Introducción
La
palabra “Tantra” significa red o tejido y es explicada como “aquello
que extiende el entendimiento”.
El
tantrismo es un movimiento que surgió en la India hacia el siglo IV DC.
Existen diversas escuelas tántricas, entre las que podemos mencionar:
la Escuela de la Conciencia Vibrante o de la Vía Triple (que aparece a
comienzos del siglo IX), la Escuela Kula (que se remonta al siglo V), la
Escuela Krama (que aparece hacia el siglo VII) y la Escuela
Pratyabhijña (fundada al final del siglo IX).
Los
textos tántricos, denominados Tantras, Agamas o Samhitas, son
considerados el Quinto Veda y los apropiados para nuestra era, la era de
Kali Yuga (la Edad oscura). En la escritura Tantra, se revela la verdad
con más claridad para que pueda beneficiar a toda la humanidad, si bien
hay instrucciones especiales para cada clase de ser humano.
La
forma de redacción de estos textos es de un lenguaje sencillo del
sánscrito, aunque a cada palabra suele dársele un significado literal y
simbólico al mismo tiempo. El secreto de su comprensión reside en
conocer la clave de interpretación que se transmite de Maestro a
discípulo.
Es
un pensamiento abarcador no fácil de resumir porque cada cosa que pueda
decirse puede ser contradicha por alguna de sus escuelas. Para todas
sus escuelas, lo Divino no está separado de la creación por un abismo
sino que el Mundo es un aspecto o manifestación de lo Divino. Esto
permite abordar la idea de que si lo Divino está presente en y como el
cosmos, la realización en Dios o iluminación no sólo no es una
posibilidad remota sino que es la condición verdadera de todo ser en
cada momento. Esta idea revolucionaria se expresa en la fórmula
“samsara=nirvana”, es decir el mundo cambiante que conocemos es idéntico
a la Realidad eternamente inmutable.
El
Tantra celebra la divinidad en todos los seres y de todos los seres y
cosas; por esta razón, sus seguidores no rehuyen prácticas y métodos
que, en otros contextos espirituales, se considerarían pecaminosos. Su
rasgo más distintivo es la adoración de la Diosa o Madre Diosa y, en la
versión hindú, lo Divino omnipresente se polariza en dos principios, uno
femenino, Shakti y otro masculino, Shiva.
Shakti es creación, cambio y Shiva es
perceptividad y conciencia. |
En
el nivel supremo, Shiva y Shakti existen en conjunción inseparable y,
la meta del tantrismo, es trasladar esa fusión trascendente de los dos
principios al individuo. Una de las técnicas para hacerlo es la del
encuentro sexual.
El
tantrismo cobra auge en un medio donde la religión dominante era la de
los brahmanes (la primera casta o casta sacerdotal), de lengua
sánscrita, cuya teología giraba en torno del concepto de Brahman, lo
Absoluto indiferenciado y por debajo de él había numerosas divinidades,
mayormente masculinas.
Devolvió
respeto y veneración a las deidades femeninas e implicó, en cierto
modo, un triunfo de las creencias más antiguas de la India, que abrió
las puertas a diosas más antropomórficas como Kali, Durga, Parvati.
Parte
de su metafísica asume la del Vedanta pero en vez de poner todo el
acento en el Ser, lo pone en Shakti, el aspecto dinámico de lo Divino.
Ella, Shakti es el poder y energía surgidos de la conciencia clara de
Shiva; es la creadora de la naturaleza y la naturaleza misma. Se
presenta como un principio más accesible que Shiva y, en sus formas de
Kali o Durga, es la fuerza del cambio, de la transformación espiritual y
la destrucción del ego. Sin duda, Ella está en todas las mujeres pero
sólo en algunas se manifiesta en toda su plenitud.
El
tantrik, practicante del Tantra, reorienta todas sus energías hacia la
autorrealización, siendo ésta la función de los ritos que observa. Todos
ellos deben tener un carácter transformador y así, el practicante va
uniendo y fusionando su energía (Shakti) y su conocimiento (Shiva). Se
propone una superación de su condición humana, realizando la unidad de
Shiva y Shakti, más aún, haciéndolo dentro de sí mismo.
