NESSIE Y OTROS MOSTRUOS LACUSTRES
El mundo cuenta cada vez con menos regiones inexploradas, regiones hostiles o inaccesibles: selvas, cordilleras, islas remotas o fondos de mares y lagos. Pero en esos lugares todavía es posible encontrar criaturas desconocidas. Aunque los escépticos descartan en principio las historias locales, el folklore y las leyendas que suelen rodear a estas criaturas, éstas sólo pueden ser consideradas verdaderas o falsas después de cuidadosas investigaciones y documentación. En algunos casos esto se ha realizado con éxito y los "monstruos" han sido identificados como genuinas criaturas vivientes: un monstruoso "antílope con cabeza de jirafa y grupa de cebra" resultó ser el okapi.
Situado en el Gran Glen, el lago Ness tiene una profundidad máxima de 300 metros, y 35 kilómetros de longitud. Debido a los depósitos de turba, en el agua la visibilidad es muy deficiente. Los lagos escoceses están, en cuanto a su origen, emparentados con los fiordos de Escandinavia e Irlanda. Los glaciares excavaron los valles ya existentes, incluyendo la falla del Gran Glen, hasta hace unos 10 000 años, cuando el hielo se retiró por última vez. Durante algún tiempo, algunos de los lagos estuvieron comunicados con el mar, cuyo nivel se había elevado debido al hielo que se había fundido. Después, al desaparecer el peso del hielo, la superficie del lago Ness quedó a unos 16 metros por encima del nivel del mar.
La conexión entre estas aguas y el mar sugiere recordar algunas historias de "monstruos marinos" paralelas: desde que la proa de las naves vikingas llevaba el Dragón del Mar como mascarón, el folklore escandinavo y céltico ha estado lleno de referencias a una criatura de cuello largo con una giba en el lomo. El obispo de Bergen, Erik Pontoppidan, en su Historia Natural de Noruega (1752), hacía referencia al gran kraken, tema de mitologías e historias de pescadores; otra de las criaturas "míticas" era el Sor-Orm, criatura parecida a una serpiente pero con ondulaciones verticales.
En Escandinavia muchos lagos tienen una tradición de criaturas que aparecen ocasionalmente en la superficie; entre ellos figuran el lago Suldal y el lago Storsjo, donde todavía se pueden ver dispositivos hechos en el siglo XIX para cazar al "animal". Existen tradiciones similares en el lago Okanagan de América del Norte, en el Lagerflot de Islandia y en los lagos de Connemara en Irlanda, que están habitados por el pooka, kelpie o each uisge, "caballo de agua" en gaélico.
El kelpie y el caballo de agua aparecen en el folklore de los Highlands escoceses. Es curioso que el primer testimonio escrito sobre un monstruo acuático en el río Ness relata un incidente acaecido en el año 565, que aparece en la Vida de Santa Columba de san Adamán. Ese tipo de aparición era considerado -y en alguna medida sigue siendo así-; como de mal agüero, e inspiraba reticencia.
Siempre hubo informes sobre el lago Ness. Personas que viven allí recuerdan que en su infancia se les decía que no se bañaran en el lago, por temor al kelpie. Pero en realidad, el lago comenzó a llamar la atención después de 1933; ese año se construyó un camino en la ladera norte y se cortaron árboles y matorrales para obtener una vista mejor. Aumentaron los visitantes, y también las "observaciones" del "monstruo". La primera que obtuvo amplia publicidad tuvo lugar el 14 de abril de 1933 y apareció en el Inverness Courier: según los testigos, el señor y la señora Mackay, la criatura, parecida a una ballena, se exhibió durante un minuto entero. Esta observación fue seguida de otras.., y pronto el lago Ness causó sensación en todo el mundo.
A esas alturas, la biología, la paleontología y la zoología ya estaban lo bastante maduras como para plantearse sistemáticamente la naturaleza de la criatura. Para ello había que contestar a muchas preguntas: por ejemplo, ¿cuándo llegó allí? ¿Cómo sobrevive? Y, lo que es más importante, ¿qué es?
No se puede decir que el lago Ness sea un cul-de-sac de la evolución, ya que cualquier animal que viva en el lago tiene que haber llegado allí después de la retirada del hielo, hace 10 000 años, procedente de otra zona de agua dulce o del mar. Todas las especies de gran tamaño que viven actualmente en el lago pueden migrar por el río. Los peces son, sobre todo, salmónidos -salmones, trucha de mar, trucha de río y umbra- y anguilas que pasan la mayor parte de su vida adulta en agua dulce. La explicación más probable de la presencia de una especie desconocida es que llegó también desde el mar por el río Ness.
