Figura de danzante-músico. No se sabe si proviene de México, Guatemala u Honduras. Fue realizado en el Clásico Tardío (600-900 d.c.)utilizando barro moldeado y pintura roja, negra y azul maya. Mide 22 centímetros de altura y es parte de la colección del museo Gardiner del Arte en Cerámica, Canadá.
Por Shelagh McNally / Fotos por Frank Tancredi, Denver Art Museum y Justin Kerr.
Desde los inicios de la arqueología, el descubrimiento de piezas de cerámica ha ayudado a especialistas a entender a las antiguas civilizaciones. En el Mundo Maya, la interpretación de glifos y escenas plasmadas en piezas de alfarería ha permitido grandes avances en la búsqueda de información sobre los mayas, especialmente en lo que concierne a la clase dirigente y sus costumbres.
Entre septiembre de 1999 y enero de 2000, en el Museo Gardiner del Arte en Cerámica de Toronto (Canadá), tuvo lugar una magna exposición de piezas mayas. La muestra El Universo Maya: Arte Clásico, Patronazgo y Cultura, 250-850 d.C. presentó al público una colección de 141 piezas de cerámica, jade y piedra pertenecientes a la realeza. Algunos de los objetos, provenientes de Belice, Guatemala y México, nunca se habían exhibido.
La joya de la exposición fue el exquisito Vaso de Buenavista. Tal pieza, extraída de una pirámide en Buenavista del Cayo (Belice), se encontraba en la tumba de un joven noble vestido con guantes y botas de piel de jaguar, adornado con más de ocho mil hojas de obsidiana. Fabricada a comienzos del siglo VIII d.C. en la ciudad de Naranjo (Guatemala), a 56 km de Buenavista, se piensa que esta vasija fue una ofrenda funeraria mandada a hacer por un importante personaje.
En el vaso se ve la figura del dios del maíz danzando; la deidad porta una rejilla a la espalda, que es un modelo del Universo maya. Sobre una franja que representa el firmamento se asienta un ave celeste. Debajo hay seres sobrenaturales que simbolizan el "dragón del cielo" y un "jaguar de lirio". Están sobre un witz o montaña sagrada, ascendiendo la cual se alcanza el reino de los dioses. En el texto de los bordes puede leerse que la vasija contenía cacao fresco y que fue hecha para el señor Kak Til (Tapir de Fuego, en maya), el kuhul ahau o "señor divino" y poderoso soberano de Naranjo. Por las circunstancias arqueológicas del descubrimiento y por análisis químicos, se llegó a la conclusión de que, tras haber encargado la vasija, el señor Kak Til la donó al soberano de Buenavista, quizá como ofrenda funeraria para su difunto hijo.
Justin Kerr fotografió muchas de las vasijas mediante una cámara especial para la técnica llamada de "rotación": se hace girar cada vasija al tiempo que la película pasa frente al objetivo a la velocidad de rotación del recipiente. se obtiene una foto continua (en vez de fotos en dos partes y pegadas). Las fotos estuvieron en la exposición, pues se mostraban junto a las vasijas correspondientes.
Un ejemplo del trabajo de Kerr acompañaba a una vasija proveniente de Guatemala. En ella se representa una ofrenda alimenticia a base de chocolate líquido. La bebida se confecciona con semillas tostadas de cacao; éstas van encerradas en mazorcas que crecen directamente del tronco del árbol. La figura arrodillada lleva estas mazorcas en torno al cuello, mientras que una mujer sostiene un recipiente con el chocolate.
Los mayas acostumbraban realizar ofrendas para casi toda ocasión. Por ejemplo, cuando la construcción de un edificio importante llegaba a su fin, era consagrado mediante una ceremonia en la cual se lo dedicaban a los dioses. Tal parece haber sido el origen de una vasija receptáculo proveniente de Guatemala. Fue confeccionada entre el 450 y el 650 d.C. En la parte exterior muestra las imágenes de dos seres sobrenaturales; dentro, probablemente, se acomodaron objetos simbólicos de carácter ritual. La vasija pudo haber sido colocada bajo el piso o debajo de la escalera de un templo o palacio real.
En algunos casos no ha sido posible identificar a ciencia cierta la procedencia de las piezas. Tal es el caso de la figurilla de un danzante hecha en barro. Según puede verse, un señor baila y tañe un tambor de caparazón de tortuga adornado con cascabeles esféricos de bayas. La rejilla que porta al dorso representa al cosmos maya. Los motivos geométricos del atavío del danzante son una muestra de las extraordinarias artes textiles de los antiguos mayas, que sobreviven como ilustraciones en arcilla, pintura y escultura en piedra.
|