Este coito místico interior da como resultado
la iluminación. |
Para
el Tantra, sólo el tiempo sagrado es “real” y ese tiempo suprime las
otras formas de tiempo. Así, la creación no es un acontecimiento único
que se produjo hace mucho tiempo sino que es un proceso continuo, la
creación actúa aquí y ahora; sólo subsiste un eterno ahora.
La
vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo, sin vacíos entre
las diferentes formas de vida.
Shiva y Shakti
Shiva
Shiva
es el sustrato del universo, la energía estática que fecunda todo
mediante la fecundidad de Shakti. Es aquél que todo lo contiene, lo
abarca, lo emite y lo reabsorbe. Ilimitado, transtemporal,
inconmensurable, es el gran pacificador, siempre imperturbable, impávido
en su penetración ilimitada y penetrante.
Es
el dador de vida, el señor de la vida y la muerte, el señor de los
chakras (centros de energía), el dueño del esperma, anciano entre los
ancianos y joven y hermoso, es el que destruye para construir; el gran
yogui (Mahayogui). Se emborracha en la danza cósmica (Shiva Nataraya),
es el que se desdobla en su propia consorte, Parvati.
A
lo largo de toda India es adorado en esa piedra fálica que se inserta
sobre una vulva también de piedra (el lingam).
Ese
lingam es adorado, acariciado y ofrendado, bañado con manteca
clarificada, perfumes y esencias; se le ofrecen alimentos y flores en
toda India; es el órgano reproductor de Shiva, su aspecto otorgador de
vida.
Su
hijo es Skanda, nacido del fuego; su animal es el toro (Nandi).
Es
en sí mismo la unidad, masculino y femenino. Como veedor estático es
masculino y pasivo, como energía dinámica que se despliega a sí mismo,
es activo y femenino. Por ello, en la ceremonia de Maithuna, que veremos
más adelante, que es una representación de la dualidad cósmica, el
varón adopta un papel más estático y la mujer uno más dinámico.
De
su autocópula cosmogónica, se despliegan los vastos universos, es
decir, de la cópula de Shiva y Shakti surgen los infinitos universos.
Así, el verdadero Maithuna es un intento de hallar ese estado en que
Shiva y Shakti se identifican, a través de la plenitud sexual.
Shiva
es el danzarín divino y así es representado muy habitualmente. La danza
de Shiva más conocida en el sur de India es la Nadanta (otra, muy
popular en otros lugares es la danza Tandava). En ella Shiva aparece con
sus cuatro brazos. Una de sus manos sostiene el tambor, elemento
preario (pues los drávidas tocaban muy bien el tambor) que denota,
simbólicamente, el damar o sonido primordial.
Con
su mano derecha levantada representa el abhya mudra, gesto que
significa: “Yo protejo ”.
De
la mano que toca el anillo inflamado surge el fuego que transforma y
destruye.
La
mano que señala hacia el pie que tiene levantado libera a quien penetra
en el mito revelándole la esencia del cosmos.
El
pie izquierdo aplasta a un enano maléfico que simboliza al demonio
Muyakala o al ex suegro ario de Shiva.
Su
cabellera tiene varios símbolos. Las joyas que adornan su cabello, una
cobra que se agarra de ellos sin hacerle daño, el cráneo es el de
Brahma, el río Ganges surge de la cima de su cabeza que está coronada
por una guirnalda de Cassia, planta sagrada.
Su
oreja derecha tiene un pendiente para hombre y la izquierda uno para
mujer, simbolizando que reúne en sí ambos sexos. En su cara se abre el
tercer ojo que trasciende lo sensorial.
Otras
joyas acentúan su divinidad y lleva por vestimenta un calzón ajustado
de tigre y un echarpe; lleva también el cordón sagrado.
Su
danza es un resumen cautivante de lo Último.
Shakti
Shakti
es la madre universal, la energía que brota del mismo Shiva, la
creadora de la naturaleza y la naturaleza misma, el pensamiento de
Shiva, su energía para crear y recrear los vastos universos. Es
femenina, activa, cambiante. Shiva es uno pero se duplica con Shakti, su
actividad es gracias a ella. Shiva es la totalidad y esa totalidad en
movimiento es Shakti, que se convierte así en el poder de Shiva, el Ser.
Shiva es el observador, la conciencia testigo, y Shakti es el complejo
mente-materia, el conjunto de todas las actividades psicofísicas.