Como hábitat, el lago se caracteriza no sólo por su gran tamaño sino por su estabilidad. La mayor parte del agua que contiene no altera su temperatura en más de medio grado por encima o por debajo de los 5,5 °C. Las fuentes potenciales de alimento dentro del lago son las plantas, el plancton, el detritus (materia orgánica acumulada en el fondo) y los peces. Las aguas oscuras y turbias, la acentuada inclinación de las laderas y el corto verano restringen el crecimiento de las plantas con raíces, que se hallan, en su mayor parte, en los primeros tres metros de agua. Todos los animales herbívoros requieren un volumen muy considerable de comida para sobrevivir; la escasez de vegetación acuática en el lago descarta estas especies.
Algunos de los animales más grandes del mundo se alimentan con plancton, por ejemplo el mayor de los mamíferos, la ballena azul; podría ser que el monstruo también comiera plancton. Pero, en general, los lagos escoceses se caracterizan por una relativa esterilidad. Los animales que se alimentan con plancton presentan adaptaciones físicas para capturar y extraer el plancton del agua, así como bocas grandes, para engullir la mayor cantidad de agua posible, cosa que, según las observaciones, no es el caso de nuestro animal.
En general, los depósitos de detritus del lago Ness no son ricos en material orgánico; las muestras que se han tomado indican que la materia orgánica representa sólo un 15 a 30 % del total. Sin duda, la fuente de alimento más lógica para un animal de gran tamaño son los salmónidos migratorios (salmón y trucha de mar). Efectivamente, algunos aspectos de la conducta del monstruo apoyan la teoría de que se trata de un predador de peces. Las observaciones se hacen con más frecuencia en la desembocadura de los ríos crecidos, cuando los salmones los remontan para desovar; se ha advertido también alguna aceleración súbita de los movimientos del monstruo, que podría muy bien coincidir con la captura de un pez.
Una objeción a la existencia del monstruo ha sido siempre la ausencia de restos flotantes en la orilla. Hay pocos informes acerca de osamentas extrañas encontradas en los lagos escoceses, y ninguno de ellos es reciente. Los lagos Ness y Morar son profundos y fríos; el agua fría demora la descomposición, y da tiempo a las anguilas para dar cuenta de los restos. Esto puede explicar la reputación que tiene el lago Ness de "no devolver a los muertos".
La presencia de un predador marino de peces adaptado al lago no es, en sí misma, muy notable. Lo realmente notable es que todavía se desconozca su naturaleza. Existen varias teorías al respecto. El invertebrado más grande que se conoce es el pulpo gigante, animal "mítico" hasta hace poco. Muy pocas de las observaciones del lago Ness podrían aplicársele. Por otra parte, si no fuera porque hasta hace poco el lago Ness era un brazo de mar, podría suponerse que se trata de un anfibio; pero el problema es que no hay -y la paleontología indica que nunca hubo- anfibios marinos.
Ciertamente, la teoría más popular afirma que el monstruo es un reptil. Sin embargo, las objeciones biológicas son importantes. La temperatura del lago parece demasiado baja para que un reptil mantenga su actividad. Además, tendría que salir a respirar a la superficie y desplazarse a la orilla a poner sus huevos. El reptil que más se adapta a las "descripciones" es el plesiosaurio. Con el precedente del celacanto, ausente de los registros fósiles durante 70 millones de años y hallado con vida y en buen estado en el Océano Indico en 1938, el mero hecho de que el plesiosaurio haya estado "extinguido" durante un período similar no detiene a sus defensores.
No obstante, desde el punto de vista del entorno, un mamífero de la familia de las focas sería más probable. Pero las focas procrean en tierra, Y la necesidad de respirar frecuentemente -y por tanto, de salir a la superficie- no les permitiría resultar tan esquivas. La solución menos improbable sería un pez, cosa que explicaría, por cierto, las escasas apariciones en la superficie y también tomaría en cuenta la reproducción. Podría tratarse de una enorme anguila de especie conocida o desconocida. Algunos datos del sonar indican que el contacto se eleva y vuelve al fondo, cosa que es coherente con el comportamiento de la anguila y del bagre europeo.
La forma romboidal de la aleta que aparecía en una foto del doctor Robert Rines le llevó a sugerir el nombre científico Nessiteras Rhombopteryx para el animal. Se ha señalado que la forma de la aleta la hace poco eficiente para la propulsión acuática: probablemente el elemento de propulsión fundamental sería la cola, y las aletas funcionarían como timones, o quizá como frenos. Esto apoya la hipótesis del pez: de hecho, lo más parecido a la aleta de la foto es la de un dipnoo australiano que funciona como una pata para arrastrarse por el fondo. Sin embargo, pese a todos los esfuerzos, no disponemos todavía de información suficiente para sugerir con seguridad un grupo animal.
Los lagos de América del Norte, tanto en Estados Unidos como en Canadá, han generado más informes sobre monstruos que cualquier otro continente: se cree que más de 90 lagos y ríos están habitados por "objetos nadadores no identificados". Pocos de esos informes vienen respaldados por algo concreto, como fotografías o filmaciones. La mayoría carecen de explicación y constituyen uno de los misterios zoológicos modernos más curiosos. Si son tantas las criaturas que viven en estos lagos, ¿qué son, y cómo se las arreglan para pasar tan desapercibidas?.
Ya los primitivos habitantes del continente, los amerindios, contaban muchas leyendas relativas a grandes monstruos acuáticos. Como todas las tradiciones folklóricas bien puede ser que oculten algo muy real.
Los indios mic-mac de la zona de Nueva Escocia creían en una "serpiente fabulosa", parecida a la que describían los algonquinos, más hacia el oeste. Los iroqueses, que vivían al norte del estado de Nueva York, tenían un monstruo al que llamaban Onijore. En Indiana, los potawatomi creían en el existencia de un monstruo en el lago Manitú, en el río Wabash; a principios del siglo XIX se opusieron a que se edificara un aserradero que podría perturbar a la criatura.
Estas tribus indias se agrupaban alrededor de la zona de los Grandes Lagos. Más al oeste, en los estados de las Montañas Rocosas, corrían otras leyendas. Los shawnee contaban la historia de un gran reptil que era muerto por un mago con la ayuda de una jovencita, como en la leyenda de San Jorge y el dragón. Los indios kalapuya del río Willamette, en Oregon, creían en un monstruo llamado Aturki que vivía en los lagos, ríos y lagunas de esa región. Un antropólogo observó que "quienes lo vieron decían que se parecía a una foca o a una nutria de mar." ¿Eran simples mitos? ¿O descripciones de animales extraordinarios pero reales?
Los primeros informes independientes de las leyendas provienen de las primeras décadas del siglo XIX. Suele decirse que el primer informe acerca de un monstruo lacustre norteamericano se debe al gran explorador francés del Canadá Samuel de Champlain, quien en 1609 descubrió el lago que actualmente lleva su nombre en Vermont. Pero no es así; este "informe" puede ser atribuido con seguridad al error de un periodista. Champlain si mencionó un terrible monstruo marino, pero se suponía que frecuentaba la costa marina del estuario del río San Lorenzo, que está mucho más al noreste.
Uno de los pioneros de la investigación sobre serpientes marinas, Constantin Samuel Rafinesque, citó una tradición acerca de "una gran serpiente marina" que vivía en un lago próximo a Filadelfia. Pero también reunió informes sobre nuevas observaciones: El 3 de julio de 1817 uno fue visto en el lago Erie, a 5 km de tierra, por la tripulación de una goleta; media 10 o 12 m de longitud y 30 cm de diámetro; su color era como de caoba oscura, casi negro. Este relato es muy imperfecto y ni siquiera dice si tenía escamas; por lo tanto es dudoso si era una serpiente o un pez. Yo me inclino a creer que era un pez.
En 1819 el animal fue visto nuevamente "y descrito como de color cobrizo, con ojos brillantes y de 18 m de largo". Los disparos que se hicieron contra él no parecieron surtir efecto, ya fuera porque estaba protegido por escamas o porque la puntería era deficiente.
Por esa época se hablaba mucho de la serpiente marina de Nueva Inglaterra. Un informe acerca de un monstruo en el lago Ontario(comunicado con el Erie) hasta fue publicado en una revista científica alemana, en 1835.
Monstruos en el limbo
Pronto, los monstruos lacustres fueron a reunirse con las serpientes de mar en ese limbo al que las revistas "respetables" suelen enviarlos en la actualidad. Nadie volvería a tomarlos en serio durante mucho tiempo.
En 1855 el lago Silver, en el estado de Nueva York, fue escenario de un acontecimiento sensacional: una "serpiente de mar" fue avistada en el lago. Se produjeron numerosos informes sobre observaciones y la prensa local explotó la historia. Durante los dos años siguientes no hubo más observaciones; después, estalló un incendio en un hotel local y en el desván los bomberos voluntarios descubrieron los restos de la "serpiente marina". Era un muñeco que se mantenía a flote con aire comprimido; el dueño del hotel lo había fabricado para animar el negocio. Al principio, la gente de la zona se enfadó, pero terminaron perdonando al autor de la superchería. En la actualidad, la ciudad de Perry celebra periódicamente un festival de serpientes de mar para conmemorar el engaño.
