Sólo
hay un yo: el de nadie. De ahí el por qué los yo de cada uno, con todas
las tribulaciones que creamos protagonizar, aparecen y desaparecen sin
dejar más huella que un vago y efímero recuerdo en las mentes de sus
homólogos. Creer en el yo personal te convierte en ti, y también en todo cuanto tú creas a cerca de ti.
Cuando se comprende y acepta que “todo está siendo uno siempre”,
entonces queda claro que nadie puede vivir nada que, más allá de la
ilusión constituida por las percepciones, los juicios y la
transitoriedad de las apariencias, no consista en si mismo.
-De
un modo u otro, en una medida u otra..., seguramente todo cuanto creamos
vivir, y también de la manera que creamos vivirlo, siempre supondrá una
consecuencia de la identificación con la suposición de que somos
alguien (una particularidad) transitando por otra particularidad
distinta (la vida). Por creerse parte, y para justificarse como tal,
cree la parte creída que todo son partes también.
-Quizás el
“ser” humano no debiera definirse y/o identificarse como a un personaje
concreto (un ser), sino como un “estar siendo” ilimitado e
indeterminado, adaptándose a la capacidad de percepción y de comprensión
de la farándula humana. Nada hay ni acontece que consista en un “ser
determinado y transitorio”, sino en el estar siendo todas las
posibilidades a la vez y siempre. ¿Acaso “ser” no significa “estar
siendo”, entonces, para qué las paranoicas concreciones y delimitaciones
del yo personalizado? No hay ningún yo... es decir, no hay ni sucede
nada que no sea el yo único; mas nunca un yo personal, sino el yo
"estar siendo" todo y nada a la vez.
-Tal y como lo percibo
ahora, estoy por afirmar que conceptos tan fundamentales en el
ordenamiento de nuestro existencialismo, tales como interior y exterior;
propio y ajeno; antes, ahora y después…, están mucho más vinculados a
la “actitud” que a aquellos otros conceptos del tiempo y del
espacio. E igual podría afirmarse con respecto a la mayor parte de las
etiquetas diferenciadoras básicas para el devenir cotidiano de la
humanidad, como pueden ser el bien y el mal, la perfección y la
imperfección, etc.
-En la conciencia de ser no hay una vida, no
sucede la vida, no se vive la vida; en la conciencia de ser la vida no
se vive, no se consume. La vida se expresa, se manifiesta, se está
siendo siempre. Todo cuanto parezca haber (existir) y suceder en el
tiempo, el espacio, la materia, la mente, etc., por fuerza estará sujeto
a las condiciones de una naturaleza transitoria, cambiante y limitada,
esto es, ilusoria.
-Estoy convencido de que eligiendo el cómo
responder, en buena medida también estará determinándose aquello que
esté por llegar, es decir, los efectos y/o las consecuencias de dicha
actitud, convertidos en la naturaleza de las nuevas circunstancias. El qué vivir se origina a partir del cómo esté viviéndose.
Lo mejor de todo es que la manera de responder únicamente depende de
cada personaje en exclusiva, por lo tanto, también la responsabilidad de
sus posibles resultantes futuras. ¿Te atreverías a considerarte por
encima de cualquier valoración miserable perteneciente al juicio de las
apariencias? ¿Asumirías esa responsabilidad y la liberación del circo de
las circunstancias que ello supondría?
-Opino que no es ante la
vida ante lo que debemos mostrar gratitud, pues, ¿acaso la vida
consiste en algo distinto y separado al personaje que cree vivirla? Por
lo mismo, la ingratitud siempre es hacia uno mismo, esto es, vivirse
contradictoria e incoherentemente. ¡Amarse exige aceptarse y
manifestarse gratitud siempre...!
-Hoy, por un instante he
sentido que no necesito ser amado..., que esa creencia y sensación de
carencia es tan ilusoria como deprimente, y... ¡Menuda liberación!
Ámate y estarás liberándote de la aparente necesidad de ser amado por
los demás y liberando a los demás de la aparente necesidad de que te
amen.
-Parece evidente que aquellos que acuden a la llamada de un
semejante, que se considera y autoproclama a sí mismo pastor, maestro,
etc., han de estar atrapados en una "mentalidad" de ovejas y de
rebaño... y también que, por lo tanto, en ello radica la raíz de aquello
que les impulsa a buscar ayuda y consuelo fuera de sus propias
capacidades y responsabilidad.
de internet
Rosa
|