La
liberación consiste en desidentificarse del complejo mente-materia pero
para eso hay que atravesar y sobrepasar ese complejo; debe retomarse a
Shakti para que ella nos conduzca a su amado Shiva.
Si la actitud y la disciplina son las adecuadas,
Shakti te conduce a Shiva, si no lo es, te extravía. |
Shakti,
la Madre cósmica, puede ser amada con forma o sin forma. Con forma se
manifiesta en cada proceso físico o mental, con los objetos del exterior
y hasta con las aspiraciones más mundanas; es representada en imágenes
de distintas formas y sentidos (Parvati, Gauri, Kali). Sin forma es la
energía girando y fluyendo.
Como
energía dinámica, la Shakti es en el ser humano prana, la fuerza vital
que regula su cuerpo físico y su cuerpo energético. Como energía
estática, de naturaleza puramente espiritual, es Kundalini, la semilla
de Shiva en el ser humano.
Cuando
kundalini va penetrando en los centros de energía-conciencia (chakras)
del practicante, éste alcanza nuevos planos de entendimiento. Cuando
kundalini llega al centro más elevado, sobreviene la liberación
definitiva. Allí, en el centro más alto, el loto de mil pétalos, Shiva y
Shakti se desposan y de esa unión surge toda la energía y toda la
conciencia imperturbable. No existe otra unión como esa.
El
tantrik no se cierra a la fascinación de Shakti, no frustra el contacto
para prevenir el deseo, sino que se abre a todo, se expande, pero sin
olvidar jamás la atención pura, el dominio de la voluntad, con control
del pensamiento.
El tántrico utiliza la unión místico-sexual para
facilitar esa unión suprema en sí mismo. Porque, en última instancia, la
boda es siempre interior y la consorte está dentro de nosotros. |
*Nota
del Dr. Sapetti: se ha tomado como base una recopilación de material
bibliográfico relativo al tema, con sus textos incluidos, de Lía
Rodríguez de la Vega, a quien se le agradece el rico material, que se
irá publicando en partes, debido a su extensión.
SOBRE DISTINTAS NOCIONES DEL TANTRA
Para
el Tantra, la vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo,
sin hiatos entre todas las formas de vida. El Universo en Conciencia y
Energía asociadas. El Tantra considera que cada célula es un ser
viviente, consciente por sí mismo, dotado de un psiquismo, de emociones,
de memoria, es decir, de una conciencia lúcida. Así, la conciencia es
una propiedad de todo el cuerpo, no sólo del cerebro, porque “todo lo
que está aquí está en todas partes “. La Conciencia es una dimensión del
Universo.
Para
el Tantra, el Universo es real y el tántrico se integra en él para
percibir su realidad profunda, ya sea espiritualizando la sexualidad,
concebida como pulsión creadora última, ya sea por otras vías, como la
contemplación de la Madre cósmica o del mar de los orígenes. Con y en su
cuerpo-universo el tántrico se unirá concretamente a esos principios
cósmicos para sentir la divinidad de la carne consciente e inteligente.
El
cuerpo es la piedra angular del Tantra. El cuerpo real es un universo
de una complejidad extraordinaria. El cuerpo vívido es una simple
imagen, un esqueleto, una construcción mental, y es el único aspecto que
el individuo conoce. El cuerpo es producido y animado por una
Inteligencia creadora, la misma que suscita y preserva el Universo,
desde la más ínfima partícula subatómica a las galaxias. El cuerpo
guarda potencialidades insospechadas, energías extraordinarias que la
práctica del Tantra despierta y desarrolla.
Uno
de los objetivos del Tantra es poner al yo empírico en contacto
consciente y confiado con la Inteligencia superior del cuerpo. Es una
clave secreta del Hatha Yoga. Enriqueciendo mi cuerpo vívido puedo
acercarme más a la Sabiduría última del cuerpo real. Detrás de una
aparente inmutabilidad relativa, encierra un proceso, un acontecimiento
importante. Parte del cosmos en movimiento, cambia a cada instante. Su
esencia es un dinamismo inteligente vinculado con el todo. El mundo de
los objetos y de los seres no está hecho de unidades aisladas, sino más
bien de procesos dinámicos en perpetuo cambio unitario.
