LAS PUERTAS DEL DESPERTAR
Todas las tradiciones espirituales poseen narraciones de aquellos que han despertado del estado usual de ensueño a una forma sagrada de ser.
Hay en todos nosotros, una parte que conoce la eternidad del mismo modo que conocemos nuestro nombre. Tal vez la hayamos olvidado o la hayamos tapado, pero ahi esta. Ese centro de sabiduria que se encuentra dentro de nosotros es "El que sabe".
Un famoso estudio sobre la vida espiritual descubrio que los entrevistados habian tenido algun tipo de experiencia mistica, en un momento dado de su vida. No obstante los investigadores descubrieron asimismo, que casi ninguna de esas personas deseaban que les volviera a suceder. ¿Por qué?
Aquello para lo que no hay palabras, lo que no podemos comprender, no encaja en nuestra vision de lo real. Y si nos enfrentamos con eso, como muestra el estudio, podemos recibir una enorme sorpesa y asustarnos mucho.
Sin embargo, con la misma seguridad con que habitamos el misterio del nacimiento y de la muerte, con la misma seguridad con que la noche esta repleta de estrellas, con la misma certeza con que sabemos de la necesidad del amor, se halla encerrada en nosotros la posibilidad de despertar.
Incluso hoy en dia, en muchas partes del mundo se reconoce a muchas personas como iluminados o tocadas por la santidad, y se venera a los sabios. El sabio en nosotros tambien puede despertar, podemos hallar "El que sabe" en nuestras propias vidas.
Hay muchas puertas de entrada a la sabiduria eterna del corazón, son las puertas del despertar y ahora yo aqui te voy a mostrar cuatro de esas puertas a las que todos llamamos en nuestra vida:
El oceano de la vida nos trae olas de nacimiento y muerte, de alegria y pesar, son las verdades dolorosas de la vida las que se convierten en nuestra puerta sagrada, que nos abren al gran corazón de la compasion. Entrar por esta puerta se llama "el Despertar por la Puerta del Sufrimiento"
" ¡¡¡Supera toda amargura!!!!, porque no estabas a la altura de la magnitud del dolor que se te encomendo. Como la madre del mundo, llevas el dolor del mundo en tu corazon "
Del vacio, Dios ha hecho el mundo, existe solo en el corazón de Dios. Para conocer nuestro lugar, debemos volver a convertirnos en nada, y entonces lo que es sagrado se movera a traves de nosotros e iluminara todo lo que hacemos.
Entender el vacio o la falta de ego es desconcertante, es dificil de describir, asi como para un pez el agua es obvia, pero imposible de describir. Sin embargo, cuando experimentamos su verdad, nos abre a la paz y a al alegria de una manera increible. Entrar por esta puerta se llama "el Despertar por la Puerta del Vacio".
La meta de la vida espiritual es abrirse a la realidad que existe mas alla de nuestra pequeña sensacion del ser. Asi como podemos entrar en esa realidad a traves de nuestro sufrimiento compartido o de un vasto vacio, tambien podemos entrar a traves de la puerta de la unidad y descubir lo que podriamos llamar "Despertarse como el Amado" .
A traves de la puerta de la unidad despertamos al oceano que esta dentro de nosotros. Es un modo mas de comprender que los mares que nadamos no estan separados de todo lo que vive. Esta puerta nos muestra el misterio de la conexion divina.
Entrar por esta puerta se llama "el Despertar por la Puerta de la Unidad".
A veces nos encontramos con personas muy sabias que nunca han ido a ningun lugar especial, nunca han adoptado una practica espiritual sistematica y nunca han tenido una experiencia mistica. Pueden aparecer como el trabajador social de corazón generoso y lleno de amor que se ocupa de niños, como el sabio que trabaja en la libreria local o la abuela compasiva, querida por toda la familia. Esas personas emanan sabiduria, proximidad, un corazón gentil y libre, son ejemplos de los que no tienen miedo de vivir, de amar y de soltarse.
"Un joven monje le pregunto al Maestro
¿Como podre emanciparme alguna vez?
El Maestrop respondio:
¿Quien te ha esclavizado?"
La puerta esta abierta esta frente a nosotros.
Entrar por esta puerta se llama "el Despertar del presente eterno".
Jack Kornfield