Mandala y
meditación
En términos
religiosos, el mandala representa el área sagrada dentro de la que
pueden surgir experiencias espirituales. La experiencia de realizar un
viaje espiritual en un lugar sagrado forma parte de una de las
principales concepciones religiosas del budismo. Así el mandala es un
símbolo de crecimiento espiritual cuyo punto central es la mente. La
relación que se establece a través de la contemplación de la geometría
del mandala incita a un estado de meditación que ayuda a explorar los
rincones de la psique. Las mandales se describen como diagramas del
cosmos en un sentido externo y en un sentido interno como guías hacia
prácticas de meditación.
En los escritos sagrados del
Tibet se dice que durante la meditación uno debe contemplarse a sí mismo
y a todas las cosas como un mandala sagrado. La persona que está
meditando tiene que situarse en el centro del mandala pensando que es
como el buda y que se relaciona integralmente con el intrincado diseño
del Universo. Se puede ver a estas imágenes como un diagrama cósmico que
nos recuerda nuestra relación con el infinito, que el mundo se extiende
más allá de nuestros cuerpos y mentes. Las cuatro puertas que rodean el
mandala significan la habilidad de la espiritualidad para desplegarse
desde el sitio sagrado hacia otros tiempos y espacios. Los mandalas
simbolizan realidades materiales e inmateriales en todos los aspectos de
la vida: los círculos celestiales que llamamos Tierra, Sol y Luna, así
como círculos de amigos, familia y comunidad.
Fuentes: