CH von der Becke Cosmología de E.P. Tryon Una idea que a menudo se considera en ambientes científicos con respecto a nuestro universo, parte del hecho que toda la energía disponible en él está, en último análisis, en dos formas fundamentales que se compensan la una a la otra:
la energía relacionada con la masa o energía masa-dependiente E=Mc2, que sería positiva (c es la velocidad de la luz); y la energía relacionada con la gravedad o energía gravedad-dependiente E'= -GMmr-2 que sería negativa, coherente con el signo novedoso incorporado a G (M es la masa mayor, m la menor, r la distancia entre ambas masas y G la constante gravitatoria universal). Entonces, desde el punto de vista de la energía, no habría diferencia entre un universo vacío (tecnicamente llamado universo primordial de Minkowski) y un universo material. Ambos universos tendrían una característica común: su energía neta valdría cero.
De allí se puede saltar a la idea de que el origen de nuestro universo es una singularidad o una inestabilidad de esa energía de suma cero ya presente en un universo de Minkovski, de la cual nace en el Big Bang el universo material. Prigogine y Nicolis en Exploring Complexity (p.287) sugieren por analogía con otro sistema, que el precio que hay que pagar por el nacimiento de nuestro universo en el momento del Big Bang a partir del vacío cuántico, es la asociada producción de entropía. Calculan (p.288) que la creación de materia actúa como una fuente de energía interna. El espacio-tiempo del universo de Minkovski puede llegar a producir materia, mientras que el proceso reverso está prohibido termodinamicamente (p.289) La introducción de la creación de la materia transforma al Big Bang en estructuralmente inestable (p.290). La más pequeña producción de materia a partir del vacío cuántico preexistente condiciona a que el Big Bang efectivice la mencionada inestabilidad y se produzca la transición de fase del desequilibrio por fluctuaciones: o sea un universo en expansión exponencial. Estudiado a un nivel más microscópico, la creación de la materia a partir del vacío cuántico puede ser visto como un efecto de la "inestabilidad" del vacío frente a sus fluctuaciones.
De allí que E.P. Tryon formule un modelo sobre el cosmos como fluctuación cuántica resultante de una transición de fase de las fluctuaciones del vacío cuántico primordial (fluctuaciones que dan origen tambien al efecto Casimir de la física). Explicando de nuevo, el origen es el vacío cuántico, la semilla es una superfluctuación, la energía siempre se conserva durante la transición de fase del desequilibrio con un valor neto nulo, el espacio-tiempo aumenta al mismo tiempo que la materia debe surgir por el principio de Le Chatelier. La creación de materia paga su precio con el aumento del espacio-tiempo. Queda configurado desde el origen la segunda ley y su correlato, el principio de Le Chatelier.
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Con estos datos, se nos ocurre ver en nuestro perpetuum mobile obtenido a partir del LIFE de Conway con una particular semilla para LIFE que hemos encontrado por aproximaciones sucesivas, algo metafórico. Por fluctuación supongamos la primera aparición de materia bajo la forma de doce deslizadores periféricos y de un ícono central, sujetos a dos leyes sobre nacimiento y muerte. un hemiciclo de creación de "materia" en el centro y el siguiente hemiciclo con la desaparición de dicha "materia". Una crítica obvia es que cualquier modificación a nuestra semilla conduce a una organización efímera que se vuelve caótica, por lo cual el sistema complejo que observamos no admite perturbaciones, no es plástico, no acepta que un cambio lo lleve de nuevo a un ciclo límite parecido al previo. En la analogía que aquí se insinúa con el cosmos como fluctuación cuántica de Tryon, donde finalmente emerge la vida, es casi inevitable cuestionarse: ¿en qué medida las condiciones iniciales hubiesen aceptado un cambio en cualquiera de sus parámetros? Esta reflexión, creemos, conduce a la postura del optimismo filosófico |