Cuando alegras a los demás, no tienes manera de evitar sentir alegría. Enseñando a los demás, no puedes dejar de aprender, de manera profunda y sustancial. No puedes forzar a nadie a comprenderte. Sin embargo intentando sinceramente comprender, lograrás ser comprendido.
La mejor manera de lograr que tu punto de vista sea aceptado no es gritando. Es escuchando como sabrás de qué manera hablar más efectiva y convincentemente.
La mejor manera de ayudarte a ti mismo es ayudando a los demás. Esa hermosa paradoja es la base de la civilización en su forma más maravillosa.
Cuanto más positivamente afecte tu vida a los demás, más brillantemente se reflejará a su vez en ti.
Si te sientes un poquito deprimido, ofrece tu bondad, tu cuidado, tu tiempo y tu atención a alguien. Y haciéndolo levantarás, como mínimo, a dos personas.
La confianza en si mismo es lo más importante antes que todo, confiar en uno mismo es creer que se puede lograr algo, todo depende de nuestras propias creencias, si nuestras creencias son limitadas, entonces no podremos lograr nuestras metas. Si nuestras creencias se enfocan en lo ilimitado de lo que nuestros esfuerzos pueden lograr, todo será más fácil en el aspecto de nuestra propia percepción.
Confiar en que podemos lograr lo imposible, posiblemente a lo largo del camino lo logremos o nos acerquemos un poco.
Muchos de nosotros hemos pasado la vida escuchando a nuestros padres, nuestros maestros, nuestros directores y nuestros líderes. Elegir lo que nos dicen a elegir. Nos han dicho gentilmente lo que somos. Moldeandonos nosotros mismos a los comentarios de los demás. Buscando aprobación. El alcanzar para el reconocimiento.
Hay una buena razón para aprender de la sabiduría de los demás. Pero también hay un costo: a medida que nos formamos a nuestros deseos, preferencias y expectativas de los demás, corremos el riesgo de perdernos. Podemos llegar a ser congelados sin su dirección, incapaz de tomar nuestras propias decisiones, a falta de confianza en nuestras propias ideas. O aquí, dos veces ciego a nacer.
Hay un remedio simple a la inseguridad de ser nosotros mismos: dejar de preguntar. En su lugar, se toma el tiempo y la tranquilidad para decidir lo que piensas. Así es como nos encontramos con la parte de nosotros mismos nos dimos por vencidos. Así es como llegamos a ser poderosos, inteligentes, creativos y perspicazes. Así es como ganamos nuestro mejor punto de vista.
De la red