'Autorretrato satánico', Félicien Rops | Crédito: Wikipedia.
En la segunda mitad del siglo XIX, y coincidiendo con el gusto por determinadas creencias esotéricas en ciertos círculos artísticos y literarios –especialmente entre simbolistas y ‘decadentes’–, se experimentó una curiosa fascinación por el satanismo y la figura del Diablo.
A este interés contribuyeron notablemente obras como la novela ‘Là-bas’ (Allá abajo), de Joris-Karl Huysmans, que obtuvo un gran éxito y difusión. Para la creación de su libro, Huysmans llegó a rodearse de algunos personajes que, en la época, pasaban por ser los máximos exponentes del satanismo francés, y sus detalladas descripciones de lo que supuestamente ocurría durante una ‘misa negra’ quedaron como modelo para la posteridad en lo que respecta a los pactos y ofrendas al ‘Maligno’.
En este ambiente de interés por el “señor de la oscuridad”, destaca la obra del artista belga Félicien Rops, creador de imágenes irreverentes, sacrílegas y en muchos casos abiertamente pornográficas. Rops se aproximó con gran interés a la plasmación de motivos satánicos, casi siempre unidos a la figura femenina pues, como él mismo aseguraba, “el hombre está poseído por la mujer, y la mujer poseída por el Diablo”.
Esta asociación mujer-diablo está presente en numerosas obras del artista belga, por ejemplo en la temprana ‘Los diablos fríos’ (1860), una litografía en la que una fémina de voluptuosas formas y senos desnudos se deja abrazar, con una leve sonrisa en los labios, por el mismísimo Lucifer.
'Las satánicas - El calvario', de Félicien Rops | Crédito: Wikipedia.
Años después Rops ahondaría en la asociación mujer-sexo-diablo en sus series ‘Las Diabólicas’ (1879), ‘Las Satánicas’ (1882) y ‘Naturalia’ (1883). Estas series están formadas en buena medida por grabados en las que se da rienda suelta a escenas de desenfreno sexual, muchas veces con contenido pornográfico e incluso sacrílego.
Al relacionar a la mujer con el sexo y el diablo, Rops se sumaba así a quienes representaron el tema –muy del gusto entre los pintores simbolistas y los literatos del decadentismo–, de la ‘femme-fatale’, la mujer seductora y sensual origen y causa de los problemas del hombre.
Buena parte de la fama que alcanzó Rops procedía de su amistad con el poeta Charles Baudelaire, a quien conoció en 1864. El artista belga realizó el frontispicio de ‘Les Épaves’ –una selección de poemas censurados que aparecían originalmente en ‘Las flores del mal’–, y aquel trabajo gustó tanto que otros escritores, como Josephin Péladan –líder de un grupo católico de tintes esotéricos y creador de los célebres Salones de la Rosa + Cruz– o Barbey d’Aureville –autor de ‘Las diabólicas’– le encargaron ilustraciones para sus obras literarias.
Aunque tanto Huysmans, Péladan y otros de sus contemporáneos quedaron convencidos de que Rops era un “artista perverso” y satánico, lo cierto es que la fijación del pintor e ilustrador belga por los temas demoniacos y pornográficos seguramente respondía más a una pose provocadora que pretendía escandalizar a la burguesía puritana, mojigata e hipócrita de su tiempo.
Frontispicio para la obra de Baudelaire 'Les Épaves', de Félicien Rops | Crédito: Wikipedia.
De hecho, Rops trató también otros temas no menos provocadores, como el de la prostitución y el pánico hacia las enfermedades venéreas (y en concreto a la sífilis), cuya transmisión se atribuía casi en exclusiva, dentro de la concepción misógina vigente, a la mujer.
Esta última cuestión aparece reflejada, por ejemplo, en la obra de Rops ‘La parodia humana’(1881), donde la mujer representada desvela su auténtico rostro –aunque sólo al espectador–, una calavera, mientras que el caballero únicamente observa la máscara del engaño.
El tema de la prostitución aparece también en otras obras de Rops, como ‘Indigencia’ o ‘La bebedora de absenta’. Alguno de estos trabajos son fruto de sus ‘aventuras’ nocturnas por los burdeles de los bajos fondos y en ellas parece apreciarse un atisbo de denuncia, aunque no tanto contra la práctica de la prostitución como hacia la hipocresía de la sociedad de su época.