Camino Peláez de Lucas
Editado por MECD
La repentina muerte de Mumtaz Mahal al darle su decimocuarto hijo, la perla del Palacio, la favorita del rey Shah Jahan, lo dejo sumido en la más pura desolación. En su memoria construyó el mausoleo de Taj Mahal, con el que quiso ofrecerle el palacio y la corona que no tuvo en vida. Veintidos años de constucción, pero incluso en sus últimos años, prisionero en el Fuerte Rojo desde donde contemplaba el Taj Mahal, no fueron suficientes para el olvido.
El río Yamuna, llega a Agra en dirección Norte-Sur, pero en la ciudad describe una curva dirigiéndose hacia el este; y es en este tramo, y cuando ya va a abandonar la ciudad, donde sus aguas reflejan la gran belleza del monumento que se eleva en su orilla derecha: el Taj Mahal, mausoleo al amor, construido por el emperador Shah Jahan (Emperador del Mundo) para su esposa, la emperatriz Aryumand Banu Begam, más conocida como Mumtaz-i Mahal.
Según algunas fuentes Mumtaz-i Mahal significa Perla del Palacio, según otras Elegida del Palacio. El nombre del mausoleo, Taj Mahal, a veces es considerado como una abreviatura del propio nombre de la emperatriz, pero también significa Corona del Palacio ya que, aunque se trata de una tumba, el emperador quiso ofrecerle a su esposa un palacio y una corona.
Mumtaz-i Mahal se casó con Shah Jahan en 1612. Era nieta de Itimad-ud-daulah, ministro principal del emperador Jahangir, y también sobrina de la esposa de este, Nur Jahan. No fue la primera esposa del príncipe Shah Jahan, pero fue su favorita. En 1631, unos años después de la ascensión de este al trono, y cuando le acompañaba en su campaña en el Decán, murió al dar a luz a su decimocuarto hijo.
La construcción del Taj Mahal se inició después de la muerte de la emperatriz y duró veintidós años; intervinieron unos veinte mil trabajadores. El mármol, principal material de construcción, fue transportado en elefantes desde el Rajasthan; otros materiales llegaron de otras partes de la India, e incluso de otros países.
Una Bella Historia de Amor
El príncipe Kurram había sido educado como príncipe y como místico. Despojado de los intereses mundanos, aprendió gramática, lógica, matemáticas, astronomía y geología. Dominaba el árabe (la lengua del Corán) y el persa (la lengua de la Corte). Un buen día el príncipe se hizo un joven y el joven se enamoró. En un bazar alegre y colorido, sus ojos se encontraron con los de la princesa Arjumand, de sólo 15 años, hija del Primer Ministro de la Corte.
El príncipe, impresionado por su belleza, preguntó el precio del collar de cristal que ella se estaba probando. Le respondieron que no era de cristal sino de diamantes y que valía 10.000 rupias. El príncipe pagó sin dudarlo y así conquistó de inmediato el corazón de la princesa. Pero los novios tuvieron que esperar cinco años para casarse, tiempo durante el cual no pudieron verse ni una vez... Finalmente la boda tuvo lugar en el año 1612, con una ceremonia espectacular, en la que el Emperador nombró a Arjumand Mumtaz Mahal, La Elegida del Palacio y que quedaría inmortalizado en el Taj Mahal.
El príncipe fue coronado unos años después y al coronarse tomó el nombre de Shah Jahan, Rey del Mundo y gobernó en paz. Pero cuatro años después de coronarse, sufrió la peor tragedia de su vida. Su amada y fiel esposa, Mumtaz Mahal, no resistió el parto de un nuevo hijo. En su lecho de muerte, la reina le pidió a su rey que construyera en su memoria un monumento sin igual en el mundo...
No se sabe quién fue exactamente el arquitecto del Taj Mahal. Se menciona el nombre de Ustad Isa, pero si este personaje existió o no, es pura conjetura. Lo cierto es que en Agra se reunieron las mayores riquezas del mundo: el mármol fino y blanco de sus paredes se trajo de las canteras de Jodhpur, jade y cristal de la China, turquesas del Tibet, lapislázuli de Afganistán, crisolita de Egipto, ágata del Yemen, záfiros de Ceylán, amatistas de Persia, coral de Arabia, malaquita de Rusia, cuarzo de los Himalayas, diamantes de Golconda y ámbar del océano Indico. En una curva del río Yamuna se construyó el increíble mausoleo.
El Taj Mahal está emplazado en un jardín simétrico, típicamente musulmán, dividido en cuadrados iguales, cruzado por un canal flanqueado por dos filas de cipreses donde se refleja su imagen más imponente. El mausoleo, por dentro, deslumbra menos que por fuera. Igual tiene razones para impresionar: en penumbra, la cámara mortuoria está rodeada de finas paredes de mármol incrustadas con piedras preciosas que filtran la luz natural, traduciendo su belleza en mil colores. La sonoridad del interior, amplio y elevado, es triste y misteriosa, como un eco que suena y resuena, y nunca se detiene.
El hijo del Shah Jahan rompió con la simetría, por venganza, por envidia o por amor, al enterrar a su padre al lado de Mumtaz Mahal. Ella está representada por una pequeña loza, y el Rey, por un tintero, símbolo de la mujer como un papel en blanco en la que escribe su marido. El Shah Jahan vivió sus últimos años prisionero en el Fuerte Rojo, desde donde contemplaba el Taj Mahal a través de su ventana. En su lecho de muerte, a los 74 años, pidió que se le colocara un espejo para ver la tumba de su esposa. Se dice que cuando murió, miraba el Taj Mahal...
