Ser Zen
Ser Zen, es practicar la gran sentada de los Budas, es decir el zazen,
meditación sentada en posición del loto que es la esencia del budismo.
Por esta práctica nos volvemos íntimos con nosotros mismos. Esta
intimidad
acarrea la comprensión de nuestro verdadero ser. Comprender nuestra
verdadera naturaleza nos permite armonizarnos y fundirnos con todo el
universo y por tanto ponernos en acuerdo con él y seguir el orden
cósmico.
Lo que nos lleva a pensar que no somos tan importantes y a apreciar más
el
mundo que nos rodea descubriéndole tal como es, y no deformado por
nuestros prejuicios.
Descubrir el mundo tal como es, nos da la elección de no aceptar
ciegamente las descripciones que nos han hecho desde nuestro nacimiento y
la posibilidad de no dejarnos abusar por los demás o por nosotros
mismos.
Tenemos, pues, la elección de no dejarse arrastrar en círculos viciosos
de
los que no se puede salir hasta la muerte.
De esto deriva una sensación de libertad que nos empuja a creer, pero a
creer porque hemos elegido creer y no por superstición. Creer es
entonces
la expresión de nuestro libre albedrío, es una creencia creativa.
Ser Zen, es saberse olvidar de uno mismo y por tanto poderse concentrar
en
una sola cosa. Hay que saber por qué se hacen las cosas y actuar
después,
sin duda ni arrepentimiento. No dudar, es también equilibrar el miedo y
el
valor.
Ser Zen, es saber hacer silencio en el interior de uno mismo y descubrir
así nuestra verdadera dimensión, que entonces aparece, como si las
palabras la hubieran vuelto cautiva.
(Kusen del maestro zen Kosen Thibaut,
discípulo directo del gran Deshimaru,
en Montpellier, el lunes 14 de octubre del 2002)
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