El ADN y los Niños Índigo Isolina Romero
El ADN está conformado por largas dobles cadenas compuestas por azúcar y fosfato, unidas por “bases” transversales que les aportan el contenido informativo. Existen 4 de éstas bases: 2 Pertenecientes a la clase Purinas, que son: Adenina (A) y Guanina (G) 2 Pertenecientes a la clase Pirimidinas, que son: Citocina (C) y Tiamina (T) Éstas 4 bases permiten 64 combinaciones lineales (de tres de ellas). Cada combinación es un “Codón”, y los codones, son las “palabras” escritas en el libro genético. Cada Codón corresponde (codifica) a un aminoácido. Los aminoácidos son las sustancias de las que están hechas las proteínas. Una proteína es una cadena de aproximadamente 400 aminoácidos, equivalentes a 1,200 codones. 1,200 codones componen un gen, que a su vez “codifica” una proteína. El “genoma humano” contiene una cantidad aproximada de 50,000 genes, los genes son las unidades básicas de herencia que determinan el desarrollo biológico y las características de un organismo. Algunos de ellos son pasivos, otros dominantes, otros son activos y otros son recesivos. La genética en los niños índigo, parece haber cambiado respecto a la genética de los demás seres humanos. En ellos, los genes de algunos neurotransmisores especiales, producen la activación de mayores zonas del sistema nervioso central. Lo anterior ha quedado demostrado en estudios realizados por la Universidad UCLA de Los Ángeles, California. “Cuando experimentaron mezclando células de niños índigo, con dosis letales de SIDA y con células cancerosas, estas enfermedades no tuvieron efecto alguno sobre las células de los infantes. El experimento concluyó que los niños índigo son inmunes a la mayoría de las enfermedades”. Pero esto no quiere decir que si un niño enferma no es índigo; todas las enfermedades tienen un origen mental, y la salud física del ser humano, tiene una relación directa con su salud mental. Si una persona tiene problemas relacionados con su energía álmica, tarde o temprano manifestará una enfermedad de la índole que ésta sea. Lo anterior incluye a los Niños Índigo. Las antiguas profecías hablan del fin del mundo, o del fin de los tiempos; pero ese fin del mundo, sólo será el final de lo que hasta hoy hemos conocido y vivido. Las estructuras sociales, políticas y familiares serán rotas para dar paso al nuevo orden mundial, en el que prevalecerán el respeto y el amor hacia nuestros semejantes. Por desgracia, desde tiempos inmemoriales, la raza humana se acostumbró a intercambiar sus actos por castigos o premios. Por creer en el Dios castigador que nos enseñaron durante miles de años a temer, cuando el hombre siente o sabe que ha cometido un error, se castiga a sí mismo. Lo anterior creó en toda la humanidad un sentido ético erróneo. Empezamos a pagar con sufrimiento y enfermedad por los actos que considerábamos “malos” y, a través de nuestras reencarnaciones, reincidimos en ese autocastigo y lo llamamos “karma”. Los niños índigo están aquí para cambiar este concepto. A partir de su llegada, debemos empezar a pensar en que no son necesarios para que evolucionemos ni el sufrimiento, ni la enfermedad ni la muerte ¡Mucho menos para nuestro Creador, el verdadero Dios! Ya no es necesario el karma, ni pagar con sufrimiento nuestros errores cometidos en el pasado; la energía índigo, con su capacidad sanadora, ha llegado para ayudarnos a sanar a todos. Vivimos inmersos en una realidad muy relativa, que es casi como se planteó en la película Matrix. No vemos más allá de lo que alcanzan nuestros ojos físicos. Las cosas que tienen verdadero valor, sólo se pueden ver con los ojos del corazón. Hemos sido irresponsables con la nave que nos desplaza por el universo y estamos pagando las consecuencias de nuestros actos, pero no como un castigo divino; simplemente sucede porque todo lo que hacemos tiene un efecto. Un ejemplo de lo ilusoria que es la sociedad actual es el dinero. Difícilmente podemos ver sobre la mesa, todo el dinero que ganamos en un mes de trabajo. Además... ¿para qué? Pero trabajamos y recibimos un papel en el que escribieron la cantidad por la que lo cambiaremos, ese papel lo guardamos en el banco y en otro papel, nos confirman que ya tenemos esa cantidad de dinero en nuestra cuenta de cheques, y así hasta el infinito. Papeles, simplemente papeles con los que sólo compramos cosas que nada tienen que ver con lo que verdaderamente vale. Valor y precio son dos palabras cuyo significado es completamente diferente. ¿Te has dado cuenta de que las cosas más verdaderas y valiosas no necesitan ser ganadas ni pagadas por ti? ¿Cuántas veces has depositado una cantidad de dinero en alguna cuenta para que mañana salga el sol? ¿Cuánto cuesta en esfuerzo y dinero que tu organismo recuerde que tiene que respirar? ¿Cuándo has tenido que ordenar a tu estómago que haga digestión? Las cosas verdaderas, las cosas importantes, suceden solas. Y eso lo saben los niños índigo, porque ellos han hecho a un lado el ego, ese monstruo que todos llevamos dentro, que es el que nos hace vivir en función de las cosas que suceden fuera de nosotros, cuando lo correcto es realizarnos a nivel verdaderamente humano: internamente. Uno de los cambios de estructura social que los niños índigo tienen integrado, es que no miden su tiempo y su desempeño como lo había venido haciendo toda la humanidad. No les interesa llegar a ser DON... nadie, porque no es importante lo que hagas, sino quien eres. Sin embargo, los niños índigo no son ni profetas modernos, ni seres angelicales; no son dignos de pleitesía, no buscan reconocimiento, no son “especiales”; son diferentes, que no es lo mismo. Lo maravilloso de la frecuencia índigo es que todos podemos formar parte de ella. Entrar en resonancia con la frecuencia índigo, ayudará a que todos los cambios que estamos por vivir nos resulten menos agresivos, menos difíciles de asimilar. |