EL MÍSTICO PRÁCTICO Por Trigueirinho Escritor, Conferencista, miembro fundador de Figueira
El Misticismo es una fase de la evolución humana y, tarde o temprano, todos pasamos por ella. Es uno de los procesos de aproximación al alma, núcleo profundo y elevado del ser.
A cierta altura de la evolución, el alma atrae nuestra persona externa. Lentamente surge un anhelo de unión con ese núcleo, y la atención de la personalidad se vuelve hacia él. Entonces comienza el Misticismo. Sentimientos, pensamientos y acciones interactúan y se reúnen buscando algo superior.
Así, poco a poco, el alma reúne y controla las fuerzas de la personalidad, que se aproxima cada vez más a ella. El misticismo va creciendo. Cuando por último la personalidad es absorbida en el alma y se deja coordinar totalmente por ella, termina lo que se denomina misticismo y comienza otro proceso: el de unión con la mónada, núcleo todavía más elevado del ser.
Durante la fase del misticismo, el alma se va revelando cada vez más a la personalidad. Busca infuir perceptiblemente, de modo que el yo externo pueda seguir sus indicaciones y colaborar con el trabajo que ella realiza. De esta manera, los anhelos profundos del místico se revisten de las cosas que más ama. Si, por ejemplo, tiene a un ser avanzado como objeto de inspiración, el alma puede presentársele en sueños bajo las vestiduras de aquel personaje, a fin de orientarlo con más facilidad.
Pero hay que tener cuidado para que en esta etapa del misticismo no se creen fantasías. Quien entra en el camino místico debe saber desde el comienzo que su destino es la vida inmaterial y que no debe esperar protecciones especiales ni favores de las energías superiores, ya que esto llenaría su vida de quimeras.
El verdadero místico no busca consuelo ni paz para si mismo. A medida que asciende, comparte su estado de alegría y bienestar. Vierte sobre la vida planetaria lo que le llega del mundo interior, aunque no siempre tenga conciencia de hacerlo. Si su búsqueda es la unión superior, todo lo que le sucede se revierte en acciones benéficas.
El místico no retiene las gracias que recibe. Aunque viva una experiencia profunda e importante para sí mismo, la entrega a lo Alto con desapego y la deja fluir sin alimentar ningún deseo de continuarla. Su principal función consiste en irradiar a todos lo que está desarrollando en si mismo.
El místico debe permanecer tranquilo, neutro e impasible. Así, por su intermedio el alma puede canalizar energías. Es importante destacar que él trabaja de manera efectiva también en la vida externa, y puede observarse que su acción es mucho mas convincente y fuerte que la de las personas comunes.
El misticismo auténtico es el de los dispuestos a persistir, aunque no perciban nada sobrenatural. Hay casos en que el místico ni siquiera sabe que es místico. Atraviesa largos períodos sin tener ninguna señal de vida interior. Mas persevera, aun sin ver nada, sin saber nada ni sentir nada de los mundos superiores. Permanece paciente, dedicado a su alma. Es observador y sabe valorar lo positivo que ocurre en su vida, sin olvidarse de que debe colocar la mayor parte de su atención en los hechos interiores, aunque no los perciba.
Dicho místico no desprecia los llamados externos y está listo para sevir, sin perder su sintonía con el mundo interior. Su necesidad reside en ir hacia dentro de sí mismo, y necesita aprender a hacerlo sin dejar de realizar lo que le corresponde en el plano material. Estos místicos prácticos constituyen una gran fuerza para el mundo.
El místico práctico trabaja con las leyes de la materia en un nivel que no podía alcanzar mientras era una persona común. Cura, transforma, transmuta, purifica, regenera, construye cosas nuevas, destruye las superadas. En el ejercicio del misticismo, va trascendiendo su ego y su vida se polariza en núcleos superiores de su ser y del universo. Deja de ser una vida de deducciones, reflexiones e ilaciones mentales.
Cuando el misticismo comienza a crecer en alguien, es normal que aparezcan el orgullo y la vanidad. Suelen ser mucho más fuertes que los de las personas comunes, y por lo general surgen camuflados. Además, en ese camino hay que tener cuidado con la imaginación, porque también se vuelve más poderosa. Los pensamientos y sentimientos emitidos comienzan a actuar de manera más incisiva y magnética en el campo mental y astral planetarios. Los conceptos formados sobre las personas pueden influir en ellas. El mistico, consciente de todo esto, busca purificarse y dirigirse decidido hacia su aunténtica tarea.
El místico práctico tiene que sintetizar su experiencia en los diferentes planos de conciencia y fundirlos. Este es uno de sus trabajos hoy: manifestar algo que reúna sentimiento, mente y alma. El resultado ya no es tan personal, sino mucho más amplio. Es una expresión universal, receptiva e intuitiva. Los místicos prácticos no se someten al tiempo material del mismo modo que lo hacen las personas comunes. Se ven en un eterno ahora y, así, más próximos a la realidad.
La evolucíón de quienes viven esa clase de misticismo se acelera en esta época. Hay muchas fuerzas positivas introduciéndose en la Tierra, fuerzas desconocidas aquí. A ellos les compete abrirse a esas nuevas energías e irradiarlas, pasando desapercibidos. Terrenos totalmente vírgenes están por descubrirse en el interior del ser.
Fuente: Boletín SEÑALES No. 7/05 de Figueira |