En
este contexto, el acto sexual tántrico es vivido de manera muy
diferente al ordinario, el profano. En el Tantra, no es el hombre el que
“hace el amor” con la mujer sino que dos universos se unen. El hombre y
la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos
los planos. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se
abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no
se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti ni para
Shiva. El coito tántrico, ritualizado, sacralizado, crea así una
relación diferente del contacto profano, gracias a esta actitud
contemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.
El
amor sexual se convierte en revelación. Mucho antes de que se produzca
el orgasmo masculino, ambos, el hombre y la mujer, se funden
verdaderamente uno dentro del otro. La relación contemplativa inmóvil
prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo
masculino sin molestias ni obligar al hombre a apartar forzadamente su
atención del acto. Además, una vez habituado a este enfoque, se podrá
ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando así a la mujer con un
máximo de estimulación.
Durante
ese contacto prolongado, la relación sexual evoluciona en tres planos:
-
El
mental empírico, que participa en el juego y experimenta placer.
-
El
habitualmente inconsciente, de las profundidades del cuerpo, que toda
experiencia lograda marca con un sello indeleble.
-
El
plano psíquico, donde la contemplación establece una fusión íntima en
las profundidades del inconsciente (Manomaya Kosha).
En
el momento último de la experiencia, el Tantra toma en sentido literal
lo que sucede en el psiquismo, pues no percibe ninguna frontera entre el
psiquismo humano y el psiquismo cósmico que engloba las estrellas. El
ser no está limitado al presente: se inserta en un proceso eterno.
La visión
tántrica hace estallar las fronteras, las disuelve, pues sólo existen en
la mente.
|
EL MAITHUNA (COITO)
Maithuna
se traduce como coito, aunque designa el acto de unión con Ma (el Poder
Primigenio). Maithuna es la unión de Shiva y Shakti. Así, el acto
sexual amoroso es usado como meditación para proyectarse a niveles más
sutiles y crecer en conciencia. Es la cópula cósmica de Shiva y Shakti
realizada en el interior de la yoguini y el yogui. El sexo, aquí, deja
de ser biológico para ser místico, iniciático.
Si
bien este ritual puede variar, los tantrik seleccionan un lugar limpio,
agradable y con buena ventilación, sumido en la semipenumbra y,
preferiblemente, con una luz violácea que se proyecte sobre el cuerpo de
la mujer. Previamente se han preparado los elementos que intervienen en
el ritual: la carne, pescado, cereales, vino. Se preparan porciones
reducidas. El quinto elemento es el éter, es la mujer. Como ya
explicamos, estas sustancias servirán para que los practicantes se
puedan identificar con los elementos de la naturaleza y, en unión con el
cosmos, penetrar en regiones más allá de su experiencia cotidiana.
En
la habitación, debe haber también una cantidad adecuada de flores o
plantas, velas y varitas de sándalo o almizcle que perfuman el ambiente.
Los
participantes deben bañarse, higienizando cuidadosamente su cuerpo,
especialmente la zona genital, así, con una piel limpia, las energías
pueden fluir libremente.
La
mujer se suelta el cabello, se perfuma el cuerpo y se viste con cómodas
prendas de tono rojizo o rosáceo. El hombre también se viste con ropa
cómoda que, al igual que la de ella, debe ser de tejidos naturales.
Se
adopta una actitud meditativa, por unos minutos, se controla la
respiración, se silencia la mente, se repite el mantra, potencia su
aspiración, se concentra en el chakra de la base de la columna (el que
rige la libido), visualiza a su Shakti interior en el abrazo con su
Shiva interior. Purificados el cuerpo, la mente y la motivación, todo
está ya dispuesto para el comienzo del rito.
Hombre
y mujer se sientan uno al lado del otro. Si el hombre desea hacerlo,
pronuncia algunos mantras. Vierte el vino en las copas y ambos beben al
mismo tiempo. El tantrik repite algunos mantras. Se saborean los
alimentos.
Luego
de que la pareja ingirió los alimentos, se desnudan y llega la opción
de qué posición adoptar para hacer el amor.
Las
posturas de Maithuna son:
- Purushayita,
en que la mujer está encima del hombre, estando éste con sus piernas
estiradas;
- Upavishta,
en que la mujer está sentada arriba del hombre, con sus distintas
variantes;
- Uttana
Bandha, en que el hombre está sobre la mujer y ésta permanece con sus
piernas enrolladas alrededor de la cintura-cadera del hombre;
- Tiryaksana,
postura lateral;
- Parshva
Piditaka, posición retrolateral variante de la anterior;
- Janujugmasana,
posición en que ambos se entrelazan, en forma de X, con sus diversas
variantes.
