'Transi' del médico francés Guillaum d'Harcigny | Crédito: Wikipedia.
Ya hemos comentado en otras ocasiones que en siglos pasados la gente vivía en contacto con la muerte de una forma mucho más habitual y cotidiana, en especial debido a la ausencia de una medicina eficaz y de la sobreabundancia de epidemias, guerras y otros desastres.
Esta cercanía con la Parca tuvo una marcada influencia en las distintas manifestaciones artísticas, y de forma más acusada a partir de fines de la Edad Media. Uno de los ejemplos más llamativos y espectaculares —en especial desde nuestro punto de vista actual— lo constituyen los llamados 'transi', tumbas-cadáver o tumbas 'memento mori'.
Básicamente, un 'transi' es una representación artística —en este caso escultórica— de un cadáver en descomposición. Por lo general se trata de monumentos funerarios en los que se presenta al difunto en tal estado, bien de forma independiente, bien contraponiéndolo a una efigie de su cuerpo en vida o poco después de morir.
La finalidad de este tipo de tumbas o monumentos funerarios era precisamente recordar al que está vivo lo efímero de la vida, y por extensión lo inevitable e impredecible que resulta el fin de nuestra existencia.
Todos los ejemplos de este tipo de arte —didáctico y macabro al mismo tiempo— fueron encargados por personajes que tuvieron un gran poder y éxito durante su vida, como nobles, reyes o altos eclesiásticos.
'Tumba doble' de John FitzAlan, conde de Arundel | Crédito: Wikipedia.
De este modo, los únicos que podían permitirse un monumento o tumba así —como es fácil de imaginar eran creaciones muy costosas—, quienes habían gozado de una riqueza y una gloria terrenal, decían a todo aquel que contemplase su tumba que incluso el poder mundano era algo transitorio, y que todos sucumbimos ante la muerte.
Hasta finales de siglo XIII habían sido habituales las efigies mortuorias, representaciones a tamaño natural de los difuntos, que eran plasmados con el aspecto que habían tenido en vida, a menudo en gesto de oración.
Es a partir de esas fechas cuando comienzan a aparecer estos 'transi', ya sea con cadáveres en descomposición representados de forma aislada, bien haciendo "pareja" con una efigie del mismo difunto, a modo de contraposición.
En este último caso era habitual que tales tumbas —también denominadas tumbas de "doble nivel"—, mostraran la efigie del difunto con aspecto "normal" en la parte superior, mientras en la inferior se mostraba la escultura del cadáver en descomposición, en ocasiones siendo devorado por gusanos y otras muestras de fauna cadavérica.
'Transi' de René de Chlon | Crédito: Wikipedia
Un buen ejemplo de tumba de dos niveles es el enterramiento de John FitzAlan, decimocuarto conde de Arundel, cuya tumba se conserva en el castillo del mismo nombre.
Más espeluznante —si cabe—, es el 'transi' realizado por el escultor Ligier Richier para René de Chlon, príncipe de Orange. Aquí el difunto es representado como un cadáver que se pudre poco a poco, con el tronco y la cabeza convertidos ya en puro esqueleto, mientras sostiene el corazón en una mano.
Curiosamente, esta peculiar forma de escultura funeraria aparece representada en una célebre pintura de Masaccio, el fresco de la Trinidad que se conserva en Santa Maria Novella de Florencia, en el que vemos la escultura de un esqueleto reposando sobre una tumba.