MAITHUNA.
El ritual erótico del amor tántrico
El orgasmo
cósmico
En la perfumada estancia ella
está desnuda en el centro del mandala, un círculo cósmico con un
triangulo de poder en el centro. La luz de las velas brilla sobre su
piel iluminada por el amor reflejando el fulgor de mil estrellas.
Ella es la shakti,
la maga, la amada y encarna el poder de la luna y el esplendor fecundo
de la naturaleza.
Su amado, su
adorador se acerca y le ofrece una copa de vijaya -una bebida
afrodisíaca cuya fórmula se ha perdido- pintándole una media luna en la
frente.
Pone la mano en su
corazón mientras ella hace lo mismo para abrir sus chakra cordiales y
estimular el poder del amor en cada uno de ellos.
Se miran a los ojos,
se miran hasta lo más profundo, hasta descubrir el brillo del alma
enamorada en el fondo de su ser. Después cambian la posición de las
manos y él pone la suya en el corazón de ella mientras la amada hace lo
mismo.
Así crean un puente
energético entre sus mutuos corazones, un puente de luz que une sus
almas a través de las manos y la mirada directa y profunda de sus ojos.
Sienten los latidos de su corazón, sienten su respiración y la van
armonizando como si fuese un único corazón quien palpita en cada uno de
ellos, como si fuesen una sola respiración vivificando sus cuerpos.
Ambos se regocijan en el amor que reciben y el amor que dan, en el amor
que viene y que va formando un circuito de energía que recorre los dos
cuerpos.
Se regocijan en el
mutuo embeleso que va empapando de amor, ternura y sensualidad cada una
de sus células como un dulce y húmedo perfume.
Van a hacer el amor
de la forma más sublime y sensual que imaginarse puedan y él hará brotar
con cada una de sus delicadas caricias un río de estrellas ardiendo en
cada poro desnudo del cuerpo de su amada.
Ella se abandonará a
esa marea cósmica que va inundando todo su cuerpo, dejará que los ríos
del gozo vayan empapando todo su ser.
Él sentirá la
excitación de ella con la delicia de quienes se calienten en una hoguera
en las frías mañanas de invierno.
El calor de ella
será su calor, el gozo de ella será su gozo porque en principio no
buscará su propio placer ya que el orgasmo del hombre es el final de la
fiesta.
Buscará el gozo sin
limites de ella, verla iluminada con un resplandor de galaxias
encendiendo todo su cuerpo, porque el orgasmo de ella no es el final
sino el principio de la fiesta, el comienzo de la verdadera celebración.
Ella es la maga que encarna los
poderes del universo. Él ha sabido despertarlos y ahora el temblor
cósmico que experimenta el cuerpo de su amada es su propio
estremecimiento y el mar de delicias que la ha llenado por completo se
desborda impetuoso para empaparlo también a él.
Es el río desbordado
de energía fluyendo de ella lo que le hace también abandonarse a él. Él
se va con su amada y ella le lleva hasta lo más profundo de un orgasmo
cósmico. Al final se dan cuenta que no son hombre ni mujer sino el puro
amor cósmico lleno de luz y de gozo con que fue creado todo el universo.
Han hecho el amor
siguiendo el ritual mágico de los tántricos y más allá del placer que
nunca termina han descubierto su verdadera identidad universal. Esa es
la verdadera luz que ahora ilumina sus cuerpos, el verdadero gozo que
permanecerá en ellos durante días y días...
Hay pocos textos
tántricos clásicos que describan totalmente el maithuna o celebración
ritual del amor, uno de ellos es el yonipuja pero más que un libro que
enseña o muestra cómo hacerlo parece más bien un resumen de complicados
rituales muy influidos por la tradición espiritual hindú. Las parejas se
iniciaban en los ritos tántricos delante del acharya o instructor -que
podía ser una mujer- y esta persona tenía un papel crucial porque iba
guiando a los amantes en cada paso del ritual mientras cantaba mantras y
canalizaba la energía.
Aunque siempre es
conveniente iniciarse en el Tantra con un instructor cualificado, la
pareja también puede abandonarse a su propia espontaneidad procurando
mantener lo más esencial del ritual que acabo de explicar, pudiendo
modificarlo y adaptarlo a sus reales necesidades.
La
Fuerza del Ritual.
Creando un
espacio mágico que trasciende el tiempo
Los rituales
amorosos frecuentes entre amantes tienen la virtud de desempolvar un
poco los cuerpos, las mentes y los sentimientos para recuperar el brillo
y el esplendor perdido, tanto en la relación en sí como en las personas
en particular.
Para que sean lo más
eficaces posibles tienen que cumplir con todos los requisitos del
ritual y tratar de lograr la fascinación y la canalización de la mente y
de todos los sentidos. Si además se quiere que sean mágicos, debe
invocarse también la presencia de una energía superior y externa a los
contrayentes.
El ritual amoroso
tántrico insiste en que cada uno debe ver en su pareja una expresión de
la divinidad. Al margen de las cualidades que tenga o no, debe de verse
en la otra persona la divinidad que lleva dentro. Esto tiene el sentido
de hacer el amor trascendente.
Así no se hace el
amor con una persona cualquiera sino con la manifestación de la
divinidad que todos llevamos dentro, con alguien realmente ideal.
Así,
todas las debilidades humanas que podemos ver cotidianamente en la otra
persona desaparecen, al menos durante ese acto sagrado y devocional que
van a practicar.
Al reservar este
espacio sagrado donde los amantes se ven a sí mismos como seres
superiores y se desprenden mutuamente de su faceta más normal y vulgar,
se crea un tipo de energía que ayudará mucho en la convivencia
cotidiana. Naturalmente que todo depende de la regularidad y de su
capacidad de mantener ese tipo de conciencia
El espacio y el
cuerpo sagrados
Para lograrlo con más facilidad
tenemos la fuerza del ritual evocando en la mente niveles superiores de
conciencia y energía. Lo importante no está simplemente en la decoración
de la habitación, en las velas, el perfume y las flores. Estas cosas
ayudan a la fascinación de los sentidos pero lo más necesario es sentir
que entramos en un espacio-tiempo sagrado y diferente.
Esta ceremonia
sexual que podemos realizar con nuestro amante no es algo para todos los
días, es una celebración que debemos realizar una vez al mes o cada
semana si tenemos tiempo, pero siempre con la conciencia de que se va a
realizar algo mágico y extraordinario que canalizará una poderosa
energía.
Cuando ambos amantes
entran en la habitación donde se celebrará el rito, deben hacerlo con
la sensación de entrar en un lugar donde no hay pasado ni futuro porque
allí no pueden llevarse los recuerdos ni las expectativas, las
preocupaciones o los deseos.
Deben desnudarse de
todo esto y no solo de sus ropas antes de entrar en el círculo mágico.
Hay que acercarse al cuerpo del amante como a un territorio sagrado. El
cuerpo debe ser lavado, purificado y perfumado como reconocimiento de su
belleza y su dimensión trascendente. Ambos cuerpos son la expresión de
la divinidad y amándose mutuamente se regocija la Vida en ellos, se
despierta la energía y todo comienza a vibrar.
La vida de pareja se
erosiona cuando la arena del tiempo va llenando de dunas el Jardín del
Amor. Los retos de la convivencia cotidiana nos producen estrés y las
preocupaciones y desafíos nos llenan de tensión como personas y también
afectan a nuestra vida de pareja. Hacer el amor es algo realmente fácil y
por eso se puede ir a la cama pensando en otra cosa, convertirlo en
algo rutinario, en un mecánico desahogo que acabará por llevarnos a la
frustración y la falta de interés. Dedicar, de vez en cuando, un tiempo
para el ritual erótico tántrico es refrescar la relación con un perfume
nuevo que nos acompañará durante varios días después, es potenciar la
intimidad, la confianza, la imaginación, la fantasía y un gozo más pleno
entre los amantes. Es volver a ver a nuestra pareja llena de luz, con
los ojos del primer amor mirando su cuerpo y su personalidad más allá de
las formas materiales siempre imperfectas, es ver la belleza espiritual
que lleva dentro y volver a sentirnos fascinados, volver también a
fascinar a la persona que nos ama. Practicando esto con regularidad la
pareja puede conservar la llama de su pasión durante mucho tiempo y
hacer su relación no solamente más profunda y más madura sino también
más gozosa y gratificante. Es lo mejor que el tantra puede hacer por los
amantes actuales, aunque naturalmente siempre está ahí como vía mágica,
como una forma de buscar la trascendencia y su identidad verdadera,
para quienes quieran ir más allá.