Castro “El Otero de Sariegos”1ª PARTE
Datos Históricos
En el siglo VIII a. C., en los albores de la Edad de Hierro, la provincia de León ya estaba poblada, y sus habitantes, nómadas por el pastoreo, comienzan a cambiar sus costumbres y a asentarse en estas tierras con la llegada de la agricultura, siendo éste el motivo principal que genera la gran proliferación de los castros en toda la provincia.
Otero no existía aún, pero sí un pequeño castro situado en lo más alto de una loma despejada, el Otero de Sariegos, desde donde se divisaba fácilmente todo su entorno y ejercía de fortín para sus habitantes. En él se refugiaron los primeros pobladores de nuestro pueblo, defendiéndose de las fieras y de los posibles enemigos que pudieran acosarles.
Era un pequeño recinto ovalado de escasas dimensiones que no disponía de fosos o murallas circundantes para su defensa, sino que aprovechaba los desniveles del terreno y las laderas más pronunciadas de esta loma. En la parte superior estaba protegido con grandes piedras calizas que rodeaban toda la fortificación castreña.
El arroyo de La Reguera nace en la falda del monte de La Rasa y acercándose hasta el castro por su parte norte, suministraba el agua que éste necesitaba. Estos pequeños arroyos no se secaban en la época estival a causa de las grandes nevadas que caían durante todo el invierno y a que sus cumbres permanecían cubiertas de nieve al menos seis u ocho meses al año, lo que generaba que hubiese permanentemente un pequeño caudal de agua en todos ellos.
Modo de Vida
Hoy disponemos de algunas referencias sobre su modo de vida, sus costumbres, y la precariedad y escasos medios de subsistencia que tenían a través de las obras de Ptoloméo, Plinio, Pomponio Mela, Varrón, etc., pero aquí solamente citaremos a Estrabón (64 a. C. – 19 d. C.), por ser una de las obras más extensas y por haber dedicado íntegramente el Libro III de su Geografía a la Península Ibérica.
La Alimentación
Podemos destacar tres componentes principales en la alimentación:
La caza, de la que utilizan sus carnes para el sustento y sus pieles para la confección de prendas de abrigo.
La bellota y la castaña, con las que una vez secas y molidas, hacían pan, trabajo asignado exclusivamente a la mujer, tanto la molienda, como el amasado y elaboración del mismo. También se comienzan a incorporar algunos productos agrícolas en la alimentación, como cereales, legumbres y hortalizas.
La ganadería, de la que utilizan sus carnes, pieles, leche, huevos, etc., cambia de ser nómada a ser más sedentaria y estable en la zona, pero siempre con ciertas restricciones por la climatología adversa del lugar, con lo que se genera otro tipo de vida migratoria en ciertas estaciones del año, la trashumancia.