Dalai Lama
Gewtsul Ngawang Lobsang Tenzin Gyatso Sisunwangyal Tsungpa Mapai Dephal
Sangpo ( "El sagrado, Suave Gloria, Poderoso en la Palabra, Puro de
Mente,
Divinamente Sabio, Recipiente de la Fe, Ancho como el Océano ")
más conocido como el Dalai Lama, ha recibido el Nobel de la Paz, 1989.
El Dalai Lama es la XIV reencarnación del Buda de la Compasión para más
de
14.000.000 de tibetanos y mongoles.
"Es posible que yo sea el último, pero si permanezco por treinta o
cuarenta
años más, las cosas tendrán que cambiar. Como budistas creemos que todo
fenómeno es pasajero."
Un personaje semidivino y mítico, que aúna la supremacía política y el
liderazgo espiritual continuado desde el siglo XV por tradición, en el
país
más inaccesible del mundo.
Su Santidad, el Dalai Lama, vive en el exilio desde hace treinta años.
En
cierta ocasión comentaba en su tono desapasionado e irónico que le
caracteriza, que agradecía enormemente a los chinos el que hubiesen
invadido
su país, ya que gracias a ello Tibet había salido de su tradicional
aislamiento y el Dharma de Enseñanza Budista se había extendido por
Occidente.
Él es un científico de la Religión. Un ejemplo vivo de cómo, a veces, el
poder material no corrompe: tiene una gran fortuna personal, pero nunca
hace
ostentaciones y vive como un simple monje tibetano más; siendo un
importantísimo iniciado en las más complejas y esotéricas tradiciones
del
Vajrayana (Budismo Tántrico Tibetano) dedica la mayor parte de su tiempo
a
defender la causa política de su pueblo, aplastado salvajemente por los
chinos; siendo venerado por sus súbditos como la Encarnación Viviente de
la
Divinidad. Aunque los chinos han cometido un genocidio cultural (tres
mil
monasterios destruidos) y humano (más de medio millón de tibetanos
asesinados) en nombre de la Democracia y la Libertad, el Dalai Lama
persiste
en una resistencia no violenta frente al invasor. Su visión, realmente
democrática, le ha llevado a aprobar una Constitución en el exilio,
donde él
mismo renunciaría al trono, si dos tercios de la cámara así lo estimaran
oportuno. Una Profecía Tibetana afirma, que el XIV Dalai Lama será el
último
de su estirpe y que entonces el pueblo tibetano perderá a su país y a su
Dalai Lama, aunque volverá a recuperarlos a ambos. "Es posible que yo
sea el
último, pero si permanezco por treinta o cuarenta años más, las cosas
tendrán que cambiar. Como budistas creemos que todo fenómeno es
pasajero."
Que el pueblo tibetano elija o no a un Dalai Lama es, básicamente,
cuestión
de la utilidad que preste el Dalai Lama como institución.
Por el momento, el Dalai Lama es muy importante para el Tibet y mi
responsabilidad consiste en cumplir mi función lo mejor posible. El
Dalai
Lama es simplemente un individuo.
Ni el Tibet es el Dalai Lama ni el Dalai Lama es el Tibet... Pero, en
cuanto
a la cuestión de mi propio renacimiento como Bodhisatva, mientras haya
sufrimiento en el mundo he de volver.
Que vuelva como Dalai Lama o no, es una cuestión que carece de
importancia."
La felicidad, una responsabilidad universal
De acuerdo con la Psicología Budista, la mayoría de nuestros problemas
se
deben a nuestro ardiente deseo y apego por las cosas que consideramos
duraderas y que, en realidad, no lo son. En la búsqueda de los objetos
que
deseamos, hacemos uso de la agresión y la competitividad como
instrumentos
supuestamente eficaces. Estos procesos mentales, que se han ido
desarrollando en el ser humano desde tiempos inmemoriales, se traducen
fácilmente en acciones que como resultado producen una actitud
beligerante.
Nos deberíamos plantear qué podemos hacer para controlar y regular estos
venenos (engaño, codicia, agresividad, etc.) puesto que sabemos que son
ellos los que se encuentran detrás de casi todos los problemas
mundiales.
Buscando su propia felicidad, los seres humanos han utilizado diferentes
métodos, a menudo crueles y repulsivos. Se han comportado de forma
completamente impropia a su condición de seres racionales, ocasionando
sufrimiento a su prójimo y a otros seres vivos, únicamente en su propio
beneficio. Al final, estas acciones tan torpes traen sufrimiento a uno
mismo
y a los demás.
Nacer como ser humano es un acontecimiento poco común, sería sensato
utilizar esta oportunidad de la forma más efectiva y hábil que fuese
posible. Debemos tener una perspectiva correcta del proceso universal de
la
vida, para que no se alcance la felicidad o la gloria de una persona, a
grupo de personas, a expensas de los demás.
Todo lo expuesto hasta ahora exige una nueva aproximación a los
problemas
globales.
El mundo es cada vez más pequeño y más interdependiente, debido,
principalmente, a los avances tecnológicos, el comercio y las relaciones
internacionales. Actualmente, dependemos los unos de los otros más que
nunca. En la antigüedad, los problemas eran, por lo general, de tipo
familiar y, lógicamente, era también a nivel familiar donde se
intentaban
solucionar. Hoy, la situación ha cambiado, dependemos tanto unos de
otros, y
estamos tan íntimamente unidos, que no podemos superar los peligros de
nuestra propia existencia, y mucho menos generar paz y felicidad, sin un
sentimiento de responsabilidad universal, sin un sentimiento de
hermandad
universal y sin un convencimiento de que todos formamos parte de una
gran
familia humana.
Aunque el incremento de interdependencia entre naciones debería generar
una
atmósfera más comprensiva, en realidad, es difícil lograr un espíritu de
verdadera cooperación, ya que hay personas que permanecen completamente
indiferentes a los sentimientos y a la felicidad de sus semejantes.
Cuando
las personas actúan motivadas, sobre todo por la codicia y la envidia,
no
pueden vivir en armonía.
Un acercamiento espiritual puede que no resuelva todos los problemas
políticos causados por el espíritu egocéntrico que existe, pero, a largo
plazo, sí podrá superar el origen de las dificultades con las que nos
enfrentamos en la actualidad.
Por otra parte, si la humanidad continúa resolviendo sus problemas
considerando sólo las conveniencias a corto plazo, las generaciones
futuras
tendrán ante sí enormes dificultades. La población mundial está
aumentando y
los recursos naturales se van agotando rápidamente.
Podemos poner a los árboles como ejemplo, nadie sabe con exactitud
cuáles
serán las consecuencias con respecto a la masiva deforestación, con
respecto
al clima, al suelo y al sistema ecológico mundial en general. Nos
enfrentamos a tantos problemas porque la gente se preocupa por
resolverlos
sólo a corto plazo, de forma egoísta y desconsiderando al resto de la
humanidad. No piensan en el mundo ni en las consecuencias a largo plazo
para
la vida del planeta. Si nosotros las personas de la actual generación,
no
meditamos sobre todo esto, las generaciones futuras no podrán hacer
frente a tantas calamidades.
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