LOS BRASEROS DE TAPIJULAPA
Izquierda: figura de un anciano sacerdote. Derecha: cabeza sin razgos faciales
Por Pilar Márquez / Fotos por Fernando Elizalde
La utilización de braseros y urnas elaborados en cerámica de barro para quemar incienso, como un rito de purificación del alma, era una costumbre funeraria extendida por todo el Mundo Maya. El descubrimiento de quince vasijas cilíndricas en varias grutas de La Sierra, en el estado mexicano de Tabasco, ha motivado a los arqueólogos a seguir investigaciones acerca del origen y la simbología de tales vasijas.
La extraordinaria serie, que se exhibe permanentemente en el Museo Regional de Antropología e Historia de Tabasco, fue realizada entre el 200 y el 900 d.C. y permaneció escondida en diversas grutas.
Basándose en la conformación de las piezas (cilíndrica y hueca en los extremos), la arqueóloga Rebeca Perales, directora del museo, cree que fueron usadas "para quemar incienso o copal. Se trataría de braseros ceremoniales, ya que como urna funeraria, los restos óseos o cenizas depositados en ellos requerirían de algo más cerrado".
Estos braseros, de entre cuarenta y setenta cm de altura, muestran en su parte central personajes parados o sentados sobre un mascarón con rostro de murciélago -que en la cosmogonía maya representa a uno de los dioses del inframundo-, u otros animales sagrados como el jaguar. En ocasiones, el cilindro simula el cuerpo del murciélago (zots, en maya), lo que le confiere a los aditamentos laterales la función de alas. En general estos braseros llevan signos nocturnos tales como Venus, representado con bandas cruzadas y puntos; el símbolo de muerte, semejante a nuestro signo del tanto por ciento (%); y símbolos que identifican a la deidad del jaguar, todos ellos relacionados con el inframundo.
Las piezas fueron modeladas en arcilla color ocre, al pastillaje, y cromadas en azul maya, del cual aún conservan vestigios. Los personajes representados son casi siempre ancianos cuyos brazos se extienden hacia adelante y las palmas de sus manos al frente; los atavíos corresponden a tocados, vestimenta y accesorios propios de altas jerarquías.
Denominada "Urna de Teapa", la Fig. 1 destaca como espectacular ejemplo de las representaciones ceremoniales mayas. El personaje aparece rodedo por símbolos sacros que manifiestan la dignidad de su cargo. La indumentaria es sencilla en contraste con el suntuoso tocado. Las decoradas aletas del cilindro muestran elementos simbólicos dispuestos en orden asimétrico.
De pie y en actitud pacificadora, el personaje de la Fig. 2 está adherido al cilindro. Su gran cabeza muestra vestigios de un tocado con alas; la enorme lengua, que se trifurca semejando una flor de lis, y los rasgos del rostro son de un anciano. La indumentaria, rica en detalles y símbolos, denota el alto rango del personaje. La única aleta tiene un sencillo decorado geométrico y, de la misma forma que los detalles del vestido y los aretes, conserva el colorido en azul maya.
En la Fig. 3, un anciano sacerdote posa en actitud hierática sentado sobre un mascarón del dios zots; los rasgos de aquél y los de la deidad son similares, ambos llevan en la frente el signo de la muerte. El sacerdote viste indumentaria ceremonial: tocado, un collar de cuentas con dos elementos simbólicos que pende sobre el torso desnudo y un delantal con la anotación de los cuatro puntos cardinales que parten de un eje de origen central. Cara y cuerpo aparecen totalmente pintados.
El vestuario sacerdotal de la Fig. 4 incluye un tocado tipo turbante, con adorno de cuentas en la parte superior y remate que se extiende a los lados haciendo las veces de aletas. Aretes de forma singular, gorguera con broche al frente, capa ricamente decorada con plumas, braguero con ceñidor, faldellín con decorado geométrico, muñequeras, tobilleras y adornos sobre las rodillas, complementan su atavío.
En la Fig. 5 se aprecia perfectamente el cilindro por el cual ascendía el incienso sagrado. Aunque la pieza perdió algunas partes, es visible la dualidad que en ella se representa. El cuerpo del personaje está integrado al cilindro, el cual a su vez es un cuerpo con las cuatro extremidades en forma de garra. A cada lado, las aletas muestran un perfil de gran nariz y grandes colmillos. En este caso el personaje porta anteojeras y una insignia del dios solar.
A diferencia de los otros braseros, cuyas aletas son parte integral de la composición, en los dos que muestra la foto del inicio se otorga mayor importancia a la figura. Así, las aletas repiten la forma de los brazos del personaje de la izquierda, cuyo cuerpo es el mismo cilindro. El espectacular tocado, que representa la figura de un búho -animal de la noche-, el collar de plumas y la expresión sonriente son elementos que no aparecen en las otras piezas de esta serie.
En la segunda figura de la misma foto, el tocado, también con forma de búho, hace las veces de aletas. Aquí sólo se representa la cabeza de un personaje sin rasgos faciales y con accesorios muy singulares.