LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL BUDDHA
1. No matarás. En la Naturaleza la vida es sagrada. Matar es aceptar el
Karma por haber impedido a una vida su ascenso a lo eterno. Matar es
obstaculizar una oportunidad de crecimiento, y el que impide a un alma
su marcha hacia la eternidad es el más grande de los pecadores. La vida
del buddhista es inofensiva. No solamente habrá de abstenerse de matar
los cuerpos, sino que habrá de cuidarse mucho de matar las esperanzas
del hombre, y mucho menos aún un ideal o una virtud, por descuido o
falta de consideración. Para las vidas de los reinos inferiores -
animales, plantas y minerales - también demostrará amor y afecto. Y a
medida que avance en el sendero, no deberá matar nada del todo, sino que
vivirá de los frutos de las cosas y aún eso, a partir del instante de
su madurez, el punto a partir del cual caerán por su propio proceso.
2. No robarás. El buddhista no desea lo que a otros pertenezca, y el
crimen consiste no solamente en tomarlo sino ya en desearlo. El
verdadero buddhista considera pecado aún el hurtar al que mucho tiene,
pues ello evidencia la presencia del demonio del deseo, que es el más
terrible de todos los pecados. Y no solamente el buddhista habrá de
respetar las pertenencias materiales de su prójimo, sino que no habrá de
menoscabar su honor, sus esperanzas o cualquier otra posesión moral, ni
codiciar el corazón, la mente o el alma de ninguna cosa, ni se apodera
de animal, planta u otro ser vivo alguno.
3. No cometerás adulterio. Aquí aparece nuevamente el deseo, incluido
entre los grandes pecados. También aquí el buddhista hace resaltar el
hecho de que el pecado ya cometido en la mente es más grave que la
ofensa realizada en el cuerpo, y el deseo de pecar es una verificación
de las enseñanzas del Gran Buddha de que el deseo es el origen del
pecado.
4. No mentirás. Para la laicidad buddhista no debe haber falsedad. Se
enseña a los buddhistas que la mentira aparece en la Naturaleza como un
espíritu maligno, en la que lucha con la realidad del incidente o
condición, y es un pecado que haya guerra en todas partes, y que uno que
miente asalte la realidad y coloque obstáculos en el sendero de otras
almas.
5. El buddhista no ingerirá bebidas alcohólicas. Se dice que el alcohol
derrota al hombre y lo entrega a sus enemigos: los deseos; por eso, no
ingerirá nada que pueda dificultar su autocontrol ante ellos. Su bebida
será el agua y su alimento lo más sencillo posible, porque la sencillez
es signo de sabiduría, mientras que la complicación lo es de ignorancia.
6. El buddhista sólo comerá en los momentos establecidos. Él controlará
su vida y elegirá ciertos períodos para todos los hábitos de Su vida
diaria. Se fija ciertos períodos y obligación demuestra su dominio de si
cumpliéndolos inexorablemente. Cuando se desvía de ellos, se pone en
evidencia que lo ataca nuevamente su enemigo: el deseo. El hombre
corriente, bajo condiciones normales, sólo se compromete a guardar los
cinco primeros preceptos. El resto es seguido por los monjes, los
aspirantes y discípulos y todos aquéllos que han asumido la
responsabilidad del desarrollo y se preparan para el sagrado Sendero del
Medio.
7. El buddhista no se adornará, ni usará costosas vestimentas, perfumes,
ni se engalanará con flores o cosas análogas. Esta observancia le
obliga a no glorificar su personalidad ni a buscar más adorno que su
virtud, que es el adorno perfecto y la perfecta joya, y sólo tratará de
adornar y glorificar su espíritu. Preservará y cuidará su cuerpo, pero
nunca habrá de exaltarlo más allá de su condición humana.
8. El buddhista nunca se sentará en un sitial elevado. Siempre será
humilde, comprendiendo que tan sólo en la humildad hay seguridad para
las cosas del espíritu. Reconoce al egoísmo como el enemigo mortal del
crecimiento espiritual y que el orgullo precede a toda caída. Sólo al
perfecto Buddha le corresponde un trono; todos los demás han de
prosternarse a sus pies. Tan sólo la perfecta justicia puede ser
exaltada a todos los rumbos.
9. El buddhista no participará de diversiones mundanas. No concurrirá a
presenciar aquello que excite sus sentidos o que tienda a rodearlo de un
ambiente materialista, porque la seducción de la mundanalidad es capaz
de hacerle olvidar su falsedad e irrealidad. Deberá permanecer solo y
sereno, meditando en cosas elevadas, libre de los enredos de los
sentidos.
10. El buddhista no tendrá ni aceptará posesiones. El aspirante busca
liberarse de las posesiones y tan sólo valorizará la posesión de la
sabiduría, por eso lucha contra la tendencia a agregar a aquello de que
trata de separarse.
Fuente: LAS ENSEÑANZAS DEL GLORIOSO BUDA.MANLY PALMER HALL
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