En
los últimos meses se han puesto sobre la mesa hipótesis que apuntan a
la competencia mundial por el control de los recursos energéticos,
fundamentalmente entre Estados Unidos y Rusia por el gas natural, como
factor decisivo para la eventual acción militar liderada por Obama
contra Al-Asad, acusado de emplear armas químicas en la guerra civil que
asola Siria. Dado el acuerdo alcanzado finalmente el 14 de septiembre
sobre la futura destrucción total del arsenal químico sirio entre
Estados Unidos y Rusia -cuya involucración en el conflicto ha sido
inusitada-, tales hipótesis podrían no estar descaminadas. En cualquier
caso, podemos afirmar que objetivamente Siria es un enclave energético, y
geoestratégico, privilegiado, por dos motivos.
El primero
es que Siria se encuentra sobre una de las reservas de gas más grandes
del planeta, en la cuenca oriental del Mar Mediterráneo (Israel, Líbano y
Siria); y el segundo motivo es que constituye una pieza geográfica
clave para los corredores energéticos regionales y específicamente una
puerta abierta a cualquier gasoducto que conecte Europa con Oriente
Medio (que posee el 40% de las reservas mundiales probadas de gas), ya
sea a través de Grecia por debajo del Mediterráneo, o a través de
Turquía.
En el actual contexto energético global
los aliados clave del régimen de Al-Asad, Irán y Rusia -además, socios
energéticos principales de China-, disponen de las mayores reservas
mundiales probadas de gas. Sin embargo, Estados Unidos supera a cada uno
de ellos en producción de gas y su tecnología es fundamental para los
países productores. De este modo, actualmente encontramos por un lado el
proyecto de gasoducto Nabucco, patrocinado por Estados Unidos y
Europa, cuya construcción, de Turquía a Austria, va retrasada, y que
aspira a ensamblarse con el Gasoducto Árabe (Egipto-Siria) conectando
Turquía con Siria (aspira incluso a conectar Turquía con Irán). Y por
otro lado encontramos el proyecto de gasoducto Irán-Iraq-Siria, cuya
viabilidad dependerá de lo que acontezca en Siria y que junto al
proyecto ruso South Stream (conectará Rusia con Italia y Austria
pasando por el Mar Negro) directamente “rivalizaría por Siria” con
Nabucco, el cual indirectamente también rivalizaría con los gasoductos Nord Stream y Blue Stream, que ya conectan Rusia con Alemania y Turquía, respectivamente.
Con todo, está irrumpiendo también en
escena un nuevo recurso energético: el gas no convencional (junto al
petróleo no convencional). Aunque actualmente sólo Estados Unidos y
Canadá se encuentran explotando sus reservas de gas pizarra en
cantidades comercializables, este recurso podría llegar a configurar en
un futuro no demasiado lejano un nuevo e inesperado orden energético
mundial en el que -al menos inicialmente- Rusia y China se verían muy
perjudicadas. Y la pronosticada autosuficiencia energética
estadounidense para el año 2035 comienza a tener sentido…
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