RUBI (*1973, +1989)
Eras un callejerito alegre y simpático; te encontraba todas las mañanas cerca de mi trabajo. La primera vez que te ví no tendrías más de dos meses... Un "guardacoches" viejito se sentaba contigo en brazos a la puerta de una iglesia, y compartía contigo su escaso almuerzo...
Un día te ví solito. Me dijeron que el pobre hombre había muerto. Desde entonces, todas las mañanas te llevaba comida, aunque no pasabas hambre, pues eras tan cariñoso que varias personas de aquella zona también te alimentaban. Pero tú siempre me seguías; incluso un día te metiste en el Banco tras de mí...
Y así transcurrió un año. Un día no te ví... me alarmé muchísimo; te busqué por aquellas calles, sin éxito. No apareciste en varios días, y temí mucho por tu vida.
Al final apareciste, pero... ¡Dios mío!. Lo que antes había sido tu hermosa colita, era ahora algo horrible... Me dijeron que unos niños -hijos de Satanás- como eras tan bueno y te dejabas hacer de todo, te habían atado un alambre apretado en la colita. La parte inferior estaba toda roja e hinchada, y del alambre hacia arriba, la cola caía, seca, sin vida. ¡¡Había que hacer algo, o morirías!!.
Llamé a mis padres. Mi mamá no quería recoger otro gato... Hacía 3 meses de la muerte de Pelusín, y aún arrastraba una profunda depresión. Pero cuando te vió, aceptó recogerte y llevarte a que te curaran.
Hubo que amputarte la colita, casi por la base. El veterinario nos dijo que te tuviéramos 8 días en casa, y luego te quitaría los puntos y te podríamos echar a la calle de nuevo.
Te llevamos a casa, medio dormidito aún por la anestesia... ¡y desde el primer momento te comportaste como si hubieras vivido allí siempre!.
A los 8 días, te quitaron los puntos... y las "bolitas", pues nos enamoraste a todos con tu conducta, y mi mamá aceptó adoptarte por fin.
Y así, querido Rubi, que ya tenías como año y medio, viviste con nosotros 15 años más, en los que llenaste nuestro hogar de amor, de alegría, de gracia, de inteligencia...
-Mari Jose.