Como fomentar e incrementar la práctica meditativa
Por Karma Tenpa
El razonamiento y la reflexión sobre los Cuatro Pensamientos que Modifican la Mente, o que la vuelcan hacia el Dharma, integran el Ñgöndro o
Prácticas Preliminares del Vajrayana, y se encuentran dentro de las
Prácticas Preliminares Comunes, son una excelente e indispensable
práctica reflexiva que nos orienta y estimula en la práctica del Dharma.
Ellos son:
- El precioso renacimiento humano
- La impermanencia y la muerte
- La ley del karma y sus consecuencias
- La estructura defectuosa de las existencias cíclicas
Estos cuatro enunciados por sí solos nos inducen a un análisis superador de nuestra manera de relacionarnos con la experiencia cotidiana,
observando como van manifestándose una paleta variada de emociones,
generando algunas de ellas apego por lo placentero del fenómeno y otras
discriminación con su consecuente rechazo.
A veces el enojo o el rencor tiñen de tal manera nuestra existencia que todo lo percibimos como una amenaza externa no reconociendo que es
nuestra desconfianza que salta y devora la situación volviéndonos cada
vez más temerosos y agresivos. La lista continúa, la paranoia de los
celos, la inquietud de volvernos invisibles ante la mirada del otro
ahora distraída, una cuña que fisura nuestra creencia que su deseo
legitima nuestra existencia.
La avidez de la pasión, el deseo constante que se alimenta de sí mismo en detrimento de una felicidad más estable. La crítica desmesurada o la
fascinación por el héroe que encarna nuestras propias falencias.
Son algunos de los distintos posicionamientos ante la experiencia, el traje del personaje que queremos lucir para interpretar lo que percibimos y
el como lo percibimos.
Ante nuestra falta de libertad, ya que solemos ser secuestrados por estas emociones deberán concurrir la atención y la conciencia necesaria para
el ejercicio analítico que nos ayude a detectar nuestras tendencias y
hábitos.
Por esto es necesario meditar, para despertar el “darse cuenta”, y poder experimentar las cualidades intrínsecas de la mente: claridad,
luminosidad y no-obstrucción. Tal como ascender por un escarpado
sendero podremos ir jalonando nuestro ascenso valiéndonos de apoyos,
Los cuatro esfuerzos perfectos o completos son un buen comienzo.
Ellos son:
- Abandono de los actos no virtuosos producidos
- Abandono o rechazo de los actos no virtuosos aún no producidos
- Acrecentar los actos virtuosos ya producidos
- Desarrollar los actos virtuosos aún no producidos
Estos cuatro puntos se pueden profundizar en su análisis, comprensión y puesta en marcha a través de los 10 Actos No Virtuosos y de su
contraparte los 10 Actos Virtuosos, mientras tanto entenderemos que
unos y otros son aquellos que conducen tanto a nosotros como a los
demás a la infelicidad, confusión o conflicto o por el contrario nos
acercan a la calma y a la felicidad estable. Resumiendo se debe
abandonar por completo lo opuesto a la virtud y adquirir las cualidades
de los antídotos, y para esto es útil investigar nuestros hábitos,
nuestras tendencias, tanto para cesar los actos negativos como para
activar los positivos.
Cuando el practicante pueda, poco a poco, ir superando las acciones negativas e incrementar los factores positivos, podrá ir condicionando la mente
hacia una concentración unidireccional sustentada por la aspiración, el
esfuerzo, la intención y el análisis, estabilizando entonces la
meditación y desarrollando, como consecuencia, una ecuanimidad perfecta.
La meditación sentada
Es comenzar con lo que tenemos, un cuerpo, unas emociones y su percepción que al ínter actuar generan confusión. “Confusión y sufrimiento que
suelen transformarse en ocupaciones que a menudo nos hacen sentir
seguros y encantados”. Hasta aquí hemos llegado resignando el “ser” por
el “hacer”, por esto meditar expresa la voluntad de ser realistas, de
calmar este mareo haciendo nada, es detener el tío vivo hasta
apaciguar, pacificar las emociones perturbadoras; el “hacer” habitual
es reemplazado por el permitir que las cosas sucedan, tomando contacto
y dejando al descubierto nuestros juegos neuróticos y el autoengaño.
Es abandonar expectativas y dudas, esperanzas y temores es abrir un espacio donde el alocado buey no encuentra resistencia, se nutre con la
hierba de la calma y descansa liberado de su propia invención. Nada
sobrenatural, tan sencillo como esto, no hay apariciones ni
revelaciones, ni fragancias místicas siquiera, solo naturalidad
espontánea.
Es libertad con un tinte de disciplina, es el sabor fresco del agua en un cuenco que la contiene, impidiendo que la zozobra emocional la derrame.
Es la entrada al camino budista, el Hinayana, el Vehículo Fundamental; el primer sendero a recorrer, que es estrecho, pero no es ni simple ni
limitado, no ofrece posibilidades de retroceder ni de desviarse. Es
encauzar la mente sofisticada que solo procura diversiones sensoriales
a marcha forzada; es andar con atención y a bajas revoluciones, con
velocidad uniforme, con rumbo, con atención.
Poco a poco y a medida que pasa el tiempo nos haremos más y más concientes del paisaje emocional por el que transitamos, podremos vislumbrar los
detalles que no observábamos por la inercia de la velocidad.
Observaremos las señales de tránsito que nos advierten del obstáculo o
del peligro inminente. Estabilizada esta calma el sendero se convierte
en carretera, y la vista se hace panorámica, se nos hacen patentes los
demás y sus señas de auto stop nos hace reflexionar como podemos
auxiliarlos, en como conducirlos hacia el bien estar. Recogemos sus
maletas llenas de pesares. Ya podemos detener nuestra marcha, es el
vehículo Mahayana el que soporta el peso sin dañarnos. Por último el
Vehículo del Diamante, el Vajrayana, nos enseñará a utilizar con medios
hábiles y celeridad todas las respuestas.
Bibliografía: El mundo del budismo tibetano, S.S. Dalai Lama; El mito de la libertad, Chögyam Trungpa Rimpoché, editorial Kairós