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Enigmas: Copahue, el valle de los misterios
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De: ☼TäRA☼ (Mensaje original) |
Enviado: 26/06/2010 17:21 |
Copahue, el valle de los misterios
Por Carlos Fernandez
En torno al volcán de Copahue se unen toda una amalgama de misterios que van desde las misteriosas luces de sus lagos hasta los animales imposibles, extraños seres y tribus desconocidas. Todo en un marco de belleza natural incomparable.
Mientras los kilómetros fluyen a través del Río Agrio, apenas acertamos a adivinar hacia donde nos conduce la delgada línea de asfalto. Los Riscos Bayos son una mágica puerta a las imponentes murallas de montañas que forman el ¨Cajón del Agrio¨ de espléndida y monumental belleza. Ningún viajero puede resistirse a detener su marcha, y contemplar la magnifica y paciente obra que durante millones de años ha labrado el río entrela tierra rocosa.
Pero la magnitud de aquella imagen, apenas prepara los ojos para mayores y formidables visiones. Y cuando las murallas se convierten en ventanas a campo abierto, lo hacen para extenderse y dar cobijo a uno de los espectáculos más atractivos de la Patagonia: el Caviahue con su lago y su villa de invierno, bajo la sombra del Copahue, el vigilante volcán que domina el valle con sus nevados riscos en aparente calma.
Tímidamente, la mano del hombre apenas deja ver su impronta entre los estrechos senderos, con un puñado de casas y hoteles de aspecto alpino, preparados para un turismo que busca el poder curativo de las aguas termales o disfrutar de los incontables pequeños paisajes que ofrece la montaña.
Sin embargo hay algo más que un reducto turístico casi desconocido, una naturaleza virgen y pródiga que entre sus senderos ascendentes nos lleva hasta la misma cumbre del volcán descubriendo lagos escondidos, soledad ignominiosa e incontable cantidad de recursos naturales. Allí también moran misterios, fuerzas desconocidas que se aglutinan en la atmósfera, que no se reflejan en los anuncios ni los escaparates y que el visitante descubre luego de ahondar en la raíz misma del enigma. El complejo Caviahue-Copahue entrelaza historias de luchas personales y la ineludible relación del hombre con los misterios aun no resueltos de este mundo.
El Valle En tanto las nieves del invierno se mantienen firmes hasta muy entrada la primavera, la temporada estival ha significado desde hace décadas un momento de encuentro.
Para los indigenas era un espacio sagrado tal como expresa su nombre pues ¨Caviahue¨ significa en lengua mapuche ¨lugar de propiciamiento, donde se gira alrededor de un peñasco sagrado. Copahue significa ¨azufe para quemar en los brazos¨ lo que denota los conocimientos que tenían los antiguos pobladores sobre las propiedades curativas de las aguas termales de esta región. Fue recién en 1870 el médico Ortiz Velez consiguió que el Cacique Chenquel le permitiera traer enfermos para tratamiento. Hoy en día, los mapuches arrean su hacienda y se instalan allí durante el verano haciendo coexistir a los antiguos pobladores con el turismo de temporada.
La fama del lugar fue creciendo lentamente y solo recientemente los caminos han permitido un acceso sin dificultades al lugar pues, aunque parezca increíble, en los años 30 las peripecias del terreno se sorteaban con autobuses trepando marcha atrás. Hasta algo más de una década atrás la explotación comercial de las termas del volcán Copahue era todo el atractivo existente impulsado por el termalismo preventivo; y cuando las primeras nieves empezaban a cubrir el suelo se producía una importante migración que dejaba prácticamente despoblada toda la región.
Hoy la perspectiva turística a cambiado sensiblemente. Después de recorrer 17 kilómetros en sensible ascensión por un paisaje lunar, rocoso, carente de vegetación y donde el desierto de montaña forma paisajes y rincones de singular belleza, los vapores surgentes señalan la llegada al complejo termal. Allí se da un singular microclima con aire puro y seco, baja presión atmosférica y gran claridad ambiental en una altitud de 2.000 metros.
Misterios entre las montañas Si bien ahora existe una población permanente que se extiende a medida que el turismo invernal atrae más comercio, las infranqueables nieves del riguroso invierno andino obligaban, tiempo atrás, a que los lugareños abandonaran sus puestos alrededor del valle. De esas épocas los misterios vienen trasuntando la barrera del tiempo pues el lugar propiciatorio, seguramente alentado en la creencia mapuche sobre el poder curativo de sus baños termales, se consideraba sagrado y donde muchos, aún hoy, han sido testigos de extraños fenómenos en las aguas del Caviahue.
Los cuatro elementos: el aire, el agua, la tierra y el fuego, se unen para crear una atmósfera encantada donde la energía del ambiente puede percibirse con todos los sentidos. Y tal como ocurre en los antiguos lugares sagrados, las narraciones de sus pobladores describen hechos que asoman a nuestra realidad desde un aparente mundo mágico conjugando la leyenda y el folklore con testimonios creíbles sobre fenómenos desconocidos.
