|
Temas para Pensar: Lectura: el catalizador de la inteligencia humana
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 12/12/2013 05:03 |
Lectura: el catalizador de la inteligencia humana
"Leer absortos un texto narrativo o poético equivale a
tener una auténtica experiencia de realidad virtual, ya que en nuestro
cerebro se activan las mismas áreas que utilizamos al procesar estímulos
sensoriales en la vida real." Bronstein nos habla de éste y otros
beneficios que conlleva el acto de lectura en nuestra mente.
A principios de los años 90, el
psicólogo evolutivo Howard Gardner renovó el paradigma de las ciencias
cognitivas a partir de su teoría de las inteligencias múltiples. Gardner
consideró por primera vez la inteligencia no como una única capacidad,
fijada e innata, dada de una vez y para siempre en cada persona, sino
como una serie de habilidades cognitivas en distintos campos de la
experiencia humana, habilidades que son susceptibles de continuar en
proceso de desarrollo durante la totalidad de la vida. De manera
inversa, pueden malograrse o permanecer estancadas, como un músculo que
nunca o casi nunca se lo trabaja o estimula. Una de las inteligencias
principales que Gardner categorizó es la denominada inteligencia lingüístico-verbal;
concretamente, la inteligencia relacionada con el pensamiento y el
lenguaje. No son pocos los autores que han considerado que, de todas las
características que nos separan del reino animal, el lenguaje (la
capacidad de “significar”) es la principal.
En un brillante libro sobre la evolución
de los circuitos cerebrales humanos, el psicólogo, guerrillero
ontológico y profuso escritor Robert Anton Wilson nos deja una concisa
definición de inteligencia, que se ajusta muy bien a la inteligencia
lingüístico-verbal de Gardner: “La inteligencia es la capacidad de
recibir, decodificar y transmitir información de manera eficiente.”
(Robert Anton Wilson, Prometeo Ascendiendo, 1983). Basándose en
las nociones de Claude Shannon (conocido como “el padre de la teoría de
la información”) y del creador de la “semántica general”, Alfred
Korzibsy, Wilson nos dice que “información” equivale a cualquier
conjunto organizado de datos que implican una novedad significativa para
el sistema de creencias y la totalidad de la información previa que
tiene interiorizado un sujeto. Nuestro modo central de transmitir y
recibir información es a través del lenguaje; es decir, a través signos
lingüísticos significativos (palabras que expresan pensamientos, ideas y
conceptos). Tanto para Wilson, como para el enfoque constructivista del
conocimiento iniciado por Lev Vigotsky, el impacto de la información en
el sujeto implica un complejo proceso de integración dentro de su
sistema de creencias y datos o “mapa cognitivo”.
Y si la integración y la transmisión de
información es inteligencia, como estos autores sostienen, sin duda una
de nuestras herramientas más poderosas para desarrollarla
individualmente, así como para amplificarla colectivamente, es la
lectura. “La lectura [...] es un proceso emergente de construcción de
significado que ocurre cuando la información topicalizada por el texto
se sintetiza con el conocimiento previo como parte de un proceso general
de interacción mediada con el mundo” (Michael Cole y Bárbara Means, Cognición y pensamiento, 1986).
En los últimos años, desde el ámbito de
la neurociencia, han surgido fuertes confirmaciones de estas teorías,
principalmente a partir del concepto de “plasticidad neuronal”, que
implica que nuestro cerebro no es una unidad estática, sino que se trata
de un continuo proceso de cambio y adaptación de redes sinápticas, las
cuales organizan y reorganizan nuestra cosmovisión y nuestra percepción
general del mundo. Para este complejo proceso, el hábito de leer se
convierte en uno de sus catalizadores más poderosos.
En un estudio llevado a cabo durante un programa de alfabetización en Colombia, el doctor Manuel Carreiras del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje comprobó que las
personas alfabetizadas mostraron un importante incremento frente a las
no alfabetizadas en dos áreas relacionadas con el procesamiento visual,
fonológico y semántico de la información en un texto: la materia gris
(la densidad neuronal) y la materia blanca (encargada de conectar los
dos hemisferios del cerebro).
