Viajemos al corazón de las selvas africanas, al lugar donde existen los tigres y los leones, donde los elefantes son los reyes de la selva, y la huella de hombre no ha profanado la naturaleza, donde los aborígenes comen a la luz de las hogueras y duermen en chozas o en el copa de los árboles.
Pero, ¿qué pueden las lanzas contra un tigre o un león? Por cada animal muerto mueren tres hombres; la tribu no puede arriesgar a su gente; el elefante cae en trampas mas fácilmente, pero no tiene caso matar a un animal con la piel tan dura y difícil de comer, y las cebras veloces son imposibles de atrapar.
Pero está el pequeño demonio, lo que los hombres blancos llamamos monitos, chimpancés, o changos.
Animales pequeños de carne suave y que no pueden pelear contra el hombre, pero demasiado rápidos para ser capturados.
Entonces el hombre crea una trampa, hace hoyos en una calabaza o sandía, creando en la fruta huecos como los que vemos en una calabaza de halloween, con triángulos en los ojos. Dentro de la calabaza, el hombre deja cacahuetes, fresas y nueces, y se va.
En la noche llega el monito, mete su pequeña mano y toma los cacahuetes, y oh sorpresa, cuando trata de sacar la mano, la mano llena no puede salir. Y el monito no piensa siquiera en soltar los cacahuetes, y queda ahí, aprisionado, cuando realmente esta libre. La calabaza es demasiado pesada para arrastrarla o romperla, y el monito que no puede soltarse, trata de hacer fuerza metiendo la otra mano en otro triángulo, agarrando mas cacahuetes.
En la mañana, un solo hombre puede matar a veinte monos con este método, dando comida a toda su tribu. |