Las aguas del lago parecen ser el marco predilecto para las manifestaciones de los misterios del Valle del Caviahue. Irma Rivera y su esposo Pancho son dos de los habitantes más antiguos de la villa, y nos relatan sus particulares experiencias en la región.
Hace ahora 15 años, Irma se encontraba en compañía de otras cuatro vecinos, cerca de la Hostería en la zona del puente sobre el Río Agrio que desemboca en el Caviahue. Allí observó una serie de luces pequeñas de múltiples colores que giraban sobre la costa. Así se mantuvieron durante varios minutos, hasta que repentinamente formaron una "especie de tirabuzón" que se desplazó verticalmente hasta perderse en el cielo.
Su marido, también fue testigo de luces extrañas en la zona. Pancho observó luces que "parecían cuadrados flotando cerca del piso", o con "esferas de fuego" de color rojizo que aparecían a mitad de montaña, subían y bajaban durante largo rato. Algunas de esas luces -que parecían focos de linterna- llegaron a colocarse sobre la ventana de un antiguo puesto durante una intensa nevada aparentando el paso de personas que intentaban entrar al puesto.
El lago que canta Felix San Martín, descendiente de uno de los primeros gobernadores de la provincia, fue encomendado a habitar el valle para preservar los recursos de la flora y fauna de la zona, cuando esta fue declarada de interés nacional. Su puesto de observación se había levantado en un lugar conocido como "las Siete Cascadas", muy cerca del actual camino de acceso a la villa. Su mujer, manifestó haber escuchado en algunas ocasiones una extraña música provenir de las aguas del Caviahue.
Buscando el origen del misterioso sonido, a altas horas de la madrugada, pudo ver un impresionante juego de luces multicolores flotando a pocos metros de las serenas aguas, como si una ciudad se hubiese estacionado en el lago. El magnifico fenómeno fue visto una vez más antes de la salida del sol, pero con el advenimiento de los pobladores permanentes las luces "dejaron de aparecer".
Las vivencias se mezclan de forma indeleble con las creencias mágicas, y las aguas del lago parecen una fuente de imágenes increíbles, que desde los inicios de la lucha del hombre por dominar su naturaleza, se expresan de diversas formas. De las profundidades del Caviahue, han sido observados animales que no deberían estar allí, como caballos y toros de apariencia bravía, y hasta gente oscura semejantes a negros africanos que huían de los observadores. Y no podía faltar una entidad femenina asociada a esta agua, bautizada como ¨la sirena¨ que se reitera en las referencias de los pobladores más ancianos del lugar.
El lugar del encuentro La más importante reserva mapuche de la región se encuentra del otro lado de la frontera, en la república de Chile. Desde la reserva Trapa Trapa, hombres y mujeres realizan un difícil viaje a caballo durante cuatro horas para llegar al valle y las termas con el propósito de comerciar sus productos artesanales, tisanas y tejidos. Descienden de los mismos pobladores que antaño dominaban el valle y bajaban a su lago durante el verano para el pastoreo de los rebaños.
Para ellos la frontera no es más que una línea imaginaria, pues toda esa tierra fue su hogar aunque el progreso de la "civilización" prefiera confinarlos a parcelas entre las montañas como si el espíritu mapuche, libre y orgulloso, pudiera comprender la división impuesta por los hombres y sus políticas.
Amandina Manquepi, oriunda de Trapa Trapa, ofrece sus notables trabajos en madera y en lana a los visitantes de las termas del Copahue. Elige un lugar entre los humeantes puentes que cruzan las cálidas aguas burbujeantes saturadas de azufre -que expiden un olor nauseabundo que se pega a las ropas y endurece el cabello- bajo el implacable sol del mediodía. Sus manos cargan la sencilla y esmerada mercancía cuyas ganancias son para asegurar el sustento diario que aún en medio del desierto de montaña su familia necesita. Es una época dura para la gente, en especial para los mapuches, cansados de la explotación y del desinterés de los gobiernos por mantener sus tradiciones. Deben cruzar las altas montañas, con frío extremo o sol agobiante, con esfuerzo y riesgo para obtener un puñadito de dólares.
Pero en su silencio tímido ante el turista, Amandina esconde experiencias que muchos de nosotros pagaríamos por vivir. Ella asegura haber visto a uno de los seres más enigmáticos de toda la cosmogonía indígena sudamericana, el anchimallen, entidad antropomorfa pequeña que se describe como un niño cabezón relacionado con las machis (curandera o médico brujo de una comunidad indígena). Estos extraños seres suelen aparecer -según la tradición- los martes y los viernes, días de magia.
El anchimallén, tal y como hemos escuchado en otras regiones cercanas, a veces es una luz titilante, como una ¨linterna de pilas gastadas¨ que transita las montañas "saltando como un conejo" o mostrando su silueta desnuda ante el azorado observador. Esa luz puede ser amarillenta o a veces.
Leyenda, tradición, o un fenómeno pendiente de resolución, el relato de Amandina Manquepi es contundente al señalar que su último encuentro con la luminosa entidad lo tuvo a principios de este año, demostrando la incómoda contradicción de nuestras valoraciones sobre las creencias del habitante rural. Y suele ser pasmosa la naturalidad del encuentro que se describe, como si fuera una parte más del paisaje, sin atender las líneas divisorias entre lo creíble y lo extraordinario.