Guillermo García Ribas,
Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad
Española de Neurología (SEN), concluyó que “la lectura es una de las
actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado
que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones
neuronales”. La lectura constante y prolongada mejora nuestra capacidad
de razonamiento, nuestra agilidad mental, nuestra concentración y
nuestra memoria, al tiempo que amplía nuestros recursos lingüísticos y
la profundidad de nuestras ideas.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 3 de 3
Siguiente
Último
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 12/12/2013 05:06 |
En una investigación realizada mediante
escaneos de actividad cerebral durante la lectura de textos literarios,
el doctor Jeffrey Zacks, director del Laboratorio de Cognición Dinámica
de la Universidad de Washington, concluyó que leer literatura es una
forma de ampliar nuestro espectro de experiencias sensoriales. Leer
absortos un texto narrativo o poético equivale a tener una auténtica
experiencia de realidad virtual, ya que en nuestro cerebro se activan
las mismas áreas que utilizamos al procesar estímulos sensoriales en la
vida real. Nuestro cerebro crea (imagina) una simulación mental vívida
de sonidos, imágenes, sabores y sensaciones que enriquecen nuestra
relación con el mundo. “Solemos pensar que la realidad virtual es algo
que involucra computadoras, cascos y dispositivos extravagantes pero, en
un sentido bastante serio, contarnos historias a través de la escritura
y la lectura, es una forma de realidad virtual […], al leer adquirimos
experiencias virtuales que después pueden formar la base para asimilar
otras experiencias y otras lecturas”, afirma Zacks.
Ampliando esta idea, el multifacético artista chileno, y autodenominado “psicomago”, Alejandro Jodorowsky declara:
“La novela es una literatura inmensa que contiene todo… es como
presentar un mundo paralelo. Para mí, todas las novelas, por muy
realistas que sean, son de ciencia ficción, son de lo imaginario. No se
puede crear un mundo real a través de la literatura, es la diferencia
entre un mundo real, con paisajes, y un mundo de mapas. La literatura es
un mundo de mapas de la realidad. Entonces cada cual crea un mundo y a
nosotros nos enriquece. Una novela… te va presentar otra posibilidad del
mundo, otro punto de vista. Cada ser humano tiene un punto de vista
diferente de la realidad y cada ser humano vive en una realidad
diferente. Un novelista muestra esa realidad diferente”.
Todo esto vuelve evidente, también, que
cualquier texto no tendrá el mismo efecto o será igualmente enriquecedor
para cada uno de nosotros, por lo que lógicamente no es comparable el
impacto de un texto que nos resulte profundamente significativo con la
suma de muchos de los textos que, saltando de un vínculo a otro,
consumimos diariamente a través de Internet. Sin embargo, obviamente
tampoco deberíamos subestimar el efecto que el hábito de la continua
lectura virtual podría significar en la complejización colectiva de la
mente humana.
La información, plantea Robert Anton
Wilson, “se acelera más rápido en la evolución humana que en la
evolución pre-humana porque a través del circuito semántico (la cultura)
y sus símbolos (palabras, mapas, ecuaciones, etc.) somos capaces de
pasar información (entropía negativa, coherencia) de generación en
generación.” (Ibid, 1983). Lo que puede considerarse, en
términos generales, un proceso dialéctico que conduce gradualmente a un
desarrollo evolutivo de la inteligencia humana. Primero con la
escritura, luego con la imprenta, y actualmente con la prácticamente
ilimitada virtualidad, este proceso se ha venido acelerado cada vez más.