Los periodistas norteamericanos fueron responsables, con frecuencia, de la creación de este tipo de historias. En los años 1830, por ejemplo, se publicó una serie de informes sobre los lagos de Indiana, en el Medio Oeste. Por supuesto, existían ya leyendas indias anteriores. Pero después llegó la noticia, publicada por el periódico de Logansport, de que también los colonos blancos veían monstruos. Estas noticias fueron investigadas un siglo después por un profesor de historia de la Universidad de Indiana, Donald Smalley, quien descubrió que bien pudo tratarse de una broma periodística. En cuanto los últimos indios hubieron sido trasladados fuera del estado, no se habló más del tema.
También en Canadá, en zonas que entonces eran fronterizas, surgieron muchos informes sobre monstruos. El más espectacular llegó del lago Utopía, Nueva Brunswick, en 1867. Los leñadores que trabajaban en un aserradero del lago se sorprendieron al ver un objeto que chapoteaba en el agua. La noticia de que se trataba de un animal grande causó gran excitación. En 1872 apareció un artículo sobre el monstruo en la revista Canadian Illustrated News, con una asombrosa xilografía de la criatura deslizándose por el agua, persiguiendo a dos hombres en una canoa. Su cabeza era grande como un barril y "chasqueaba sus sanguinolentas mandíbulas de una forma espantosa". Se dijo que el monstruo solía aparecer poco después del deshielo, lo que hizo que muchas personas visitaran el lago, en marzo de cada año, con la esperanza de verlo.
Un testigo de principios de los años 50, fue la señora McKillop. Estando sola, vio un día a una enorme forma negra que agitaba las aguas y se desplazaba hacia adelante y hacia atrás a gran velocidad.
Para algunos hombres de ciencia, esa agitación de las aguas constituye una pista para averiguar la naturaleza de algunos "monstruos". En Noruega muchos de los informes provenían de lagos de montaña, en cuyas orillas había aserraderos. En una famosa ocasión uno de esos "monstruos" fue investigado por la policía cuando salió a la superficie en medio de aguas agitadas. Resultó ser una gran masa de serrín y otras basuras vegetales que había llegado a la superficie a causa de los gases que creaba su propia fermentación.
Los monstruos del lago Utopía, ¿serían masas de vegetación podrida? Pero, si fuera así, ¿qué era lo que perseguía a los indios? ¿Y los informes provenientes de otros lagos? ¿Y las descripciones de criaturas de cuello largo? Las teorías de este tipo deben ser consideradas dentro del contexto más amplio de los informes provenientes de toda Norteamérica, y especialmente de las Montañas Rocosas y de la región de los Grandes Lagos. No existe ninguna explicación sencilla que se adapte a todas las observaciones.
Los informes acerca de los monstruos de los lagos norteamericanos presentan algunos rasgos curiosos. Casi todos se originan en lagos de montaña, o en ríos y lagos que se comunican directamente con ellos (este es el caso de los Grandes Lagos).
Una excepción, aparentemente, fue la serie de informes acerca de un monstruo en el lago Alkali (actualmente lago Walgen), que se encuentra en las praderas de Nebraska. La primera observación de la que hay noticia ocurrió en el verano de 1921, cuando un granjero vio una criatura que arrojaba agua a una altura que oscilaba entre los 4,5 y los 6 m de altura. Siguieron otros informes. En una de las oportunidades se dice que cinco testigos vieron a una criatura pardusca"que tenía la forma de un pez grande". No le vieron la cabeza ni la cola, pero lo que vieron sobresalía unos 50 cm del agua y tenía entre 3,5 y 4,5 m de largo. Estimaron que su longitud total debía ser de más de 6 m.
Desgraciadamente, todo esto se supo a través de un periodista, John G. Maher. Era el corresponsal local del New York Herald y, como él mismo confesó después, no le costaba ningún esfuerzo fabricar noticias cuando éstas escaseaban. Con todo, sus imaginativos relatos acerca del monstruo del lago Alkali suscitaron tal interés que escapó a su control. Una asociación de comerciantes de la zona intentó organizar una expedición para capturar al monstruo, pero no se les concedió autorización para navegar por el lago. Maher mencionó supuestas observaciones del monstruo en años anteriores, pero no observó que, en 1889, el lago se había secado completamente sin revelar rastros de monstruo alguno.