El Taj Mahal
No se trata de un solo edificio, sino de todo un complejo de grandes dimensiones. Rodeando al recinto hay una alta muralla de arenisca roja, rodeada a su vez de jardines, con una monumental puerta de entrada en el sur; por ella se accede a un inmenso patio de 300 m de ancho con un estanque de mármol en el centro y numerosos jardines y fuentes; el mausoleo propiamente dicho, construcción a la que habitualmente se hace referencia con la denominación de Taj Mahal, flanqueado por dos edificios simétricos, se halla justamente al otro lado del patio, en el norte, siendo el río el telón de fondo de todo el conjunto; también hay otras edificaciones de menos importancia.
En la puerta de entrada hay un gran arco; a ambos lados y también en su interior, hay otros arcos mas pequeños dispuestos en dos pisos; la piedra roja se combina con mármol blanco incrustado de piedras semipreciosas que dibujan motivos florales e inscripciones en grafía árabe. A ambos lados de los arcos laterales y tanto en la fachada exterior como en la interior, que tiene la misma estructura, hay unas torres que culminan en chattris (kioscos con cúpula); y sobre el gran arco central hay una especie de galería sobre la que se disponen once pequeñas cúpulas, tanto en la parte exterior como en la interior; en total 22 pequeñas cúpulas que simbolizan los 22 años que duró la construcción del Taj Mahal.
Por fin se llega al inmenso patio surcado de jardines y fuentes que rodea al Taj Mahal; desde la oscuridad del arco de la entrada se ve, justo en frente, el grandioso monumento blanco. En la parte interior de la muralla que rodea al recinto hay soportales con arcos lobulados desde los que también hay una hermosa vista.
El Taj Mahal es una maravilla de formas y proporciones; está situado sobre una plataforma de mármol a la que se accede descalzo o con los zapatos cubiertos por unas babuchas que allí proporcionan. Se trata de un edificio cuadrado con las esquinas truncadas por lo que adquiere forma octogonal irregular;. En cada una de las cuatro fachadas, unos arcos ordenados en dos pisos flanquean un alto arco central cuyo reborde se levanta más alto que el resto de la fachada. El chaflán correspondiente a cada esquina tiene la misma anchura y estructura que las partes laterales de las fachadas principales, de forma que entre cada gran arco y el siguiente hay tres lados iguales que dan la vuelta a la esquina armoniosamente.
Sobre el edificio hay una gran cúpula en el centro que es la Corona del palacio, Taj Mahal. Rodeando a esta hay cuatro chattris de cúpulas mas pequeñas; y en los extremos de la plataforma se alzan cuatro minaretes culminados en cúpulas mas pequeñas aún, construidos con cierta inclinación hacia afuera para que, en caso de derrumbamiento, no caigan sobre el edificio principal. Pináculos metálicos rematan todas las cúpulas.
A ambos lados de este conjunto se hallan dos edificios idénticos: al oeste una mezquita de tres cúpulas construida en arenisca roja y mármol blanco, al este el llamado eco de la mezquita que no se usa para el culto por estar orientado en dirección errónea y cuya finalidad es mantener la simetría.
En el interior del mausoleo hay una sala octogonal central, con cuatro salas octogonales más pequeñas alrededor. Los cenotafios se hallan en el centro de la cámara principal y están rodeados por una celosía octogonal de mármol labrado con incrustaciones en sus partes macizas; el del emperador a un lado, el de su esposa en el centro, ya que tan inmenso edificio, en principio, fue construido solo para ella. Pero no es aquí donde reposan sus restos, los sarcófagos verdaderos están, según se dice, en una cámara subterránea inmediatamente debajo. Las paredes del interior están también decoradas con incrustaciones. La escala de los motivos es muy variable, y estos se disponen, tanto en el exterior como en el interior, con exquisito gusto y moderación, ya que ninguna parte del edificio resulta recargada por los decorados, y hay muchas superficies en las que el mármol es liso.
Se dice que el emperador Shah Jahan quería construir su propio mausoleo en mármol negro, a imagen y semejanza del de su esposa, al otro lado del río Yamuna, y unir después ambos mediante un puente de oro. Hoy, al otro lado del río, frente al Taj Mahal, queda un resto, en piedra roja, de lo que se dice que fue el inicio de la construcción del edificio gemelo del Taj Mahal. No llegó a construirse ya que Aurangzeb, tercer hijo de Shah Jahan, después de vencer a sus hermanos y hacerse con el poder, encarceló a su propio padre en la fortaleza roja de Agra. Shah Jahan murió en prisión, después de largos años de enfermedad, contemplando desde sus alojamientos en el Fuerte Rojo el Taj Mahal, su gran obra, monumento a su amada y refugio para el descanso eterno de ambos.
El Taj Mahal tiene algo de mágico, propiedad que le confiere el mármol del que está formado; cambia de color según la luz que recibe: blanco brillante cuando hace sol, destacando en el inmenso cielo azul, se vuastá nublado y trata de confundirse con el cielo. Aunque es de todos conocido, cuando se observa allí, directamente, resulta nuevo, original, único, perfecto; siempre sorprende al visitante que no se cansa de mirarlo. Si lo único que se pudiera hacer en la India fuese ver el Taj Mahal merecería la pena el viaje a aquel país tan lejano. Pero también es verdad que en la India hay mucho mas que el Taj Mahal, y también merecería la pena el viaje para ver todo lo demás: monumentos, pueblos y ciudades, gentes, paisajes.