El efecto placebo es la prueba de que el cuerpo es capaz de producir sus propios medicamentos.
Determinadas técnicas son capaces de desencadenar los mecanismos de la autocuración.
Las pastillas placebo no contienen ningún medicamento y sin embargo
producen efectos. La teoría de los médicos ortodoxos era que se trataba
de sensaciones subjetivas. Cuando un paciente esperaba sentirse mejor
después de tomar una medicación, a menudo era así aunque tomara una
píldora de azúcar, decían. En cambio, la medicina natural ve en el
efecto placebo una prueba de la capacidad de autocuración y de la influencia de la mente sobre el cuerpo. La ciencia de vanguardia está confirmando este punto de vista.
Estudios
recientes prueban que los efectos del placebo pueden ir más allá de la
autosugestión. Paul Pattison sufre la enfermedad de Parkinson, un
trastorno neurológico mayor que le impide, por ejemplo, ir en bicicleta,
una de sus aficiones favoritas. Pero puede hacerlo si toma una
medicación que estimula la producción del neurotransmisor dopamina. De
hecho, sin esta medicina prácticamente no puede caminar. O
eso creían los médicos hasta que el profesor Jon Stoessl, de la
Universidad de la Columbia Británica (Canadá), sometió a Pattison a un
experimento. Le pidió que dejara la medicación. Al poco tiempo Pattison
volvió a mostrar toda la intensidad de los síntomas del Parkinson.
Entonces Stoessl le dijo que le volvía a dar su pastilla. A la media
hora volvía a sentirse tan bien como antes de dejar la medicación… pero
en realidad no había tomado su pastilla, sino otra sin sustancia activa
alguna.
Pattison fue solo uno más de las docenas de
pacientes a los que el doctor Stoessl dio placebo con éxito terapéutico.
Y Stoessl ha demostrado que la mejoría no se debe a sensaciones
subjetivas. "Un placebo puede aumentar la producción de dopamina en un
enfermo de Parkinson tanto como una anfetamina en una persona sana; esto
es un efecto impresionante", afirma el doctor. Es decir, se produce un cambio real en la química del cerebro.
En
el caso del Parkinson, la diferencia con el medicamento es que el
efecto placebo tiene menor duración. Sin embargo, en otras indicaciones
puede ser muy prolongado. Los estudios muestran que un tratamiento
placebo puede evitar los ataques de pánico durante ocho meses, los dolores de la angina de pecho durante seis y las molestias de la artritis durante dos años y medio.
El
profesor Tor Wager, de la Universidad de Colorado (Estados Unidos),
asegura que el cerebro puede ordenar la producción de las sustancias
químicas que necesitamos, como endorfinas capaces de
eliminar el dolor. Si a un paciente con quemaduras graves se le
administra una inyección inocua de suero, diciéndole que se trata de un
anestésico potente, se puede conseguir un efecto equivalente a unos 5-8
mg de morfina.
Wager sostiene que el cerebro, estimulado con
placebo, puede dirigir órdenes al metabolismo y al sistema inmunitario y
producir todo tipo de cambios bioquímicos. De esta manera puede
controlar desde la cantidad de células inmunitarias a los niveles de
glucosa, entre otras variables fisiológicas.
Ahora el objetivo de
las investigaciones es comprender todavía mejor el efecto placebo para
poder utilizarlo terapéuticamente. Según el doctor Gustavo Pacheco
López, del Instituto de Ciencias del Comportamiento del Instituto
Federal Suizo de Tecnología, de Zurich (Suiza), si se potencia el efecto
placebo se puede reducir las dosis de analgésicos hasta un 30%.
Por otra parte, un estudio publicado en la revista Psychosomatic Medicine
demostró que combinar una crema con cortisona y un producto placebo en
el tratamiento de la psoriasis reduce cuatro veces la dosis necesaria
para un tratamiento eficaz.
Entre las enfermedades que más podrían beneficiarse
de los mecanismos de autocuración se encuentran la depresión, el
pánico, los trastornos de la conducta infantil (como la hiperactividad),
la úlcera gastrodúodenal, el síndrome de colon irritable, el asma, la
diabetes, las dermatitis, las infecciones de las vías respiratorias
superiores, el síndrome de fatiga crónica, la hipertrofia benigna de
próstata, las artritis, las alergias y otros procesos inflamatorios.