El se desenvolvía muy bien por su "suite" (el cuarto de baño grande y la pequeña antecámara de mi dormitorio, separada del resto de la casa por una puerta que daba al pasillo); jugaba con su pelotita con cascabel y un par de juguetitos más que se había traído de casa de su Tía Paqui . Pero Emy había oído sus maulliditos, con esa voz tan graciosa y "cascabelera" que tiene, y ya sabía que allí dentro había "alguien"... y que por éso yo ya no la dejaba entrar a esa parte de la casa. Y ella, desde el otro lado de la puerta, maullaba con su delicada vocecita, como diciendo: "¿Quién eres? ¿Qué haces ahí dentro?".

Y me daba pena, mucha pena, tener a los dos separados...  y con esa incertidumbre acerca de su futuro comportamiento.

Por fin llegó el Gran Día, ese día tan deseado, y al mismo tiempo tan temido, de la "presentación" entre los dos. Nacho me había dicho que sacara a Benito dentro del transportín, para que los dos se olieran y se fueran conociendo, sin que Emy viera su territorio invadido de repente por un extraño, y también para que Benito estuviera protegido en caso de que a Emy no le hiciera en un principio mucha gracia "la visita".  Debía dejarlos así, ella fuera, él dentro del transportín, durante una horita; repetir el proceso al día siguiente, y así varios días, hasta estar prácticamente segura de que no iba a haber ataques de la "Reina" hacia el "Invasor" .

Saqué el transportín con Benito dentro. Emy se acercó, curiosa, y arrimó su hociquito a la rejilla. ¡Por fin sabía de quién era esa voz que oía desde hacía días... y que tanto le recordaba a una de las variadas voces que sonaban cuando ella estaba en ASOKA, en el recinto de Cuarentenas!.

Tras varios olisqueos por ambas partes, y suaves intercambios de garritas a través de la rejilla, Emy se sentó junto al transportín, tranquila. Y Benito hizo lo mismo, dentro de la jaulita.