Pero este desarrollo encuentra sus trabas, nos dice también Wilson, en el ejercicio de la censura y el poder concentrado:
Estamos sobre una
ola del aumento de conciencia y de la expansión de la inteligencia que
se está acelerando, nos guste o no. En general, a la mayoría de la gente
(y especialmente las élites gobernantes) no les ha gustado este factor
de aceleración [...] En todas partes y en todas las épocas, los
gobernantes de la sociedad han tratado de poner un freno al circuito
semántico, para desacelerar la función de aceleración, para establecer
límites en lo que se puede imprimir, discutir, o incluso pensar. El mito
griego de Prometeo encadenado (el titán que trajo la luz a la humanidad
y que es eternamente castigado por ello) es la sinécdoque, el símbolo
perfecto de cómo el circuito semántico ha sido manejado en la mayoría de
las sociedades humanas. (Ibid, 1983)
|
|
|
|
De: Marti2 |
Enviado: 12/12/2013 05:07 |
A partir del siglo XX, podemos ver este
desarrollo de la inteligencia colectiva cada vez más eclipsado con el
avance paralelo de los medios masivos de comunicación y su “secuestro” o
concentración en manos de poderes económicos y políticos, que han
venido empleándolos para colonizar la subjetividad de las masas y
adecuarla a sus intereses. “Podríamos decir que en otras épocas la
colonización se ejercía sobre los cuerpos, como en la esclavitud. Hoy lo
que se coloniza y domina son nuestras mentes. Es nuestra psicología la
que está ocupada, es nuestro inconsciente el que se alinea con los
intereses que nos perjudican. Si hablamos de los viejos imperialismos,
hay que decir que la conquista ya no pasa tanto por la posesión u
ocupación de territorios sino por el control de las ideas, el
pensamiento de los pueblos y sus voluntades. Sin tantas armas, ahora se
trata de ejercer el control de las almas […] Los medios de comunicación
aparecen, de esta manera, como los nuevos disciplinantes de la
comunidad. Superada la etapa en la que los poderes tradicionales
avasallaban a los pueblos a través de la vía militar, la televisión y
los diarios, los canales de noticias y las emisoras radiales son hoy por
hoy las nuevas fuerzas de ocupación… Porque ocupan nuestras mentes para
imponernos sus modelos, sus relatos, sus ‘próceres’ y sus desvalores.” (Claudio Díaz, “El papel de los medios como nuevos disciplinantes sociales”).
La clase dominante, como nos dice tan
claramente el político español Julio Anguita, “tan sólo recurre a la
coacción física -policía, ejército, fascismo- cuando falla la coacción
ideológica”. La televisión y los nuevos medios digitales en creciente
expansión, no parecen haber venido funcionado colectivamente como un
complemento de la riqueza de los textos escritos, sino como su trágico
reemplazo. En irónica alusión a su novela Fahrenheit 451, Ray Bradbury comentaba: “No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee”.
Es en este mismo sentido que la poeta y lingüista Ivonne Bordelois exclamó:
“Si la palabra está bajo fuego enemigo es porque la fuerza y el poder
de la palabra son temibles, y de allí la necesidad de aniquilarla. De la
palabra nacen el espíritu crítico y la inspiración creadora… Y si se la
quiere destruir con tanto ahínco es porque se necesita una sordomudez
fundamental para aceptar la inmensa cantidad de chatarra política,
comercial y mental que nos rodea y nos asfixia sin cesar”.
Surfear en el océano de la información,
aprendiendo a distinguir lo significativo de lo intrascendente y lo
auténtico de lo espurio; volvernos lectores activos de la información,
no receptáculos pasivos de los discursos monolíticos del poder;
volvernos lectores críticos, profundos, abiertos, poéticos; cultivar
nuestro pensamiento, nuestro lenguaje y nuestra inteligencia discursiva…
quizás sean algunos de los mayores desafíos y de las mayores esperanzas
de nuestro tiempo. La lectura, con su infinito abanico de desconocidos
mundos e impensadas perspectivas, sigue siendo uno de nuestros
principales recursos para lograrlo.
|
|
|
|
|
|
|
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|