La mayor parte de las observaciones de los numerosos lagos americanos son informes aislados, a menudo del siglo XIX. Pero existen unos pocos lagos con una historia larga e ininterrumpida de observaciones que llegan hasta el presente. Incluso después de descartar las invenciones periodísticas, la acumulación de pruebas, -por muy dispersas y variadas que sean- resulta impresionante y convincente en su conjunto.
El distrito de los lagos de Wisconsin cuenta con una larga historia de informes. Se han producido observaciones en los cuatro lagos que rodean Madison, en Waubeau, Red Cedar, Pewaukee y en los lagos de Elkhart. Aunque algunas de las observaciones han tenido lugar en tiempos recientes, resulta difícil deslindar en qué medida se puede creer en ellas, ya que no han sido investigadas.
Mayor interés presentan los informes sobre grandes animales acuáticos en los estados montañosos. Los rumores acerca de monstruos lacustres en las Montañas Rocosas eran tan corrientes en el siglo XIX que inspiraron obras de ciencia-ficción sensacionalista, como The monster of lake La Metrie (El monstruo del lago La Metrie), publicada en 1899. La historia termina cuando un destacamento de caballería de los Estados Unidos destruye a cañonazos un plesiosauro prehistórico en un remoto lago de las montañas.
Esta historia inverosímil podría haber estado basada en hechos reales, ya que mucha gente vio algo muy parecido a un plesiosauro en varios lagos. En Utah esas observaciones comenzaron cuando los mormones se establecieron allí, aunque en esa región habían existido leyendas indias anteriores acerca de criaturas acuáticas. Las noticias de finales del siglo XIX se refieren al lago Utah y, especialmente, al lago Bear.
En 1871 se dijo que un joven monstruo había sido capturado en Fish Haven, en el lago Bear: "una criatura de unos 6 metros de longitud que se desplazaba en el agua por acción de las patas y de la cola." Noticias anteriores hablaban de un cuello de 1 metro, aletas, pelaje marrón parecido al de las nutrias y una cabeza que sugería "una morsa sin colmillos". Los indios shoshone habían dicho que esos animales solían salir del lago.
Estos extraordinarios relatos se desvanecieron después de los años 1880. En los años 30 llegaron informes del lago Payette, estimulados quizá por la publicidad de que era objeto entonces el Loch Ness. Pero en el verano de 1941 se produjo un súbito torrente de informes. John McKay vio un animal grande con un "cuerpo largo y oscuro" dotado de jorobas. Pocos meses después fueron vistos una cabeza como un periscopio y un cuello. Estos informes no recibieron publicidad. Después un hombre de negocios local describió a la prensa su observación de un "cocodrilo de nariz chata" de 15 m de longitud. En la actualidad todavía hay quien ve a esta criatura, que recibió el apodo de "Slimy Slim". en junio de 1977, dos personas que pescaban en una barca en Cougar Bay observaron lo que parecía la estela de un barco... pero no había pasado ningún barco en los 10 minutos anteriores. Después avistaron un objeto negro, con tres jorobas, de unos 9 m de largo, que se desplazaba velozmente.
Gary S. Mangiacopra, que ha investigado estos informes, sugiere que el monstruo podría ser una especie de foca gigantesca. Pero esta sugerencia no explica la presencia de las jorobas, elemento frecuentemente citado.
Informes acerca de criaturas parecidas a cocodrilos han llegado del lago Folsom, en California, de los lagos de los Alpes de Trinidad en el mismo estado, y de muchos otros sitios de los estados occidentales. Sin duda el lago Flathead, en Montana, es el más interesante. En 1885 el capitán de un buque de vapor, el US. Grant, vio lo que le pareció otro barco que se dirigía hacia él y después comprendió que se trataba de un gran animal parecido a una ballena. Uno de sus pasajeros disparó sobre él, y la cosa se hundió y desapareció. En 1919, los pasajeros de otro barco, el City of Polson, creyeron ver un tronco que flotaba en el camino del barco; después comprendieron que era un animal que nadaba alejándose del buque.
Durante las décadas siguientes hubo numerosos informes, muchos de los cuales fueron publicados por el director del Flathead Courier, Paul Fugleberg. Su entusiasmo mantuvo vivo el tema durante mucho tiempo. Sostenía la teoría de que el monstruo podía ser un esturión gigante. Esto parece improbable, ya que no hay pruebas de que estos peces se hayan criado nunca en ese lago. Sólo una vez se pescó un esturión en el lago, y bien pudo haber sido un truco publicitario. |