La luna, guardiana nocturna de nuestros sueños, está presente en infinidad de mitos, de leyendas, de historias pobladas por dioses o héroes legendarios... Se le reserva un lugar importante en casi todas las culturas, incluso en las de los países más desarrollados (en los que tienden a perderse las referencias a la naturaleza), en las que sigue teniendo presencia en poemas, canciones...
Para los pueblos antiguos, el cielo era el campo de batalla en el que la noche y el día (la luna y el sol) tenían su eterna pelea. Este ciclo también representaba la oposición tinieblas/luz, con todas las cosas que se asocian a la oscuridad, lo tenebroso... y las que se asocian a lo claro, lo luminoso. En último término, era la demostración del equilibro entre el bien y el mal, representado el primero a través de la luz y el día, y el segundo a través de lo oscuro, la noche.
En casi todas las culturas se ha entendido que el sol representaba lo masculino y la luna lo femenino, y los dioses sol y luna adoptaban así la forma de hombre y mujer respectivamente. Sin embargo, hay algunas excepciones, como el mito báltico de la diosa solar Saule, tejedora del cielo. El consorte de Saule es la luna, Menesis, perezoso e irresponsable en contraste con ella, que infatigable recorre el cielo a diario para repartir luz, calor, curación y crecimiento. Juntos engendraron a su hija Tierra, y actualmente se turnan para cuidarla.
Las cicatrices de la luna
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Un mito chino sobre los orígenes, habla también de las cicatrices de la luna. Cuenta que hubo una época en la que la luna era aún más caliente que el sol, y abrasaba la tierra y a sus habitantes con sus rayos. Con la intención de poner fin al sufrimiento de los hombres, Qua, un mortal con una constitución y fuerza envidiables, subió a la cima de una montaña y arrojó a la cara de la luna un puñado de arena que el calor fundió y adhirió al rostro. Dolorida y aterrorizada, la luna se refugió en un punto lejano de los cielos, desde donde su calor ya no hacía daño a nadie, pero la huella de la arena arrojada a ella permanecería siempre, imborrable, en forma de las cicatrices y surcos que nosotros conocemos.
La luna, a pesar de sus permanentes cambios de fase, tiene un importante componente de serenidad, de paz, de equilibrio y estabilidad. Relacionada con el mar, de hecho, guía de las mareas, comparten muchas de las ideas que se asocian al otro. Y hay pocas imágenes tan hermosas como el camino que hace la luna cuando de noche ilumina las aguas marinas...Tal vez algo de esto lleve a tantos poetas a confiarle sus secretos y sus pequeñas historias...
Tiene un componente romántico, soñador, alimento de la imaginación y la fantasía... También ha ido asociado muchas veces a la fertilidad, posiblemente porque el ciclo menstrual de la mujer va paralelo al ciclo lunar. Así, en muchas aldeas de Alemania se habla de la Luna refiriéndose a la menstruación, y los maoríes de Nueva Zelanda creen que es una enfermedad provocada por la luna, que atrae la sangre con su mirada y dota de poderes a las mujeres a cambio de su "ofrenda".
Como curiosidad, ha sido tal la importancia de la luna en algunas etapas históricas que hace tiempo los médicos llevaban a cabo ciertas prácticas haciéndolas coincidir con las fases de la luna. Así, era mejor tratar los problemas sanguíneos durante el primer cuarto de luna, los coléricos en el segundo, los flemáticos en el tercero y los melancólicos en el cuarto. Simbólicamente, las fases también llevan conceptos asociados. La luna nueva se asocia con la muerte o la hechicería. La luna creciente, en forma de cuenco, casi esperando recibir, es la luna virginal y prometedora, lista para la fertilización. Y la luna llena es la autoridad de la sabiduría, la madurez, la plenitud, y la más relacionada de las tres con la diosa madre.
Dentro de la mitología, Selene es la diosa que representa la luna, y a veces se la ha asociado también con Diana y Artemisa. Se cuenta que Selene era la hermana de Helios, el dios Sol, y como él, debía iluminar los cielos durante la noche. Pero una de esas noches divisó al pastor Endimión dormido en el monde Latmo, y quedó prendada de él. Así, desapareció de los cielos para recostarse junto al pastor, lo que enfureció a Zeus, quien castigó a Endimión a dormir eternamente. Pero luego, conmovido por las peticiones de Selene, consintió en dejar que la luna desapareciese del cielo varias noches al mes para hacer compañía a su amado, y el resto de los días, Selene se conforma con verle desde lo alto y acariciarle desde ahí...
A Selene se la representa majestuosa, como una mujer joven muy pálida, surcando los cielos en un carro tirado por corceles plateados, y muchas veces acompañada por alguno de sus amantes, que fueron bastantes, aunque sin duda el más importante fuera Endimión. Suele llevar también una media luna sobre su cabeza y túnicas claras.
Estandarte de la fantasía, relacionada muchas veces con la parte oscura y tenebrosa de la misma (vampiros, hombres-lobo, fantasmas...), multitud de veces aparece en imágenes acompañando a brujas, dragones, seres mágicos o de la noche... Amiga de la magia, velando nuestros sueños, reina de la noche, luz entre sombras... la luna representa tanto... |