Los drones de Facebook (y la NSA)
“Conectividad” dijo el director ejecutivo de Facebook Mark Zuckerberg en una entrevista con CNN el año pasado, “es un derecho humano”.
Si
te sorprende que uno de los reyes de internet corporativo repita una
consigna utilizada por activistas de internet para movilizar contra
compañías como la suya, examina el contexto. Zuckerberg hizo su
observación para apoyar y explicar un nuevo conjunto de estrategias de
Facebook que, si tiene éxito, colocará la conectividad del mundo con
internet bajo el control de su compañía.
Se llama internet.org y
no solo es una auténtica web, sino que además es un consorcio de
compañías y agencias gubernamentales dirigidas por Facebook. El nombre
en sí “internet.org” también da una idea de las intenciones de Facebook.
Utilizando una combinación de drones, satélites y otras
tecnologías, Facebook quiere llevar la conectividad a todo el mundo. El
cuadro es notable: satélites y drones de Facebook con ciclos de vida de
seis meses reflejarán todas las señales de conexión (como wifi) a gente
de todos los rincones de la tierra. Todo ser humano tendrá acceso a
internet.
A primera vista, es una idea maravillosa hasta que te
das cuenta de que esto colocaría toda la conectividad del mundo en manos
de una compañía y una coalición de socios que reunió para realizar el
proyecto. Estos socios, a propósito, incluyen ¿estás listo? a la Agencia
de Seguridad Nacional (NSA) de EE.UU.
Zuckerberg nos recuerda
que no es inminente; es un proyecto para lo que denomina “el futuro
lejano”. Pero no explica cuán lejos es “lejano”. Los proyectos de
conectividad son un proceso y las distintas partes del mundo se
"engancharían" progresivamente. De hecho, su compañía ya ha invertido
1.000 millones de dólares en el proyecto y, dice, seguirá invirtiendo
continuamente mucho más.
La gente del mundo va, dice Zuckerberg,
"...a utilizarlo para decidir qué clase de gobierno desea, tener acceso a
atención sanitaria por primera vez, conectarse con familiares que no
han visto en décadas a cientos de kilómetros de distancia”.
Los
anuncios de Facebook tuvieron lugar un año después de un anuncio de
Google de que investiga cómo usar inmensos globos para llevar internet
al mundo o por lo menos a remotas regiones. Google lo denomina “Proyecto
Loon”.
La obscena ironía del uso de la tecnología de drones
(utilizada entre muchas otras cosas, para matar anualmente a miles de
personas) para unir a la raza humana es ofensiva, pero la real amenaza
planteada al colocar las comunicaciones de la mayoría de la gente en
manos de una compañía es profundamente inquietante. Para comprender esa
amenaza y la razón detrás de esas iniciativas, hay que comprender que se
trata de una respuesta corporativa a un problema muy real.
Si
vives en EE.UU. (o en uno de los que llamamos comúnmente “países
desarrollados”), la mayoría de la gente que conoces está probablemente
conectada de alguna manera a internet. De hecho, más de 70% de los
hogares en este país están en condiciones de usar internet. Lo mismo
vale aproximadamente para Canadá, gran parte de Europa, Japón y la
República Popular China. Pero África es algo muy diferente: solo 7% está
conectado allí. Latinoamérica varía con cerca de 30% de México
conectado, 60% en Brasil (uno de los países principales con internet) y
cerca de 55% en Venezuela, pero menos de 20% en la mayoría de los demás
países). Aparte de China y Japón, Asia, con menos de 20% conectado, está
casi tan poco conectada como África.
Las implicaciones del
problema son obvias: la gente no se puede comunicar en esos lugares como
lo pueden hacer aquí y eso frustra el propósito mismo de internet,
limitando las posibilidades que provee para colaboración y cambio
social.
Los motivos del problema son igual de obvios.
Primeramente, la tecnología es obstaculizada por la infraestructura
subdesarrollada – la ausencia de electricidad y de cables telefónicos
que damos por entendidos y en los que se desarrolla internet.
Adicionalmente, los gobiernos en muchos de esos países son renuentes a
priorizar las comunicaciones – a menudo por razones evidentes, ya que
una población que se comunica a menudo derroca a los malos gobiernos.
Finalmente, controles limitados y restrictivos son impuestos a esas
regiones por las compañías de comunicaciones que las sirven. Nadie trata
de expandir internet de un modo muy agresivo en gran parte del mundo.