De algunas de las mujeres de la misma comunidad recogimos relatos similares, sin que ellas atendieran demasiado nuestro asombro. Y hasta se mostraron sorprendidas, y hasta risueñas, por el interés que un grupo de hombres tenía por aquellos seres enigmáticos tan "alejados de los gringos".
En los infinitos caminos del valle, del Cajón del Agrio y de los puestos que aquí y allá marcan la presencia humana, esas referencias se enriquecen y reiteran. Tal es el caso de Óscar, el mecánico de la villa quien, dice haber tenido un encuentro parecido con el diminuto visitante de la noche.
En el mismo sendero de la magia, las entidades luminosas y las luces reconocidas en mapuche como cherrube transitan la región sin importar las consideraciones humanas sobre su esencia.
La Búsqueda individual Sobre el camino que haciende a las termas se levanta una pequeña cabaña convertida en Casa de Té. El negocio es atendido por Higinio del Monte, radicado definitivamente allí a partir del año 93, fecha en que el gobierno le propuso regentear el camping.
Conocedor de las inmediaciones desde la década de los 70, Higinio se relacionó en su juventud con el Padre Molina, fundador del Museo Patagónico de Río Gallegos, quien se hallaba profusamente ilustrado sobre antropología y paleontología y de quien asimiló además el interés por la historia del sur argentino, en especial por la de Caviahue - Copahue luego de su asentamiento.
Con criterio y paciencia, aprovechando su amplia experiencia, la casa de té se esta convirtiendo en un pequeño museo donde se pueden encontrar desde amonites prehistóricos, restos de ictiosauros hasta puntas de flecha y ornamentos utilizados por las etnias indias más antiguas.
Ese interés le ha servido para localizar recónditos parajes donde se hallan pinturas rupestres preservadas en los farallones de las montañas lejos de las manos predadoras del forastero y a la espera de una infraestructura que garantice la seguridad de dichas obras.
Abierto al interés de la gente, Higinio orienta al viajero sobre las tradiciones mágicas y los lugares de poder que, en herencia de la tradición, condujeron a innumerables generaciones a ofrendar y ceremoniar a las innegables fuerzas que dominan el paisaje.
Las líneas que unen los misterios y la historia del lugar, convergen en los habitantes más antiguos, en los humildes puestos cuyos moradores son capaces de sorprender con sus historias y relatos. Higinio sostiene que las fuerzas que moran allí no se las encuentra fácilmente en otras regiones del mundo por eso el estado de bienestar que sienten los visitantes son cuna perfecta para ventilar el alma de las presiones urbanas y punto indicado para tratar afecciones que las aguas de la tierra viva pueden aliviar.
En la búsqueda de zonas activas dentro del panorama OVNI hemos encontrado puntos de encuentro entre tradiciones y experiencias recientes. Hay una insoslayable relación entre unos y otros que, lejos de justificar la magia, demuestra que la percepción humana es capaz de percibir fuerzas desconocidas bajo diversas formas. Los OVNIs y los seres de leyenda comparten el mismo escenario, producen estímulos semejantes y es imposible establecer una línea divisoria conceptual que explique ambas manifestaciones con causas diferentes. Es posible que de haber una inteligencia tras estos eventos produzca, casual o deliberadamente, una multiplicidad de imágenes que forman la cosmogonía de una sociedad rural. Con todo podría catalogarse a cada visión apenas de ingeniería de la imaginación campesina.
Sin embargo, el 18 de febrero, siendo las 22 horas, por espacio de un minuto algunos de los que allí estabamos pudimos observar una lejana luz blanquecina encenderse a mitad de un cerro, como una estrella de primera magnitud. Por unos instantes pareció elevarse, apenas nos dio tiempo para intentar una fotografía que nada mostró, pero allí estaba, tal cual don Pancho Rivera la había descripto.
Unos momentos de certificación que nos impregnó el sinsabor de la brevedad, pero se dejó ver mostrando la fragilidad entre esas líneas sobre las que el hombre divide las experiencias ajenas y las cataloga.
El volcán duerme con sueño liviano, esbozando cada tanto un tronar estremecedor que alerta al hombre sobre las incontrolables fuerzas que viven en su interior. Su ultimo síntoma de vitalidad se vio en el año 95, época de notables acontecimientos OVNI en todo el sur patagónico.
Algunos sostienen que las energías resultantes de la actividad telúrica son generadoras de raros efectos atmosféricos y perceptivos, sin embargo es lícito preguntarse si cualquier otra "fuerza exterior" se aproveche de esas potentes cargas para un propósito desconocido.
Como esta todo por hacer y descubrir hacen falta espíritus inquietos que se aventuren sobre los enigmas de nuestro tiempo acercándose a lugares como éste donde la tierra y el aire, el fuego y el agua, agudizan los sentidos y proponen perspectivas diferentes sobre lo que creemos establecido. El esplendor del valle y su misterio tiene las puertas abiertas a los exploradores. En la voluntad del viajero suele estar el tipo de camino que se ha de seguir. |
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