Cabe señalar que se desaconseja
la postura que parece ser la más habitual en occidente – hombre sobre
mujer (posición del misionero)- porque no facilita el control seminal.
|
Tras
ello, se inicia el intercambio entre hombre y mujer que se visualizan
mutuamente como su Shiva y su Shakti respectivos. Se acarician, se
recorren los cuerpos, emitiendo sus mejores energías y realizan así, un
intercambio energético muy poderoso que el tantrik puede condensar en la
base de su columna y experimentar ascendiendo a lo largo de la espina
dorsal, abriendo los chakras. Continúa el intercambio hasta que, en un
determinado momento, el sadhaka penetra a la shakti (usando una de las
posturas ya mencionadas). En la posición adoptada permanecen tranquilos,
plenamente comunicados. El hombre, siempre cercano al orgasmo, lo
demora con gran control. En ningún momento debe perder el control de la
respiración.
La cópula debe
extenderse por lo menos más allá de media hora y los tántricos pueden
prolongarla hasta tres horas.
|
La
mujer puede tener cuantos orgasmos desee y el hombre, cuando así lo
determine conscientemente, desencadenará el suyo propio. En ese momento,
debe suspender su respiración, abrir al máximo la conciencia, sentir
que penetra y se absorbe en la Shakti misma, dejar su mente en silencio,
expandirse hacia el espacio sideral, despersonalizarse y usar el
éxtasis amoroso como vehículo hacia el Ser.
Además,
es preciso saber que el tantrik que realiza la ceremonia del maithuna
debe dominar su mente a la perfección, su respiración y su semen porque
junto con la respiración y mente son facetas de la misma energía. El
control sobre una de estas funciones implica el control de las otras.
El
sadhaka mira a la mujer en todo momento como la portadora del poder
cósmico; si éste falla en alguna prescripción ritual, debe ser
suspendido el rito. El sadhaka busca la inmovilidad shivaica
(inmovilidad de mente, respiración y semen).
Según el
Tantra, el semen controlado revierte a la sangre y dota de energías muy
poderosas al practicante.
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Al
momento del orgasmo, el practicante lleva la lengua hacia atrás, tanto
como puede y suspende la respiración, deteniendo los pranas y, mediante
la retención del semen, potencia la ambrosia energética del éxtasis.
Hay
maestros tántricos que sostienen que, si la eyaculación acompaña al
orgasmo, pero la relación sexual ha sido plenamente shaktica, con
absoluta comunión entre los participantes y con implicancias mucho más
elevadas que las meramente fisiológicas, se rescata la luz del semen
(quintaesencia seminal) que va hacia lo alto y favorece la ascensión de
la energía y un estado mental de intuición del ser.
Es
mediante las prácticas del Hatha Yoga que es posible controlar la
musculatura que permite acceder al orgasmo, sin eyacular. Los mudras,
los bandhas o técnicas de control muscular, son los medios para lograr
esto. Sin embargo, tal retención carece de valor si antes no se ha
conseguido la contención del pensamiento.
Otra
práctica habitual de los tantrik es la expulsión del semen seguida de
una poderosa reabsorción tanto del semen como de los humores femeninos;
esto, gracias a la práctica de la técnica yogui de vajroli-mudra, que
permite adiestrar los músculos de tal modo que pueda originarse un vacío
interior capaz de succionar cualquier líquido por su uretra.
Por
último, la preparación previa a la relación tántrica puede adquirir
características muy rigurosas dependiendo de las escuelas: la Sahajiya
recomienda que el hombre duerma en la misma alcoba con la mujer durante 4
meses en camas separadas; otros 4 meses en la misma cama sin mantener
ningún tipo de contacto y finalmente la celebración del rito.
Hay
escuelas que agregan otra fase, la de tener contactos de ternura
física, excluyendo el contacto genital hasta que, finalmente, se pueda
llegar a la relación completa.
Durante
el rito, pueden asimismo efectuarse visualizaciones
tántrico-iniciáticas muy diversas. El hombre puede llegar, a través de
diversas visualizaciones, a vivir su propia estancia en el vientre
materno y su propio nacimiento.