso, y más de la mitad de las muertes
perpetradas en estas tribus (casi todas australianas) involucraba a este
grupo.
La teoría, entonces, es que el hombre
industrial, aunque sea moderno, es más o menos igual de belicoso que sus
ancestros cazadores y recolectores (es decir: no mucho). Pero la
metralleta es tanto más letal que el arco y la flecha que la comparación
es absurda. La sociedad moderna no ha hecho nada por detener las
guerras, pero eso no quiere decir que la guerra sea parte intrínseca de
la naturaleza del hombre, sino que hay demasiados intereses
involucrados. Y claramente una de las maneras de reclutar soldados es
publicando la frase de Edward Wilson arriba citada.
[The Economist]