Se
trata de un problema para la mayoría de nosotros pero es un problema de
tipo diferente para Facebook. Mientras activistas y organizadores lo
ven un problema como un impedimento para organizar, para Facebook tiene
que ver con el mercado. Ahora mismo, el ubicuo gigante de las redes
sociales tiene cerca de mil millones de participantes. Si no piensas que
es oro puro en términos de mercadeo, considera el hecho de que las
acciones de Zuckerberg en Facebook valen ahora unos 3.000 millones de
dólares. Pero los capitalistas no pasan el tiempo sentados contando su
dinero como capos de la Mafia; buscan maneras de aumentarlo. Si Facebook
ha de expandir su base de usuarios y sacar provecho de los ingresos por
publicidad que esas cifras generan, tiene que mirar hacia el resto del
mundo. Para hacerlo, tiene que colocar en línea ese resto del mundo.
Mientras
la intención es la misma, los motivos subrayan la divergencia en
resultados potenciales. Si se conecta una población a internet, y
depende de esa conexión, la capacidad de interrumpir sus servicios
ofrece poderes virtualmente dictatoriales. Gobiernos en algunos países,
han cortado, en el pasado reciente, porciones de internet a sus
poblaciones –un medio de control político o para aplastar recientes
movimientos sociales. Activistas pueden evitar esas restricciones
utilizando otras líneas de comunicación u otros sistemas… siempre que
puedan tener acceso a ellos. Pero si una compañía puede impedir todos
los accesos, esa opción de libre comunicación desaparece.
Pero el
problema más urgente es en términos del suministro de contenido. Con la
reciente decisión judicial sobre Neutralidad de la Red, una compañía
tiene poder para proveer un acceso más completo a algunos sitios y
ralentizar el acceso a otros. Ahora puede, según la ley, simplemente
negar acceso a ciertos contenidos a sus usuarios. Cuando una compañía
controla el acceso a 10 millones de usuarios (como Comcast, por
ejemplo), el resultado es horrible. Pero cuando una compañía controla el
acceso a varios miles de millones, es devastador.
Aún más
inquietantes son los socios de Facebook. ¿Qué diablos hace la NSA como
parte de esta coalición para “conectar el mundo? Facebook dice solo que
la NSA trabaja en investigación para utilizar su sistema satelital para
expandir la conectividad. Pero si la agencia se ocupa de esa parte de la
conectividad, ¿qué significará eso para la privacidad y los derechos de
la gente?
La NSA espía a todo el que puede. Recolecta todos los
datos que puede. No ha mostrado ningún respeto por los derechos de la
gente o por las restricciones constitucionales. Es una organización
criminal y, según su plan, controlaría el acceso a internet de grandes
partes del mundo.
¿Dan frutos todos estos horrores?
Muchos
“expertos” y eruditos nos advertirían del riesgo de ser paranoicos. El
proyecto está lejos de ser completado aunque la tecnología necesaria es
factible y podría ser instalada en un par de años. Hay que negociar con
países y otras compañías y todo esto requiere tiempo, como han señalado
varios columnistas en tecnología.
Pero si se tiene ese tipo de
poder, las negociaciones pueden ser reducidas a un asunto de dinero –
una suma pagada a un gobierno específico y, en este mundo de la
tecnología, el dinero habla. ¿Cómo pueden gobiernos faltos de dinero de
países en desarrollo, a los que se ofrecen aranceles de uso y
“autoridad” básica sobre la conectividad de su pueblo, rechazar una
oferta para colocar en línea a su población? Todo lo que Facebook
tendría que hacer es asegurar a un gobierno un cierto “control” básico.
Además,
ya que el programa puede ser realizado incrementalmente, Facebook puede
priorizar ciertas secciones del mundo por sobre otras. Uno solo puede
imaginar los problemas que eso produciría.
A fin de cuentas, sin
embargo, el tema no es si la compañía haría todo lo posible o no.
Estructuramos nuestros derechos para asegurar que las decisiones al
respecto nunca estén en manos de una persona o una institución. Si la
conectividad es, como dice Zuckerberg, “un derecho humano”, entonces
nunca debiera depender de él o de su compañía la decisión de quién de
entre nosotros lo tiene, y cómo y cuándo.
Alfredo López
CounterPunch
Alfredo López escribe sobre temas de tecnología en This Can’t Be Happening!