
Había una vez una abeja joven y fuerte, estaba llena del ardor de la juventud. Un día, mientras volaba muy feliz de flor en flor, chupando néctar, se alejó cada vez más de su casa y olvidó que pronto anochecería y sería hora de regresar. Acababa de posarse en una flor de loto, cuando el sol se puso y el loto se cerró. La abeja quedó atrapada. Tenía un aguijón afilado y habría podido perforar fácilmente los pétalos y escapar, pero estaba absorta en su embriaguez. Pensó: "Pasaré aquí la noche bebiendo néctar y por la mañana, cuando se abra el loto, volaré a casa. Reuniré a mi esposa, a mis vecinos y amigos y los traeré aquí a beber néctar. ¡Estarán muy contentos! ¡Estarán muy agradecidos! Pronto llegó la medianoche. Un elefante joven, que también se hallaba extasiado, vagaba por el bosque derribando árboles; desgarraba plantas y se las metía en la boca. Cuando llegó al loto donde la abeja se deleitaba, empezó a arrancar lotos y a comérselos. La abeja seguía bebiendo néctar y pensaba: "Traeré a mi esposa, traeré a mis vecinos, traeré a todos mis amigos; tendré una gran fábrica de miel". De pronto, hubo un fuerte crujido. "¡Ay de mi!, gritó la abeja. Me muero, me muero. Estoy muerta". Todos los planes de la abeja quedaron en el lago. Todos sus amigos quedaron en casa. La esposa de la abeja seguía en casa y la abeja, en la boca del elefante. Como esa abeja, cada vez llegamos más lejos en este mundo, imaginando que hacemos grandes progresos, sin darnos cuenta de que vamos dejando atrás nuestra esencia. Cada día se acerca más el elefante de la muerte, pero nunca advertimos sus pasos. En este mundo transitorio. Aunque parece fascinante, todo lo que vemos aquí es perecedero. El gran santo Kabir, cantó: "Eres como un viajero que va y viene. Acumulas riquezas y te enorgulleces de ellas. Pero cuando te marches no te llevarás nada contigo. Viniste a este mundo con los puños cerrados, pero cuando te vayas, tus manos estarán abiertas". Swami Muktananda
Rosa
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