El sofisticado
arte de los mandalas
La arquitectura divina que muestran los mandalas tiene relación
directa con la arquitectura terrenal de la tradición budista. En la
antigua India los edificios religiosos están estructurados como hogares
terrenales para deidades y como bases desde las cuales pueden generar
entendimiento espiritual para guiar y enseñar a otros. Versiones en
miniatura de templos, stupas
y otros edificios funcionan como recordatorio de los lugares sagrados y
como símbolos de la presencia de lo divino y la luz espiritual en el
mundo de los humanos.
Las imágenes de los
mandalas muestran mansiones divinas que contienen deidades (budas),
rodeadas por jardines, montañas, lagos, árboles, y seres divinos,
legendarios o históricos. Las fronteras de este universo están selladas
contra toda influencia negativa por anillos de fuego. Estos mandalas de
arquitecturas palaciegas generalmente consisten de un círculo interno
que contiene a la (o las) deidad(es) principal(es), contenida(s) en un
palacio cuadrado de varios niveles, con aperturas a los cuatro puntos
cardinales. El palacio se sitúa en un círculo y fuera de éste pueden
encontrarse figuras adicionales. Todas las deidades budistas están
reunidas en clanes encabezados por cinco budas. Cada clan ejemplifica un
tipo de sabiduría y está asociado con un cierto tipo de personalidad,
con un ritual específico, con un color y se le asocia a uno de los
cuatro puntos cardinales o el cenit
. Cada objeto del palacio tiene un significado, representa algún
aspecto de la sabiduría o recuerda al que medita de un principio que lo
guía. Cada tipo de mandala enseña una lección distinta.
Cada figura en un mandala tiene
varios propósitos: funcionan como una deidad específica, como una
manifestación del poder de una deidad central, como un foco de
visualización y meditación o como la expresión plástica del camino de
progreso espiritual. Cada una juega varios papeles distintos durante los
ritos y visualizaciones que presume un diálogo entre la deidad que se
encuentra en el corazón del mandala (y en sus componentes) y el
practicante que se mueve, metafóricamente, desde fuera del mandala hacia
su centro. En este viaje, encuentra que cada partícula del mandala
forma parte de un todo, como sucede con el Universo.
La complicada
imaginería de los mandalas se explica en textos antiguos (como el Sadhanamala
o el Nispannayogavali ), que contienen capítulos enteros
dedicados a detallar distintos tipos de mandalas y su simbolismo.
También describen los beneficios mundanos y espirituales que se obtienen
al crear, mirar, rezar o meditar con un mandala.
Mandala, espacio
sagrado
Mandala es
un sinónimo de espacio sagrado. La relación estrecha entre espacio y
sacralidad que caracteriza a los mandalas existe en todas las culturas
de la historia de la humanidad: puede referirse a una cueva, montaña,
gruta o isla o bien a un templo. La peculiaridad de los mandalas es que
pertenecen a la tradición cultural del budismo y que tanto sus diseños
como la filosofía que las sustenta implican un patrón circular.
En el uso budista, el
mandala representa pictóricamente el modelo de un universo perfecto.
Para esa tradición de pensamiento, es un símbolo de la iluminación conseguida a través la
liberación última y la armonía suprema, pero también a través de una
individualidad completamente integrada con su propio ambiente natural y
social.
http://sepiensa.org.mx/contenidos/2004/l_mandala/mandala_2.htm