Tu vida esta plena de logros, luchas y grandes esfuerzos, y aunque a veces no parezca, cada día te vas acercando paso a paso a lo que tú quieres. Pero ten cuidado, puedes tener un enemigo, capaz de destruir sin piedad lo que con tanto trabajo has construido. Me refiero a tus propios resentimientos. El resentimiento es como tomar un veneno para tratar de envenenar a otro. Mientras el dolor pasa, el rencor se queda, lo agravas, como a una herida que no se deja sanar. El resentimiento es un monstruo que puede tener el tamaño que le des, lo puedes alimentar con los pensamientos de queja y de autocompasión, entre más lo crezcas más partes de tu vida invadirá. La energía que le das a ese fantasma, es la misma que puedes usar para construir tus sueños o la vida más plena y feliz que te mereces. Quien no perdona, sin darse cuenta poco a poco se aísla, empieza a olvidar o dejar de disfrutar lo grato de su vida. Con el rencor te haces más difícil, lo difícil y lo agradable se opaca con el tormento de la amargura. Digno no es quien resiente, digno es quien perdona. Qué estúpida es la venganza que mantiene anclado el dolor. La venganza sabia es dejarlo ir, seguir adelante, es construirse en vez de destruirse. El perdón es un regalo, para sí mismo.
Es regalarse la paz. Es soltar la carga. Es decidir mirar la luz de nuevo y con determinación caminar hacia ella, hacia lo mejor de ti, de tu vida. No perdones para que el otro cambie. Acéptalo, el otro nunca va a ser como tú quieres, eso no depende de ti. No le des a nadie el poder de hacerte infeliz, perdona porque decides hacerlo, retoma tu poder, tu inmensa capacidad de construir tu propia tranquilidad. Soltar, dejar ir, aliviar, perdonar. Te invito a hacer una lista de los resentimientos que cargas. Tal vez tendrás unos más pesados y viejos y otros nuevos que haz hecho menos dolorosos. Al frente de cada uno escribe los precios que has pagado en tu vida al no haber soltado este resentimiento, los momentos que has arruinado, las relaciones importantes que has maltratado, las oportunidades que has perdido, el dolor innecesario que en nombre del otro le haz generado a tus cercanos. Después pregúntate ¿qué ganarías en tu vida si decides perdonar? Y finalmente ¿cómo podrías resolver el resentimiento dentro de ti? Si quieres dar un paso muy poderoso, quema esa hoja como un símbolo de la decisión de sacar de ti, para siempre, el fuego que estaba quemando tu corazón, para sencillamente dejarlo ir. Tu vida vale mucho para que malgastes tus energías luchando contra fantasmas que te causan dolor. Ni tú, ni los tuyos se lo merecen. Decide ya por tu paz y una vez más sentirás el orgullo de tu fuerza. |