ASÍ SE LLAMABAN LOS MAYAS
Los nombres de los antiguos mayas variaban dependiendo de la ubicación geográfica de los pueblos, diseminados en la mayor parte de Guatemala, la porción más occidental de Honduras, el norte de El Salvador, todo Belice y, en México, en los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. Uno de estos pueblos, llamado Grupo Ah Canul, ocupó la parte occidental de la península de Yucatán, y sus miembros tenían hasta cuatro nombres diferentes conforme las distintas etapas de su vida.
Primero llevaban el paal kaba o nombre de pila, equivalente —por castellanizar un ejemplo— al Juan o María. Los padres solían presentar a sus hijos recién nacidos ante un sacerdote, quien hacía el horóscopo del niño y daba a éste el nombre que llevaría durante la infancia. Cuando se trataba de varones, el paal kaba invariablemente comenzaba con el prefijo Ah; para las niñas se utilizaba Ix. A estos prefijos agregaban nombres de mamíferos, reptiles o aves. Con objeto de explicar mejor este proceso, hemos creado dos personajes utilizando un par de nombres mayas reales: Ah Balam (jaguar) e Ix Cuat (serpiente).
A partir de la pubertad, niños y niñas portaban el apellido de su padre. Entonces, si el papá de nuestros personajes se apellidara Chel, éstos cambiarían su nombre por Ah Balam Chel e Ix Cuat Chel, respectivamente. El patronímico era adquirido mediante una ceremonia llamada bautismo. El sacerdote en turno salpicaba con agua de lluvia a un grupo de muchachos y muchachas, luego los invitaba a quemar incienso y maíz molido en un brasero. Terminado el ritual, al brasero se lo trasladaba lejos del pueblo, alejando para siempre los espíritus malignos. Desde ese momento, los jóvenes eran considerados aptos para contraer matrimonio.
Los mayas peninsulares se casaban muy jóvenes, en ocasiones apenas cumplidos doce o trece años. Al contraer nupcias, tanto el hombre como la mujer modificaban por segunda vez su nombre, dando paso al naal kaba. Éste sustituía al anterior y se componía por el prefijo Na más el apellido de la madre, que era seguido por el del padre. Así, si la mamá de Ah Balam Chel o Ix Cuat Chel se apellidaba Chan, los nuevos nombres serían Na Balam Chan Chel y Na Cuat Chan Chel, respectivamente.
Muchos de los Ah Canul tenían un cuarto nombre —que en realidad era un apodo—, algo común en la región. Incluso, a los grandes señores se los conocía mejor por sus sobrenombres que por sus nombres verdaderos. Uno de ellos, Ah Zuitok Tutul Xiu, fundador de Uxmal, importante centro ceremonial en Yucatán, era llamado Hun Uitzil Chaac, “la única montaña de Chaac”, dios de la lluvia. El Códice de Calkiní, uno de los pocos manuscritos indígenas rescatados, menciona estos motes y los define como coco kaba. Entre los seis que se conservan en el manuscrito están, Ah Pach Uitz, “el hombre que vive detrás del cerro”; Ah Tupp Kabal, “el hombre que hace ruido como una explosión”; Ah Na Itzá, “el hombre de la casa de los itzáes”; Ah Kom Tzohom, “algo rojo” y Ah Xochil Ich, “ojo o cara de lechuza”. |